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Capítulo IV: Pesadillas y premoniciones

Al día siguiente, Jésica había llamado al hospital Alberdi para saber la condición en la que se encontraba Jesse. Después de hablar durante diez minutos con una inepta enfermera que se quejaba diciendo que había llamado por "boludeces", le pasaron con uno de los encargados, el cual le pasó con el doctor Manuel Vegas. Las señales que le dieron eran buenas, al menos para ella, porque el estado de Jesse estaba mejorando considerablemente. Aún no podía caminar, ni hablar y le costaba escribir, pero al menos sus órganos funcionaban como deberían.

Al día siguiente, Jésica volvió junto a Clara al hospital dónde se encontraba Jesse internado. Después de esquivar a unos cuantos periodistas, llegaron a la sala principal, vigilada por los guardias del centro de salud; y entonces lo vieron salir en una silla de ruedas. Lucía un estado favorable, aunque aún no podía hablar bien. Según el doctor Vegas, ya podía comer solo y esa noche se quedó mirando la televisión en el canal TNT, una maratón de las películas de Harry Potter desde la primera hasta la séptima. En ese instante, Jesse se encontraba ya frente a su familia, pero necesitaba aún ser cuidado por ellos, y después de la mudanza de sus padres a España, podían encontrar como mejor cuidadora a su hermana mayor.

—Acepto el encargo. —dijo Jésica. Su hermano era lo que más la movía en ese momento, el hecho de que siga con vida la conmovía aún más de lo que la aterraría, ya que pensaba que solamente en sus sueños podía verlo nuevamente así. Ella solía pensar que cada vez que aparecía mientras dormía, era realmente su alma visitándola para hablar, una vez soñó que estaba tomando el té con él en un palacio bastante bonito; un arroyo corría en ese lugar, y un pequeño barco lleno de hormigas seguía su curso.

—Me alegro que nuestro paciente tenga una hermana tan fiel a él. —felicitó el Dr. Vegas

—Muchas gracias —contestó Jésica—, es mi hermano, no sé qué podría hacer sin él.

Un fragmento del diario La Nación el 2 de mayo del año 2022, escrito por Ezequiel Aranda:

Ese día vimos a Jésica visitar el hospital, su hermano, Jesse, se encontraba en silla de ruedas. En ese momento, ella sabía que tendría que cuidar de su hermano mientras éste esté discapacitado, sin embargo, no le importó la idea de cumplir con ello. Esperamos que Jésica logre cuidarlo bien...

—Sabes que no me importa cómo te encuentres —dijo Clara—, me gustarás siempre, mi amor. —agregó. Jesse apenas podía gesticular, sin embargo, Clara dedujo que él estaba sonriendo de alguna u otra forma. Estaban caminando por la ruta directa hacia su casa, quedaba tan solo a un par de kilómetros de ahí, sin embargo, sabían que llegarían muy pronto. En el interín se acercaron a un negocio de ahí para comprar una Coca-cola y unas doritos las cuales fueron comiendo en todo el camino de regreso; aunque por pocos minutos que duraron cada uno de los paquetes.

Habían pasado un par de noches desde que Jesse había salido del hospital, y Jésica, junto a Clara, tenían que acostumbrarse a la nueva vida que iban a tener después del suceso. La noche anterior, Jésica había comprado una serie de DVDs de Quentin Tarantino para que Jesse pudiese verlo en la televisión a altas horas de la noche, cuando no podía dormir. Ella no se tomaba su trabajo a la ligera, pues, su hermano debía tener todas las comodidades del mundo, pero su peor enemigo en ese entonces, era la prensa; intentaba a toda cosa evitarla para que su privacidad no saliese a la luz, aunque sabía que poco a poco las cosas se filtrarían a todo el mundo. Jesse era un gran empresario, todos sabían de su muerte, y su resurrección había causado un revuelo en todos. Intentaría no hacer más mediático el asunto de lo que ya era, y que la ciencia haga lo suyo para investigar qué fue lo que ocurrió realmente. Una de las hipótesis que había cobrado fuerza era que él había sido drogado con algo, y después de enterrado, alguien abrió su tumba para llevárselo para algún fin macabro que hasta el momento nadie sabía.

Ese sábado, Jésica había preparado una fiesta junto a Fernando y un par de conocidos cercanos de la empresa Angelscotter Enterprise, con el fin de celebrar que Jesse seguía con vida. Ella compró por la mañana todas las bebidas alcohólicas, mientras que Clara compró una torta con un corazón dibujado encima. Después de ello, se reunieron en el portal que se encontraba en la casa de Clara. Ambas llevaban las bolsas con todo aquello que habían reunido para ese día, sin embargo, cuando llegó la hora, no habían asistido muchas personas; quizás la impresión de ver a alguien que se suponía que estaba muerto les daba escalofríos, o creían que era una broma, sin embargo, unos pocos llegaron a asistir a la fiesta que ambas habían planificado.

La puerta de entrada se abrió para dar paso a los miembros de dichas empresas, quienes debían mantener cierta confidencialidad de aquello que se charle en la reunión. Ellos aceptaron, indudablemente, puesto a que era una situación bastante privada. Clara les permitió el paso a todos; Fernando había llegado, ya que ese día, el Shabat, no trabajaba. La raíz judía de Fernando le permitía ese día aparecer en la casa de Jésica, y tomárselo como descanso. Normalmente tenía sumo cuidado con el tipo de comidas que le tocaba comer, sin embargo, era fanático del alcohol.

Los invitados se sentaron alrededor de la mesa que se encontraba en la sala; la luz del sol que provenía de la ventana, iluminaba los objetos más cercano, dejando ver el polvo que flotaba en el ambiente, sin embargo, esto era considerado natural en cualquier tipo de casa. Clara regresó con una botella de Johnnie Walker, la abrió frente a todos, y comenzó a servir en cada vaso. Con Jesse tuvo sumo cuidado al respecto del alcohol, debido a que temía empeorar la situación en la que se veía involucrado. El chico, sentado en una silla de ruedas junto a la mesa, extendió las manos para que al menos le sirvieran una Coca-cola.

Durante el día siguieron brindando y tomando bebidas alcoholicas. Fernando enseñó a Jésica todo aquello que ella no sabía sobre el judaísmo, aquello que podía comer, tradiciones, y demás cosas. Ella escuchó encantada, aunque realmente se la pasó pensando en cómo sería una vida junto a él.

—Jésica —llamó Clara—, ¿Acaso no fuiste la que me tapó el baño vomitando la última vez? —preguntó.

—Y-yo no...

—Sabemos que te gusta mucho el alcohol, tanto así, que no puedes evitar consumirlo si se presenta la oportunidad.

Jésica sabía que Clara tenía razón, pero ella no cedería ante la explicación burlesca, y no quería que Fernando escuche todo eso para evitar verse menos atractiva. Clara no tomaba bebidas pesadas, sino que se conformaba con un vino, quizás Cabernet Suavignon, o algo similar. Jésica, en cambio, solía tomar Wiski, tequila, o aquello que tenga en mano; aunque solamente en tiempos de fiesta. Fernando también se moderaba con el alcohol, aunque lo consumía de todas formas; los vinos que tomaba él eran especiales, ya que debía seguir la tradición judía.

—¿Eso es cierto? —preguntó Fernando.

—Nah —repuso Jésica—, ella exagera.

—¿Crees que exagero? —preguntó Clara de forma sarcástica.

—Sí —repuso Jésica—, totalmente.

En ese momento Jésica soltó la botella de wiski que tenía en la mano, esperaba que nadie piense en ella como una alcohólica, sin embargo, se tranquilizó ante la respuesta de Clara.

—Era broma —agregó Clara, dando un golpe en la mesa mientras reía. Poco después, abrazó a Jésica— Tranquila, ando peor yo, cuando voy con un par de tequilas encima.

Jésica se apartó un poco, sin embargo, su amiga, Clara, volvió a acercarse a ella como si fuesen imanes de polo opuesto. Clara era divertida y emocional, sin embargo Jésica era bastante tímida, lo suficiente como para odiar mostrarse al público llorando. Ellas se conocían lo suficientemente bien como para saber las bromas que se hacían; y eso había sido así desde la escuela secundaria, cuando se vieron por primera vez en clases de Biología, en la cual Tercer año del salón A, se había juntado con el salón B para realizar disecciones de sapos (ya muertos) en aquel lugar. Jesse, quien se encontraba dos años más abajo, tenía como interés romántico a Yanina, la chica popular de su salón, sin embargo Clara sentía atracción por él debido a su inteligencia, era el nerd de su curso, y se la pasaba todo el rato con aparatos tecnológicos en la mano. Se había anotado al club de aficionados a la robótica desde su primer año, y a un club de Dungeons & Dragons desde el año anterior. Él no sentía atracción hacia Clara en ese momento debido a que era nueva en el curso, y en ese momento no se habían cruzado nunca a excepción de una vez cuando esperaban en la fila para ir al baño. Jésica nunca había montado a caballo hasta que la conoció a ella, cuando hizo su primera ruta en uno de los viajes hacia Duggan cuando fue invitada. Como Clara le había dicho una vez, si tuviese que saltar en paracaídas sería la primera en hacerlo. Jésica no veía con buen ojo esa actitud temeraria, debido a que la quería mucho como amiga y tenía miedo de que se haga daño.

—Tranquila —exclamó Clara—, sabes que te quiero mucho; eres como una hermana para mí. —agregó.

—¡Boluda! —bromeó Jésica— ¡Idiota! ¡Te adoro!

Extracto del periódico Noticias Castelli, el 10 de mayo:

Muere un grande

Ésta mañana, el Hospital Alejandro Posadas nos informó del reciente fallecimiento del célebre artista Juan José Parissi a causa de una enfermedad terminal de origen desconocido.

Fue internado el pasado martes 3 debido a complicaciones respiratorias. El mundo de la música está de luto.

Jésica se había despertado esa noche de manera repentina a las 04.06 de la mañana, tuvo un sueño bastante malo, sin embargo, Clara se despertó por sus gritos y estuvo ahí para consolarla.

—¿Qué sueño tuviste? —preguntó Clara.

—Había un monton de hombres con túnicas. No podía moverme por mi cuenta, mi cuerpo funcionaba solo... 

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