Caserón
Lenny cogió el revólver de Billy el coyote, ahí tirado en la hierba a pocos metros de su dueño, que ya empezaba a apestar a ese característico aroma a llanta quemada, tan común en la carretera estatal, en la entrada del pueblo: era bonito, con tambor dorado y adornos tallados en la madera del asa.
Se lo iba a quedar. Hacía juego con su uniforme del trabajo.
— No te descuides - Le ordenó a Keith - No sabemos si era el único.
Keith, con varias granadas en la bolsa, alzó un pulgar en respuesta. A ese maldito loco no se le iba a escapar viva ni una lagartija, por lo visto.
Sus amigos entraron antes que ella. Al final, Lucy atravesó la ventana del segundo piso con menos dificultades que su amigo Gavin. Una vez dentro, se aseguró de dejar trabada la ventana por si necesitaban escaparse después.
La noche ya había caído y afuera sonó como si hubiesen desatado el infierno, pero Lucy confiaba en que Lenny estaría bien solo. Ahí adentro de la casa, la iluminación era casi inexistente. ¿Realmente habían focos ahí? Lucy se preguntó si María la sangrienta tendría instalación eléctrica en aquél lugar y, de inmediato, se contestó a sí misma con una negativa.
— Tengan cuidado - Susurró - Si descubren que estamos aquí...
Del otro lado del pasillo, el sonido de una escopeta recargándose los puso bajo alerta: Gavin y Lucy se recargaron de un lado de la pared y Lalo, del otro. Gavin tocó con su mano el pomo de una puerta y lo giró, pasando a través de ella. Lucy decidió hacer lo mismo justo después de hacerle una seña a Lalo para decirle que se ocultara también.
— ¿Quién anda ahí? - Preguntó una anciana - ¿Fanya?
Desde el primer piso, pudo escucharse la voz de la verdadera Fanya negar la pregunta de quien, a todas luces, debía ser María la sangrienta.
— Entonces son los amigos de Lucía Maza - Maldijo la anciana, apretando los dientes.
— Me dijo Lucía - Se quejó Lucy desde el interior de lo que parecía ser una habitación.
— Debe estar ciega o algo así - Sugirió Gavin - No creo que no nos haya visto.
Del otro lado del pasillo, Lalo había conseguido agacharse detrás de una mesita de madera en la que había un jarrón con flores y una veladora, esperando que eso fuera suficiente para que María la sangrienta no le abriera un agujero en la cabeza. Si la anciana se acercaba lo suficiente a donde él estaba, podría freírla con sus guantes eléctricos, aunque también corría el riesgo de que la vieja abriera fuego intentando librarse de él.
Quizá esa arma en específico no le era tan útil para pelearse contra una anciana con escopeta, pensó. Debió haber traído armas de fuego como el resto.
— ¿Dónde están, imbéciles? Los vi irse el otro día. ¿Viene con ustedes el chico que le gusta a Fanny?
Gavin y Lucy se voltearon a ver el uno al otro. Gavin intentó hablar, pero su amiga no iba a permitir que alguien intentara acercársele a su novio de esa manera.
— Esa perra... - Murmuró Lucy.
Casi de inmediato, las paredes falsas fueron atravesadas por munición de escopeta, obligando a ponerse a cubierto al par.
— ¿Quién habla? ¡Fanya! ¡La hija de los Maza está aquí adentro!
No había donde esconderse al interior de la habitación: si la anciana loca entraba y los veía, sería difícil sobrevivir a un montón de pedacitos incrustados en la cara.
— Con este bebé maté a mi esposo - Les comenzó a contar la vieja mujer, refiriéndose a su escopeta - Porque me enteré de que tenía bebés con otras mujeres. Malnacido.
Lalo tan sólo estaba esperando a que la vieja se acercase un poco más para cogerle una pierna y achicharrarla con sus guantes, pero María la sangrienta avanzaba a paso lento y, por lo visto, no parecía importarle tirar abajo su propia casa a punta de disparos.
— Billy es mi hijastro, por ejemplo - Dijo María - Él no tuvo la culpa de que su padre fuera un imbécil, pero nunca pude quererlo como a Fanya. Ella dice que soy su tía, pero más bien, soy su madrastra - Les explicó - Ella es otra de las hijas de Pancho - Añadió, revelando el nombre de su difunto esposo - Billy fue el primero y Fanya la última. Billy se entregó a la bebida y Fanny a los negocios. Ella lo encontró hace poco y, bueno... creo que pronto podrás reunirte con tus compañeritos muertos.
"No eran mis compañeros", pensó Lucy. Ella no quería tener nada que ver con Alba Dorada. El único compañero muerto en el que pensaba era Keith, y él no fue asesinado por Billy el coyote. Sin embargo, eso a María la sangrienta y a Fanya les daría igual. Lucy se aseguró de que el tambor de su revólver no se atoraría y contó las balas al interior: tenía seis tiros en esa pistola y otras dos completamente cargadas. Solo tenía que atisbar la cara de la anciana en el marco de la puerta y dispararle. Nada más.
— Fanya tiene especial interés en ti - Admitió María la sangrienta - Dice que eres la más difícil de seguir, de localizar... no entiendo por qué de repente quisiste meterte a nuestra casa. Con tantos imbéciles del Alba Dorada a los que hemos matado, ¿creíste que sería buena idea meterte aquí? Cuando te demos el primer tiro, te llevaremos a nuestro sótano, sí. Quizá puedas ver a tus amigos ahí, sí sí sí - Se burló la vieja, regocijándose con aquella idea.
Lucy estaba empezando a desesperarse. ¿Entonces esa vieja secuestraba a los agentes a los que Billy no mataba a la primera? Lo más probable, si intentaba pensar como pensaba aquella anciana sádica, era que los torturasen ahí en ese sótano.
Daba repelús.
— Yo la estaba encubriendo, pero ya que nos atrapaste... o te atrapamos, da igual... tendremos que matarte, querida.
Lalo aprovechó la oportunidad en cuanto la segunda pierna de la anciana estuvo a su alcance y, apretando fuerte el botón del guante que le permitía liberar una descarga, rodeó la pierna de la vieja con ambas manos.
— ¡Ahh! - Chilló la vieja, disparando al aire un par de veces, tal como Lalo había previsto. Sin embargo, aquellos dos segundos de aturdimiento fueron suficientes: se escondió en otra habitación del pasillo, confiando en que la vieja lo seguiría para dejar en paz a Lucy y Gavin.
Al instante, Lucy salió de su escondite y, viendo a la vieja aturdida, recargándose contra la pared, no perdió el tiempo y disparó directo a su mano, confiando en provocarle el dolor suficiente para hacerla soltar la escopeta: le arrancó otro "ay" de dolor, pero no sólo no soltó la escopeta, sino que los pasos al fondo del pasillo, provenientes de la escalera, le indicaron que ahora tendrían que encargarse también de Fanya, quien probablemente traería su propia arma de fuego consigo.
Se escucharon un par de disparos de escopeta que le siguieron a los primeros, todos hacia el techo de la casa. ¿Qué coño intentaba la vieja?, se preguntó Lucy. Sin embargo, al escuchar cómo el techo de la habitación crujía, le quedó muy claro: la anciana pensaba tirarles la casa encima.
— Gavin, corre.
Gavin no perdió el tiempo y, cargando una pistola de bengalas en la mano, salió por delante de Lucy y se atrevió a taclear a la viejita, pateando su escopeta lo más lejos posible de ella, tan sólo para encontrar escondite en otra habitación, justo enfrente de la que Lalo había usado para esconderse.
— Fanya está tardando mucho en subir - Murmuró Lucy para sí.
— Quizá no quiere recibir un escopetazo en la cara - Sugirió Gavin.
Un disparo sonó en el pasillo, pero este fue distinto al de la escopeta, casi como si una pequeña bala de cañón fuese arrojada. Varios segundos después, sonó otro, y el quejido ahogado con la voz de María la sangrienta les hizo saber lo impensable: Fanya había asesinado a la anciana, o al menos la había dejado moribunda.
— ¿Dónde estarás, Lucy? - Preguntó Fanya desde el pasillo, aún sin avanzar y probablemente, alzando el arma, lista para disparar el siguiente tiro - ¿Viniste sola? Creo que sí. No escuché más gente, pero quizás tu estúpido primo haya querido venir. El imbécil nunca se aleja de ti y no sé si Billy haya podido con dos agentes.
Lucy se estaba hartando de que la confundieran con una agente de Alba Dorada, pero contradecirla sería el equivalente a regalarle información sobre su escondite.
— ¿Entonces entraron por la ventana? Qué original. El otro día mandaste a tu noviecito a ver quién andaba aquí y salí a recibirlo. Si no me hubiesen distraído allá atrás, le habría pedido que pase. ¿Sabes qué más habría hecho?
— La vieja nos vio - Murmuró Lucy, a sabiendas de que Fanya trataba de provocarla. No iba a ocurrir. No iba a responder, no...
— ¿Crees que Lalo te sería fiel aún cuando no estés viendo? ¿Qué le impediría acostarse conmigo? Después de todo, Billy iba a matarte después de escaparse. ¿Crees que no sé que lo atraparon? Cuando te encierre en el sótano, lo traeré conmigo para desquitarnos contigo, güera de mierda.
"No sabe que Billy se escapó", pensó Lucy. Gavin debía de haber llegado a la misma conclusión, pues sus ojos parecían a punto de explotar. Lejos de provocarla, le estaba dando información gratuita. Bien por Lucy.
Los tablones del techo seguían crujiendo: a este paso, algo se iba a romper, así que cuando Lucy escuchó caer una viga en el pasillo, sintió cómo las paredes cedían a su alrededor y el suelo junto con ellos. Ni siquiera cerró los ojos, aunque sí apretó la mandíbula para no chillar ni emitir quejido alguno. A un par de metros de ella, Lalo sí emitió un quejido, lo que le indicó que él también había caído al primer piso.
Fanya bajó las escaleras y escogió la habitación en donde escuchó el quejido: la de Lalo, para avanzar hacia ella.
Lucy intentó incorporarse sin hacer ruido, pero era casi imposible: si hacía ruido, se arriesgaba a comerse una bala gigante disparada por lo que presumiblemente era un trabuco en las manos de Fanya, pero si no hacía nada, probablemente sería Lalo quien se comiera el disparo.
Sea como sea, estaban jodidos.
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