Capítulo - 8 intereses y rupturas
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Punto de vista de Daphne:
Teníamos aproximadamente viviendo cinco meses juntos desde nuestro primer encuentro, No me había dado cuenta de lo rápido que pasaba el tiempo antes de nos entregarán el pasaporte para entregarselo a Patrick, el proceso largo y burocrático cada vez el tiempo se hacia mas corto y complicado.
Todo comenzó desde la muerte del comandante Akita, los procesos de cambio de nombre de un Japonés o Coreano, había sido un proceso costoso y difícil, la situación tensa en el barrio no era algo que me alegrará.
Cómo siempre tenía que entretener a los soldados en la fiesta y yo era la favorita del comandante por lo que habían muchos que me tenían miedo despues de su muerte, ser extranjera y con dinero era algo que me permitía codearme con gente de mejor categoría a diferencia de aquellas pobres muchachas que las visitaban los soldados sin nivel intelectual o dinero, desde que llegamos y tuvimos que vivir de esta forma mi padre no me entregaria a cualquier soldado razo que quisiera acostarde conmigo. Para sobrevivir tenía que ser algo más poderoso que un simple comandante de ciudad... Y estos muchas veces eran los mas sádicos en la cama.
Hoy era dia de fiesta, era lo clasico en el lugar ya que se acostumbraba a vivir a lo griego, aquél típico "pan y circo" para los ricos . En la fiesta de temática igual a las demás, era para recaudar fondos pro-japonesa y en ella podías ver rostros conocidos y nuevos, aunque todo era el mismo ambiente , esta vez yo llevaba un vestido dorado con corte sirena largo, era uno de los ultimos regalos del bastardo de akita, con esto al menos me respetarían al ver que había sido propiedad de ese demonio... tal vez... un poco más- , y el cabello peinado en ondas, hacia un lado- entre el gel y la luz mi cabello rojizo parecia cobrizo, además me había maquillado con sumo cuidado los labios de color rosado, mejillas coloradas y polvos de arroz en el rostro sumandome unos años más en mi aspecto, habia aprendido que mientras mi apariencia hubiera sido más joven;mas perversiones en sus mentes masculinas se creaban, por lo que parecía que tenía unos diecinueve ya con aquel maquillaje y ese peinado estrucuturado.
- disculpe¿. Miss... Americana?—Preguntó una voz masculina desconocida al girarme era un hombre con uniforme militar, este era un hombre un poco mas alto que yo por unos escasos centimetros, de apariencia agradable aunque era... japonés, aquellos ojos lo delataban y los rasgos en su rostro, vi las distinciones y condecoraciones en su pecho, por lo que se notaba que no era un simple soldadito que iba a la guerra a violar mujeres y quemar aldeas.
- española, España.. Nací allí - respondi con una sonrisa falsa dibujada en japonés.
-¿ España? De que lugar?— Preguntó entusiasmado en un acentuado español—El año pasado yo fui a Valencia. Los españoles no están muy contentos con nuestro mandato. No fue muy...— dijo él buscando las palabras y haciendo la conexión en su mente, hablaba español un poco automático y buscaba las palabras algo nervioso, cosa que me hacia sonreir por lo chistoso que se veía queriendo esforzarse al igual que yo con el idioma desconocido.
- Madrid,mi señor. Serán ellos, porque mi padre y yo estamos comprometidos a la causa. Y hemos aportado bastante a su majestad. —Respondi en japones haciendo una inclinación frentr a él.
-vaya, una mujer inteligente.¿ Y tu esposo?— Pregunto curioso en español.
- para mí opinión, soy muy joven para casarme, apenas tengo 16,— confesé sin darme cuenta, cosa que rápidamente camuflaguie sonriendo con coquetería.
- vaya... Te llevo unos cuantos años. Yo tengo treinta, pero la forma que te expresas habla muy bien de tu educación.¿ Dónde estan tus padres? —Preguntó curioso observando el lugar.
