✪Trîgintâ sex✟
—¿Ya te sientes mejor?
YoonGi asintió con la cabeza, aún con su rostro oculto en el pecho del contrario. Había perdido la cuenta de cuánto tiempo estuvieron en la misma posición.
JungKook le había estado haciendo mimos y susurrándole cosas bonitas y alentadoras para hacerle sentir aunque sea un poco mejor. Y aunque YoonGi no lo dijo con palabras, su cuerpo lo daba a notar, había funcionado.
Definitivamente JungKook era su lugar seguro.
—Bien —el pelinegro detuvo las caricias en el cabello del menor y depositó un besito sobre la cabeza de este—. Porque ya debes irte a trabajar.
YoonGi suspiró desganado. No quería moverse de allí, no cuando estaba tan cómodo entre los brazos de su "novio aún no tan novio".
—¿Quieres que pase por ti al salir del trabajo?
—Eso estaría bien —respondió mientras hacía un esfuerzo para separarse de él y darle inicio a sus deberes de la mañana.
Se sentó a la orilla de la cama y tomó su celular para ver si tenía alguna notificación.
—Podríamos ir a algún restaurante —propuso Luzbel—. Ir al cine... oh, ya sé. Ya que tú preparaste la cena ayer, yo lo haré esta noche. ¿qué te parece? ¿Te apetece tener una cena romántica conmigo?
—Suena lindo —volteó a verle—. Pero no puedo —suspiró una vez más, bloqueando la pantalla de su celular—. Los de la banda tendremos una reunión esta tarde.
Y definitivamente no era algo que podía darse el lujo de rechazar, no cuando pronto tendría deudas que pagar.
—¿Banda? —preguntó interesado, incorporándose sobre el colchón—. ¿Puedo ir contigo?
—¿Quieres venir a los ensayos de la banda? —se mostró confundido.
—Me gustaría, sí —asintió con la cabeza—. ¿Sabes? Verte tocar la batería el primer día que nos conocimos fue... encantador. Me dejaste realmente cautivado —sonrió.
—No digas eso —sonrió avergonzado, volteando de nuevo hacia al frente.
—Tienes talento, Min YoonGi —continuó el pelinegro, un poco divertido por las reacciones del menor. Ya que YoonGi le estaba dando la espalda, se acomodó de rodillas detrás de él, llevando ambas manos a los hombros del contrario—. Y los chicos con grandes talentos como los tuyos, merecen ser bien cuidados —susurró en su oído antes de dejar un beso sobre su mejilla derecha—. Te prepararé el desayuno.
YoonGi no dijo nada, solo siguió a JungKook con la mirada hasta que este salió de la habitación. Sonrió, con un sentimiento dentro de él que no pudo describir muy bien.
Le sorprendía el hecho de que JungKook fuera tan atento con él. Prepararle el desayuno, hacerle mimos, acompañarlo a sus ensayos con la banda. NamJoon en su vida se había interesado en ir a uno de sus ensayos o leer la letra de algunas de sus canciones, y mucho menos se había tomado la molestia de cocinarle, ni una sola vez.
No es que quisiera estarlos comparando a cada minuto, pero en ese momento fue inevitable. Esa era su segunda relación y estaba demás decir que había demasiada diferencia entre ambas personas.
La atención que JungKook le brindaba era agradable, le gustaba. Pero estaba tan acostumbrado a la frialdad de su exnovio, donde los detalles y las muestras de cariño eran tan mínimos, que hacía que lo que estaba teniendo con Luzbel le pareciera irreal.
Sin embargo, en caso de que lo fuera, quería proponerse el disfrutarlo antes de despertar.
—NamJoon, abre la puerta —soltó más como una orden que una petición—. NamJoon, sé que estás ahí. Ya abre la maldita puerta.
Jackson tenía poco más de quince minutos ahí afuera. Sabía que su amigo estaba en su apartamento, incluso podía escuchar la televisión de la sala encendida, mas su amigo parecía rehusarse a dejarlo pasar.
Jackson iniciaba a preocuparse seriamente. Desde que su relación con YoonGi terminó, NamJoon se había vuelto muy diferente. Y no exactamente de una buena manera.
—NamJoon.
—Maldición, ¿qué quieres? —dijo NamJoon, fastidiado. Finalmente abrió la puerta, dejando que su amigo tuviera una vista no muy grata de él.
Se le veía muy desaliñado; su ropa y cabello eran un desastre, sin mencionar que olía terriblemente a alcohol.
—¿Qué quiero? —preguntó algo ofendido—. Quiero saber cómo estás.
—De acuerdo —se señaló a sí mismo de arriba a abajo—. Ya viste cómo estoy, ¿satisfecho?
No esperó a que respondiera. En lugar de eso, regresó a la sala para volver a sentarse en el mismo sitio de antes de que Jackson llegara.
Jackson cerró la puerta principal, y lentamente se dirigió hacia donde estaba NamJoon. No se sorprendió al encontrar varias latas y botellas de alcohol, junto con basura de comida chatarra, esparcidos por todos lados.
—¿Pero qué pasa contigo? —bajó la mirada hacia NamJoon, quien se encontraba en el suelo, apoyando su espalda en el sofá.
—Se acabó —sin ánimos, tiró a la nada una pequeña tapa perteneciente a alguna de las botellas.
—¿Qué quieres decir con eso? —se acercó a él, poniéndose de cuclillas al frente suyo.
—Me refiero a YoonGi —le vio a los ojos—. Lo nuestro se acabó.
—Nam... —susurró. Los ojos de su amigo estaban rojos y con notables lágrimas acumuladas. Eso vaya que sí le sorprendió. Sabía que NamJoon estaba actuando extraño, pero no había llegado a ese nivel de verse tan roto e impotente.
—Hemos discutido muchas veces. Y en un par de esas discusiones, él me amenazó con que me dejaría... pero nunca lo había hecho de verdad... hasta ahora.
—Nam, sé que puede doler, pero tal vez esto sea lo mejor.
—No, Jackson. Esto no es lo mejor. Él no puede dejarme.
—Joonie, él ya te dejó.
—¡No! —lo tomó de la camisa—. YoonGi se dará cuenta de que no puede estar sin mí, y regresará. Será cuestión de tiempo, pero no aceptaré que esté lejos de mí. Esta es su casa, yo soy su novio. Yo lo saqué del infierno de Daegu, él no puede hacerme esto —sollozó, suavizando el agarre de la prenda—. No puede hacerme esto después de todo lo que yo hice por él.
—Sigues ebrio, no sabes lo dices.
—Sé perfectamente lo que digo.
—YoonGi te dejó hace poco más de un mes. ¿No crees que ese fue suficiente tiempo para pensar? Si él no ha vuelto es porque ya no quiere estar contigo.
Jackson no vio venir el puñetazo que recibió luego de decir aquello. Quedó sumamente desconcertado. NamJoon había pasado de la tristeza a la furia en un santiamén.
—¡¿Qué mierda te pasa?! —gritó Jackson, cubriendo su pómulo izquierdo y poniéndose de pie.
—Si vuelves a repetir eso, ten por seguro que voy a romperte la cara —dijo, con cierta calma que no era en lo absoluto confiable, todo lo contrario, resultaba más amenazador.
Jackson por su lado, bajó su mano. Se mantuvo en silencio durante unos segundos solo observando a NamJoon, antes de esbozar una sonrisa irónica.
—Bien. ¿Sabes qué? Por mí puedes irte a la mierda. Solo das lástima. Y espero, en verdad, que en algún momento te des cuenta de que esto que tienes con YoonGi se está volviendo algo muy enfermizo.
Jackson salió del apartamento, azotando la puerta y muy decidido en no regresar a ese lugar jamás. NamJoon en cambio, no se inmutó por lo que el contrario le había dicho. No quiso escucharlo.
Su mente prefirió dedicarse a pensar en cómo podría recuperar a YoonGi. Porque iba a hacerlo, de eso estaba seguro. Fuera de la manera que fuera.
Había varios dueños de bares o clubes que contrataban a la banda para que hiciera su presentación en el establecimiento. Pero había un dueño en especial que solía contratarlos más seguido que el resto. Incluso, además de los negocios, la banda ya tenía cierta relación de amistad con él.
Habían sido contratados para que tocaran en el bar el siguiente fin de semana. JiMin, quien básicamente era el representante de la banda, no pudo encontrar la manera de negarse para no quedar mal con el dueño, además de que una paga extra jamás venía mal a nadie. No creyó que eso fuera gran problema. Pero definitivamente, se había equivocado.
Ese supuesto día de ensayo parecía ser más como un reto sobre quién aplicaba la ley del hielo por más tiempo.
SeokJin estaba sentado al lado de JiMin para evitar estar cerca de TaeHyung, este último estaba al lado de EunWoo, quien estaba siendo ignorado por JiMin. Mientras que HoSeok y JiSoo preferían estar callados debido a toda la tensión que se percibía en el aire.
—Necesitamos encontrar a alguien que tome el lugar de WheeIn al menos por esas dos noches —fue lo primero que dijo JiMin para romper con el silencio.
—Sí, hubieras pensado en eso antes de aceptar que nos presentáramos en el bar, genio —comentó EunWoo.
—Bien. Entonces llama a SiWon, dile que le devolveremos el dinero y que no nos presentaremos. Oh, espera, mejor lo hago yo porque en caso de que sea su esposa quien conteste, no quieras follártela también.
—¡Te estás pasando de la línea, idiota!
EunWoo y JiMin se pusieron de pie para enfrentarse al otro. Eso ocasionó que todos los presentes reaccionaran y se levantaran para separarlos antes de que iniciaran con los posibles golpes.
—¡Ya, chicos! —intervino HoSeok—. No actúen como animales. Se supone que todos somos amigos aquí.
—Eso solo es cuando hay confianza, Hobi —respondió SeokJin, viendo a TaeHyung.
El castaño no dijo nada, solo animó a EunWoo para que regresara a su asiento.
—¿Se dan cuenta de que están siendo unos inmaduros? —volvió a hablar el pelinaranja cuando todos ya habían regresado a sus lugares—. Esto es trabajo. Enfoquémonos en eso y dejen sus cosas personales a un lado. El día que terminemos con nuestra presentación podrán seguir con sus problemas.
—Tiene razón —TaeHyung suspiró.
—Bien —dijo JiMin de mala gana.
—Ya qué —respondió SeokJin.
—Como sea —EunWoo se cruzó de brazos, soltando un resoplido.
—Bien —HoSeok asintió con la cabeza, sintiéndose aliviado de que finalmente todos habían llegado a la misma conclusión—. Ahora vamos a lo importante, ¿qué canciones vamos a tocar?
—Necesitamos a YoonGi para decidir eso en grupo —respondió SeokJin.
—JungKook y él iban solo por un vaso con agua, ¿por qué llevan más de diez minutos en la cocina? —dijo JiMin casi a modo de queja.
—Para empezar, ni siquiera sé qué hace JungKook aquí —soltó TaeHyung.
—Bueno, supongo que al igual que JiSoo, quería vernos ensayar —HoSeok se alzó de hombros.
—Lo de JiSoo lo entiendo porque es tu novia, ¿pero JungKook qué tiene que ver?
—Eso no importa. Hay que ir por ellos antes de que se haga más tarde —se quejó EunWoo.
—Bien —dijeron SeokJin y TaeHyung al unísono, poniéndose de pie.
Al darse cuenta de que estaban tomando la misma acción, se quedaron inmóviles. Se veían a los ojos con cierta tensión, como esperando a que el otro diera el primer paso para así hacer exactamente lo opuesto y evitar tomar el mismo camino.
Eso exasperó a HoSeok en gran medida.
—¡Solo vayan los dos!
Resignados, caminaron juntos hacia la cocina. Durante el trayecto TaeHyung le dedicó una mirada fugaz a su pareja. No le gustaba estar así con él, por lo que carraspeó intentando decir algo que pudiera disipar esa tensión entre los dos.
—Jinnie...
—Ahora no, TaeHyung.
—¿En verdad no quieres escucharme?
SeokJin no respondió. Tampoco le gustaba vivir en esa situación con su pareja, pero tampoco podía dejar de sentirse indignado. Detestaba la idea de que TaeHyung tuviera más secretos guardados, secretos en los que, por lo visto, SeokJin tenía mucho que ver.
No obstante, su mente bloqueó toda situación de él y su novio cuando al llegar a la cocina, se encontraron con aquel par que supuestamente habían ido a ese lugar solo por un vaso con agua desde hacía diez minutos.
El rostro de Semyazza también fue un poema al presenciar aquello. Pudo haber esperado cualquier cosa, menos eso.
YoonGi tenía su espalda baja apoyada en la encimera, sus manos se encontraban sobre la cintura de JungKook, quien disfrutaba de la suavidad y el sabor de los labios del menor. Sus manos estaban a ambos costados de YoonGi, apoyándose sobre el mismo mueble de cocina.
Ninguno de los dos reparó en los recién llegados por estar metidos en su pequeña burbuja.
YoonGi inevitablemente sonrió en medio del beso.
—¿Qué? —susurró el pelinegro.
—Debemos regresar —respondió en el mismo tono.
—Un minuto más no hará mucha diferencia —dejó un fugaz beso sobre sus labios—. ¿Cómo pude haber estado cerca de ti tanto tiempo sin haber hecho esto? —volvió a besarlo, ahogando la risita del contrario.
Los labios de YoonGi definitivamente se estaban volviendo una adicción para él.
—¿Pero qué carajos? —soltó TaeHyung sin pensar, logrando sobresaltar a la pareja, cosa que ocasionó que se separaran y voltearan a verlos. La mirada de TaeHyung se detuvo en Luzbel, sin aún poder creer lo que había visto—. Ustedes estaban... hermano, tú... ¿Desde cuándo?
JungKook y YoonGi intercambiaron miradas antes de regresar a la otra pareja. El menor no habló, no quería meter la pata tan rápido, en caso de que diera una respuesta que a JungKook no le agradara tanto. Ellos no habían mencionado nada acerca de hacerlo público entre sus amigos o no.
—Ayer —respondió el pelinegro—. Nos hicimos novios ayer.
—¿Novios? —esta vez habló SeokJin.
—Bueno, no exactamente —habló YoonGi, ahora un poco más seguro ya que JungKook había soltado la verdad—. Estamos juntos, pero JungKook quiere que yo lo haga oficial hasta que realmente me sienta listo —le dedicó una pequeña sonrisa al pelinegro antes de regresar a los otros dos—. ¿No es lindo?
—Lo es —dijo SeokJin, también sonriendo. Era bonito ver a YoonGi tan ilusionado por un nuevo amor, uno que seguramente lo trataría mucho mejor que el anterior, justo como YoonGi lo merecía. SeokJin estaba feliz por eso.
TaeHyung por otro lado, ni siquiera sabía qué pensar. Ver a Luzbel "enamorado" era algo completamente nuevo, y no sabía si era conveniente que la persona de la que se había enamorado, fuera justamente YoonGi.
En otro momento quizá se hubiese opuesto inmediatamente a su relación, pero ahora ya ni siquiera sabía qué era correcto y qué no. Ya no estaba seguro de que la profecía fuera real, ya ni siquiera podía especular qué era lo que su padre esperaba de todo esto.
Había tantas preguntas que carecían de respuestas. No solo por parte del cielo, sino del infierno también.
Y ya que se estaba mencionando al inframundo...
—Scit veritatem?
JungKook suspiró, volteando hacia YoonGi por un segundo antes de responderle a su hermano.
—Nondum.
—Sé que están hablando de mí —interrumpió el menor—. Si van a hacerlo en mi presencia, agradecería que al menos lo hicieran en un idioma que pueda entender.
—Lo siento —JungKook tomó la mano izquierda del menor, entrelazando sus dedos—. No es lo que crees.
Sonrió para tranquilizarlo, aunque él no se sentía de esa manera en lo absoluto. Semyazza le había hecho recordar algo que él no había tomado con tanta seriedad como debió.
Y es que si quería estar junto a él, debía decirle la verdad. YoonGi debía y merecía saber su verdadera procedencia.
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