5._Gato
Pasaron varios minutos para que la mujer pudiera moverse un poco y transcurrió casi una hora antes de ser capaz de quitarse la mordaza. Todo ese tiempo estuvo sumida en un miedo desesperante. Su cuerpo se sentía como víctima de un poderoso anestésico, pero consiguió salir de la tina cayendo de cara contra el piso. El piso estaba limpio, muy limpio de hecho, todo el lugar olía a lavanda. Por lo que puedo ver no había algo extraño allí solo un espejo, el inodoro, lavamanos y un mueble para guardar cosas de baño además de un tapete que quedó bajo su cuerpo. Tras dos fallidos intentos la mujer consiguió ponerse de pie con el vestido totalmente empapado, descalza y con las marcas de unas fuertes ataduras en sus muñecas.
La habitación era pequeña y contaba con una ventana rectangular lo suficientemente estrecha para que ninguna persona pudiera salir por ella y cubierta por un cristal opaco que impedía ver el exterior. Sin razón aparente la mujer creyó que ese cuarto estaba bajo tierra en algún subterráneo o sótano. Llevándose las manos a la cabeza, la muchacha, emitió un alarido agudo que fue muriendo a medida que comenzó a doblarse sobre sí misma. Visiones de cuando iba por la calle llegaron a su mente mientras el dolor del que fue víctima fue disminuyendo.
La mujer permaneció inmóvil el tiempo que necesitó para reponerse un poco y dar unos pasos como de potrillo recién nacido hacia la puerta frente a ella. Estaba cerrada. Inútiles fueron sus intentos por abrir, sin embargo, su necedad acabó haciendola arrancar el pomo y caer de espaldas en el piso. Al darse la vuelta para quedar a gatas vio el inodoro. Con una idea en mente se arrastró hasta él para tomar la tapa del estanque y con ella entre las manos volver a la puerta. Con violencia azotó el grueso trozo de cerámica contra la delgada madera. Y si bien su herramienta terminó fragmentándose consiguió hacer un hueco que luego amplió usando sus manos desnudas para poder meter el brazo y dar vuelta a la manilla desde el exterior.
No se había equivocado ese cuarto de baño estaba en un sótano. Ella salió al frente de la escalera que subía a una puerta de color azul profundo. Cautelosamente, atenta a cualquier sonido que pudiera provenir detrás de esa madera color de cielo, la mujer subió peldaño a peldaño aferrándose a la tapa de estanque a medio destruida en sus manos. Era de noche. Por las ventanas del sótano podían verse las luces del alumbrado público, por ello supo que la casa daba directamente a una calle. Desgraciadamente esas ventanas también eran muy pequeñas para que alguien se colara por ellas, pero la suerte parecía estar de su lado. La puerta estaba abierta y al asomarse al pasillo escuchó voces y vio luces encendidas al final del corredor. Había gente ahí, no estaba sola por lo que sintió pavor. Se cubrió la boca con ambas manos para no hacer más ruido y miró hacia el lado opuesto. Allá había una puerta bajo una diminuta luz amarilla. Tan solo unos minutos después la mujer dejó la casa corriendo a toda prisa sin mirar atrás. Estaba en el pueblo, pero no se atrevió a gritar pidiendo ayuda y solo corrió por la solitaria calle.
Whiss le explicó a Merus el porque de la presencia de Mary en su casa. El chico no puso objeción, pero si lució extrañado por el acuerdo al que habían llegado con Bills y todavía más con el trato que su hermano hizo con esa mujer. No hizo comentarios, sin embargo, su cara habló por él.
–Creo que será mejor dejar la práctica hasta aquí por este dia– exclamó Whiss– Hace mucho que deje de enseñar música y me entusiasmó poder recordar esa época. El tiempo pasó volando y no he hecho la cena. Discúlpame hermanito...
– No te preocupes. No tengo hambre– fue la cansina respuesta de Merus, algo que Whiss discutió diciendo que era importante cuidara su alimentación.
–Hoy tuviste un día bastante difícil y no está bien que te vayas a dormir con el estómago vacío– replicó Whiss.
-Es cierto- murmuró Mary recordando lo que había ocurrido en la mañana y luego en el cuartel de policía. Ella pensó haber hablado bajito, pero esos dos lo escucharon y voltearon a ver– Amm... Lo siento. Solo quería saber cómo estabas y qué pasó con la niña.
–Mi herida está bien– le respondió Merus llevándose la mano a la cabeza– La niña pasó a manos de un orfanato. No tiene parientes que puedan encargarse de ella y ninguno de sus conocidos quiso tomar esa responsabilidad.
–Es una pena...
– Sí. Sobretodo por la forma en que perdió a su familia– comentó Merus como reflexionando.
Whiss se quedó mirando a esos dos y sintiéndose un tanto invisible entre ellos. Elegantemente acercó el puño su boca y aclaró ligeramente la garganta para ganarse su atención.
