Capítulo 10: Situación esponjosa...
Como no se veían interrupciones en el camino, ni de celulares debido a que esa vez no lo llevaba, le dije a Max que podía comenzar a correr, galopar es una de las mejores sensaciones de mi vida, el viento de frente, el pelo ondeando atrás, las pezuñas de Max golpeteando el suelo y su bello pelaje moviéndose al ritmo del trote, vivir eso no tiene precio. Todo era hermoso, hasta que de golpe pude ver como un rebaño de ovejas cubiertas completamente de pelos venía hacía nosotros a toda velocidad, preparadas para impactar contra Max como un choque de dos autos ocasionado por no respetar un semáforo.
Asustada le grité a Max que frenara y tiré de su crin suavemente, él, muy inteligente obedeció y frenó al instante haciendo que casi salga despedida hacia adelante. Me bajé del caballo y trate de hacer una especie de muro con mi cuerpo para que las ovejas se asusten con mis gritos y vuelvan a su campo. Imaginé que serían del vecino, aunque su pelo no solía ser tan largo y esponjoso; hasta que a lo lejos lo vi, ahí estaba Francesco, corriendo atrás de las ovejas pensando que así podría llamarlas y atraerlas. Corría muy rápido, estaba desesperado.
Cuando me vio dejó de correr y se tumbó en el piso, se notaba que estaba muy agitado. Comencé a silbarle a las ovejas para que se tranquilicen un poco, para que comenzaran a regresar, salgan del camino y permanezcan quietas y juntas, me fui con Francesco, Max me siguió.
"Por lo que veo estoy segura de que no tienes idea de como controlar un rebaño" exclamé en forma de chiste, él se comenzó a reír y me dio la razón, me agaché y corté un poco de alfalfa para mi caballo, el italiano lo miró, me di cuenta de que no lo había notado antes. Se paró rápidamente y lo acarició "Es bellísimo" exclamó Francesco como en una especie de hipnotización, asentí con una sonrisa y le di un poco de alfalfa para que él también lo alimentara, me di cuenta de que quería hacerlo, lo hizo y volvió a acariciarlo, Max le respondió con un resoplido.
Le pregunté de quién eran las ovejas, me dijo que su padre se las había aceptado a un granjero amigo para que puedan pastar en su terreno y una vez alimentadas devolverlas a su lugar, pero que el alambrado se cortó y todas habían salido, también dijo que correrlas por todo el campo intentando que vuelvan no era una buena idea.
"Chico de ciudad" pensé yo, era el típico insulto que usaban los de acá, principalmente el vecino de la tranquera. Era simplemente denigrante. Le dije que podía ayudarlo a llevar las ovejas, y aceptó, de todas formas no tenía otra opción ya que él solo no sabía como hacerlo. Indiqué a Max lo que había que hacer y me entendió perfectamente. Luego le dije a Fran que se suba, me miró con desconfianza pero aceptó, prometí que iríamos lento, que el caballo no trotaría.
Fuimos rodeando el rebaño hasta que lo tuvimos adelante y luego con el paso un poquito mas rápido fue fácil llevarlo nuevamente al campo de Francesco, cuando llegamos me agradeció, cuando miré hacia la entrada pude ver a su padre enojado a lo lejos. Fran se bajó del caballo, yo hice lo mismo y caminé unos metros más detrás de las ovejas para que entren completamente, levanté el alambrado y lo apoyé en un palo para que no vuelvan a escaparse en el momento.
Él me pidió perdón por la molestia y me agradeció con un abrazo, ese abrazo, fue el más cálido que había recibido en días, deseaba que no terminara nunca, pero ahí estaba su padre, expectante, preparado para regañarlo, tal vez en italiano, no lo sé.
Me agradeció nuevamente, acarició a Max y se alejó con un "nos vemos ésta tarde". Me subí al caballo y regresamos a casa.
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