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6._Cosquillas


–De nuevo. Desde arriba– exclamó Whis devolviendo la taza al platillo que descansaba sobre el piano.

–¿Otra vez?– exclamó Mary evidentemente cansada y también aburrida– Solo quiero interpretar una canción no convertirme en la versión femenina de Itzhak Perlman– agregó bajando el arco y el violín bajo una mirada de desaprobación de su maestro.

–No pretendo hacer de ti la mejor concertista de violín – le respondió Whiss en un tono duro y poniéndose de pie– Ni siquiera que llegues al nivel de un estudiante de conservatorio, pero Bills es extremadamente exigente con las personas que tienen el privilegio de tocar sus violines. No te aprobará si no ejecutas la pieza correctamente. Ni yo voy a permitir que lo intentes si no alcanzas un nivel aceptable– le advirtió parándose frente a ella para luego inclinarse y verla los ojos– Considerando que solo tengo veinte días para hacer de ti un intérprete decente y ya solo me quedan quince– añadió con cierta mortificación.

–Sí que te tomaste en serio este asunto– comentó Mary– Casi parece que el que hizo la apuesta con Bills eres tú.

–Ay, pero que cosas estás diciendo. Yo solo te estoy haciendo el favor de enseñarte a tocar este hermoso instrumento– rió Whiss y tenía una forma muy extraña de hacerlo. Su risa a Mary le resulta un poco cómica– Muy bien...Desde arriba otra vez.

Él le dio la espalda y ella puso el violín sobre su clavícula de nuevo, soltando un largo suspiro y luciendo resignada. Llevaba cinco días asistiendo a esa casa a ensayar con ese instrumento por casi cinco horas.

Fa– exclamó Whiss y Mary tocó la nota, aunque no sonó bien y obtuvo de su maestro una mirada reproché– Estas sosteniendo mal el arco– le señalo sin obtener réplica de su estudiante– Fa- la -mi...

Esa semana Mary había estado yendo del hostal a esa casa todos los días. El horario no siempre era el mismo. A veces estaba ahí en la mañana, otras en la tarde. A ella no le molestaba. No tenía nada que hacer en ese pueblo. El dinero que le había dado su tío cubría muy bien los gastos siempre y cuando no se excediera en nada. Hubiera estado mucho más holgada de no ser porque Bills le aumentó el precio de las cuerdas. En ocasiones pensaba conseguir algún empleo pasajero, pero teniendo en cuenta que Whiss se tomaba la molestia de dedicarle sus horas libres, a Mary le parecía desconsiderado obligarlo adaptarse a su horario.

–Tu progreso me parece impresionante. Supongo que se debe a que antes habías ensayado con el violín– le comentó Whiss al terminar la práctica ese día.

–Solo aprendí lo básico en la escuela– le recordó Mary– Esto se debe a las horas que le estoy dedicando a aprender a tocar esa canción.

–La práctica constante es lo que permite desarrollar el talento y llevarlo a su máxima expresión– comentó Whiss con mucha seriedad, viendola guarda el instrumento en el estuche– ¿Te gustaría quedarte a almorzar? Merus está muy ocupado haciendo sus investigaciones y no vendrá a acompañarme hoy.

Su hermano menor solía ir a la casa a comer durante su hora del almuerzo. Como no estaba lejos del cuartel se lo tenían permitido por lo que por esos días la mujer se encontró con él un par de veces no pudiendo hablar con el chico. No es que ella tuviera interés en hablar con el muchacho, pero sentía que él sí y eso le generaba curiosidad. Dos días antes habían almorzado los tres, pero hacerlo sola con su maestro fue algo que obligó a Mary a reflexionar.

Whiss seguía  insistiendo con ese asunto y ella lo ignoraba esperando que se cansara, sin embargo, el tiempo que estaban pasando juntos hacía más difícil pasar por alto las sutiles, pero constantes indirectas de su maestro. Él no era su tipo y se le hacía medio raro, mas estaba guapo (aunque sus rasgos se le hacían demasiado femeninos), era culto, inteligente, intuitivo y un poco misterioso. Como esos romances de verano o encuentros pasajeros de un viaje inesperado, Whiss no estaba mal. Con toda certeza no trascenderia más allá ningún tipo de relación entre ellos.

