8._Fiesta
Merus miró discretamente a la cocina. Bills lo notó abarcandolo a él con sus ojos de los pies a la cabeza. El muchacho no llevaba uniforme.
–No has venido aquí como policía, chico– le señaló escarbando sus dientes con una de sus garras– Así que no estoy obligado a contestar nada...
Merus apretó los puños. Había cometido una imprudencia, pero la actitud de Bills...
–Con o sin uniforme sigo siendo un oficial de policía y nada me imposibilita de usar mi tiempo libre para investigar– le respondió Merus.
Bills retrajo el labio superior y miró de reojo a la cocina. Ganas de contestar preguntas no tenía, pero negarse podía ser problemático.
–¿Qué quieres saber?
–Usted...¿Conocía a la tercera víctima?
–Sí– admitió Bills– Estuvo trabajando para mí unos meses. Limpiaba la casa y cocinaba de vez en cuando. No lo hacía muy bien.
–¿Puedo saber por qué terminó su relación laboral con la víctima?
–Por poner demasiado aceite en la comida– contestó Bills y sonó tan natural que aunque el argumento parecía una mala excusa no había mucho que poner en duda– Eso fue hace casi tres meses– agregó cruzando los brazos.
–Estuve investigando y ella hizo una denuncia en su contra.
–Hizo un escándalo porque no le quise pagar la última semana. Realizo un pésimo trabajo– señaló Bills.
–El documento dice que usted la agredió.
– Eso fue un invento suyo– exclamó Bills poniendo las manos en sus caderas. Estaba empezando a perder la paciencia, pero no por las preguntas sino por el tono que Merus estaba usando.
–Para terminar, le importaría...– decía el muchacho, mas se quedó callado al ver salir a Mary desde la cocina.
–He terminado. Todo lo que tiene que hacer es encender el horno a la hora seña...– hablaba Mary mientras se ponía su abrigo. Al ver a Merus se interrumpió– Hola– le dijo sonriendo.
–Buenos días– le contestó él esbozando una linda sonrisa.
Bills se les quedó mirando un tanto intrigado. Esos dos parecían estar bastante familiarizados.
–Si, gracias. Puedes irte– le dijo el artesano a Mary agregando un gesto algo despectivo con su mano– ¿Qué querías saber, chico?
–Es todo. Gracias por su colaboración– le respondió Merus y tras despedirse dejó la casa dejando a Bills con una oscura mirada.
Mary se había ido un poco antes. No le hubiera costado alcanzarla, pero no lo intentó. Sin embargo, ella se detuvo a esperarlo, pues pensó que él podía dirigirse a su casa y ella iba ahí a tomar sus clases de violín con Whiss. Si Merus pensaba o no volver a su casa, no fue algo que quedará muy claro. Cuando oyó que ella iba hacia allá simplemente se dispuso a caminar a su lado. Era un día bastante frío ese viernes. Mary llevaba pantalones, Bills le miró las piernas tan pronto la vio entrar en la cocina esa mañana. Merus hizo lo mismo, pero porque vio que tenía un escarabajo. Como no iba a cometer la imprudencia de quitárselo él prefirió decírselo.
–Un come muertos– exclamó Mary al tomar el bichito entre sus dedos.
–¿Come muertos?– repitió Merus mientras ella soltaba al insecto y le contaba lo mismo que a su hermano varios días atrás–Es verdad. Esos insectos suelen comerse los cadáveres, pero solo los que tienen un avanzado estado de descomposición– comentó Merus.
–Ya veo...– murmuró Mary poniendo las manos en los bolsillos de su abrigo– De casualidad escuché tu conversación con el señor Bills– habló la mujer girando su rostro hacia él– ¿Es uno de los sospechosos? Si es así me gustaría saberlo. Estoy obligada a cocinar para él durante una semana y no me gustaría descubrir estoy trabajando para un asesino.
Mary se manifestó de forma muy sensata, pero el tono de su voz no sonaba para nada preocupado. Parecía que no tomaba el asunto en serio. De todas formas Merus le dijo que solo había querido hacerle unas preguntas a Bills por lo de la denuncia. En realidad no había nada que lo vinculara al crimen de la última chica asesinada como para considerarlo directamente un sospechoso.
–No hay ningún sospechoso– agregó– La investigación no se está llevando como debería. Parece que nadie estuviera interesado en resolver estos crímenes y solo estuvieran esperando a que dejen de suceder.
–En los pueblos siempre es igual, no importa el país, según veo– comentó Mary sonriendo y viendo hacia el cielo. Merus la miró a ella. Cuando la mujer le miró él vio a otro lado.
–¿Por qué dice que está obligada a trabajar para el señor Bills?– le preguntó Merus después de un breve silencio.
–Porque el violín que me prestó tu hermano sufrió un pequeño accidente– le contesto Mary– No le digas a Whiss por favor...no quiero que se moleste conmigo.
–Es muy posible que él esté enterado de todo. Mi hermano y el señor Bills pasan bastante tiempo juntos.
–¿Son amigos?– le preguntó Mary.
–La verdad jamás he estado muy seguro de que tan cercanos son, pero no creo que sean amigos. Sin embargo, tienen muchas cosas en común...
–Bills hace violines, tú hermano es músico. Ambos son caprichosos, glotones, intolerantes a no tener lo que quieren o que las cosas no salgan como desean, tienen carácter fuerte, pero inmaduro, los dos son...
Merus no puedo evitar reír y eso hizo a Mary callarse. También se disculpó por lo dicho.
–Para conocerlos hace tan poco los describe muy bien– le dijo el chico– No muchas personas dirían que Whiss tiene un carácter fuerte, pero sí que lo tiene.
–Y explica más de lo necesario...
–Cierto. Nunca se le ocurra interrumpirlo.
–Demasiado tarde– exclamó Mary– Ya cometí ese error– dijo y se echó a reír. Merus también lo hizo recordando esas veces que tuvo que lidiar con la actitud ofendida de Whiss.
Ambos siguieron hablando hasta llegar a casa. Allí Merus dijo que deseaba descansar, Mary prometió no hacer mucho ruido mientras ensayaba. Whiss se sorprendió un poco de verlos llegar juntos. Fue Merus quien le dijo que se habían encontrado en el camino dando a la mujer una mirada en busca de su silencio.
–Ya veo– murmuró Whiss, pero los miró con una pequeña duda en sus ojos– Por cierto Merus saliste muy temprano está mañana ¿A dónde fuiste?
Mary paso junto a ellos para ir por su violín que la estaba esperando sobre el sofá. Oyó a Merus dar una excusa creíble, pero a ese chico las mentiras le salían muy mal. Eso la hizo sonreír. El muchacho subió a su habitación, ella caminó hacia el cuarto con ese bello piano blanco en cuyo banco su maestro solía sentarse. Él llegó ahí tras unos minutos y después de reprocharle haber olvidado llevarse el violín el día anterior y por ello no practicar los noventa minutos que él le dejaba a modo de tarea, Whiss le preguntó si quería acompañarlo a la fiesta de la cosecha. Mary algo había oído de unos días de música y mercadillo. Esas cosas le gustaban por lo que aceptó rápido la invitación, sin embargo, durante sus clases le costó un poco concentrarse. Que Merus fuera a ver a Bills y que le hiciera esas preguntas le despertó la suspicacia.
Mary dejó la casa de Whiss cerca de las cinco y al regresar al hostal buscó a la encargada para preguntarle por el periódico de ese día y de los días anteriores. La mujer le dijo que podía encontrar los ejemplares de la semana en la sala. Ella los dejaba ahí del lunes hasta el domingo, cuando los tiraba a la basura. Mary se sentó en uno de los sillones para leer las noticias relacionadas con los asesinatos. Rápido comprendió porque Merus sospechaba de Bills. La última víctima tenia una profunda zarpada en el cuello. Bills tenía garra en sus dedos y aunque no eran muy largas si se apreciaban bastante afiladas y lo suficientemente fuertes para usarlas como arma, pero... él se le hacia un tipo astuto que no cometería un error tan estúpido como matar a alguien de la única manera en que podría ser relacionado directamente con el crimen, aunque muchas veces la gente comería equivocaciones absurdas a la hora de cometer un delito. Después de terminar de leer los periódicos Mary se reprochó el estarse metiendo en un asunto como ese, sin embargo, no podía decir que era algo que no la involucrara. La verdad es que no iba a poder apartar esos misteriosos casos de su cabeza después de que Merus, indirectamente, le sembrará la duda respecto a Bills.
Durante la tarde el clima había cambiado bastante. El viento se llevó las nubes y brilló el sol aumentando bastante la temperatura. Mary no llevaba mucha ropa consigo, pero entre sus prendas tenía un vestido anarajado con tirantes. Le pareció que dado el fuerte sol estaba bien ponérselo. Se llevó su abrigo por si más tarde hacia frío y dejó su cuarto para ir a reunirse con Whiss que dijo le esperaría en su café, pero cuando ella bajaba la escalera se lo encontró en la sala esperando. No estaba solo.
–Ojala no te importe haya invitado también a Merus– le dijo cuando Mery llegó frente a él.
Whiss llevaba un abrigo ligero de color gris oscuro. Mary no estuvo segura de porque esa prenda le llamó tanto la atención. Quizá se le hizo impropia de alguien como él que era todo luz. Tenía una personalidad que no iba con los colores oscuros u opacos.
–No hay problema– le contestó ella sonriendo y saludo a Merus que le contestó sin mirarla a los ojos.
Merus no se sentía muy cómodo entre su hermano y Mary, pero fue incapaz de negarse a la petición de Whiss que casi que lo saco de su cuarto a empujones porque según él le haría bien tomar aire fresco. Callado observó como su hermano se quedaba viendo a Mary y casi que le toca el desnudo y blanco hombro, pero acabó ofreciéndole el brazo para que ella se tomará de él. Whiss rara vez salía con alguien y casi siempre lo hacía por compromiso o por conveniencia. Merus nunca le conoció una pareja o lo escuchó decir que alguien le gustará, pero parecía que tenía muchísimo interés en esa mujer extranjera. Tanto que hasta se le hacia difícil controlar su deseo por tocarla. Merus pensó eso por la vez que los encontró en la alfombra y por la forma en que su hermano bajó los ojos a la muchacha. Tenía esa mirada de cuando ponían delante de él un platillo delicioso que le hacía agua la boca.
–No debí venir– murmuró bajando un poco la cabeza.
–¿Dijiste algo Merus?– le preguntó Whiss cuando dejaban el hostal.
–Nada hermano– le contestó el chico y fue tras ellos oyendo a Whiss explicarle a Mary de que iba todo el asunto.
Cada año se festejaba la fiesta de la cosecha. Tres días donde los productores locales ponían un puesto en la plaza del pueblo para exhibir sus productos. Al lugar también llegaban algunos artistas a animar el ambiente, se hacían concursos y todas esas cosas. Sonaba bastante entretenido. Además como por la estación se oscurecia más temprano la plaza era decorada con farolitos e hileras de luces colgadas entre los puestos de comida, bebida y juegos. En el lugar había más personas de las que Mary imaginó y todos parecían estar disfrutando del paseo.
En un pueblo asolado por un asesino o bien un grupo de ellos, resultaban un tanto insensible apreciar el lúdico ambiente que se había apoderado del mercadillo en la plaza. Realmente daba la impresión de que en ese lugar todo era un jardín de rosas. Sin embargo, había bastante presencia policiaca. El cuartel de policía del lugar no lo componía más de diez oficiales. En esa oportunidad Mary contó alrededor de una docena. Merus, al notar que ella estaba viendo a los agentes, le explicó que para garantizar la seguridad de la gente durante la fiesta de la cosecha el departamento de policía del lugar había pedido apoyo a pueblos vecinos.
–Me parece una medida un tanto exagerada– comentó Whiss– Si al menos se mezclaran entre los visitantes su presencia no sería tan...
–Te entiendo– exclamó Merus– Puede resultar un tanto alarmante ver tantos oficiales de policía, pero tratando se de la seguridad de las personas a mí me parece una buena medida.
