3._Balcon
Whiss volvió con un plato con variadas galletas y dos tazas de café cortado en tazas de cristal. Se veía muy bien y a esa hora de la mañana como desayuno no estaba mal, pero Mary se limitó a poner un cubo de azúcar en su taza, agitar el café con la elaborada cuchara y medio mojarse los labios con la bebida. Whiss observó sus movimientos con detenimiento, pero se abstuvo de hacer comentarios mostrándose de buen ánimo al preguntarle qué le había parecido su breve concierto.
–Estuvo...muy bien ejecutado– respondió Mary tomando una de las galletas para verla de cerca.
–Son de mantequilla– le señaló Whiss respondiendo a la pregunta que ella se estaba haciendo– Una antigua receta familiar traída desde el otro lado del mar, hace mucho tiempo.
–¿Tu familia es emigrante?
–Sí– le contestó Whiss antes de llevarse la taza de café a la boca– Llegamos a la ciudad portuaria de San William hace unos ciento veinte años. Después de una década mi familia y otro grupo de compatriotas decidió trasladarse a este hermoso valle levantando aquí sus casas, fundando así este pueblo.
Mary guardo silencio, pero esa historia cautivo su interés atreviéndose a darle una pequeña mordida a la galleta. Pensó en preguntarle algo, pero antes de que abriera la boca él lo hizo.
–¿Hace cuánto tocas el violín, Mary?
–Ah...no... el violín no es mío– le respondió la mujer bajando la mirada al estuche– Es propiedad de un tío de mi padre. Él lo compró para su esposa hace varias años.
Whiss apartó la taza para apoyar los codos en la mesa y descansar sobre el puente que hizo con las manos su rostro. Sus ojos se fijaron en los de Mary que le sostuvo la mirada como un ciervo ve los focos de un automóvil en la carretera.
–Parece que no viniste aqui solo a comprar unas cuerdas– le dijo haciendo que ella pegará la espalda al respaldo de la silla– ¿Por qué no me cuentas la historia detrás de ese violín? Soy todo oídos...
Mary lo pensó un momento y considerando que tal vez eso podía ser útil para conseguir la colaboradora de Whiss accedió a relatarle la historia. Lo hizo de manera breve, contando solo lo que era importante, aun así sonó emotiva o eso dijo Whiss antes de retomar su café que para entones se había enfriado por lo que acabo dejándolo de lado para disfrutar de las galletas.
–Entonces Valeria era el nombre de la auténtica dueña del violín– concluyó Whiss a lo que ella asintió con la cabeza– ¿Me dejarías verlo? Aunque no lo creas no he tenido la oportunidad de apreciar muchas de las obras del señor Bills. Verás él no ha construir más que setenta violines en toda su vida. Mejor dicho no ha vendido más que eso.
Mary se mostró curiosa queriendo hacer una pregunta, pero la llegada de uno de los empleados la interrumpió. El muchacho saludo a Whiss y el respondió para después retomar su interés en el instrumento. Mary no creyó que hubiera algo malo en dejar que él lo viera por lo que tomó el estuche, lo puso en su regazo y extrajo el blanco violín para ofrecerselo a Whiss que lo sujetó con delicadeza e interés.
– No cabe duda de que es uno de los trabajos del señor Bills. Es sorprendente lo que es capaz de conseguir cuanto decide esforzarse– comentó Whiss al ver el violín con detenimiento y explorarlo con sus largos dedos– Es una pieza de arte...su sonido debe ser...
Whiss no terminó la frase debido a que el artesano entraba en el lugar en ese preciso momento. Lo hacía frotándose la parte de atrás de la cabeza y preguntando si estaban listos los panes de miel, pues quería algunos y un vaso con leche caliente también, pero también Bills enmudeció. Ver el violín que Whiss sostenía le espanto hasta la resaca y rápido se aproximó a él para arrebatarle el instrumento de las manos.
–Esto es...–dijo con escepticismo– Es uno de los primeros violines que hice. No pensé volver a encontrarme con uno de estos...solo hubieron dos que pinte de blanco porque...– decía en voz alta, pero hablando con sigo mismo– ¿De dónde lo sacaste, Whiss?
– No es mío– le respondió él con una sonrisa gentil, pero teñida de enigma– El instrumento pertenece a la dama aquí presente– señaló haciendo un elegante gesto con la mano para que Bills mirara a Mary.
El artesano bajo su mirada a la mujer y su expresión cambió completamente. Apoyando una mano sobre la mesa para poner la otra en su cadera, sosteniendo el violín, se inclinó un poco hacia ella para preguntarle dónde había conseguido el instrumento.
