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Capítulo 35: Era tranquilo.

Fue todo tan raro, como de un día para otro ya no aparecían marcas, no había llamadas ni mensajes, tampoco sentía miedo y no me sentía tan perseguida. Era un nuevo día, un nuevo comienzo, a tan solo cuatro días de la vuelta a clases, y ya no se veían problemas cerca, todo había sido muy repentino.

Me pareció una buena idea salir con Max al río, hacía mucho que no íbamos y a los dos nos encantaba, le pregunté a Fran si quería venir con nosotros pero nos dijo que prefería quedarse a ayudar a mi padre con los trabajos en el corral, se notaba que de verdad quería hacerlo así que acepté y me fui. Comenzamos a cabalgar por el camino para luego saltar el alambrado y quedar en el destino.

Íbamos rápido, como siempre, sintiendo el viento y escuchando el sonido de los pájaros y de las plantas chocar con las patas de Max, nunca me voy a cansar de decir que es increíble, es una sensación incomparable.

Sin ganas de frenar el alambrado se acercaba a nosotros, Max iba a saltarlo, entonces yo tomé fuerzas y me puse firme, ya me había caído varias veces en ese proceso y no era nada agradable, no quería que se repita, así que me agarré y sentí la fuerza del caballo que tomaba impulso para saltar, y de repente el golpe de la caída, ya estábamos del otro lado.

Felicité a Max y nos acercamos caminando hacia la orilla que quedaba a unos diez metros. Me bajé y me senté, Max se acostó, no solía hacerlo, siempre se quedaba parado o comenzaba a comer donde estábamos. Saqué mi celular, tomé algunas fotos, cuando las vi se me ocurrió la idea de hacer una "toma panorámica", para que se pueda ver todo el entorno.

Seleccioné el modo y comencé a rotar, cuando ya había terminado la captura estaba ansiosa por ver el resultado, entonces abrí la galería y me puse a ver la foto muy detenidamente, haciendo zoom en la parte del bosque de arbustos que tanto me gustaba apreciar.

La foto había salido muy bien y estaba contenta con la toma, pero en un momento mi sonrisa se borró, algo me llamó la atención, quería hacer más zoom, pero la calidad no me lo permitía, cuando me di cuenta que era lo que había mi corazón comenzó a latir muy fuerte, era un hombre, me estaba mirando, y se veía bastante borroso impidiéndome identificar quien era. Cuando pude caer en todo lo que pasaba miré hacia arriba, estaba justo en frente mio, había avanzado mientras yo miraba la foto, lo único que nos separaba era el río.

Me puse de pie velozmente, Max hizo lo mismo. Empecé a mirarlo de abajo hacia arriba, vi que tenía los zapatos manchados de rojo, en la mano derecha unas enormes tijeras, en la izquierda una botellita con un líquido rojo que perdía, esa era la causa de la mancha en sus zapatos. Cuando observé su cara pude darme cuenta de quien era, era Stefano.

Quise disimular mi miedo, pero instintivamente mientras lo saludaba me subía arriba del caballo, en cualquier momento podía meterse al río y nadar hacia mi, en no más de aproximadamente cuarenta y cinco segundos ya estaría del otro lado. Tenía que salir de ahí.

"¡Hola Clara, no te vayas! Si llegaste hace poco ¿tan poco tiempo te vas a quedar?" me dijo él desde la orilla, al parecer hacía rato que me observaba, siempre había estado ahí. Yo tomé las riendas de Max y respondí forzadamente "Si, ya me voy, tengo que volver a casa, adiós, un gusto" no era un gusto, absolutamente no, pero debía disimular todo, tenía que intentar no ver la botella, no ver las tijeras, no ver nada porque todo podía ser perjudicial. "Qué lástima... yo quería charlar un poco, si querés puedo acompañarte a tu casa, estoy un poco perdido y me parece que desde acá no se volver a la mía" me dijo en tono penoso para que me compadezca.

"Mierda" dije entre dientes, se hacía la víctima, me quería convencer. "Perdón pero tengo que regresar ya mismo y voy a irme rápido, no puedo esperar. Para volver seguí el río contra corriente y en unos cuarenta metros estás en el camino y vas a ver tu casa." le respondí, sentía como mi corazón latía y como me temblaba todo el cuerpo, Max estaba alterado, le di la señal y salió al tiro, nunca comenzaba las cabalgatas a esa velocidad, se notaba que sentía lo que pasaba, él me entendía.

Sin mirar atrás podía sentir la presencia de Stefano, podía sentir sus ojos clavados en mi espalda, mis pensamientos me aturdían. Era él el de las llamadas, ahora todo tenía sentido, cuando Fran había olvidado su celular seguro había tomado mi número. También era él el que hacía las manchas en mi ventana, por eso andaba con su rara botella de pintura.

Era él que estaba queriendo entrar a mi casa para hacer vaya a saber quién qué cosa y hacer una nueva línea en el vidrio, estaba claro que no esperaba encontrarse conmigo en el trayecto por lo tanto sus planes estaban fallando.

Cuando llegué supe que el entraría a mi casa, estaba loco, no se iba a rendir y menos ahora que yo había huido. ¿Por qué, por qué me hacía todo tan difícil, por qué me molestaba, por qué en mi casa? Apenas llegamos bajé de Max, expliqué todo rapidísimo, mi padre metió al caballo al garaje para que esté refugiado y mi madre llamó a la policía.

Todos nos metimos adentro expectantes de quién iba a ganar la carrera, el móvil que viene de la ciudad a intentar ayudarnos o el loco de mi cuñado que viene a intimidarnos y seguir escribiendo mi casa con su asquerosa pintura roja.

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