Mi alarma sonó, eran las 10:00 AM, mis ojeras como dos bolsas de papas colgaban debajo de mis ojos, está muy claro que no recomiendo dormir tan pocas horas como yo dormí esa noche. De todas formas, cansada y con ojeras estaba muy emocionada porque Francesco vendría a mi casa a conocer una de las cosas más importantes de mi vida, Max.

Cuando miré mi celular no tenía ningún mensaje de él, seguro estaba durmiendo, decidí que sería apropiado escribirle y avisarle el horario para encontrarnos, "Buen día Fran, anoche me reí muchísimo, ahora estoy súper cansada. ¡Vení a casa a las 16:00 hs, Max y yo te esperamos!" Sin tanto preámbulo me decidí y lo envié.

Dejé el celular en mi mesita de luz y fui a la cocina a desayunar, ya todos estaban despiertos y sentados, casi sin poder abrir los ojos salude con un "buenos días", agarré mi taza y la llené de café. Mi madre me había indicado que terminara de despertarme y que vaya a lavarme la cara, sin decir nada hice caso para ver si mis ojos comenzarían a soportar la luz nuevamente luego de hacer lo que me dijo.

Funcionó, logré despabilarme bastante, volví y me tomé rápido mi taza de café, en pocas palabras le expliqué a mi padre quien era Francesco y le conté que vendría a casa, nuevamente Marco me molestó con sus chistes, lo ignoré y salí afuera con Max.

Él corrió alegre hacía mí, le hable de mi nuevo amigo, lo cepillé y le di una manzana. Se notaba que tenía ganas de recibir invitados, y yo también me sentía bien con la visita de Fran, tal vez no estaba tan mal haber apurado un poco las cosas para conocernos mejor.

Decidí que podría cocinar algo ya que él, durante la llamada, se había comprometido a traer algo para tomar. Fui adentro y preparé un bizcochuelo, no alcancé a romper el primer huevo que mi madre me tocó la espalda diciéndome que se había adelantado, ya nos había cocinado uno. Pensé, "¿qué haría yo sin ella?". Le agradecí con un abrazo y salí afuera para buscar a Max para ir al río como todos los días.