– ¿Por qué no te quedas a cenar, Mary? No tardaré en preparar algún delicioso platillo para degustar los tres– les propuso.
–Me encantaría, pero tengo un trato con la dueña del hostal y...
La sonrisa de Whiss se fue desdibujado hasta soltar un montón de argumentos para que se quedará. No iba a aceptar un "no" como respuesta y acabó por convencer a la mujer de quedarse a comer con él y su hermano que subió a darse un baño. Él necesitaba refrescarse un poco. Merus bajó una media hora después vistiendo como un chico cualquiera y el cambio saco a Mary una sonrisa. Ella se había ofrecido a poner la mesa para no aburrirse. La verdad es que solo había aceptado cenar ahí porque no encontró un contra argumento para enfrentar a Whiss que fuera lo que fuera que estuviera preparando, tenía la casa perfumada de ello. Las hierbas y condimentos estaban abriendo el apetito de la mujer.
–Hace tiempo que mi hermano no daba clases de música– comentó Merus por hacer conversación y tener la oportunidad de ver a esa mujer de cerca.
–Solo me hace un favor y pasa el rato, supongo– le respondió Mary de manera desinteresada.
– No lo creo. A él realmente le gustaba dar clases de música, pero ese accidente...
–¡Merus!– lo llamó Whiss desde la cocina– ¿Te importaría venir a ayudarme un momento?
El chico se disculpó con la mujer y fue a atender la petición de su hermano que le habló en voz muy baja al oído cuando estuvo a su lado. Mary los vio al inclinar el cuerpo un poco sobre la mesa que estaba paralela al umbral de la cocina. Supuso que Whiss no quería que Merus hablará del accidente y podía entenderlo. Un rato después los tres estaban sentados en la mesa con un plato de pasta y championes en frente. Whiss descorchó una botella de vino blanco para la ocasión.
– Espero sea de tu agrado, Mary. Lo prepare especialmente para tí – exclamó Whiss con mucho entusiasmo, pero dejando a la mujer en una encrucijada.
– Seria descortés decirle que odio los champiñones– pensó Mary y le dió una respuesta protocolar, sin embargo, al probar la pasta su opinión cambio radicalmente– Está exquisito– excelente honestamente y Whiss pareció complacido, mas al ver a su hermano su expresión cambió.
– ¿Qué ocurre, Merus?
El muchacho le miró sin intención de responder.
–Debe ser difícil comer después de presenciar tan macabras escenas– comentó Mary recordando lo que había sucedido esa tarde y el día anterior.
–Es verdad– la apoyo Whiss entrelazando sus manos para hacer un puente en que descansos su rostro sobre la mesa– A veces olvido las terribles cosas que tienes que enfrentar en ese trabajo tuyo, querido hermano.
–No se preocupen por mí, por favor– les dijo un tanto inquieto por la atención que esos dos le estaban poniendo– Mi trabajo es duro, pero...
–¿Sí, Merus?– inquirió Whiss fijando sus ojos en él después de que se quedará callado.
– Es que no creo que para la señorita Mary sea agradable hablar de estás cosas en una cena...
–Ay sí, es cierto. Pero que falta de tacto la mía– exclamó Whiss– Seguramente Mary debe tener una pésima impresión de este pueblo después de todo lo que ha vivido en solo dos días.
–No crea que este lugar es así siempre– le dijo Merus a la mujer– Hace años que no ocurrían delitos de este nivel de atrocidad.
–¿Años?– repitió Mary tomando la copa de vino– Si soy honesta no estoy muy informada de los acontecimientos de este pueblo. Solo he oído rumores...
–Es verdad. Tú no sabes absolutamente nada de este lugar– hablo Whiss viéndola con los ojos entrecortados– Pero un tema tan espeluznante no debe ser tocado en la mesa. Arruina el apetito y hasta el sabor de los alimentos. Si lo deseas puedo contarte después.
–Claro... cuando quieras– respondió Mary y cambiaron de tema.
La cena duro casi una hora y fue bastante agradable para todos. Una vez Whiss levantó la mesa les ofreció una taza de café para seguir la charla, sin embargo, en esa oportunidad Mary se rehusó a postergar allí su estadía. Debía volver sí o sí al hostal y él se ofreció a acompañarla.
– Es muy tarde para que una dama camine sola por ahí– le dijo no dispuesto a oír una objeción, pero lo que terminó escuchando fue un estruendo en la parte posterior de su casa– Regreso enseguida– exclamó al ir hacia allá saliendo por una puerta al final del pasillo– ¡Esos perros otra vez. Tiraron todo! Cuánta irresponsabilidad tiene la gente con sus mascotas. Mañana presentaré una queja al ayuntamiento– lo oyeron decir Merus y Mary desde la sala– Hermano ¿Podrías acompañar a nuestra invitada hasta el hostal? Yo tendré que limpiar este desastre– le habló desde el exterior.