–Es propiedad de mí familia– contestó Mary muy seriamente. Los inquisitivos ojos de ese sujeto no le estaban agradando nada.
–¿Ah sí? ¿Y en cuanto lo vendes?– le preguntó Bills directa y bruscamente.
–No he venido a venderlo– le respondió Mary.
–Ponle un precio– insistió Bills ignorando totalmente las palabras de la mujer y tomando una de las galletas que había en la mesa.
–He dicho que no está en venta. Regresemelo por favor– exclamó Mary poniéndose de pie.
Bills mordió, masticó y se tragó la galleta antes de contestar.
–Este es uno de los mejores violines que he hecho y no voy a dejar semejante pieza en manos de alguien que no merece tenerlo– le dijo– Así que ponle un precio...– agregó tomando otra galleta.
–He venido hasta aquí para comprar cuerdas para ese violín. Mi intención no es venderlo. No puedo. Le pertenece a un pariente– le dijo Mary viéndolo tomar una tercera galleta.
–¿Y ese pariente tuyo es violinista?– le consultó Bills viendo fijamente la cuarta galleta que tomaba del plato. Parecía como si hubiera visto algo anómalo en ella.
–Su esposa lo era– respondió Mary– Su último deseo es ver ese violín restaurado...
–¿Me estás diciendo que mi preciado violín está en manos de un moribundo? Eso es un auténtico desperdicio. Te daré cinco de los grandes por él. Con eso podrás hacerle un buen funeral a ese viejo...
Esas palabras y en especial el tono de voz que uso Bills acabaron con la paciencia de Mary. No podían culparla. Bills tenía el don de ofender hasta con los movimientos que hacía al respirar. Molesta, la mujer, intentó arrebatarle el violín, pero él solo se hizo a un lado para evitarlo y no conforme con haberla eludido con la agilidad y velocidad dignas de un felino, Bills la empujó para hacerla perder el balance. Mary por poco acabó de cara contra el piso.
–Regresemelo– exclamó al enderezarse y voltear hacia él.
–No– contestó Bills con una sonrisa burlona– Jamás he vendido uno de mis violines a alguien que no lo merezca y no voy a dejar este en manos de un medio muerto y una mujer torpe que apenas sí debe ser capaz de sacar dos acordes a una guitarra.
Esa última parte desconcertó a Mary, pero al ver que él veía sus manos entendió y le sorprendieron más esas palabras. Sin todavía digerir la osadía o desfachatez de ese tipo, Mary lo vio levantar el estuche del violín, con la cola, para guardar el instrumento y con toda la naturalidad del mundo, como si realmente ese objeto le perteneciera, intentar dejar el café.
–¿A dónde cree que va?– exclamó la mujer tomando a Bills por el brazo algo que provocó un abrupto cambio de ánimo en él.
Whiss, que callado había estado observando todo, al ver el rostro del artesano decidió intervenir levantándose de su silla y pidiéndole a ambos que se tranquilizaran. Ninguno pareció oírlo.
–Este violín es mío. Fui yo quien lo hizo y soy yo quien decide quien lo puede o no tener– le dijo Bills a la mujer.
– No sea ridículo. Usted es quien lo fabricó sí, pero una vez lo vendió dejó de ser propiedad suya. No puede simplemente tomarlo y llevárselo como si nada. Estaría cometiendo un robo– le dijo Mary apretándole el brazo sin darse cuenta.
–¡¿Un robo?!– exclamó Bills ofendido– ¡¿Cómo puedo estar cometiendo un robo al recuperar algo que yo mismo hice?!- gritó y empujó a Mary con un violento movimiento de su brazo.
La mujer hubiera caído de espaldas de no estar Whiss ahí para sostenerla. La muchacha quedó tan conmocionada con la actitud del tipo que tardó un poco en reaccionar y para entonces él había dejado el café. Sin detenerse a responder la pregunta de Whiss que solo quería saber si ella estaba bien, Mary salió corriendo detrás de Bills. Él vivía al costado del café, no tardó en llegar a su casa y cerrar la puerta casi en la cara de la mujer que no pudo alcanzarle quedándose indignada en la vereda, exigiéndole al artesano que le devolviera su violín a los gritos y dando patadas a la puerta.
–¡Lárgate!– le contestó Bills desde el interior.
–¡Regreseme el instrumento, ladrón!– le respondió Mary golpeando la puerta frenéticamente con las manos– ¡Bills! ¡Sal de ahí maldita sea!– le gritó con todo el potencial de su garganta, pero todo lo que consiguió fue:
–¡Si no te largas llamaré a la policía, mujer! ¡Que poseas uno de mis violines es un crimen!
A a pesar de su fuerte carácter rara vez Mary se salía de sus casillas y caía en un estado de ira que le nublara el juicio. Pero ese sujeto había conseguido hacerla enojar, al punto de que mandó al diablo su sentido común y todo lo demás. Sin importarle el espectáculo que pudiera estar dando a los transeúntes como a los vecinos de los edificios aledaños, Mary tomó el borde de su falda hizo un nudo en la prendas, a la altura de sus rodillas, y contando con la fuerza que tenías se trepo por los barrotes de la ventana del primer piso para alcanzar el balcón en el segundo nivel, donde había una ventana que estaba abierta y por la que tenía pensado ingresar.
Al dejar de escuchar las protestas de la mujer Bills se asomó a ver si ella seguía ahí viendo las piernas de esta al mover las cortinas. Descubriendo que Mary pretendía entrar por el segundo piso, rápido subió por las escaleras para detener su ascenso en el balcón consiguiendo llegar allí al mismo tiempo que ella que no alcanzó a pasarse del otro lado del barandal quedando colgada a poco más de tres metros del suelo.
–¡Regresame mi violín bastardo arrogante!– le exigió la mujer.
–Ni te devuelvo nada ni te permito que me hables así– exclamó Bills yendo hacia ella para tomarla por la blusa como si hubiera querido darle un puñetazo. Esa idea pasó por su cabeza, pero al ver que debajo, en la calle, se estaba congregando un grupo de curiosos prefirió increparla verbalmente.
Whiss observó la situación bajo el toldo de la entrada de su café. Haciendo un cuatro con los brazos y sosteniendo su mejilla en una de sus manos, vio la llegada de su hermano menor. Algunos vecinos, alarmados por el escándalo, habían llamado la policía y coincidió que el chico estaba cerca por lo que lo enviaron a él al resolver el problema. Merus estacionó su motocicleta para descender con los ojos clavados en la mujer colgando del balcón. Como policía había tenido que acudir a a terminar con muchos conflictos entre vecinos o gente en la calle, pero pocas veces se había topado con una situación como esa donde uno de los implicados estaba corriendo peligro de sufrir un grave accidente. El pueblo era tranquilo y nadie llegaba tan lejos en una discusión.
Merus se identificó como policía para llamar su atención, sin embargo, ninguno de los dos le miró siquiera. Bills y Mary estaban inmersos en su disputa e intercambio verbal que aunque no era grosero sí era bastante rudo. Merus golpeó la puerta el otro intentó por hacerse notar, pero nada. Cuando estaba por intentar algo más atrevido, como solía ser su costumbre, vi a unas plantas desprenderse por lo que se apartó de la puerta para ver que estaba sucediendo y resultó que Mary había perdido el balance y, literalmente, estaba colgando del brazo de Bills que no se había propuesto sostenerla, pero la tenía sujeta de la ropa hacia rato.
–No puedo creer el nivel de su intransigencia y arrogancia– le dijo Mary al artesano.
–Aqui la única intransigente y además engreída eres tú, que cree que voy a dejar en sus mediocres manos una obra de arte como ese violín– le respondió Bills que vio a Merus abajo y se sonrío con esa astucia maliciosa que solía expresar– Buen viaje, señorita...– le dijo en tono burlón y sin más la dejó caer.
Merus estaba justo debajo de ella y pudo atraparla evitando que Mary se azotara contra los adoquines de la cera, más fue él quien acabó azotando la cabeza contra el duro suelo y al haberse desprendido del casco como por haber recibido todo el peso del cuerpo de la mujer encima terminó bastante aturdido. Ante esto Whiss y otras personas se aproximaron a ver si ambos estaban bien en especial el joven policía.
Mary se quitó de encima del muchacho tan rápido como pudo y a gatas a su costado observó que el oficial sangraba por la parte de atrás de su cabeza.
–Oye chico ¿estás bien?– le preguntó bastante preocupada.
Merus miró el rostro de Mary contra la luz del sol de aquella mañana despejada. Veía un poco borroso, pero creyó poder distinguir los rasgos de la mujer y dibujando unas lindas sonrisa le dijo:
– Es usted muy linda...
–Esta delirando– exclamó Mary apartándose un poco para que respirara mejor.
Whiss que estaba al costado del chico miró de reojo a la mujer mientras sacaba su pañuelos para limpiar la sangre del costado de la boca de su hermano. Mary le había golpeado con la cabeza justo en esa parte.
–Solo está confundido– dijo en voz baja mientras una patrulla de policías estacionaba del otro lado de la calle.
Bills observó el alboroto desde su balcón y frunció el ceño al contemplar el buen lío en el que se había metido.
Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro