Capítulo 3.
Amaris.
Me mantengo observando mis pequeñas manos pálidas y frágiles aún intentando sostener con firmeza las riendas del caballo que me lleva hacia un destino incierto. La larga travesía ha dejado mis nalgas adoloridas y la sensación de ardor en la piel se intensifica con cada rayo de sol que golpea mi rostro. Apenas puedo recordar el frescor del bosque sombrío del que acabamos de salir, un lugar que había oscurecido el día y había absorbido la luz como un túnel interminable. Ahora, nos encontramos cruzando un fragmento de desierto que se extiende ante nosotros como una vasta extensión de arena abrasadora, sin sombra a la vista.
Miro a mi alrededor, los lobos que nos siguen jadean y se mueven rápida y dispersamente, no lucen afectados por el calor abrasador.
¿Cómo?
— Señor — llamo al hombre que nos recibió, mi voz tiembla ligeramente. Él detiene su caballo, y con él, todos los demás también se detienen. Miro a mi alrededor, sintiéndome desorientada en este desierto inhóspito.
— ¿Sí, mi Alfa? — pregunta el hombre, acercándose con una rapidez que contrasta con la lentitud de nuestros movimientos.
El término "Alfa" sigue siendo un peso extraño sobre mis hombros, pero debo admitir que el hecho de que se dirijan de esa manera tan respetuosa no me desagrada del todo.
— ¿Aún falta mucho para llegar? — pregunto, mientras Anne se acerca a mi en su caballo con su rostro preocupado.
— Cariño, ¿te sientes bien? — pregunta, extendiéndome una botella de agua.
Asiento con un gesto que no oculta mi creciente malestar, tomo la botella con mis manos temblorosas y la abro para beber un sorbo. La frescura del agua es un alivio temporal, pero la mirada del hombre a mi nana me pone en tensión.
— ¿De dónde ha sacado eso? — pregunta el hombre con tono irritado. — Está prohibido que cualquier cosa del territorio humano entre a nuestro reino.
¿No soy yo un producto del territorio humano también?
El malestar en mi estómago se intensifica haciéndome llevar una mano a la zona.
— Debemos parar — dice Evan llegando por mi otro lado. — . Pasaremos la noche aquí.
— No hay donde pasar la noche aquí, no es seguro — responde el hombre acercándose más a nosotros. — . Será mejor avanzar hasta pasar el desierto y acampar en el bosque.
Evan da un par de pasos adelante en su caballo para encarar más de cerca al hombre.
— Ella no puede seguir, necesita descansar ahora — insiste. — . Acamparemos aquí.
— No estamos lejos, Alfa — responde el hombre mirándome directamente a mi e ignorando a Evan por completo al dar un par de pasos hacia mi en su caballo. — . En un par de horas anochecerá, será mejor seguir hasta estar en el bosque, el desierto es peligroso.
Las miradas caen sobre mi, trago saliva levemente y miro mis manos adoloridas.
— Puedo cabalgar un par de horas más — respondo con voz apenas audible. Evan refunfuña en su lugar mientras regresa a mi lado.
El hombre asiente hacia mi una sola vez y se gira para seguir cabalgando. Todos comienzan a moverse nuevamente, y yo tengo que seguirles el ritmo.
Mi mente está en caos, tratando de procesar todo lo que está ocurriendo.
¿Mi madre era una hija de la luna? ¿Ahora yo soy una Alfa? ¿No parece esto una historia sacada de un cuento? No comprendo completamente qué significan ambos términos.
Vuelvo a beber de la botella de agua, miro a uno de los lobos que camina al mismo ritmo que mi caballo, al conectar miradas sonrio levemente hacia el y le extiendo la botella ofreciendo agua. El lobo rápidamente desvía la mirada y avanza con rapidez alejándose de mi.
— No beberán agua de humanos — me dice Anne acercándose con una sonrisa. Desvió la vista hacia ella y después me volteó bruscamente haciéndole saber que no quiero hablar. Ella suspira. — . Se que estás molesta...
— Y muy cansada, de hecho mi cabeza da vueltas y palpita, así que preferiría no tener una conversación ahora — respondo apresuradamente. Anne decide no insistir y me deja sola. La culpa me invade cuando la veo seguir adelante cabizbaja.
Los minutos avanzan convirtiéndose en horas, el calor del desierto es implacable y mi cabello y piel arden bajo el sol, me duele la cabeza, la espalda y no hablemos de las piernas.
— Debimos detenernos — me dice Evan. — . Mira cómo estás, necesitas descansar.
