Capítulo 19: Arquería de primera y armadura terrorífica.
La neblina seguía siendo notablemente espesa a los alrededores de ese sueño decadente y tan mal oliente, que volvió a hacer que Abeliel se cubriera su nariz con su manga, pero había algo que la gruesa capa putrefacta no podía ocultar, y eso era unos gemidos quejosos que atravesaban el ambiente de forma lastimera, lo que lo guío a su objetivo.
—¡Ahí! —después de atravesar unos arbustos resecos, y que sus ramas salpicaran a su frente hasta rebotar contra el suelo, dio con un par de individuos: uno estaba sujetando al otro de su garganta, y claro... este par de seres discrepaban terriblemente entre sí, ya que uno de ellos no se veía como un humano, porque cargaba con una armadura azul casi negra, la cual le cubría todo el cuerpo a excepción de un único ojo, con el cual miró a Abeliel de inmediato al notar su presencia—. Ya ha perdido casi por completo su humanidad... —se informó así mismo manteniéndose en tensión en ese momento, y aunque estaban solamente mirándose, aquel ser empezó a soltar unas extrañas estelas negras que no llegaban a ser vahos, porque si se prestaba la debida atención, podía notarse que estaban conformadas por pequeños puntos muy diminutos como para saber qué eran a simple vista, pero la víctima que ese demonio estaba cargando sí que lo sabía, pues tuvo que lidiar con él previamente, así que, en su desesperación, logró aflojar apenas un poco el agarre en su cuello y gritó:
—¡Abeliel corre, eso es...! —sin embargo, antes de que pudiera terminar la oración, la mano de ese ser no humano, se movió con velocidad, metiéndose violentamente en la boca de Alaniel, quien se ahogó con ella y, para desgracia de Abeliel, fue testigo de una escena dantesca, pues apenas esa mano retrocedió, lo hizo con la lengua de Alaniel, arrancándosela así desde la base y creando una aberrante fuente de dolor como de sangre. Si bien, los gritos de Alaniel no podían escucharse, la cara de horror como de sufrimiento no se la quitaría nadie; nadie excepto este aterrador ejecutor, quien no iba a dudar en hacerlo, pero cuando amagó después de soltar ese pedazo de carne que le había quitado, Abeliel de inmediato reaccionó, tensó su arco, y le arrojó una flecha de luz, la cual rebotaría en esa gruesa armazón, sirviéndole un momento de distracción a la criatura, para permitirle a Abeliel llegar en el tiempo en que la flecha de luz girara por el aire hasta desaparecer, y entonces azotó usando su arco contra el enemigo, el cual paró su ataque con el reverso de su brazo, haciendo que Abeliel frunciera el ceño, pero aun así no retrocedió, e infligió más presión sobre la zona, logrando que la cuerda de su arco desquebrajara esa armadura, cosa que al ver esto su contrincante, decidió al fin soltar a Alaniel al lanzarlo lejos para así concentrarse en Abeliel, quien recibió al minuto siguiente un zarpazo en su ojo derecho, y que gracias a Dios pudo esquivar del todo al lanzarse hacia atrás, de otra forma, le hubiese arrancado el rostro.
