Capítulo 8
Tres picotazos, dos enfrentamientos con la escoba y veinte minutos después tengo a la maldita ave en mis manos. Me siento colérica porque furiosa es poco, ¿qué mierda le pasa a ese imbécil?
—Esto no se va a quedar así, ¿verdad, Claudio? —pregunto al animal entre mis manos, le puse nombre porque decirle «el gallo» comenzaba a ser aburrido, el bicho me mira un rato después de escucharme, antes de intentar dar otro picotazo—. Eh, cuidadito, uno más y te hago sopa.
Aunque puedan verme como una loca, el gallo parece entender, porque no vuelve a intentar picarme, no es que yo fuese capaz de matarlo, pero eso Claudio no lo sabe. Con una preocupación menos, pienso en qué puedo hacer, y la respuesta se presenta en mi mente como un anuncio de letras neón volviéndose más y más grandes cada vez que lo imagino, termino ahogando mi risa porque no quiero levantar sospechas en el idiota. Lo veo, Kiram está bastante ocupado colocando otra cerca de alambre encima de las que ya tiene el gallinero, cavando lo suficiente para que el zorro se topase con una pared metálica si lo intenta, palabras de él, no mías. Decido esperar un rato más, en el que Claudio y yo hacemos las pases de una forma magnífica, es más, en cuanto le cuento su próxima tarea el bicho casi parece entusiasmarse, enserio, una mirada a su rostro y tú dirías, pero mira qué feliz el gallito.
Vale, ya, pero el ave me entretuvo lo suficiente hasta ver a Kiram guardando sus herramientas, tomo rumbo al gallinero.
—¿Terminaste? —pregunto dulcemente, acercándome a la puerta del gallinero.
Él mira con sospecha de Claudio a mí, una y otra vez.
—Sí... Veo que la pasaste bien, ¿a qué no es de lo más adorable? —sonríe, colocándose contra la reja que nos separa, y tengo que confesar que mi estómago dio un vuelco, porque puede ser un imbécil, pero es un imbécil hermoso—. No has tardado nada en domarlo, sabía que podía confiar en ti.
Me acerco lentamente a la cerca metálica, dejando mi rostro a escasos centímetros del suyo, solo separados por una pulgada y la verja. Veo como traga saliva, , su manzana de adán moviéndose odiosamente atrayendo mi mirada, me siento algo embobada ahora, mi boca de pronto se siente demasiado seca, por un momento olvido el plan de mierda que he ideado con el gallo como cómplice, por un segundo solo quiero acercarme más y eliminar cualquier distancia entre nosotros, Kiram parece leer mis pensamientos porque abre la puerta metálica con rapidez sin importarle el escape de las gallinas, y cuando siento que puedo lanzarme directo a sus brazos, Claudio, como buen cómplice que es, me pica un dedo, eso me hace salir de cualquier ensoñación causada por un tipo endemoniadamente guapo. Sonrío, notando que eso lo desconcierta, justo cuando estira sus manos en busca de mis caderas el bicho alado hace un sonido de cacareo ahogado, llamando su atención.
—Creo que he decidido que deberías conocer más a nuestro amigo alado —La sonrisa en su rostro se borra e intenta cerrar la puerta, pero es muy tarde. Tiro a Claudio dentro del gallinero, mientras soy yo quien cierra con un golpe la verja, decido usar una rama como seguro extra por precaución—. Esta es mi parte favorita.
—Diana... ¡Maldición! Abre —grita mientras Claudio se lanza una y otra vez contra él, no tiene a donde correr, por lo que coloca sus fuertes brazos frente a su rostro, lo que agradezco, sería una pena si... Aunque es ese tipo de hombre a quienes les van las cicatrices.
—No, discúlpate por haberme tirado esa cosa primero —le exijo, él me mira como si me hubiese vuelto loca, antes de carcajearse, Claudio aprovecha para ir contra él una vez más.
