Era una tarde calurosa en Fondo de Bikini y nuestros amigos una vez más estaban luchando contra el incansable  Plankton.

—Un pirata saqueador de tesoros a las 2 en punto, Don Cangrejo —gritó Bob Esponja señalando algún punto del Crustáceo Kascarudo.

—Bien hecho muchacho —respondió el crustáceo.

Una vez más Plankton fue capturado en su intento de robarse la fórmula secreta de la Cangreburguer, esta vez manejando un robot de un pirata hambriento.

—¿Cuántas veces debo decirte que mi fórmula nunca será tuya?

—No me rendiré Cangrejo, pronto esa fórmula será mía y todo Fondo de Bikini —y comenzó a reír malévolamente.

Don Cangrejo lo cogió de las antenas y lo lanzó con todas sus fuerzas afuera de su restaurante hacia el Balde de Carnada.

—Ese pillo nunca aprenderá, así que atento Bob porque sé que volverá.

—Si, señor.

—Ahora a seguir trabajando muchacho que mi dinero no llegará solo.

Bob Esponja de un salto se fue hasta la cocina y se puso a producir cientos de cangreburguers como lo hacía cada día.

***

Ya en el Balde de Carnada, Plankton se sobaba la cabeza luego del golpe.

—Maldito Cangrejo, ya no sé qué hacer para que esa fórmula sea mía.

En eso una voz femenina hizo eco en las cuatro paredes del cuarto dónde se encontraba Plankton, era Karen.

—Pues mientras tú estabas jugando a robar la fórmula de la misma forma de siempre, yo estaba ideando un plan que no va a fallar.

—¡Oh, Karen! Dímelo...

Karen, la gran computadora comenzó a explicar en su pantalla lo que había ideado y una sonrisa se dibujaba en el pequeño ser unicelular.

—Ese plan es perfecto... Este fue mi último intento fallido. Pronto Cangrejo se va a arrepentir de todas las veces que me humilló y Fondo de Bikini por fin será mío.

—Dirás nuestro, querido —mencionó la computadora.

—Ah, si si, nuestro...

Los días de libertad que gozaba Fondo de Bikini, hasta ese momento, estaban contados. Plankton había hallado la forma de apoderarse de todo lo que, hasta hoy, se conocía.