–Esta bien, sería un placer– le respondió encogiendo un poco los hombros y sacando una sonrisa a Whiss.

Bills estaba dormitando en la silla detrás del mesón cuando oyó a alguien entrar. De manera perezosa abrió uno de sus ojos para ver si valía la pena o no tomarse la molestia de atenderle.

–Eres tú– dijo medio fastidiado– ¿A qué viniste? ¿Te diste cuenta que no serás capaz de aprender a tocar el violín y quieres hacer otro trato?

Mary se paró delante de él, del otro lado del mesón, y sacando una pistola de entre los pliegues de su falda le disparó.

Bills abrió los ojos sintiendo el tiro en mitad de su pecho. Asustado saltó de su silla quedando con una mano apoyada en el mesón, tratando de recobrar el aliento. Estaba sudando y sus ojos se abrieron en toda su circunferencia.

–Una premonición– se dijo, aunque no se oyó seguro de eso. A veces tenía sueños de ese tipo, pero no siempre se cumplían.

Un poco más compuesto, Bills miró a su costado. El reloj marcaba las tres de la tarde. Con una expresión enigmática contempló los violines que decoraban la pared. Limpió el sudor de su rostro y cuello con un pañuelo que tomó de su bolsillo, caminó hacia el estante a su espalda y extrajo de un compartimento con cerradura el estuche de un violín. Con paciencia lo llevó hacia el mesón para abrir los dorados broches casi con delicadeza. El violín que se guardaba ahí era de un color rojo profundo, uno que casi parecía púrpura según la luz que lo bañara. El instrumento tenía unas F doradas y unas elaboradas clavijas, pero le faltaba una cuerda. Bills sujetó el instrumento entre sus manos un buen rato antes de posesionarlo cual si quisiera tocar, mas no tomó el arco. En lugar de eso uso sus dedos para hacer un pizzicato armonioso, casi prodigioso.

–Perfecto– dijo, pero no se oyó complacido. Volvió a guardar el violín en el estuche, pero como si dejara allí algo abominable.

Un rato después Bills dejaba su casa para ir a comer a un pequeño restaurante no muy lejos de allí. Seguía algo nervioso y su forma de caminar lo delataba.

Mary y Whiss se sentaron a disfrutar de una taza de té después del almuerzo. La sala de esa casa era muy luminosa y la más amplia de las áreas que Mary conocía. No había subido al segundo piso ni bajado al sótano. La televisión estaba apagada. Hablar era algo que ambos disfrutaban si el tema era interesante y el gusto por la música que ambos tenían los mantuvo ocupados largo rato. Mas llegó un punto en que Whiss comenzó a indagar en aspectos más personales de la mujer llevando la conversación, de forma delicada, a otro tono y a otro interés.

–Ahora entiendo porque pusiste como plazo solo veinte días. Entraste al país con visa de turista– comentó Whiss tras escuchar la historia del viaje de Mary.

– Sí. No pensé que me sería tan complicado comprar unas cuerdas para ese violín– comentó la mujer dejando la taza en la mesa de café frente a ella.

– ¿Además de ese tío tuyo hay alguien más que te espere?– le pregunto Whiss con interes.

–No– contestó Mary.

–¿Ningún amigo o novio?

–No– reiteró Mary, pero en esa oportunidad lo miró a la cara– Y tú ¿Por qué no tienes pareja? Con esa cara, tu estatus y modales se me hace extraño estés soltero. Se me ocurren dos razones para ello ¿sabes? Y es que eres un engreído que cree que nadie está a su altura o estás muy cómodo tú solo.

–Hay más posibilidades que esas– le dijo Whiss un poco ofendido.

–Pero contigo solo se me ocurren esas dos– le respondió Mary encogiéndose de hombros. No tenía intención de ofenderlo.