—Vale, vale, disculpa por haberte tirado un pollito —dice entre risas, lo que logra enfurecerme más... Antes de contagiarme de su risa.
—Eso no es un pollito, sigue así y pasarás la noche con Claudio.
—¿Con quién? —repite, su tono lleno de incredulidad.
—Pues el gallo, se llama Claudio.
—No le pusiste nombre a ese bicho —habla de ello como si fuese algo incomprensible.
—Por supuesto que lo hice, dale un besito de mi parte —le guiño un ojo, antes de entrar nuevamente en la casa de Minerva. Sus gritos e insultos terminan siendo no más que un murmullo ahogado por la puerta.
Estaré un rato con la anciana y luego lo liberaré, depende de cuanta paciencia para aguantar historias de maridos patéticos tenga disponible, el gallo se calmará después de un rato si Kiram corre con suerte, pero internamente deseo que no ocurra. Si bien sé que debo buscar a señora Patrick, no puedo evitar recostarme contra la puerta y soltar otra risa floja recordando su cara cuando el gallo cacareó y entendió lo que pasaría, hace tanto tiempo que no hago algo así... April nunca fue de hacer travesuras, por lo que fueron pocos los momentos como este después de dejar su más tierna infancia. Pensar en ella me llena de emociones como un vaso listo para desbordarse, pero esta vez hay una nueva, la diversión al imaginarla llenando de crema para afeitar mis pantuflas. Respiro hondo, recordando aquellas sesiones con una profesional de gafas, debo calmarme, repito los ejercicios de respiración en serie, cuento hasta que mis sentimientos se calman, escondiéndose bajo una delgada capa de hielo, listos para resurgir al más mínimo toque que escarbe entre mis recuerdos. Los números llenan mi mente. Es tiempo de buscar a Minerva.
Busco la forma de salir de este estrecho pasillo cuando la puerta se abre en un fuerte golpe y una mano se enrosca alrededor de mí muñeca con firmeza, tirando de mi contra un cuerpo duro como una montaña.
—Te tengo —dice Kiram, sonriendo de esa forma que me hace sentir en caída libre—. Eso no fue justo, no lo olvidaré.
No puedo hacer más que mirarlo incrédula.
—¡¿Y lanzarme un gallo endemoniado sin avisar fue justo?! —pregunto, sin evitar subir un poco la voz.
—No lo fue, tienes razón —concede, fijando su mirada directamente en mí, mierda, ¿será un buen momento para olvidar lo que ocurrió afuera?— Lo siento, pensé que sería gracioso... Y lo fue, pero aun así lo siento.
Un revoltijo de emociones se adueña de mi pecho, estamos tan cerca, puedo sentir el agarre de su mano en mis brazos como una quemadura, Kiram de pronto parece haber enmudecido, y sé que yo debería decirle algo, que olvide lo que ocurrió y disculparme también, pero las palabras no consiguen salir, solo puedo atinar a verlo, con la esperanza de que él se separare de mí.
Pero como ocurre con todos mis planes desde mi llegada a Rogue Town, no se cumple, porque Kiram se acerca más, si es que es humanamente posible hacer eso, mi mirada queda fija en su pecho un instante, porque él es demasiado alto. ¿Qué se sentirá poner mis manos allí? ¿Recorrer ese camino desde su cuello hasta donde termina abdomen? Es demasiado tentador, solo atino a subir mi rostro para desviar la corriente de mis pensamientos, encontrándome con ese par de ojos azules que tienen el poder de dejarme sin aliento.
