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CAPÍTULO 22 DESPEDIDA


Luego de llevar los restos a la pequeña  tumba de la madre de Keito, en ese momento yo había decidido quedarme un tiempo en Japón. Quería por alguna forma  egoista que la niña conociera sus raíces, que conociera una parte de su herencia, su vida, su padre, que creciera sin ver su lado paterno y era una forma de no olvidarlo... Un deseo de no olvidarlo.

Yo quería conocerlo más, aún así  dentro de mi sabía  que él siempre quería regresar a vivir en Japón pero no lo hacía por mi considerándome ya que no me acostumbraria por mis recuerdos difíciles en aquella época  de adolescente... Pero no era así. 

Pasar años con muchas palabras en mi garganta  me di cuenta que habia muchas cosas que no le dije en vida.   

Todo cambiaría  para nosotros, y no sólo  era yo la que cambiaba; Keito dejo la vida de bohemio y tuvo que hacerse cargo del negocio familiar, y luego de la muerte de Kuro mi padre incluso sentó cabeza. 

Al caminar por las calles empedradas  que hacía  unos años yo visité y vi cómo  la vida era dura si no tenías  dinero, dónde  las heridas de la guerra y una bomba  te daban la primera idea de que estaría  todo destruido,  pero no... Toda esta situación habían dejado un Japón de cierta forma más fuerte ya que siendo considerado un pueblo luchador que a pesar de todo el conflicto  que se desarrollaba en el mundo en este momento me sentía  como ellos "Luchando día  a día" . Sólo  miraba a mi pequeña de labios rosados  y  esa nariz tan pequeña, solo quería  verla crecer a mi lado, y con el dolor de que en este proceso  sin  su padre, buscaba  siempre la forma cada mañana de que ella a diferencia de mi, no sintiera rencor por aquellos hombres que me lo quitaron de mi lado... 

No había  sido solo Matsuda, además de mi hijo, su muerte no aliviaba mi corazón de esas perdidas. Pocos meses  que ellos murieron ejecutados no era igual el pago a cambio de aquellas dos vidas.

Sentia  que no era suficiente aquellas almas  corrompidas,  y viviendo un estado depresivo dónde  solo estaba perdida, refugiándome en el Amor que le brindaba a mi niña, aferrada  a ella para tratar de no ahogarme y siempre recordando a mi Ángel que no vio el mundo como  mi niña lo vería al crecer.

                  __________________________

4 años después.


Aquella sombra de esa niña llena de ilusión  ya habia sido borrada de mi rostro; ya no era la misma mocosa que había llegado a Corea en tren desde  Vietnam luego de la muerte de su madre y su hermana... todo esto había  sido  antes de convertirme en una prostituta que cada soldado que iba a mi cama era un dia mas viva, aunque tenía las mismas facciones juveniles se podía  decir que aún  conservaba un poco aquella niñez de un rostro de veinteañera,pero mi cuerpo no podía ocultar mi edad y dos embarazos. La maternidad  y haber dado a luz me dio grandes cambios cómo  lo eran aquellos pechos que sobresalieron de mi y su firmeza que se perdía,  aquellas aeurelas que cambiaron de forma y se oscurecieron y ni hablar  de lo que alguna vez fueron mis caderas  que se redondearon llenandose de estrías que cubrían  gran parte de ellas.  Pero lo que mas me dolía  era ver en mi reflejo  la cicatriz del disparo y otra de la cesaría,  ya no me consideraba una belleza... solo era una madre golpeada por el paso  de los años y de la edad...

En Japón  como en gran parte del mundo, estaba de moda usar el cabello  corto y alisado, en cada salón  de belleza podias ver a las chicas alizando sus rizos y usando lacas sin parar, pero yo prefería tener mi cabello largo y ondulado, y esto era lo que siempre amaba Matsuda,  considerada cómo su "loto rosada y roja".

Mi vida en Japón  era tranquila,  a pesar de los rumores de conflictos  en partes de Asia  o de Corea yo solo dedicaba mis dias a trabajar ;dónde  de día daba clases en el colegio de señoritas impartía ingles, francés, e inclusive había chicas curiosas por hablar español y esto se complementaba con clases particulares.

La pequeña Yuki era una niña muy inteligente, en las tardes me la llevaba a las clases particulares con un joven estudiante de medicina,visitabamos los jueves a una madre de 5 hijos que quería que sus hijos aprendieran mucho más y un poeta que quería abrirse al mundo americano. Cada persona que la conocía  inmediatamente  se enamoraba, ella era tan conversadora que era una opción  de practica para los alumnos mas timidos.

Mi vida era aqui, mi trabajo, mi niña amaba su país y era algo que me hacía sentir orgullosa pero habíamos comprado una cama occidental, ya que dormir no iba con mi costumbre  por lo que la niña disfrutaba de las sabanas  abrigadas a mi lado. 

No podía  quejar de solofad en aquella casa, estaba ella y al menos mi padre nós visitaba a  menudo durante  sus viajes de negocio y Keito siempre traía un regalo para su hermanita. 

Pero aun así  de toda esta inestabilidad  en mi vida,  un día decidí ir a Corea...

Quería antes de irme volver a ver mi antigua casa en California, tenía  que regresar por varios documentos que tenían  mi nombre por lo que mi estadía  en Japón no iba a ser por siempre

Asi como decidía cada cosa sin pensar, busqué en el armario una maleta y la arroje en la cama mientras Yuki saltaba por los lados llenandola de sus vestidos y juguetes. .

Varias horas en un barco para desembocar en lo que recordaba  del puerto, todo era mucho más distinto a como recordaba. Y recorriendo mis viejos caminos  que eran psrte de mi rutina por bastante tienpo, sorprendiendome los cambios en aquél  lugar,  la escuela donde habia estudiado aahora era un hospital, y muchas casas  a su alrededor  eran negocios de comida o de farmacias, observando como todo sorprendida  ya que No era la unica parte que habia cambiaso.

Curiosa observe  algunas  calles que sus nombres ya no tenían  caracteres japoneses, paredes  llenas de propaganda política y todos caminando  a mi alrededoe dónde solo algunos curiosos  me  veían  de reojo.

¿Sería que alguno  me recordaba? 

. -vamos Yuki— dije sonriendo ella caminaba a mi ritmo alegre  a mi lado saltando con  inocencia. Ella claramente  se notaba que era diferente no era ni oriental ni occidental, era más alta los niños japoneses y con el cabello ondulado de color castaño casi marrones- . Pero sus ojos y sus pómulos eran inconfundible, tenian la misma forma que los ojos de su padre po lo qje jamás iba a morir  en mis recuerdos  gracias a ella.

Cruzando el mercado y llegue a mi antigua casa, el enorme miro blanco habia desaparecido,  observando sus cambios solo sonreí al ver que aun seguía alli y siendo habitada por una familia de canadienses.-

— alli vivia mami- le señale sonriendo y nos acercamos un poco  mas ya que quería observar  aquel jardín  de rosas que nunca logre cultivar...

- es mas pequeña que la casa de papá- dijo ella haciendo  puchero.

- y no has visto la de California- respondí sonriendo y nos alejamos de alli, no quería llegar de invitada solo para ver  si mi habitación seguía... pero lo dudaba, si el mercado habia cambiado era obvio ue aquella tambien. 

Decidimos visitar más lugares y nuestro último  lugar por el dia hasta ir al hotel seria un pequeño restaurante  en el mercado popular, Cuando una voz conocida se cruzó con nosotros;pronunciando mi nombre por aquél  extraño acento  oriental  yo arrugue  el rostro confundida. 

- ¿Daphne?— Pregunto esa voz, me giré y vi a un hombre coreano vestido de traje occidental  junto a una mujer muy hermosa igual con un delicado vestido. 

Ellos eran...

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