–No hace falta...– decía Mary.
– Creo que ambos estaremos más tranquilos si me deja acompañarla– le dijo Merus a la mujer que acepto la oferta.
Whiss se quedó parado en su jardín trasero que daba a una calle angosta que se perdía en la oscuridad gracias a la precaria iluminación publica. Soltando un suspiro saco su teléfono celular y escribió un pequeño texto antes de levantar los botes de basura que habían tirado casi con violencia.
Mary se llevó el violín que Whiss le había prestado para practicar y salió junto con Merus hacia su hogar temporal. La noche estaba helada y caía una llovizna que oscureció los adoquines. No andaba nadie en las calles y en las ventanas de las casas se podían ver las siluetas de sus moradores. Ninguno de los dos habló por un rato y de no ser porque un gato negro se les cruzó en el camino lo más probable es que ninguno hubiera abierto la boca.
– Usted no es una persona supersticiosa– comentó Merus.
–No– afirmó Mary– Pero después de mi encuentro con Bills puede que lo termine siendo. Que tipo insufrible.
Merus rió recordando sus interacciones con ese sujeto. Como su hermano era conocido suyo no era raro que tuvieran uno que otro encuentro.
–Oye y...¿Qué hay de esos que mencionaste en la cena? ¿Lo de que hace años no ocurrían criminal así en este lugar?- le pregunto Mary– No tienes que contarme sino quieres– agregó al ver que él no parecía querer hablar.
–¿Está segura de que quiere oír esa historia?
– Me gustan las historias. Buenas, malas, cómicas o espantosas. Toda historia es interesante en cierta forma... después de todo son las historias todo lo que queda de nosotros– le respondió Mary viendo hacia el oscuro cielo.
Merus se le quedó mirando, pero cuando ella le vio él apartó la mirada y comenzó a contarle que hacía más o menos veinte años comenzaron a desaparecer algunas mujeres del pueblo y sus alrededores. Todas tenían entre quince a cuarenta años. Era la única característica que se podría decir tuvieron en común, por lo demás todo era muy variado tanto la estatura como el peso, color de cabello, etcétera. Las autoridades estaban desconcertadas, aunque al principio y de manera muy prejuiciosa creyeron que todas esas mujeres habían huido del lugar para prostituirse en la ciudad. Ideas retrógradas de la época, alimentadas por las familias de dinero del lugar que no querían escuchar más de todo lo que que se decía respecto a las desapariciones. La reputación del pueblo podía ser arruinada y otras tonterías de esa gente escandalizada ayudo a que muy poco se supiera del caso. Unas semanas después de que la última víctima hubiera desaparecido comenzaron los hallazgos de los cuerpos por el pueblo. A algunos les faltaba el cabello a otros las entrañas, la piel y una gran cantidad de cosas que hizo pensar a la policía que quien haya estado mutilando a esas mujeres, parecía estar probando métodos de tortura o bien coleccionando partes del cuerpo. Nadie estuvo seguro porque nadie investigó el caso como se debió hacer. Todo era tan macabro que prefirieron callarlo pronto culpando a un supuesto lunático que había huido de un sanatorio que estaba no muy lejos del pueblo. Mas del paciente psiquiátrico nunca se supo ni su nombre y pronto todos se olvidaron del asunto.
–Es una historia bastante...triste– comentó Mary.
–¿Lo dice porque no hubo justicia?
–Lo digo porque lo primero que las autoridades creyeron es que esas mujeres por ser pobres habían caído en el comercio sexual.
Merus la oyó quedando con una sensación algo rara. Para nada fue algo malo, solo no esperó esa observación de parte de ella.
–Gracias por acompañarme– le dijo Mary. Habían llegado al hospital– Buenas noches. Descansa.
–Buenas noches, señorita Mary– le respondió Merus.
Casi del otro lado del pueblo y corriendo por el espacio angosto y pestilente que había entre dos edificios la mujer que había huido del sótano se veía acorralada contra una pared de ladrillos. Dando palmadas contra el muro de una manera frenética lloraba de forma abundante emitiendo sonidos semejantes a los de una rata peleando por su vida. No tenía fuerzas para seguir corriendo, no podía saltar ese muro y no podía pelear con la persona detrás de ella que se aproximadamente un paso a la vez, raspando las paredes con sus largas y afiladas uñas mientras cantaba:
–Hey diddle diddle, The cat and the fiddle, The cow jumped over the moon...
La mujer se giro a él y pudo ver esos ojos dorados brillando en la oscuridad antes de caer con el cuello desgarrado al suelo oyendo todavía los versos finales de esa canción.
–The little dog laughed to see such sport, and the dish ran away with the spoon...
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