–Quiza tengas razón en el segundo punto– medio admitió poniendo su dedo índice en su barbilla y mirando al techo– No necesito a una persona en mi vida, pero sería lindo compartirla con alguien– admitió de forma muy simpática– Pero no creo que haya alguien que...

Whiss dejó la frase inconclusa y al notar que Mary se le había quedado viendo se sonrió.

–¿Hay algo que desees más que cualquier otra cosa Mary?– le preguntó como para cambiar de tema.

–Convertirme en el mejor violinista del mundo– le contestó la mujer borrando la sonrisa de Whiss.

–¿Estás segura de que eso es lo que deseas?

–En este momento sí. Podría hacer que Bills se trague su actitud y también cumpliría el deseo de mi tío por completo. Oiria sonar el violín de su amada otra vez– le respondió Mary.

Whiss se quedó callado y viendo la mano que ella tenía puesta sobre el sofá, a su costado, sonrió y luego le sujetó poniendo los dedos de Mary entre sus largas manos.

–Asi será– le dijo tomando por sorpresa a la mujer– Tu deseo será realidad...

–Claro– murmuró Mary un poco extrañada de que él le sujetara la mano, aunque se la soltó rápido.

En medio de esa situación medio incómoda y oyendo a Whiss cambiar de tema otra vez, Mary observó que en el costado de su maestro, sobre su suéter, se trepaba un pequeño escarabajo e intentó quitárselo. Al percibir ese movimiento, Whiss hizo una contorsión como si hubiera sentido cosquillas. Hasta pareció aguantarse la risa.

–Tenias un "come muertos"– le dijo Mary enseñándole el bichito entre sus dedos.

–Eso es un escarabajo– le señaló Whiss viendo el insecto fijamente.

– Sí, pero estos son carroñeros. Suelen alimentarse de animales muertos en el campo. Por eso en mi país los llamamos "come muertos"– le explicó Mary– No sabía que hubiera de estos aquí también.

–Aqui los llamamos "bicho de brujas"– le dijo Whiss– Aparecen durante el otoño. Unas semanas antes de Halloween– agregó– Me preguntó cómo llego hasta aquí este insecto.

–Les gusta refugiarse en las casas del frío– le dijo Mary viendo a Whiss seguir en esa extraña postura– ¿Eres cosquilludo?– le preguntó.

–No– respondió rápidamente, pero un poco sonrojado.

Mary soltó el escarabajo en una planta que tenía al lado e hizo el ademán de tocar a Whiss como si quisiera hacerle cosquillas. Whiss se retorció y comenzó a reír frenéticamente.

–No hagas eso– le pidió en medio de su risa.

–Whiss...ni siquiera te he tocado– le señaló la muchacha levantando su mano para que él viera lo lejos que estaba.

–¿Ah, no?– exclamó Whiss sintiendo había hecho el ridículo, pero enseguida Mary se aprovechó de su distracción para hacerle cosquillas en el costado– ¡Ay, no! ¡No! ¡Basta!– exclamó siendo incapaz de aguantarse la risa.

Mary podría haberse detenido, pero le resultó tan cómico ver a un tipo como ese perder la compostura y reír así que no pudo evitar seguir haciéndole cosquillas. Y la verdad era todo un espectáculo, pero Whiss acabó tomando las manos de la mujer para conseguir un respiro. En ese momento ella estaba casi sobre él riéndose también.

–Una vez escuché que entre más cosquillasa sea una persona más celosa es– comentó la mujer.

–Eso es un mito– le respondió Whiss con la cara roja y los ojos húmedos.

–Hmmm no lo creo– exclamó Mary y aunque él no le soltó las manos, ella intentó hacerle cosquillas usando sus rodillas. El simple intento era suficiente para desatar las risas en Whiss que acabó por liberar a la mujer.

En un movimiento involuntario, mientras se retorcía, Whiss paso su mano en las piernas de Mary. La mujer llevaba puesto un pantalón algo grueso por el clima, pero esa "caricia" desató en ella una risa distinta que Whiss detecto rápidamente. Aprovechando la pausa que ella hizo, él contraatacó. Mary era extremadamente sensible a las cosquillas, pero solo en sus piernas. Jugando acabaron cayendo sobre la alfombra y su espontánea travesura hubiera terminado allí sin más que un anecdótico momento agradable, pero resultó que Merus acababa de llegar y encontró a su hermano sobre una mujer en el piso de la sala.

