Chào các bạn! Vì nhiều lý do từ nay Truyen2U chính thức đổi tên là Truyen247.Pro. Mong các bạn tiếp tục ủng hộ truy cập tên miền mới này nhé! Mãi yêu... ♥

La última despedida- OneShot


Estaba con mis compañeros dentro de una sala de teatro. No sabía realmente qué estaba haciendo ahí ni me importaba, yo solo quería seguir divirtiéndome con ellos.

Aun así, me detuve de todas formas, pues había cosas que no lograba entender.

Me vi a mí mismo y estaba mucho más joven de lo que realmente era, como un chico de trece años. Y cuando revisé a mi alrededor, todos mis demás compañeros en el teatro también tenían la misma edad que yo.

Para comprender un poco más lo que pasaba, revisé mi entorno: en las paredes había figuras extrañas que no comprendía del todo. Además, parecían moverse muy lentamente, a pesar de que era un poco difícil de reconocerlo. Y para completar, había algunos objetos con formas extrañas que...

—¿Están flotando? ¿Será otra vez uno de esos...?

Mi pregunta se desvaneció de mi mente cuando vi que alguien entró al escenario y se sentó en la silla que estaba exactamente en el medio. La persona era alta, vestida con un traje que pretendía ser formal, aunque estaba un tanto desalineado; eso sumado a su característico peinado de flequillo al costado que, a pesar de que tiene ya varias canas, puedo identificar perfectamente.

—Sí, es él —confirmé para mis adentros—. Definitivamente es otro de esos sueños.

Esa persona es mi querido amigo. O bueno... por lo menos, lo que había sido un gran amigo de la infancia. Y aunque parezca extraño, a pesar de que él se veía notablemente más viejo y yo más pequeño, la realidad es que ambos tenemos la misma edad al día de hoy: veintidós años.

Todos los espectadores estábamos en silencio, en espera de ver qué es lo que ocurriría. Sin embargo, a pesar de nuestras expectativas de un gran show, mi amigo solo comenzó a hablar.

Y hablar... y hablar... y seguir hablando.

Fue por esto que la mayoría en el recinto perdió el interés en el evento y empezaron a juguetear entre ellos y a hacer travesuras; algunos incluso hacían bromas y burlas sobre mi amigo disertante.

Pero yo sí le presté atención. No quería perderme absolutamente de nada. Quería escucharlo porque en algún momento había sido alguien muy preciado para mí y me importaba saber qué es lo que tenía para decir luego un par de años sin saber nada de él.

Captó mi atención desde el primer momento. Él contaba nada más y nada menos que sus experiencias de vida. Platicó sobre muchas situaciones personales, sobre sus cambios de parecer en diferentes temas, la cantidad de personas con las que tuvo que relacionarse... y todo con una carga muy valiosa de aprendizajes sobre la vida y sobre lo que podíamos esperar nosotros si en algún momento nos animábamos a salir a aventurarnos al mundo.

Entonces cuando entendí la gran diferencia entre el aspecto que teníamos ambos, a pesar de tener la misma edad: Mi amigo, así como su cuerpo había crecido, también su intelecto y su alma lo habían hecho.

Y en su lugar, yo no había aprendido nada. No sabía nada de la vida. A pesar de que teníamos casi el mismo tiempo en este mundo, yo apenas entendía una pequeña fracción de él. Y mi amigo ya había aprendido mucho más que lo que un humano corriente tenía capacidad de aprender.

¿Cuándo había sido la última vez que yo había hecho algo distinto? ¿Cuándo fue la última vez que probé otro pasatiempo? ¿O que intenté conocer a alguien nuevo? ¿O hacer algo arriesgado?

Mientras él se había dedicado a experimentar la felicidad, la tristeza, el amor, el rechazo, la abundancia, la escasez, la rectitud, la rebeldía, la valentía, la cobardía, el liderazgo, la servidumbre... yo solo me había limitado a seguir siendo un niño que crecía únicamente por el inevitable paso del tiempo.

Aun así, aunque comprendí nuestras diferencias, no dejaba de resultar ciertamente extraño para mí. Porque en alguna época ambos compartíamos los mismos pasatiempos y la misma alegría de ser compañeros.

Antes, de alguna manera, éramos iguales. Hasta que quisimos cosas diferentes.

Un día él quiso vivir experiencias nuevas; yo quise seguir en la comodidad de mi vida diaria. Y las personas con las que me junté para mantenerme cómodo, no soportaban la idea de lo que mi compañero quería. Y fue por tal motivo que comenzaron a hostigarlo, a menospreciarlo, a hacerlo sentir un ser inferior, merecedor de sufrimiento y humillación.

Lamentablemente, yo no hice nada. Y no porque no quisiera, sino porque me sentí aplastado por la vergüenza y por lo que se supone que se esperaba de mí.

Y en ese sueño estaba volviendo a ocurrir.

Mi amigo guardó silencio, porque entendió que nadie en el salón le estaba prestando atención. Todos estaban hablando. Todos se estaban riendo. Todos se burlaban de él porque les resultaba más divertido eso que escuchar sus palabras, que no tenían el propósito de divertir a nadie, sino de enseñar.

Él esperó pacientemente a que todos se callaran, pero nadie lo hizo. De hecho, todo empeoró. Todos hablaban aún más fuerte e incluso comenzaron a arrojarle cosas.

Yo moría del odio. No soportaba la idea de que aquellos compañeros, que se supone que eran mis amigos, menospreciaran a alguien tan valioso para mí. Pero, aunque quería defenderlo, seguía siendo pequeño e ignorante. No sabía cómo sobreponerme a la vergüenza de lo que probablemente dirían sobre mí, ni al miedo a que me rechazaran. Fui totalmente incapaz de defenderlo y de demostrar que él tenía algo muy valioso que nadie se estaba tomando la molestia de ver o escuchar.

Y así, viendo que ninguno se disponía a prestarle atención, mi avejentado amigo se puso de pie y dirigió sus pasos hacia afuera del escenario. Y no fue hasta ese entonces, cuando perdí mi oportunidad de redimirme, que comprendí la verdadera situación de lo que estaba ocurriendo dentro de mí.

Había entendido finalmente lo que estaba dejando ir por solo unos niños que alegaban un poco de superioridad. Algunos con grandes atributos físicos, pero huecos dentro de su cabeza. Y aquellos que tenían el atributo de tener algo en su cabeza, tenía hueca el alma, cubierta por una capa de soberbia que simulaba una falsa imagen de su grandeza.

No eran más que niños que no tenían nada más valioso que ofrecer a este mundo que su superficialidad. Y mientras yo creí y esperé toda mi vida que ellos llenaran mi presente, mi amigo me había enriquecido en solo 10 minutos de su tiempo, la vida que trascendía en el tiempo.

Ahora que se había ido, la historia volvía a repetirse. La diferencia fue que esta vez sí fui consciente de lo que ocurrió, y aun así no me animé a hacer nada.

Abrí los ojos de repente. Me había quedado dormido otra vez mientras escribía mi novela. Y mientras aún estaba apoyado sobre el respaldo de mi cama revisé mi teléfono para ver la hora.

—Ya están por ser las ocho y media de la noche —me dije a mi mismo, un tanto frustrado—. Debo dejar de desordenar tanto mi sueño o voy a tener problemas.

Inmediatamente después de eso llegó una notificación a mi teléfono, indicando que me había llegado un nuevo mensaje:

"Ey, bro. Se cancela la juntada. Al parecer nadie va a poder ir a tu casa. Perdón por avisar a última hora".

Maldije para mis adentros. Era la cuarta vez que me hacían lo mismo. Y lo peor es que ellos ni siquiera sabían que ese cambio de planes iba a llevarme a otra noche de insomnio: en lugar de poder compartir unos videojuegos y reír un rato, iba a pasarla solo. Otra vez.

Y claro estaba, todavía tenía muy fresco el sueño de mi viejo amigo, quien residía actualmente en Italia. Y que mientras él estaba teniendo éxito, yo seguía aquí sin saber exactamente qué hacer con mi vida.

Por lo tanto, ya sin planes para divertirme ese viernes a la noche, decidí volver a mi cuaderno de escritura. Sin embargo, decidí pausar la novela que estaba escribiendo y tomé una hoja limpia para plasmar, de alguna manera, ese vacío que me perseguía hasta en mis sueños:

"Mi estimado viejo amigo de la infancia: ama a quienes elegiste como tus verdaderos amigos. Ámalos como si fuesen tu familia, porque lo son. Ten la valentía de defenderlos y nunca les hagas sentir que están solos. Protégelos de la multitud que hay afuera y nunca te arrepentirás. Porque ellos solo saben obedecer a una cultura obsoleta. Te dirán incansablemente que ellos son la mejor opción y te harán sentir vergüenza de las decisiones de tu corazón. Pero es porque ellos nunca siguieron sus propios caminos, sino los de una cultura que ni ellos entienden a ciencia cierta."

Me detuve unos segundos a pensar cómo fue que terminé escribiendo una carta. ¿Por qué la escribía si sabía que nunca iba a llegar a su destinatario? ¿Cuál era el sentido de escribir algo que nunca iba a ser leído?

Sin embargo, luego de releer mis palabras, me di cuenta que no era una carta para mi amigo de la vida real, sino para el que aún seguía rondando por mi mente. Ese que, por más veces que aparecía, jamás podía hacer que se quedara conmigo.

Y entonces supe cómo debía terminar ese pequeño escrito. Estaba listo para dejar atrás mis noches de desvelo, mi nostalgia y mi tristeza; estaba listo para renacer y dejar de una vez por todas a esos que pretendían ser mis amigos, pero que nunca habían llegado a serlo:

"Adiós, mi viejo compañero de la infancia. Estoy orgulloso de ti. Sigue tu propio camino hasta el final de tus días y no me esperes, porque a mí aun me queda mucho que aprender."

Y quebré en llanto. Finalmente se había ido.

Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro