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Capítulo 28: Una buena resistencia.

Cuando amaneció miré hacia abajo y vi que Fran seguía durmiendo, cuidadosamente y en silencio salí de la habitación y fui a buscar a Marco "Clara por favor, no le digas a mamá no voy a poder salir hasta los ochenta años si se entera. Te juro que cepillo a Max durante el tiempo que quieras para que no le digas" exclamó mi hermano apenas me vio entrar a la cocina. "No le voy a decir nada Marco, y a Max lo cepillo yo" Le dije seriamente, el me agradeció y me pidió perdón, yo no respondí y me fui afuera con Max.

Lo vi y se acercó rápidamente hacia mí, corte una manzana y se la di, ya quedaban pocas en el árbol, las más lindas se las había comido él y de las más pequeñas se encargaron los pájaros.

Mientras comía su manzana pude ver que en su pequeño refugio, habían remodelaciones, seguro mi padre había estado trabajando ahí y eso me alegró. Era una especie de corral techado elaborado con troncos de álamo y algunas maderas, él ahí se protegía de las lluvias y fríos.

En un momento escuché un golpe, algo romperse dentro de casa. Era obvio que era Marco, porque Fran dormía y mis padres no estaban, no sabía que pasaba entonces entré.

Cuando miré hacia la cocina vi a Francesco arriba de la mesada y a mi hermano arriba de la mesa, ambos con escobas y mirando hacia el suelo. Ignoré la totalmente rara situación y mire a mi novio, cuando lo vi se veía totalmente bien, cero malestar, dolor de cabeza, cansancio, nada. Definitivamente tenía una muy buena resistencia a las noches como la de aquella noche.

No entendía que pasaba, miré hacia el suelo en la dirección en la que ellos miraban y no vi nada, escuché un grito de Marco, no era el grito masculino que me esperaba de él teniendo en cuenta que siempre hacía sus típicos comentarios de chico valiente y protector, pero llevé mi vista al lugar que provocaba semejante susto.

Giré mi cabeza y vi a nada más y nada menos que un roedor, esto era la mismísima exageración en persona, era bastante grande a decir verdad, pero se veía asustado e inofensivo, salí afuera y alejé a Max porque él si que les tenía temor, cuando entré agarré la escoba y suavemente lo dirigí hasta la puerta, ni bien tocó el pasto tomó velocidad y lo perdí de vista entre los pastizales.

Cuando vi a los chicos pude ver sus caras de vergüenza, no esperaba menos, juntos nos reímos de la humillante situación. Cuando Fran bajó al suelo se acercó a mi y me saludó, nuevamente pude ver que se sentía bien "más cuidado borracho, no vaya a ser que un ratón termine cargando con vos y con tu ebriedad" dije sarcásticamente mientras me dirigía hacia el caballo para salir a montar un rato. "¡Muy graciosa Clara!" me gritó Fran entre risas.

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