—Es más peligroso de lo que pensé... —indicó llevándose ahora una mano a la zona, de la cual la sangre llegó a bañársela casi en su totalidad, pues la herida era profunda, lo que le aseguraba a Abeliel que Alaniel no era el único que saldría sin algo de ahí ese día... es decir, si es que realmente lograban sobrevivir. Y mientras tenía ese pensamiento, miró a Alaniel, quien se sentaba en el suelo ahora, con sus dos manos cerca de su boca, de la cual brotaba grandes cantidades de sangre; era un cuadro realmente horroroso; uno que le apretujaba el corazón, pero no tendría tiempo para centrarse en eso, porque de inmediato ese ser lo señaló, haciendo que esas cosas negras se abalanzaran contra Abeliel, cuestión que logró esquivar al comienzo hasta trepar unos cuantos árboles de algunos saltos, aunque al terminar suspendido en el aire y por no tener donde apoyarse se vio en la obligación de sacar sus alas, las cuales aletearon para posteriormente con un movimiento de mano, crear un escudo alrededor que sirvió para confundir tan solo un momento a esa plaga, la cual un segundo después se le pegó al escudo—. ¿Son insectos...? —expresó observando ahora mucho mejor de qué se trataba, y entonces, acomodando su arco en su hombro, hizo un movimiento de manos que invocó el poder del rayo, electrificando así el campo que lo envolvía para entonces chamuscar a esas cosas que intentaban llegar a él, lo que posteriormente los convirtió en una ceniza negra que cayó al suelo, por último, Abeliel volvió a manipular su arco, y entonces acometió contra su contra parte, lanzando unas cinco flechas que fueron despejadas por una espada que esa armadura andante había desenvainado de algún misterioso lugar—. No puede ser... tiene hasta la habilidad de invocar armas... ¡ya no hay ninguna posibilidad de salvarlo! —exclamó completamente indignado, y antes de que pudiera siquiera tomar medidas, algo atravesó el aire pasando a su lado, más un gran dolor en su ala izquierda lo hizo empequeñecerse—. ¡Ugh! ¡Mi... ala! —dijo dirigiendo su mano hacia la dichosa, y dándose cuenta con un solo vistazo, que en su plumaje faltaba un espacio circular que había sido hecho por algo que le había arrojado ese ser; de alguna forma, y pese a su escudo, se las había arreglado para destruirlo y provocarle esta herida que no podía llegar a tocar, a lo que a falta de estabilidad, simplemente colapsó ferozmente en picada al suelo.
—¡...! —Alaniel, quien estaba ensimismado por el dolor que tenía en su boca, salió de ello al asustarse por ese aterrizaje tan pronunciado que se dio Abeliel a su lado, dejando así un cráter con ese muchacho dentro, así que, con ojos llorosos, apenas y se enderezó un poco para curiosear la escena, viendo cómo ese rubio ahora se sentaba sobre la tierra en un intento por reincorporarse, aunque al minuto siguiente fue pisoteado de repente en el pecho, obligándolo a recostarse de nuevo, por lo que inmediatamente Alaniel pensó que si no hacía nada, ese demonio iba a matarlo!, pero... ¡qué podría hacer un ángel mixto tan débil como lo era él, y que para colmo le habían arrancado la lengua!; ni siquiera podía gritar para pedir ayuda, de modo que entró en pánico agarrándose la cabeza, en especial cuando vio que ese demonio alzaba su arma con la intensión de darle mate a Abeliel, cosa que no pudo soportar, así que cerró los ojos esperando el baño de sangre que seguiría después de eso. Finalmente todo indicaba que este rescate había sido un fracaso, o al menos casi lo fue, de no ser porque Alaniel escuchó algo cortar rápidamente el aire en repetidas ocasiones, rebotar sobre una superficie dura con la cual ya estaba familiarizado a él dicho sonido y, por último, el nombre de Kadmiel que provino de los labios del rubio fue lo que lo motivó de nuevo a abrir los ojos, dando por fin con ese valiente guerrero, quien ahora estaba invocando hojas de viento, y arremetiendo contra ese demonio desde diferentes direcciones, permitiendo de esta manera que el pie que impedía que Abeliel se levantase fuese retirado, dándole entonces la oportunidad de rodar e impulsarse por su instinto de protección, es aquí que tomó a Alaniel llevándoselo rápidamente consigo al lado de Kadmiel.
—¡Kadmiel, estás aún muy herido como para usar magia elemental! —lo regañó mientras soltaba a Alaniel, luego se dirigió a éste—. Ve a esconderte en alguna parte mientras nosotros nos encargamos de él. ¡Rápido! —una vez dicho esto, Alaniel asintió, y salió corriendo hacia un conjunto de árboles en descomposición.