— Falta poco, empiezo a ver los árboles — anima Anne, alzó la vista a donde ella apunta, y en efecto, los árboles se ven tan lejanos que incluso parecen diminutas figuras. Suspiro.
— Falta poco — respondo decidida a continuar con la tortura que es el viaje.
Después de algunas horas por fin logramos entrar al bosque que antes se veía lejano. La sombra me abraza y cuando veo mis brazos noto mi piel enrojecida y tostada, me toco con cuidado y siento el ardor inmediato que me hace retirar la mano.
Los lobos comienzan a adelantarse levemente y el hombre que nos dirige se detiene hasta que yo llego a el. Me da una sonrisa leve antes de hablar.
— Acamparemos aquí, pronto instalarán su carpa y podrá descansar. Por lo pronto puede bajar del caballo, beber algo de vino y esperar. Haré una fogata para usted. — dice de manera amable, bajando de el caballo y ofreciendo su mano para ayudarme a bajar del mío.
— No tengo frío — respondo.
— Créame, hará mucho frío esta noche, cazaremos algo para su cena — cuando estoy por aceptar su ayuda Evan aparece a mi lado haciendo al hombre alejarse.
— Yo puedo ayudarla — dice bajando de su caballo y aproximándose al mío. — . Y cazar su cena. Yo soy su protector.
Frunzo levemente el seño ante su actitud posesiva y antes de que pueda hablar el hombre asiente una sola vez y sin decir palabra alguna se da la vuelta y se aleja comenzando a gritar órdenes de armar carpas, fogatas y comenzar a cazar.
Cuando bajo de el caballo con ayuda de Evan siento mis piernas adoloridas temblar apenas toco el suelo, el me sostiene con firmeza de los hombros impidiendo que pierda el equilibrio. Me quedo quieta unos segundos intentando que el dolor se disipe. Anne se acerca rápidamente aún en su caballo.
— ¿Estas muy cansada? — pregunta, asiento. Evan me suelta despacio y se acerca a ayudarla a ella a bajar de su caballo.
Ella se acerca caminando adolorida y de manera extraña, cuando llega a mi lado me toma firmemente del brazo y me hace dar un par de pasos junto a ella, los doy con dificultad sintiendo mis piernas entumecidas intentarlo a cada instante.
— Un paso más — me alienta Anne. — . Debes estirar tus piernas antes de descansar, andar a caballo es muy cansado.
— Es por eso que fueron creados los autos — susurro de manera sarcástica, Anne ríe.
— Faltan siglos para que lleguen al reino — dice sonriéndome.
Miro a mi alrededor notando como poco a poco el lugar se llena de personas que traen consigo herramientas, telas, comida y barriles de lo que parece ser vino. ¿De donde salieron estas personas?.
— Llevaré a los caballos a tomar agua — anuncia Evan. — . No se alejen de el centro del campamento.
Comienzo a mirar a mi alrededor.
El bosque es oscuro, lleno de grandes pinos, abetos y arbustos. Las ramas de los árboles se entrelazan entre si cubriendo casi por completo el cielo sobre nosotros.
Jamás había estado en un bosque como este, todo se siente tan extraño, el aire incluso se siente diferente, más denso, puro y fresco.
Doy un vistazo a mi alrededor nuevamente, noto como ya encendieron la primera de las fogatas y las personas comienzan a agruparse para hacer diferentes cosas y armar poco a poco un campamento.
— ¿De donde salieron tantas personas? — pregunto a Anne. Ella deja de mirar uno de los árboles y centra sus ojos cálidos en mi.
— ¿De que hablas? — pregunta.
— Cuando llegaron, solo eran seis hombres y miles de lobos, ahora no veo a ningún lobo y veo a muchas más personas — murmuro mirando a mi alrededor discretamente.
— Es muy observadora, mi Alfa — dice el comandante Khalstone acercándose por nuestro lado derecho. — . Es una lástima que sus protectores no le hayan permitido conocer su hogar antes.
Siento a Anne tensarse a mi lado, frunzo levemente el seño recordando de pronto que estaba molesta con ella y Evan.
Me han ocultado mucho durante toda mi vida, la identidad de mis padres, mi apellido, quien soy.
— Dígame algo, señor — digo mirándolo directamente, el alza ambas cejas hacia mi. — ¿Donde estamos? ¿por que me llaman Alfa? ¿Y de donde salieron tantas personas?.
— Amaris, debes esperar...
— He esperado desde que tengo memoria — interrumpo a Anne. Ella cierra los ojos con pesadez y asiente.
— Le contaré una historia, mi Alfa — dice el hombre señalando la gran hoguera a varios metros de nosotros. Anne suspira.
Me acerco junto a Anne, las personas alrededor de nosotros se apresuran a poner asientos improvisados conformados por almohadas agrupadas en el suelo. Me siento con cuidado y logro encontrar una posición cómoda que me hace descansar un poco.
Una copa de metal llega a mi mano, miro el contenido con curiosidad y lo acerco para olfatearlo.
— Es vino — susurra Anne. — . Bebe despacio y poco.
Llevo la copa a mis labios y bebo un sorbo, el sabor agrio y especiado invade mi boca, trago con dificultad y alejo la copa con disgusto.
— ¿Muy fuerte? — pregunta el comandante. Asiento. — Pediré algo de agua para usted.
— Está bien así — digo apresuradamente antes de que el hombre termine de ponerse de pie. — . Cuénteme esa historia.
El asiente una sola vez y vuelve a sentarse, da un trago a su copa y comienza a hablar.
— Hace más de cuatrocientos años existían muchas criaturas sobre naturales, tantas que esta tierra estaba llena de ellas, sin control alguno, todas las criaturas se encontraban en guerra — cuenta el, frunzo el seño intrigada. — . Los hombres lobo son una raza antigua y sobrenatural, fueron las primeras criaturas sobrenaturales en habitar este mundo, pero en ese entonces la guerra con miles de criaturas los estaba llevando al borde de la extinción.
¿Hombres lobo? ¿Criaturas sobre naturales?
Miro a Anne, ella asiente.
— Fue entonces cuando la Diosa escuchó sus súplicas y envío a sus cinco hijas para guiar y proteger a la raza de hombres lobo. Las hijas de la luna se encargaron de hacer que prosperaran y que sus principales enemigos, los vampiros, cayeran — continúa el comandante. — . Con sus poderes ellas ocultaron el reino de los humanos y nos separaron por completo de ellos. Pronto se convirtieron en reinas y reinaron por más de cuatrocientos años.
— ¿Que poderes tenían? — pregunto intrigada.
— Controlaban el fuego, la tierra, el agua y el viento, el clima, la flora y la fauna de esta tierra. Mientras ellas habitaron aquí jamás hubo alguien con hambre o miedo. Todos sabían que las hijas de la Luna los protegían — me explica el. — . Tu madre fue una de ellas, fue quien unió la manada de los salvajes de la Luna al reino y la lleno de prosperidad.
La nueva información hace que muchas preguntas se formulen en mi cabeza, no logro entender del todo lo que me está diciendo. Suena tan fantasioso que me cuesta creerlo de el todo.
— ¿Más de cuatrocientos años dijo? — pregunto, el asiente. — ¿Mi madre tenía más de cuatrocientos años?.
— Creo que si — responde el confundido. Anne suspira.
— Las hijas de la Luna eran lo más cercano a una diosa encarnada, no envejecían ni enfermaban — me dice ella.
— ¿Y como murieron? — pregunto.
Los ecos de mi sueño recurrente aparecen en mi cabeza, fueron asesinadas.
— Lo sabrás cuando lleguemos a la manada — dice Evan desde mi espalda, me giro para verlo. — . Todo tendrías que haberlo sabido allá, no aquí en medio del bosque. Vamos, tú carpa está lista, ve a descansar.
— Pero... — me quejo mientras veo a Anne ponerse de pie y extenderme la mano. — ¡Merezco saberlo!
— Nadie discute eso — asegura Evan. — . Pero no debes escucharlo de personas que no saben cómo explicarlo y solo te confundirán más.
— Lo que le conté es la verdad — se pone de pie el comandante Khalstone. — . Yo no miento.
— Lo que le contaste son las historias y leyendas del pueblo, no la verdad — responde Evan. — . Ahora cierra la boca y tu, a dormir.
Gruño en mi lugar y me pongo de pie lo más rápido que mis piernas adoloridas aún me permiten, Anne me toma de el brazo y comienza a caminar conmigo, Evan le da una última mirada furiosa al comandante Khalstone y se gira para caminar conmigo y Anne.
En mi interior la frustración y enojo burbujean haciendo hervir mi sangre, la nueva información lejos de resolver mis dudas me hace sentir aún más confundida y crear miles de preguntas nuevas.
¿Que fue lo que pasó con mis padres? ¿Quien los asesino? ¿Quiere también hacer lo mismo conmigo?
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