6 | Quince días de ausencia
—¿Qué es lo que pretendes?
Yoon Gi nunca imaginó que la reacción de Jimin ante su regalo fuera sentarse en la mesa, frente a él, sin servirle el desayuno y con una cara de malas pulgas que daba miedo.
—¿A qué te refieres? —se hizo el tonto.
—Dejaste una maceta de gladiolos en la barra de los cafés. —El joven no modificó su expresión—. ¿Por qué?
—Dijiste que siempre habías querido tener una. —El rapero se encogió de hombros—. Deberías darme las gracias en vez de enfadarte.
—Es que no lo entiendo. —El camarero agitó la cabeza en una contundente negativa—. ¿Por qué yo? ¿A qué viene ese interés? ¿Tanto te duele que no me impresione tu música que te has obsesionado con hacerte valer?
—No seas ridículo. —Yoon Gi resopló, molesto—. ¿Por qué habría yo, una estrella reconocida en medio mundo, de esforzarme por ganarme tu admiración?
—Porque la gente de tu industria suele disfrutar mucho conquistando los corazones que se les resisten para abandonarlos después —replicó Jimin—. Lo sé demasiado bien. Ya conocí a alguien así.
Aquella frase dejó al artista perplejo y también bastante pensativo. Por fin empezaba a entender.
—Déjame adivinar. —Apoyó los codos en la mesa—. Estás hablando de la persona que te prometió los gladiolos —concluyó—. Era un idol como yo.
El camarero se levantó, con la ofuscación y la tristeza reflejadas a partes iguales en sus pupilas.
—Por favor, Yoon Gi, te pido que no me hagas regalos. Deja de intentar congraciarte conmigo.
Le dio la espalda, con la intención de irse, pero la objeción de su interlocutor le pilló tan de improviso que le dejó unos segundos clavado en el sitio.
—Lo hice porque te vi llorar —explicó—. Pensé que la planta podría ayudarte a pasar página y a seguir con tu vida. Pero, si te incomoda, mañana me la devuelves y ya está.
El joven no respondió y Yoon Gi se pasó el resto del día meditabundo, ensayando mentalmente una cara neutra que le permitiera disimular la frustración que sentiría cuando Jimin le entregara la maceta.
Había fracasado.
Era así.
Y le fastidiaba.
Le fastidiaba mucho tener que asumir que Jimin pasaba, y pasaría, de él. Era evidente que había sufrido una fuerte decepción con un artista y, obviamente, se le habían quitado las ganas de acercarse a alguien similar.
Qué fatalidad. Menuda humillación le esperaba con los gladiolos.
Menos mal que, sin querer, Seok Jin le ahorró el amargo trago. Cerca de las nueve de la noche, le telefoneó para comunicarle que algunas de sus actividades agendadas en el extranjero habían sufrido importantes cambios de última hora y que tenía que tomar el vuelo hacia Los Ángeles nada más salir el sol. De lo contrario no habría sabido gestionar el desengaño.
Estuvo fuera diez días.
Hizo una presentación en Nueva York. Acudió a varias entrevistas pactadas y a un par de shows televisivos. Tuvo tres sesiones fotográficas con revistas internacionales influyentes y una cita en una cadena radio a la que acudió con un traductor porque los idiomas no eran lo suyo. Y regresó a Seúl con un desfase de sueño tan grande que sus asesores le obligaron a quedarse tres días más en casa, en recuperación.
Se sumaron casi dos semanas sin ir a la cafetería y, por lo tanto, sin ver a Jimin. Yoon Gi apostaba a que, en cuanto entrara por la puerta, el joven le miraría con aún más disgusto que antes. Le tiraría con el doble de mala vibra el café, entrecerraría los ojos con sorna y adoptaría una posición de mutismo máximo. Después de todo, no había ido a recoger la planta. Seguro que eso le había dado pie a pensar mil y un aspectos negativos sobre él y su famosa "altivez de idol". Lo único positivo era que su corazón evitaría sufrir el rechazo frontal.
—¿Qué te ha pasado?
Su sorpresa fue mayúscula cuando tomó asiento en su mesa de siempre y el joven se le aproximó, con un tono tan suave que hasta se le antojó una caricia.
—¿Has estado enfermo?
Yoon Gi parpadeó, atónito.
—Estaba preocupado porque no venías —continuó el camarero—. Pensé que te había ocurrido algo malo.
—Yo...
"Perdóname". "Me obligaron a salir a última hora del país y no me dio tiempo a nada". "Si hubiera tenido tu teléfono te hubiera escrito". "Estaba deseando venir a verte". "Te he extrañado mucho".
Cualquiera de esas frases hubiera estado de fábula pero, por desgracia, no se atrevió a decir ninguna.
—No he podido.
—Ya, bueno. —Jimin echó mano de su blog de notas—. Veo que te encuentras bien así que eso es lo que cuenta. —Hizo un par de garabatos para comprobar que el bolígrafo pintaba—. ¿Quieres que te traiga lo habitual o tienes en mente un cambio de menú?
—Lo... De... —El rapero estaba cada vez más confuso. Aquella era la primera vez que se tomaba la molestia de preguntarle—. Lo de siempre, creo.
—Te lo traigo en un momento.
Y sí, lo hizo y, además, con tanto mimo que los ojos del artista se abrieron como dos platos. Pero el colofón final fue empezar a comer y sentir que regresaba para dejarle una cosa más en la mesa.
Levantó la vista. Ante él se encontraba un precioso bonsái, de tronco robusto y hojas diminutas, con unas pequeñas frutas redondas muy parecidas a las naranjas.
—Lo lamento si tiene algo en mal estado. —La voz de Jimin fue música para sus oídos—. Lo compré hace dos semanas pero, como no venías, lo he cuidado yo y no soy ningún entendido.
—¿Me has...? —Las pupilas de Yoon Gi pasaron de la maceta al chico y del chico a la maceta—. ¿Me has comprado un árbol? —parpadeó—. ¿A mí? ¿Por qué?
—Es el intercambio por los gladiolos. —Jimin sonrió con amplitud—. Espero que nadie se atreva a tirártelo a la basura.
N/A: 28.01.2025
Les comento que las notificaciones de la app están fallando. Para quien esté siguiendo historia de nuevas, como se trata de una corrección, actualizo a diario.
Besotes ❤️
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