- mi padre, el señor Harry Walker seguro esta dando vueltas por el lugar.— respondi buscandolo entre la multitud y mi compañia me miro sorprendido.
Por los visto ya había escuchado de mi.
- vaya, con que eres la famosa Daphne Walker, hija de uno de nuestros leales camaradas.— Respondió emocionado y Yo asenti con naturalidad.
- Yo soy el embajador de relaciones exteriores,Matsuda Kuro veo que tenemos mucho en común, más de lo que pensaba — Dijo sonriente. Mire al hombre detenidamente, no era completamente desagradable, al contrario carismático y agradable, pero posiblemente él era un hombre manipulador porque esa red de encantos y galanteria debían esconder a algún psicópata. Un cargo en los famosos "Altos cargos políticos "reflejan mucha sangre en sus manos Y dinero.
Lo mire con desconfianza y trate de no delatarme en mi mirada
- ¿has conocido a nuestro rey?—Preguntó como si no tenía idea de que decir ya que lo hizo con tanta rapidez.
- no he tenido la suerte, solo en fotos, pero puedo apreciar que es muy guapo y además sé que es un hombre muy inteligente— respondi sonriendo, el hombre sonrió complacido mientras Pasaba el mesero a unos pasos de nosotros.
- ¿Quieres algo de tomar?—preguntó llamando al mesonero.
-no tengo edad aún—- respondi tratando de lucir "inocente" ante éste, por lo qué él sonrió con picardía.
- no le diré a tu padre si de eso se trata.- respondió con complicidad.
- entonces... — me quedé pensando un rato pera guardar las apariencias pero sabía lo que yo queria ya.. — Quiero un whisky doble — señale aun como una inocente chica con las mejillas enrojecidas, su rostro me miraba sorprendido y solto una risilla de ese comentario.
Pensaria que queria impresionarlo o que no lo toleraría y lo dejaría con solo un trago.
—lo mismo para mi..— dijo sonriendo al mesero.
Mi padre me había enseñado a tomar antes de aprender a bailar en un salón para introducirme a la sociedad por lo que lograba manejarlo bien. Me sentia relajada con la bebida en mi mano y mi Compañía Era completamente Distinta a la del comandante, éste era un hombre sensible de carácter artistico si hubiera sido otro momento o en otra dimensión , hasta me hubiera agradado pero sabía lo que quería. Ya en el momento en que mi padre se acercó y nós presentó formalmente, ellos hablaron un rato aparté hasta que me di cuenta que él quería "eso".
Como todos los hombres en la guerra el sexo era obligatorio para finalizar una fiesta en este lugar, con pocas personas a nuestro alrededor era claro que ya muchos habian empezado a descargar su "ira'. Subimos a la habitación del hotel y observé como se despojada de la chaqueta del uniforme y aflojo el primer botón de su camisa.
- discúlpame, había entrado en calor, por el licor - cuéntame de tí... — preguntó mirandome mientras movia su bebida antes de tomar un sorbo.
- ¿yo? Soy aburrida solo una mujer soltera y aburrida—- respondí sonriendo avergonzada, tal vez con las mejillas algo enrojecidas por el licor, pero...
—Quiero saber que es lo que te gusta... — respondio sonriendo—- ¿Libro favorito..?
¿Quien preguntaba eso antes de follar? Pensé mientras lo observaba sorprendida.
— A mi gustan los de romance o misterio. Puedo decir ¿Jane Austin? Y Alexander Dumas aunque también me encanta Edgar Alan Poe. —Dije sonriendo y me di cuenta que él se acercaba más a mi, en aquel sofá, me miraba con aquella mirada profunda, sus ojos pequeños eran bastante profundos, aunque jamás igual a Patrick.
- la guerra es un lugar solitario y cruel para los poetas.—dijo pasando un mechón de cabello detras de mi oreja- haciéndome sonrojar nerviosa, sabia lo que ocurriria a continuación y tenia que alargarlo más hasta que estuviera más ebrio o si no su desempeño sería más fuerte en la cama.