–Estare arriba– exclamó– Tal vez... Vuelvo más tarde– dijo después y se dió la vuelta para dejar la casa.

–Merus, espera...no es lo que crees– lo llamó Whiss. Mary, debajo de él, no podía parar de reír producto de la bochornosa situación.

Más tarde Whiss pudo explicar a su hermano que había pasado realmente, aunque eso de hacerse cosquillas con una mujer a solas en su casa sonó casi igual de comprometedor a ser descubierto sobre ella en la alfombra.

–No hace falta que me des excusas– le respondió Merus y sonó un tanto seco lo que llamó la atención de su hermano.

–¿No estarás celoso o sí Merus?– le pregunto Whiss haciendo una cara que incómodo a su hermanito.

–No– exclamó.

–¿No? A mí me parece que la observas demasiado.

–¿Qué?

Merus se puso nervioso lo que resultó simpático a Whiss que para no mortificarlo más le pregunto por qué había llegado tan temprano a lo que él respondió que había encontrado a la chica extraviada que la habían encargado. Esa muchacha era buscada por sus padres desde hacía poco más de una semana y esa mañana, siguiendo una bandada de aves carroñeras él encontró su cadáver. A diferencia de las otras mujeres no estaba desollada, pero le faltaban las entrañas y tenía una zarpada profunda en el cuello.

– Otras dos mujeres han desaparecido estos días. Pronto las autoridades de la región se harán presente– agregó Merus dejando a Whiss con un semblante muy serio.

–Esto parece estar escalando peligrosamente– comentó.

Mary dejó la casa de Whiss para ir por algunas galletas y cosas semejantes para comer en el hostal. Llevaba el estuche con el violín en la mano izquierda y la otra metida en el bolsillo mientras avanzaba por la acera. Las decoraciones de Halloween reinaban en todas partes. Algunas eran bonitas, otras espeluznantes. La figura de un gato en la escoba de una bruja, le resultó tan simpática que se quedó mirandola del otro lado del escaparate. Al apartarse se estrelló con alguien que le dió un empujón que no fue tan violento, pero que al ella estar distraída la sacó de balance haciendo que tirara al estuche que se abrió tirando el violín.

–¡Ay, no!– exclamó Mary al ver que el instrumento se había roto.

La voz de la mujer provocó que Bills volteara. No se había dado cuenta quién se había estrellado con él y verla a ella lo dejó frío gracias al sueño que tuvo.

–Usted– dijo Mary al verlo.

–¿Qué? ¿Vas a culparme por tu descuido?– exclamó Bills volviendo hacia ella. Eso le permitió ver el violín y lo reconoció– Así que por eso te atreviste a hacer esa apuesta– comentó viendo el instrumento– Ese cretino de Whiss te está ayudando. No te atrevas a negarlo.

–No tengo porque hacerlo– le dijo Mary intentando levantar el violín, pero él se la adelantó.

–Este violín se le vendí a Whiss hace como veinte años. Lo ha cuidado bien– comentó Bills tomando el violín entre sus manos.

El artesano levantó también el estuche, guardo en él instrumento y echo a andar haciendo creer a Mary que iba a intentar adueñarse de él como lo hizo con el suyo, pero antes de que ella pudiera hacer un reclamo Bills se giro a verla.

– ¿Qué estás esperando? Acompañe. Voy a reparar el violín.

–¿Sí?

–Le debo algunos desayunos a Whiss así que espero que descuente de mi trabajo un poco de la deuda– le comentó– Date prisa– le ordenó– Pero no te me pegues mucho– le advirtió– Lo bueno es que no trae puesta una falda– pensó al recordar el sueño.

Mary se encogió de hombros. La actitud de ese tipo la dejó algo confundida, pero fue tras él con mucha curiosidad por ver como reparaba el instrumento y descubrir la forma en que trabajaba el supuesto mejor artesano de violines.

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