Hace tiempo en un lejano lugar existió un joven. Con saco puesto y una rosa adornando su solapa esperaba en el altar a su prometida. Pobre novio, anocheció en medio de una tormenta y él no desistió en esperar por ella.

Los invitados lo veían con pena, algunos otros se retiraban con vergüenza. La iglesia poco a poco iba quedando vacía a excepción de dos familias una más afectada que otra, pero ambas sufriendo a su modo.

— ¿Dónde está mi hija? — sollozaba una triste mujer de cabellos grises, belleza indiscutible y de posición acomodada, sin embargo, de nada serviría. De ahora en adelante su familia cargaría con una agonía de no saber el paradero de su hija.

La mitad de la familia Kim fue en busca del alguacil en compañía del padre de Yoongi y hermano. Jihyo, madre de la desaparecida lloraba inconsolable mientras se retiraba del templo, ahora solo se encontraba dentro Yoongi.

Sumido en la tristeza, con la mirada perdida en dirección al altar, se encontraba sentado. Derrotado era poco decir cuando el reloj dio las diez de la noche. El padre que auspiciaría la misa vio todo el evento desastroso.

Namjoon era nuevo en el pueblo, devoto desde su niñez y por su familia, incursionó y dedicó su juventud al sacerdocio. Hoy se le notificó que celebraría su primera boda. Ese día comenzó de muy grata manera, al entrar al templo las mujeres ayudantes de la iglesia, adornaban con hermosas flores y telas los pasillos y paredes. Los invitados entraban sonrientes por la dicha de ver a una pareja de jóvenes uniendo sus vidas como dios mandaba. A primera vista pudo observar al círculo familiar de la pareja sentada en los primeros asientos. Salió a saludarlos porque además de que esta boda simbolizaba un sacramento de dios, también personalmente era su primera celebración y agradecía que fuera rodeada de amor.

A simple vista el novio estaba de pie en el altar por voluntad propia y podía afirmar por comentarios que la novia también había esperado este día.

Que tristeza fue ver que mientras pasaba una hora las dudas y susurros comenzaron a surgir. Yoongi, el joven novio de 18 años empezó a manifestar angustia y decepción. Con el transcurrir de la tarde y como si fuera sentencia de muerte, el lugar quedo en absoluto silencio.

Yoongi mantenía la flor ahora en su mano, retirando pétalo por pétalo, así se quedaba sin rosa. El sonido de pasos se escuchó y de su hombro sintió un apretón, era su madre.

— Vámonos Yoon, Dahyun no vendrá — la mujer quiso ser fuerte, pero parecía muy difícil pronunciar tales palabras — vamos mi niño, te llevare a casa y podrás descansar —

— Madre, no puedo. Quiero permanecer un poco más aquí, regresare a casa cuando me sienta mejor. Por favor — tocó las manos de su madre para calmarla — necesito pensar y este lugar es perfecto —

Su madre entendió aquella petición y se retiró en silencio.

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En otro lugar, un hombre mantenía su caminar hacia donde se realizaría la boda. No le importó que la lluvia le haya alcanzado. Su ropa y calzado a estas alturas ya se encontraban empapados causando un peso extra en su andar, pero no se detendría por nada del mundo. Su vista se nublaba, las gotas estaban golpeándolo y una bruma comenzaba a llenar el campo. Un poco más y llegaría.

Creía que él era el único loco que podría caminar en medio de este clima, a lo lejos distingue una silueta y no puede concluir de quien se trata. Se atreve a pensar que puede que sea una mujer, por los movimientos que hace. Como si no le afectara el granizo que cae, la mujer vestida de blanco da giros armoniosos imitando un Vals, mientras su cabello es alzado por el viento. Mas pronto de lo que pensó, la silueta desaparece.

El hombre impresionado sigue hacia su destino. Evita que aquel macabro evento lo contagie de miedo. No debía retractarse.

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Cuando la tormenta comenzaba a azotar las puertas, Namjoon tuvo que cerrarlas, además que era seguro que nadie iba a regresar. Ya era de noche y debía ir a orar. Su alma caritativa le hizo acercarse al joven novio para ofrecerle una habitación o compañía, aunque ya estuviera cansado.

— Joven Min — habló bajo — ¿puedo tomar asiento? — el chico nota su presencia y sorprendido le indica que puede.

— Disculpe padre, creo que he echado a perder su primera celebración — Yoongi luchaba para que sus palabras no salieran torpes y la tristeza no se hiciera presente en tartamudeos. Se limpia la cara. Al pensar que estaba solo, se permitió llorar por unos minutos.

— Nada de eso — Namjoon modula su voz para no asustar al chico — estar al servicio de nuestro dios, es estar al servicio de nuestro prójimo. En la congregación nos enseñaron que a la vida hay que abrazarla con todo lo que ella conlleva. Reír cuando tu prójimo ríe y llorar cuando nuestros hermanos lloran —

Yoongi avergonzado baja la vista, sin duda sería un día que recordaría por toda su vida.

— Tal vez, no tenga las palabras correctas para apoyarte mi amigo, pero puedo acompañarte en tu dolor. Si lo necesitas y debido a esta tormenta bestial, puedes ocupar una habitación del monasterio. Si tu alma pide el abrazo silencioso de la iglesia entonces te abrazara —

— Gracias padre, en estos momentos lo que quiero es solo desaparecer. Envolverme entre las mantas y que el mundo olvide mi nombre. Estoy seguro que no podre pisar el pueblo sin que la gente me mire con compasión —

— No te mentiré, eso no lo sé con seguridad. Pero si te sirve, aquí siempre se aceptarán manos para ayudar. El templo la mayoría del tiempo se encuentra en paz a excepción de visitas espontáneas — con amistad ofreció un trabajo temporal.

— Le agradezco su preocupación y la ayuda — con un poco de pena comentó — trabajo en el campo. Mi familia posee tierras que debo cuidar, me supongo que ahora no tendré distracciones. Pensaba trabajar en el banco del pueblo cuando desposara a Dahyun, pero esa decisión está más que descartada — con un ligero temblor dejó de hablar. Pensar en Dahyun le hacía daño. Se aclaró la voz — pero me encantaría volver cuando no haya gente y meditar en la comodidad del silencio — estaba sorprendido por su actitud, él era un poco temperamental con desconocidos, tal vez el aura que emanaba el padre Namjoon le hizo sentir a Yoongi esa comodidad y paz que hoy más que nunca necesitaba.