- ¿usted escribe?—Pregunté curiosa.
— Veo que tienes el atrevimiento occidental...—esbozó con una sonrisa, pero nerviosa por mi pregunta, tuve miedo que me golpeara de momento... pero no fue así.
Él solo sonrió.
—Simplemente la aprecio, no "ser" poeta... Nunca antes había hablado con una mujer occidental tanto tiempo. La verdad o tal vez con alguna mujer... — respondio nervioso mientras acariciaba mi cabello.
"mentiroso" — pensé rapidamente arrugando la nariz con disgusto.
-¿ te molesta si enciendo un cigarrillo? —Yo negué rápidamente y él me sonrió, encendiendolo a un lado.
- tú cabello es hermoso, diferente, es como el fuego en este encendedor. ¿Puedes soltarlo? — Preguntó con timidez y yo asentí mecánicamente mientras quitaba los pasadores de mi cabello, cayendo como una cascada hasta mi cintura..
- que hermosa eres—-. Dijo admirandome fijamente.
Sentía tanto miedo, sabia que me iba a ir mal, Que iba a ser un violento como los demás la guerra los hacia así y quienes siempre sufriamos éramos nosotras: las mujeres.
- ¿ Puedo ser atrevido contigo?—Pregunto mientras acariciaba mi cabello . Yo asentí nerviosa, este hombre me rodeo con sus brazos haciéndome temblar, tenía miedo de aquellos brazos que eran algo fuertes y bastante velludo... Pero simplemente me abrazó mientras que él aparentemente se veia mas nervioso que yo.
¿ Tendria que yo misma quitarme la ropa? Pensé examinando la extraña situación.
- eres una buena chica—dijo él mientras se apartaba, yo me lleve las manos a los botones de mi vestido, ubicados en el lateral y ese Hombre me miro sorprendido.
- no.. Tranquila, estoy bien—- me interrumpió snriendome nervioso mientras acariciaba mis mejillas.
¿qué? Pense sorprendida ante tal situación,me miraba nervioso como si fuera aquella señorita virginal que Temia llegar a ese momento con un hombre.
Todos en este lugar sabían la puta que fui con todos los que me llevaba a la habitación, tuve que succionar suficientes miembros para seguir viva y este hombre me miraba como si seguía vírgen e impoluta.
- ¿puedo.. darte un beso? —preguntó en un susurro de voz.
Yo lo mire sorpendida, nadie me lo habia preguntado en este tiempo y asentí- acercándose más a mi, sus labios nerviosos se encontraron con los mios, besandome con timidez, no había sido lengua o slgo apasionado, solo era un beso timido y acariciando mis labios con los suyos, un beso casto y sin intensiones pasionales, él se apartó y me miraba aún mas sonrojado-
- en Europa y en América jamás había estado con una occidental.. — agregó apartándo la mirada— Sé que no" ganarte" tu corazón. A una mujer no se le conquista de esta forma. Solo no quiero verte con esa expresión vacía,yo se que es mucho pedir, intenta ver que no soy un mal tipo, por favor...
Él tenía razón... Los otros me humillaban y pateaban y mientras él me trataba como de cristal haciéndome sonreír sonrojada.
-Gracias— dije en voz baja y el señor Matsuda me miró sorprendido y me beso la frente.
- gracias a ti— dijo mientras sostenía mis manos y las besaba nervioso.
- no hare nada que no quieras, lo juro.— repitió nuevamente con cariño mientras sus dedos jugaban con mis cabellos.
_____________________
Al llegar a la casa por primera vez sin golpes me hacia feliz, la compañía del ministro Matsuda era algo que no esperaba- tenía la esperanza que ya pronto esta etapa de mi vida se acabaría, me desvestí y me desmaquille sonriente para dormir... aliviada por primera vez.
Al día siguiente, de mi cama me desperté aliviada, no habia sido un sueño, había sucedido por primera vez, y mi padre me observaba sorprendido al verme bajar las escaleras al comedor de buen humor.
-¿Estás de buen humor? —Preguntó y yo asentí emocionada
- tengo que ir a clases te dejo papá.¡ Adios! —Dije corriendo hacía la calle, tanta felicidad me había hecho quedarme dormida, con el rostro enrojecido y los rizos revueltos, iba saltando por la calle ajustando mis medias de lana negra y mi uniforme escolar.
(...)
Al terminar mi día en el colegio, sintiendo una bocanada de aire fresco observe curiosa como las otras chicas aquel automovil que estaba estacionado, justo en la entrada, era sospechoso ya que muy pocos autos permanecían tanto tiempo estacionados sin recoger alguna chica, cada vez que me acercaba más a la salida miraba las niñas sonriendo emocionadas alrededor. Frente a mi, mis ojos se llenaron de sorpresa al verlo, sobresaltada reconocía esos ojos atravesando con su mirada por el cristal, la puerta se abrió mostrando al señor Matsuda con un ramo de flores.
— Un admirador— decían mis compañeras sonrojadas y riéndose y me aparté de ellas hacía el japones que me esperaba y se acercaba a mí con aquel cursi arreglo floral en su mano.
-miss Walker un gusto verla tan radiante —dijo de forma alagadora. Yo me sonroje por notar que mis compañeras me veían sorprendidas, riéndose sonrojadas y hablando entre ellas, éramos solo unas crías y al ver esta situación lo celebrábamos como si fuera salido de tal novela que ocultabamos de nuestros profesores.
- son para tí, las rosas más frescas que habían... —Dijo entregandomelas con entusiasmo podía escuchar las risas detras de mi y me gire nerviosa mirando a todas— ¿me permite algo de su tiempo?— Pregunto de forma amable a lo que las chicas chillaron emocionadas.
-claro— le respondi con amabilidad.
¿Acaso tenia de otra? Pensé frunciendo los labios, él iba vestido en uniforme militar además llevaba guantes de cuero y un bastón oscuro, despachando el automóvil me tomo del hombro y de alli fuimos caminando hacia un hotel cercano que tenía restaurante muy conocido por sus dulces occidentales que todas las personas adineradas curiosas frecuentaban y extranjeras iban para recordar su sabor.
Un paseo para estirar las piernas... y lucir a la occidental que colgaba de su brazo.
Al llegar él pidió una mesa y al sentarnos ordenó rápido señalando los productos de la carta que el mesero le había dado, yo estaba nerviosa y ni recordaba que tenía el cabello suelto todo esponjado, las pecas más notorias porque había corrido para llegar a clase y estaba sin nada de maquillaje en mi rostro, arreglando mis rizos rápidamente con la mano sin éxito de manera discreta de los ojos de mi compañero.
Donde de Aquella muñeca pintada de esa noche, solamente habia quedado una de papel.
-te ves mucho más dulce que en la fiesta, de esa forma si me permite notar tu edad, si tienes dulces 16— afirmó con una sonrisa en su rostro. Haciéndome sonrojar inmediatamente por el comentario y éste riéndose más al verme sonrojada era algo que no podía evitar, me sentia nerviosa por mi compañía que no lograba entender, solos y sin saber que decirle al menos llegó el mesero con la orden. Asombrada por ver la bandeja de postres llena que nos coloco en nuestra mesa, llenandola de dulces, galletas y cremas.
¿ acaso alguien podía comer todo eso en esta crisis? En pleno de una guerra. Yo no podia costearlos. Pensaba observando la cantidad de dulces y chocolates frente a mi.
- vamos come, Niña..—seguro leyó mis pensamientos por la forma que insistía. Sabia que pensaba que nadie se podía costear semejantes platillos.
-esto es mucho— le señale la mesa llena de dulces, frutas costosas e incluso fresas enormes frente a nosotros y él solo sonrio.
— Anda, vamos come. Es para ti-
Avergonzada trague en seco.
- si usted me acompaña.. —agregué sonriendole y asintió sonriendome devuelta mientras tomaba un tenedor de su mesa.
— esta bien. Lo hacemos juntos si esto es lo que debo hacer para que comas.
- acepto— respondí emocionada.
Tomando mi servilleta y colocandola sobre el vestido miraba por cual plato comenzar. Saboreando el flan de frutas en un momento comíamos todos los dulces de la mesa, aunque si me comí la mayor parte que él ya que era mi debilidad, dulces al igual que en España por lo mi rostro sonrojado se hizo presente al bajar el tenedor luego de comer tanta azúcar.
- miss Walker veo que tiene apetito y eso no me desagrada.—agregó sonriéndo. Yo me sonroje por su conentario, por lo visto aquel hombre sabia como hacer ruborizar a una chica o yo me sonrojada muy facil.
¿Cómo te fue en el día?—preguntó mientras jugaba con mi rizo entretenido, era la primera vez que un japonés se interesaba en mí... o hablaba de mi.
— normal.... Clases, todo aburrido... .
—me imagino que es difícil para tí llevar una casa tan grande tu sola.. ¿ ya estas acostumbrada.. ? ¿No has pensando en casarte ?— Preguntó curioso-. Yo lo mire sorprendida por aquella ultima pregunta.
¿Qué debía responder si la mayoría de mis amigas se habían casado incluso a los trece y catorce?
- no... Te dije soy joven aún.—contesté algo incómoda por la pregunta.
- chicas de tu edad ya están casadas con unos cuantos hijos. Yo me case de tu edad... —Dijo sin importancia .
- ¿eres casado? —Pregunté al ver que dijo "yo me case de tu edad".
Era un maldito infiel.
- viudo, ella murió dando a luz a nuestro hijo.— Respondió con una tristeza e incomodidad en su respuesta, por lo que me hizo sentir avergonzada por mis pensamientos.
No quise seguir preguntando sobre ese tema, estaba sombrío al igual que nosotros cuando hablaban de lo que habia sido... Nuestra familia, cuando iba a hablar cambiando de tema me interrumpió.
- la guerra te quita esos momentos, por mucho cargo o cercano al Emperador... Igual cuando alguien tiene que irse se va.. es la ley de la vida-.
.- mi sentido pésame.—. Dije afligida, pero él me sonrió para consolarme.
-no deberías de sentirte mal por una persona mala.... —suspiro —Sabes que soy malo, un hombre no buscaría a una jovencita de buena familia y tampoco haría todo lo que he hecho. Soy una mala persona. Todos tenemos nuestro castigo.. en algún momento¿ No viste el final del comandante akita..? ¿Cómo quedo? Yo tendre el mismo final, te lo aseguró niña.
- no debería decir eso... señor Matsuda— le dije nerviosa por la forma que su negatividad aumentaba en su rostro, tenía miedo que esto me lastimara... físicamente, y él me sonrió.
– estas bien entrenada,por lo que veo. Ya es tarde, debería llevarte a tu casa, pero antes.—. Dijo levantándose. —Vamos a pasear un rato —,propuso y dejando el dinero de la cuenta yo me limpie los labios levantandome del asiento siguiéndolo.
Y luego de salir del restaurante seguí caminando a su lado, consumiendo la azúcar que nos había brindado esos postres , observando la ciudad y los mercados el señor Matsuda me llevo a una tienda cercana que vendía kimonos para entrar a curiosear.
- que lindos.—. Dije mirándo los vestidos exhibidos las telas forradas las flores bordadas con tanta delicadeza a mano, separándose de mi él se dirigió hacia el mostrador durando un rato mientras yo observaba los bordados en un kimono que descansaba sobre la pared, acercándose a mí con una pequeña caja en su mano, la abrió y sacando una horquilla de flores la señaló.
- esta te quedaría hermosa, es una flor de loto- —.. Dijo poniéndola sobre mi cabello — Si.. Lo sabia, el azul y el rosado resaltan tu belleza— dijo mientras sus manos estaban una especie de coleta alta sujetada con aquella horquilla. Yo me sonroje y desvie la mirada hacia el otro lado evitando el contacto visual.
- elige algún vestido... Es un obsequio.
-no pudiera aceptarlo — me negué sonrojada.
Ya tenía aquella horquilla y sejemantes vestidos..
- silencio.‐- me coloco su dedo sobre mis labios y me observo con firmeza. Tenia miedo pero acariciandome el rostro se apartó y fue hacía la caja, para acercarse a la empezó a dependiente, aquella señora mayor, me miraba de arriba hacia abajo por lo que fue al deposito y trajo un vestido en sus brazos, acercandolo hacia mi lo extendió para que lo apreciemos, de seda azul con bordados de lotos rosados, el señor Matsuda examinó el vestido y luego se dirigió hacia mi.
- Te quedara perfecto. Junto a la horquilla — le ordeno a la señora y yo lo miré sonrojada.— me lo llevo todo, por favor empaquelo.
La señora lo envolvió y me lo entrego en una hermosa caja mientras que yo aún conservaba la horquilla en el cabello. Después de la compra en la tienda tomando un taxi me llevo a mi casa, despidiéndose con un apretón de mano, dejándome sorprendida y sonreí por ese gesto despidiendolo hasta que se alejó de mi vista.
Al entrar a casa vi que mi padre estaba en el despecho por lo que me acerqué y salude, subiendo hacía la habitación vi que en la mesa me esperaba la comida servida y sonrei al verla, allí estaba el señor Kim sentado en mi escritorio escribiendo.
-llegaste...—ijo sin muchos ánimos y sin voltear, yo afirme dejando el paquete en la cama.
Girandose hacia mi, Patrick miraba cada uno de mis movimientos al verme dejar las cosas a mi alrededor como acostumbraba, los zapatos, la bufanda...
— tardaste mucho en el colegio.¿.. Estabas con un hombre?— Preguntó y yo negué mecánicamente.
—hueles a cigarrillo desde que llegaste, puedo oler el aroma del tabaco desprenderse de tu cabello, tabaco japonés — insinuó acercándose y oliendo mi cabello y yo me aparte incómoda, sus ojos se posaron sobre la horquilla.
—¿ aún me lo niegas? —Pregunto sonriendo sarcastico.
No era que lo negara, simplemente para mi los japoneses no eran considerados como hombres tal como se imaginaba Patrick.
— tan falsa tu respuesta- — se burlo sarcástico haciéndome enojar, apretsndo los dientes Mis ojos solo lanzaban llamas ante él, sentía mi sangre hervir dentro de mi.
-¡ si!,— lee respondí enojada empujandolo a un lado para dejar mi chaqueta del colegio.
- no veo porque te enojas y respondes ofendidas .. Ese es tu trabajo— se burló y yo me giré hacía él.
Yo sentí que algo en mi se rompía y eso era la paciencia, molesta haciéndo lo primero que se me ocurrió me lleve por el impulso de la adrenalina.
-¡¡¡ Cállate. !!—exclame molesta , aquél golpe fuerte vino con un largo silencio en el lugar, él me miro sorprendido y yo también por lo que había hecho.
Con la marca roja latiendo en su mejilla, era perfectamente la forma de una cachetada que habia recibido.
-¡me iré de este lugar!—. Dijo molesto...
Apartandome, simplemente Tomó su chaqueta de la silla y salió furioso de la habitación.
Yo seguía molesta parada estática.
Lo quería seguir pero no podía hacerlo, todo gracias a mi fuerte orgullo.
Me habia ofendido, yo no era una simple prostituta y eso era lo que él opinaba de mi, si lo era... pero.. mirándo el paquete en mi cama yo lo arroje furiosa al piso
Yo... ¡Yo no soy una prostituta!— grite furiosa y me senté en la cama rompiendo a llorar. Su mirada me dolió tanto, mas de lo que imaginaba y la forma que me hablo, como si no fuera nada,
No era nada... Yo no era... o si, solo soy una simple basura,
basura que se acuesta con japoneses para vivir.
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