Cuando llegamos a casa Marco ya estaba ahí, Fran y él se llevaron bastante bien, no me pareció nada extraño, ya que ambos son muy sociables, Francesco se había ido a bañar, y yo fui a mi cuarto, agarré mi celular y le conté absolutamente todo a las chicas, cada detalle, ellas no paraban de reírse y enviar audios gritando de la emoción, era como una película.

Las invité a que vengan a casa el día siguiente y ellas aceptaron, salí afuera y vi a Max, siempre tan hermoso, bajo su árbol, esta vez durmiendo, no quise despertarlo pero no puede evitar acariciarlo y abrazarlo, era reamente majestuoso, y sobre todas las cosas, era extremadamente bueno y fiel. Comencé a recordar todas las aventuras que habíamos vivido juntos y no pude evitar que mis ojos se llenaran de lágrimas.

Cuando volví Fran ya había terminado de bañarse, nuevamente vi sus rulos estirados y mojados, era una buena imagen para ver, no voy a negarlo, estaba con su celular en el sillón, cuando me vio levantó la cabeza y soltó su teléfono, lo apoyó a su lado. No dije nada y me senté a su lado, me contó que había estado hablando con Marco, y que tenían mucho en común. En un rato iban a jugar al fútbol, cuando mi desordenado hermano encontrara la pelota.

Me puse feliz por eso y le conté que iban a venir las chicas, que si él quería estar con nosotras no había problema, pero me di cuenta de que Marco me había ganado y que se iban a ir juntos a comer al club, no iba a estar en todo el día. Eso no cambió nada en mí, iba a poder estar más días con Fran, y siempre la pasaba súper bien con las chicas. Le dije que no había problema, y justo cuando Marco volvió con la pelota mi madre nos llamó a cenar.