Él no sonríe, hay una tensión subyacente en su cuerpo, puedo sentirlo casi vibrando contra mí, como si fuese una bomba a punto de estallar. Debería tener miedo, debería alejarme, pero ahora solo puedo desear estar más cerca y ser testigo de cuando ocurra lo inevitable. Kiram siempre está alegre, es servicial, he comprobado este último día que no pierde fácilmente la paciencia —a diferencia de mí—, pero dentro de todo ese montón de cualidades, puedo sentir cierta inquietud, es imposible para él permanecer tranquilo más que unos segundos antes de buscar cualquier tarea para ocuparse, lo he visto sin hacer nada pocas veces, y en cada una de ellas noto la misma energía, como si pudiese perder el control en segundos... Y maldición, yo quiero estar en primera fila para verlo.
—Diana, ¿por qué viniste a Rogue Town? —pregunta con voz ronca, esa podría sacarle las más íntimas confesiones al mismísimo diablo.
—Quería alejarme, simplemente estar sola —respondo sin dudar, hay más que eso, pero mi cerebro parece incapaz de reunir más de cinco palabras para una respuesta decente.
Sin dejar de tomar mi brazo, sube su otra mano hasta mi rostro, donde sus dedos vagan por mi frente, masajeando mis cienes, mis cejas, dando un pellizco juguetón en la punta de mi nariz. Mi corazón corre a mil por hora, por un momento temo que él pueda sentirlo, aunque lo desecho con rapidez.
—Eso puede ser un problema —contesta, sonriendo apenas, sus dedos trazando con suavidad mis labios—. Porque yo no quiero alejarme de ti.
Por un breve instante, siento como su rostro se acerca, buscando de acabar la distancia entre nosotros, mi mente esté en blanco, por completo. No encuentro ninguna razón válida para alejarme de Kiram justo ahora... Hasta que un carraspeo nos hace saltar como un par de críos pillados haciendo algo indebido.
Me alejo de él como si su cuerpo estuviese en llamas, en cambio miro a la anciana que nos interrumpió, ella sonríe con picardía, puedo notar la sangre subiendo a mis mejillas por su causa.
—Lamento interrumpir, chicos —dice en un tono de lástima que se escucha de todo menos real—. Pero veo que ya terminaron mi gallinero, muchísimas gracias a ambos. Espero que mis bebés no dieran problemas.
—Por supuesto que no —contesta Kiram, y me alegro al notar que su voz tranquila parece un poco forzada. Al menos no soy la única afectada—. Ha sido todo un gusto, como siempre.
—Bien dicho, les daré algo de carne de alce, está muy buena —dice la anciana, vale, entiendo que en un lugar tan remoto cosas como el dinero no tienen mucha validez—. Por otro lado, mientras ustedes se ocupaban de poner seguras a mis niñas, fui a ver a Marshall Flint, me comentó que necesitaba ayuda con su cobertizo, ha estado guardando 10 años de basura allí, por desgracia se lastimó la espalda persiguiendo a una de sus bestias maleducadas, le dije que Kiram y la niña de Analyse me estaban ayudado, así que preguntó si podrían pasar mañana por allí.
Me quedo en silencio, dije que hoy sería la última vez con la familia Garrett, porque mientras más tiempo pase con ellos, será más difícil cortar limpiamente cualquier lazo. Pero, pese a que mi experiencia con el gallo no fue lo que planeé en un principio, me gustó el agradecimiento de Minerva, me gustó sentir que había ayudado a alguien, volver a ser útil. Y quizás por eso, cuando Kiram dice que sus hermanos tienen otras cosas por hacer, pero que ambos iríamos a ayudar, decido no replicar nada. Ante mi silencio, obtengo una mirada interrogante de su parte, pero no abre la boca, como si temiera que solo una palabra me haga cambiar de opinión. Yo no estoy tan segura de que no sea así, la verdad.
Bien, podría esperar otro día más para alejarme, solo otrodía más.
†
Bueeeeenas✨
Ya es martes, por lo que aquí está el capítulo de la semana, poco a poco nos acercamos a los nuevos capítulos antes de que comenzara a editar, ¿qué les está pareciendo? ¿Qué opinamos de una doble actualización el sábado por ser feriado?
Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro