✪Três✟
YoonGi tomó un taxi, deseando que este llegara lo más rápido posible a su destino, sin embargo, cada minuto que pasaba parecía como si fuese una eternidad. Y eso le desesperaba. Si llegaba después de que NamJoon se fuera, las cosas no resultarían bien para cuando él regresara.
YoonGi tenía dos trabajos, uno en el día como dependiente en una tienda de conveniencia, y otro en la noche como miembro de una banda junto con sus amigos. Por supuesto, este último trabajo no se daba muy seguido, solo cuando algún establecimiento los contrataba para un show en vivo, y YoonGi lo aprovechaba al máximo porque eso era lo que más le gustaba, la música y el componer. De hecho la mayoría de las canciones que SeokJin y TaeHyung cantaban, estaban escritas por YoonGi.
Por otro lado, NamJoon era bartender en una de las discotecas más famosas de Seúl, la razón por la que le tocaba trabajar desde las 7:30pm hasta altas horas de la madrugada.
Al ambos haberse escapado de Daegu siendo tan jóvenes e inexpertos, y llegar a otra ciudad sin dinero, trabajo, ni nadie que les pudiera ayudar, les tocó buscar todas las formas posibles para hacerse una vida ahí. Aunque claro, no fue la mejor.
Ninguno de los dos pudo entrar a la universidad, de hecho YoonGi ni siquiera se graduó de la secundaria. NamJoon era dos años mayor que YoonGi, por lo que él había tenido la oportunidad de inscribirse en tres universidades, pero ninguna lo había aceptado. Y aunque hubiese sido el caso contrario, la realidad era que tampoco hubiese tenido el dinero para pagarla y continuarla.
Con esfuerzo por parte de ambos, obtuvieron pequeños y diferentes tipos de trabajos a lo largo de los años que poco a poco los ayudaron a avanzar. Habían conseguido alquilar un apartamento, no era de los mejores ni de los más grandes ni de los más lujosos, estaba en una de las zonas pobres de Seúl, pero al menos tenían un techo que los cubriría de la lluvia, del frío y los dejaría descansar tranquilos. Tenían las cosas básicas, como una estufa, un refrigerador donde guardar la comida y una cama. Poco a poco fueron llenando el lugar de más cosas, como un pequeño comedor, sofás, un televisor, entre otras cosas.
En la actualidad tenían trabajos que consideraban mucho más decentes, pero aún así, no eran lo suficientemente bien pagados. Vivían con lo que tenían, y si bien de vez en cuando podían darse un pequeño lujo como comprarse una prenda de vestir, tampoco podía tratarse de algo tan excepcional. El dinero que ganaban iba justo para la comida y las deudas.
Normalmente, cuando YoonGi salía de trabajar, debía regresar a casa. Debía estar ahí desde antes de que NamJoon tuviera que salir a trabajar. Era una regla que el mayor había impuesto.
Por lo general, a NamJoon no le importaba si YoonGi llegaba más tarde de lo normal por obtener un turno extra en la tienda de conveniencia, pues eso significaba más dinero. El problema era cuando tocaba en la banda. Por supuesto, también ganaba dinero con ello, pero el asunto en sí, eran los amigos de YoonGi. Pues NamJoon estaba muy consciente de que ellos estaban en contra de su relación, y no quería que le metieran cosas a YoonGi en la cabeza para terminar con ella. Por esa razón, NamJoon odiaba a los amigos de YoonGi y no los quería cerca de él más de lo necesario.
Cuando el taxi se detuvo frente al viejo y deteriorado complejo de apartamentos, el de cabello rojizo oscuro pagó lo que debía, y como si se tratase de un rayo, corrió escaleras arriba hasta llegar a la puerta de su apartamento.
—Llegas tarde —comentó NamJoon, colocándose su chaqueta negra de mezclilla frente al espejo que estaba pegado en la pared, cercano a la entrada.
—Lo siento —YoonGi cerró la puerta detrás de él—. Había... Mucho tráfico —mintió.
—¿Eso o te quedaste parloteando con esos maricones? —NamJoon se volteó hacia YoonGi cuando lo escuchó emitir un suave sonido a forma de burla—. ¿Qué te causa gracia?
—Maricones —respondió—. ¿Lo dices porque SeokJin y TaeHyung son novios? Porque en ese caso tú también eres un maricón. Lo sabías, ¿no?
—Cierra la boca, YoonGi —ordenó.
—¿O qué? No me digas que después de tantos años te has pasado hacia el otro lado —le provocó—. ¿Acaso ahora piensas en una mujer mientras me la metes, Joonie?
—Maldición. ¡Cierra la puta boca! —se volteó para caminar hacia él, casi acorralándolo contra la puerta—. Ellos te han dicho algo otra vez, ¿no? ¡Es por eso que vienes directo a discutir, ¿no?! ¡Siempre dejando que esos imbéciles te metan mierda en la cabeza! —apuntó las sienes del menor con sus dedos índice.
—Ellos no han dicho nada. ¡Ya apártate! —YoonGi lo empujó, logrando salirse del lugar donde NamJoon lo tenía acorralado.
El menor caminó hacia la pequeña sala donde estaba también el comedor, notando entonces que habían varios platos sucios, migajas y latas vacías de cerveza esparcidos sobre la mesa.
—¿Pero qué es este desastre?
—Jackson y JongIn vinieron a visitarme —respondió NamJoon, restándole total importancia.
—¿Y esperas que yo limpie esto?
—Bueno, si no lo haces tú, ¿quién lo hará? —se alzó de hombros.
—¿Qué tal tus amigos? —frunció el ceño—. No voy a limpiar sus asquerosidades —dijo decidido.
—Debo irme a trabajar —regresó hacia la puerta, ignorando lo que el menor estaba diciendo.
—No te vayas hasta que limpies este chiquero —fue detrás de él—. ¡Maldición, NamJoon. No soy tu maldita sirvienta! —gritó furioso.
Pero justo cuando YoonGi lo había tomado de la manga de su chaqueta para detenerlo, NamJoon se volteó, propinándole un fuerte puñetazo en el rostro. Lo suficientemente fuerte coma para hacerle caer sentado al suelo.
YoonGi no dijo nada durante varios segundos. Con la respiración algo agitada, llevó su mano derecha a su labio inferior, dándose cuenta de que este estaba sangrando. Enseguida volvió a subir su mirada hacia NamJoon, quien lucía sumamente despreocupado, acomodándose de nuevo su chaqueta.
—En verdad debes aprender cuándo cerrar la boca —fue lo último que dijo antes de salir del apartamento.
YoonGi tardó varios minutos en volver en sí. Incluso después de haber recibido tantos golpes, aún seguía quedando en shock después de recibir uno nuevo.
Se levantó lentamente del suelo, sintiéndose agotado físicamente. Sintiéndose impotente y furioso, limpió el cochinero que los amigos de NamJoon habían dejado.
Luego de eso, fue a darse una ducha para irse finalmente a la cama. Sin embargo, no podía dormir. De hecho nunca lo hacía, él jamás lograba dormir como se debía. Tantos demonios en su cabeza no le dejaban conciliar el sueño. Era tanto así, que incluso seguía despierto para cuando NamJoon regresaba, entre las 3 y 4am.
Esa noche no había sido la excepción. Pero para evitar más problemas o discusiones, fingió estar dormido cuando NamJoon entró a la habitación luego de haberse duchado.
Las manos de NamJoon comenzaron a acariciar su piel, con claras intenciones de "despertarlo". Y para darle la satisfacción, YoonGi lo hizo. Abrió los ojos, volteándose en la cama hacia donde estaba su novio, quien comenzó a besarlo suavemente.
Le hizo el amor, o al menos lo que YoonGi consideraba como ese acto. NamJoon estaba siendo demasiado delicado con él. Él era así después de cada discusión.
—Perdóname —susurró NamJoon en medio del acto, deteniéndose por completo para verlo a los ojos—. Perdóname —repitió, bajando su mirada al labio inferior del menor, el cual estaba herido por su culpa. E inició a acariciarlo con su pulgar—. No volveré a hacerlo, lo prometo... ¿Puedes perdonarme? —suspiró suavemente—. En verdad no sé qué haría sin ti. Te amo y lo eres todo para mí —agregó.
YoonGi se mantuvo en completo silencio, dejando entrar cada una de las palabras de su novio a su ya lastimado corazón.
No hizo más que asentir con la cabeza y atraerlo hacia él para dejar un casto beso sobre sus labios. Eso fue suficiente para que NamJoon entendiera que sí lo había perdonado, lo suficiente para que dejaran las cosas atrás y continuara haciéndole el amor.
Cuando todo acabó, NamJoon había logrado dormirse, pero YoonGi aún no. Él solo lo observaba desde su lado de la cama, mientras se encontraba sentado abrazando sus piernas.
A decir verdad, YoonGi ya estaba cansado de todo eso. De ese ciclo sin fin. Las discusiones, las humillaciones, los golpes. Él sabía que eso no era amor. Lo sabía porque veía la relación entre SeokJin y TaeHyung, y definitivamente, no había nada de eso en su relación.
Estaba consciente de que no siempre su relación con NamJoon fue mala. Al inicio todo era dulce, pero después de un año las cosas se fueron tornando amargas.
Y a pesar de que en la actualidad aún habían cosas que YoonGi consideraba buenas, últimamente lo malo estaba pesando más que lo bueno.
Abrió la gaveta de su mesa de noche, y de ahí sacó una caja de cigarrillos junto con un encendedor. Salió al balcón, en medio de la madrugada y con su pijama ya puesta, justamente para encender uno de los cigarrillos.
Se sentó en un pequeño banco que tenían ahí, y dio la tercera calada mientras observaba lo que estaba a la vista de la ciudad, lo cual no era mucho, solo otros complejos de apartamentos viejos y ropa colgada.
YoonGi nunca creyó odiarse tanto. Se odiaba por ser tan débil, por haber dejado que NamJoon y su madre le hicieran de esa manera. Se odiaba porque a pesar de que sabía que debía de terminar con esa relación, no era capaz de hacerlo. Todo era un callejón sin salida.
NamJoon era la única persona que había tenido desde hacía años, a pesar de todo él había sido su único soporte. Por eso no podía hacerlo. Porque hasta cierto punto, NamJoon se había vuelto todo para él, dependía de él. A pesar de las cosas horribles que a veces su novio le hacía o le decía, YoonGi no podía verse seguir una vida sin él.
YoonGi había llegado a tal punto que incluso en algunas ocasiones le daba la razón a NamJoon y sentía que merecía los golpes que había recibido. Y en otras ocasiones también lo defendía de las cosas desagradables que decían sus amigos de él.
Y aunque otras veces sabía que sus amigos tenían la razón, él no podía hacer nada al respecto.
YoonGi en verdad sentía que amaba a NamJoon, pero no sabía cuánto tiempo podría soportar más golpes y humillaciones. Porque le dolía que NamJoon fuera así, y también le dolía que él fuera tan débil como para poner un alto cuando sabía que su novio no tenía por qué actuar así.
YoonGi tenía momentos en los que veía la realidad y otros en los que solo se dejaba manipular por su novio. Pero la verdad es que en ambas partes NamJoon siempre ganaba porque YoonGi nunca hacía nada.
Eso lo hacía enojar aún más, le hacía sentir rencor hacia sí mismo, porque ni siquiera con todo el razonamiento del mundo era capaz de poner un fin a esa relación que solo lo mataba por dentro y lo deterioraba por fuera. Quizá por eso se ocasionaba heridas intencionalmente. Justo como en ese momento, que estaba presionando el cigarrillo sobre la piel de su pierna, cerca de su tobillo.
Porque quizá era la forma de castigarse a sí mismo por el hecho de ser tan débil.
JungKook lo vio desde la lejanía, veía cómo YoonGi se autolesionaba. Y sabía que el chico debía estar casi al borde del precipicio como para hacer algo como eso.
Pero también sabía, a pesar de no conocerlo, que YoonGi era más, mucho más de lo que él mismo creía.
Solo se necesitaba convencerlo de ello.
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