Mary no opinó. Había estado viendo algunas frutas y objetos artesanales muy bonitos. Le hubiera encantado comprarse algunas cosas, pero no tenía dinero para eso. Haciendo un gran esfuerzo había liberado apenas unos cuantos billetes y monedas para no tener que depender de Whiss si quería un refresco o algo. Sin embargo, había un puesto de tiro al blanco en el que uno de los premios era un atrapasueños precioso. Por unas cuantas monedas podías intentar derribar una pirámide de vasos de metal. Daban tres intentos. Parecía algo sencillo, pero todos esos juegos tienen su trampa. Muy pocos de los que lo ensayaban conseguían ganar algo. Mary quiso intentarlo y los hermanos la acompañaron. Desgraciadamente, la mujer, acabo perdiendo su dinero. Si bien consiguió derribar gran parte de la pirámide varios vasos quedaron en pie y no eras considerado ganador si no tumbabas todo.
–Dejame intentarlo– le dijo Whiss a Mary y enseguida le dio un billete al hombre que estaba a cargo. El albino recibió tres pequeñas pelotas muy ligeras. Sus manos eran grandes pudo arrojarlas al aire y atraparlas sin ningún problema– No parece ser tan complicado– comentó y echo el brazo hacia atrás para arrojar la pelota.
El primer tiro dejó en pie solo dos vasos. El segundo intento terminó con la pirámide. Algo que sorprendió a Mary fue la fuerza con la que Whiss arrojó esa pelota. La esfera estaba hecha de un plástico muy frágil y era bastante liviana. Arrojarla con el poder suficiente para tumbar la pirámide de vasos requería mucha fuerza.
–¿Qué es lo que querías linda?– le preguntó Whiss sacándola de sus pensamientos.
–El atrapasueños– contestó Mary a media voz.
–El atrapasueños por favor y me gustaría intentarlo otra vez.
–Por supuesto– exclamó el vendedor a quien la presencia de ese tipo no le estaba cayendo muy bien. Su ánimo empeoró después de que Whiss tirara una pirámide al primer intento.
–Quisiera la campana de viento por favor.
Whiss sacó aplausos de los que lo estaban observando y una sonrisa forzada del vendedor que cuando él quiso hacer un tercer intento le pidió amablemente que se retirara.
–Hermano ¿Por qué no pruebas tú en esta oportunidad?– le habló Whiss a su hermano.
El chico miró al hombre que pareció suplicarle con la mirada que por favor se fuera por lo que decidió no aceptar el reto. Después de eso los tres continuaron su paseo. Mary se veía feliz con su obsequio. Tener que comer a costa de Whiss sí consiguió menguar un poco su buen ánimo, pero él le dijo que le había invitado y que era un error de parte de ella no asumir que sería él quien patrocinaría la diversión. Se detuvieron en varios puestos a degustar todo tipo de preparaciones. En uno de esos coincidieron con una pareja de mujeres claramente extranjeras. Tenían la piel muy oscura. Una de ellas, la mayor, miro a Whiss y se sonrió con mucha picardía. Él le examinó en una ojeada de los pies a la cabeza. Le saludó, pero ella no contestó e hizo un comentario a su compañera. Ambas rieron.
–Good night ladies– les dijo él y ellas lucieron muy sorprendidas.
En ese momento anunciaban un show en el escenario. El nombre de Bills obtuvo todo el interés de Mary que se giró hacia la tarima bastante intrigada.
–Por si no lo sabías el señor Bills es también es excelente interprete de violín– le habló Whiss a la mujer– ¿Por qué no vas y lo escuchas? Sería bueno que entiendas porque él están exigente con quienes intentan adquirir una de sus piezas...
–Claro– murmuró Mary.
–Merus por qué no vas con ella. Yo estaré aquí. No sé preocupen. También cuidare de sus cosas– dijo poniendo la mano sobre la bolsa de papel en que estaban los regalos de Mary.
La mujer sí tenía curiosidad por escuchar al artesano tocar el violín y Merus no tenía intenciones de dejarla sola así que ambos se aproximaron al escenario despidiéndose de Whiss que puso su atención en las damas a su costado.
–Is that girl your girlfriend?– le pregunto la mujer de oscura y brillante piel. Tenía unos cuarenta años.
–No. She is my brother's girlfriend– contestó Whiss entrecejando los ojos y teniendolos fijos en el desnudo muslo de la mujer.
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