—Eso no importa ahora —advirtió sudado por el esfuerzo que hacía, pero manteniendo su concentración en la batalla, y aunque no le había quitado el ojo de encima a esa dañina criatura, un golpe que no vio ni él o Abeliel, cayó como ventisca sobre el torso de Kadmiel, mandándolo a volar hacia atrás para chocar con unos cuantos árboles huecos que terminó por derribar de una sola estocada, dejando así detrás su espada que quedó también danzando en el aire a una considerable altura por encima de la cabeza de Abeliel, y para cuando éste volteó se dio cuenta de que la única parte humana que había visto en ese chico, ya había sido cubierta con el resto del casco de esa armadura, la cual se entre abrió a la mitad demostrando que sus dientes se habían transformado en afilados colmillos, que en consecuencia, soltaron un gran alarido mientras una espesa baba se derramaba de esa ahora demencial abertura, para próximamente, abalanzarse de un solo impulso hacia ese rubio; otra vez eran uno contra uno. En esta clase de circunstancias, no había tiempos medios, así que Abeliel usó su arco para protegerse, logrando desviar el primer zarpazo, el cual le dejó a la vista el rasguño que le hizo antes y que vio que estaba más pronunciado, quizás por la anterior ofensiva de Kadmiel, por lo tanto, se le ocurrió aprovechar que tenía a la mano la katana de su amigo a unos segundos de caer, y de este modo la atrapó en el aire e hizo uso de ésta, regresándole un contra ataque sobre la misma zona un par de ágiles veces, e inesperadamente, la segunda vez que dibujó una línea sobre ese lugar consiguió cortarlo, posterior a esto, el demonio retrocedió sujetándose ahora lo que le quedaba de su miembro, y completamente en shock, dejó incluso el arma que tenía al lado de su brazo perdido.
—Al final... parece que sí tiene alguna debilidad... —dijo Abeliel enderezándose justo en ese momento, y para su sorpresa, alguien empezó a aplaudir, por lo que miró de reojo a Alaniel, quien seguía oculto a la vista, y sujetándose con sus manos el rostro; si él no era el que estaba aplaudiendo, entonces... ¿quién?
—¡Qué gran habilidad! —una voz masculina, algo juvenil, e incluso relajada, desveló una felicitación poco apropiada para el momento, e inmediatamente Abeliel dirigió su ojo bueno al sujeto, quien por fin reveló su paradero, el cual estaba detrás de ese demonio—. ¡Hola! —el hombre, o más bien, muchacho, que tenía cabello blanco como la nieve, un bien estructurado torso marcado con impecables músculos, y una gran cantidad de cicatrices por todo el cuerpo, saludó casualmente a Abeliel, desconcertándolo completamente.
—Qué... —iba a preguntarle cuál era su identidad, pero la herida que ese chico tenía en su abdomen le llamó más la atención, es por eso que sus palabras no terminaron de salir; ese joven no traía vestimenta en su torso, así que era fácil examinarlo... por lo que dadas las circunstancias, ¿acaso no había salido recientemente de una pelea?, sin mencionar... que el demonio que estaba entre ellos por alguna extraña e inquietante razón, dejó de moverse desde que apareció, e incluso parecía que había intentado disimular su existencia; se podía decir que estaba ahora mismo congelado delante de ellos, por eso es que miró de nueva cuenta a Alaniel para asegurarse de que estuviera bien, y efectivamente, lo estaba, no obstante, cuando volteó a ver de nuevo, ese muchacho ya estaba al lado de ese demonio como si nada, y es más... le había posado la mano sobre el hombro al mismo—... —anonadado por esta escena tan inusual, directamente las preguntas que quería hacerle no salieron, pero el miedo; el miedo empezó a formar parte de Abeliel.
—¿Qué ocurre? ¡Te estás poniendo pálido! —se burló de él después de soltar una carcajada alegre, y de ahí miró al poseído—. No te preocupes, yo solo vine por este chico —señaló con un dedo al demonio, desconcertando aún más a Abeliel, puesto que esa cosa era demasiado fuerte, y si se quedó paralizada con ese peliblanco... ¿qué tan sobrecogedor era éste otro? Sin embargo, sus pensamientos se interrumpieron un segundo, porque luego se dio cuenta de que ese muchacho lleno de cicatrices lo volvió a mirar, y esta vez con una mano en la barbilla como si lo estuviese evaluando—. Aunque a decir verdad... veo que eres muy atractivo... y fuerte también... —le dijo dándole una buena mirada al cuerpo y rostro de Abeliel, quien de inmediato se sintió incómodo, así que retrajo sus alas, como así también apretó los labios en señal de ello—. ¡Pero luego hablaremos de eso! —se carcajeó de nuevo ese elocuente personaje, y un instante después, como si su idea inicial fuera formar parte de la pelea, con una gran velocidad sorprendió al demonio al tomarlo del casco, quien se estremeció del miedo apenas un leve momento, y en tan solo un parpadeo, este chico le arrancó la cabeza de cuajo como si se tratara de retirar una uva de una rama, por lo mismo, Abeliel abrió ampliamente su ojo bueno quedando ahora completamente helado al igual que Alaniel, donde éste último se terminó por desmayar al momento en que observó cómo ese nuevo invitado le echaba una mordida a la cabeza de ese tipo. Esta nueva y aterradora interacción, revelaba en consecuencia la verdadera naturaleza infernal de este recién aparecido personaje, quien se degustaba con los restos como si estuviera disfrutando de alguna manzana.
—... Dios mío... —Abeliel se llevó una mano a los labios por la fuerte impresión, y retrocedió un paso por el blasfemo escenario que se le presentaba; si bien no había logrado definir los orígenes de ese chico en un comienzo, ahora estaba seguro de que se trataba de un demonio de tan alto nivel que podía ocultar su naturaleza original, para colmo, las heridas de éste empezaron a regenerarse después de empezar a alimentarse de esa manera tan absurda, generando no solo ese resultado, sino que Abeliel se descompusiera del asco, por eso terminó arrodillado y llevándose una mano al estómago. ¡Cómo era posible que existiera semejante espécimen dentro de su mundo!, pero mientras divagaba, escuchó un golpe sordo, el cual le hizo levantar la cabeza, y entonces ya para ese momento, el cuerpo del decapitado había caído al suelo mientras que el que le dio muerte, ya se estaba relamiendo los labios en lo que se limpiaba los restos de sangre con su pulgar del rostro.
—Bien... ahora sí podemos hablar —comentó éste, y como si nada hubiese pasado, el peliblanco se acercó a Abeliel parándose delante suyo para más tarde extenderle su mano; se la estaba ofreciendo para que se levantara—. Me llamo Zelgadis, es un placer conocerte —de inmediato, Abeliel pareció recobrar algo de valor, y lo miró con severidad sin darle importancia a lo que éste le ofrecía, por lo que a la falta de reacción y palabras por parte de ese muchacho, Zelgadis lo miró extrañado retrotrayéndose un poco de su acción—. ¿Qué ocurre?, no me digas que te acabo de asustar con todo ese numerito —los ojos de este muchacho se entre cerraron como si se estuviera divirtiendo con la forma de ser de Abeliel, pues hasta hace un rato demostró todo lo gallardo que era cuando se enfrentó al sujeto que acababa de destruir—. En ese caso... —se agachó a su altura y le susurró con un tono coqueto—. ¿Qué tal si mato a uno de tus amigos para desp-...? —pero Zelgadis no terminó su oración, ya que la espada de Kadmiel fue blandida en su contra por Abeliel, pero nunca llegó a tocarlo, porque la bloqueó con una sola mano sin ser cortado por su hoja—. ¡Por fin muestras una buena expresión! —comentó feliz al ver a Abeliel notablemente enojado, así que se inclinó sobre él, lo que produjo que volviera a incomodarse, así que se hizo un poco hacia atrás por eso al intentar guardar distancias—. ¡Seamos pareja! ¡Realmente me pareces ser alguien muy interesante!
—¿Qué...? —expresó sin poder creer lo que éste le decía. ¡Cómo podía pedirle algo semejante! ¡Sin dudas este chico estaba mal de la cabeza!, pero... ¿qué le respondería a este demonio asesino que intentaba jugar con él...?
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