✪Septem✟
—¿SeokJin se irá al infierno por estar conmigo? —soltó TaeHyung anonadado.
—No es como si no lo supieras —le vio, inexpresivo—. ¿Acaso no recuerdas que antes de que todos se fueran al infierno, permitiste que algunos ángeles se hicieran de mujeres humanas? ¿Dónde crees que están ellas ahora? Ellas y sus hijos.
—¡Mierda!
TaeHyung y JungKook se sintieron alarmados cuando escucharon esa palabrota viniendo del otro lado de la puerta. TaeHyung la abrió sin querer esperar más, y ambos hermanos se toparon con YoonGi, quien se estaba levantando del pasto, puesto que se había caído de las cuatro gradas que llevaban a la entrada. Ese había sido el resultado de un intento de escape.
—¿Estás bien? —TaeHyung se apresuró en ir hacia él para ayudarlo. No obstante YoonGi se apartó bruscamente.
—¿Qué está pasando con ustedes? —alzó la voz sin siquiera ser consciente de ello—. TaeHyung, ¿tú? —frunció el ceño.
—Baja la voz —pidió en un tono suave, intentando relajarlo.
—¡No me pidas que baje la maldita voz! —gritó frustrado—. Este tipo inicia a volverme loco. Se aparece en mi casa, en mi trabajo, y ahora aquí —resopló—. Vine especialmente para hablar contigo, y lo primero que escucho es a ti y a él hablando sobre esas cosas absurdas de ángeles, el infierno y el diablo.
—YoonGi...
—¿Por qué dices esas cosas sobre SeokJin? —le reclamó—. ¡Es tu novio, maldita sea! ¿Y por qué permites que él diga todo eso? —señaló a JungKook—. ¡¿Por qué demonios le sigues la corriente?!
—Está bien —suspiró rendido, no tenía caso fingir demencia—. Entra a la casa y te diremos todo.
—¿Todo? ¿Te refieres a ese cuento barato de que él es el diablo?
—Entra a la casa —esta vez lo dijo JungKook—. Voy a demostrártelo, solo si prometes que no se lo dirás a nadie más.
—¿Qué vas a hacer? —cuestionó—. ¿Vas a hablar en latín y vas a poseer el cuerpo de alguno de mis amigos —alzó una ceja.
—YoonGi, por favor —insistió TaeHyung.
YoonGi permaneció en silencio por varios segundos. Quería ser orgulloso y rehusarse, pero a decir verdad también quería saber qué estaba pasando realmente. Porque era verdad que no estaba entendiendo absolutamente nada, y eso iniciaba a enloquecerlo.
—Bien —dijo finalmente.
Entró a la casa, empujando un poco a JungKook con el hombro en el proceso. Y por alguna razón, ese acto hizo que el pelinegro sonriera.
YoonGi poseía un no sé qué que llamaba mucho la atención de Luzbel. Lejos de quererlo ayudar, había algo más que YoonGi tenía, pero por más que lo pensara, el pelinegro no podía descifrar qué era eso.
YoonGi definitivamente era un ser humano muy interesante a los ojos del diablo.
Llegaron a la habitación que JungKook utilizaba para dormir. YoonGi se sentó sobre la cama, viendo a los otros dos presentes, expectante. TaeHyung estaba de brazos cruzados apoyado a un lado de la puerta, y JungKook estaba frente a YoonGi a casi dos metros de él.
—¿Y bien? —se alzó de hombros—. Estoy esperando.
—¿En verdad prometes que no se lo dirás a nadie? —preguntó JungKook.
—Sí, como sea. Lo prometo.
—¿Estás seguro de esto? —le preguntó TaeHyung a su hermano.
—De igual forma ya se lo dije —respondió tranquilo—. Solo falta que lo crea.
—¿Se lo dijiste desde antes? —frunció el ceño—. Luzbel.
—Oigan —los interrumpió el menor.
JungKook suspiró, volviendo a ver a YoonGi, quien a ese punto ya realmente parecía desesperado por una respuesta.
—No te espantes —advirtió.
YoonGi estaba a punto de preguntar por qué se espantaría, cuando unas enormes alas con plumas grandes y negras salieron de la espalda de JungKook. Sus ojos también se tornaron totalmente negros, desde la pupila hasta la esclerótica.
—¡¿Pero qué mierda?!
YoonGi inevitablemente se asustó, dando un gran brinco sobre la cama y retrocediendo un poco encima de la misma, sintiendo su corazón acelerarse durante breves segundos.
El menor quedó estático por un buen rato, tanto que parecía volverse eterno para los otros dos.
Tanto JungKook como TaeHyung pensaron que en cualquier momento YoonGi saldría corriendo fuera de la habitación... Sin embargo, las cosas resultaron ser un tanto diferentes.
TaeHyung frunció el ceño, algo sorprendido y a la vez confundido cuando vio a YoonGi caminar con cuidado hacia donde estaba JungKook.
El de cabello rojizo oscuro dio varias vueltas alrededor de Luzbel, viendo detalladamente sus alas y sus ojos oscuros.
Se detuvo detrás de él, y se dio cuenta de que esas alas realmente salían de su espalda. Pasó sus manos por las plumas delicadamente, y ese hecho ocasionó que JungKook ladeara un poco la cabeza, sintiéndose algo... ¿Incómodo? No estaba seguro, era la primera vez que alguien le apreciaba tan detalladamente y con esas partes de su cuerpo reveladas.
—¿Entonces es verdad? —preguntó YoonGi, desviando su mirada hacia TaeHyung—. ¿Los ángeles existen? El cielo, el infierno... ¿Todo eso también existe?
—No sabía que eras ateo —comentó el chico.
—Bueno... Es que nunca hablamos de eso —posó su mirada en las alas de JungKook nuevamente, antes de regresar a TaeHyung—. Si es verdad que eres un ángel caído... ¿Entonces también tienes alas?
—No —presionó sus labios—. Nos las cortaron. El único que las tiene es Luzbel, el rey del infierno.
—¿Entonces es verdad que eres el diablo? —se colocó frente a JungKook—. ¡Vaya!
—Te lo había dicho desde antes y no me creíste —se quejó el pelinegro.
—Intentaste convencerme con una lata de jamón —se defendió.
—Bueno, ya que parecen llevar la fiesta más en paz, debo hacer otras cosas —TaeHyung abrió la puerta de la habitación, queriendo salir de ahí.
—Aguarda —lo detuvo YoonGi—. ¿SeokJin...
—Él no sabe absolutamente nada de esto —respondió de inmediato—. Espero que no se te escape nada frente a él... Ni frente a nadie más, eres el único que lo sabe.
TaeHyung ni siquiera dejó que YoonGi preguntara algo más, salió de la habitación dejándolo solo con JungKook.
El menor vio a su contrario en total silencio. JungKook volvió a esconder sus alas y se dispuso a ir hacia una de sus maletas para buscar algo de ropa.
—¿Por qué estás aquí? ¿No se supone que deberías estar... ya sabes, en el infierno?
Luzbel pudo notar claramente que YoonGi ya no tenía esa actitud fría con él. Y para ser sincero, el comportamiento de YoonGi lo estaba dejando un poco confundido, pues no cualquiera se sentiría tan tranquilo sabiendo que está conversando con el diablo.
YoonGi se asustó al inicio, pero no corrió, no salió despavorido de la habitación, no se fue a una esquina evitando que le hiciera algo, o en el peor de los casos, no se puso a rezar pensando que eso lo salvaría. Muy por el contrario, se acercó a él con mucho interés y curiosidad. Eso llamaba más la atención de Luzbel.
—Quise darme un tiempo.
—¿Un tiempo?
—Sí, ya sabes, para despejar mi mente.
—¿El diablo tiene sentimientos? —se burló.
—No soy un demonio. Soy un ángel, tengo tantos sentimientos como tú.
YoonGi apartó la mirada cuando JungKook se quitó la toalla, dejando absolutamente nada a la imaginación.
—Al menos yo tengo pudor —murmuró.
YoonGi no supo si JungKook lo había ignorado a propósito o si no lo había escuchado, pero cualquiera que fuera la razón, lo dejó atrás cuando muchas dudas vinieron a él.
—¿Es verdad? ¿SeokJin se irá al infierno?
—Es muy posible —respondió tranquilamente—. No puedes tener ese tipo de relación con un ser celestial. Está prohibido.
—¿Por qué no? TaeHyung y SeokJin se miran muy bien juntos.
—Somos ángeles caídos, lo que significa que estamos desterrados del cielo. Es nuestro castigo. El que estés con uno de nosotros significaría que aceptas ese castigo también y estás dispuesto a ir en contra de las leyes de mi padre.
—Con "tu padre" te refieres a Dios?
—¿A quién sino? —bufó.
YoonGi volvió a subir la mirada hacia el pelinegro cuando este estuvo totalmente vestido. Frunció ligeramente el ceño al ver a JungKook completamente de negro, pero de manera muy formal.
—¿Vas a salir?
—No —se sentó al lado de YoonGi, viéndole fijamente—. Puedo sentir tu curiosidad. Ya lo sabes todo, así que adelante. Responderé lo que quieras.
YoonGi no soltó palabra alguna durante varios segundos. Los ojos de JungKook tenían un brillo peculiar, sin mencionar que su mirada era muy penetrante. Parecía que podía ver hasta en lo más profundo de su alma.
En ese momento lo recordó, lo estaba viendo de la misma manera en que lo hizo en el bar, cuando se vieron por primera vez.
—¿Voy a irme al infierno? —preguntó sin más—. ¿Es por eso que me has seguido?
JungKook volvió la mirada al frente, pensando en su respuesta, o más bien, en cómo explicarla.
—Quizás.
—¿Quizás?
—Cuando mueres pasas por una etapa donde podría decirse que miden tus acciones en una balanza. Todo depende de qué tantas cosas malas y buenas hayas hecho. Aunque hay excepciones —explicó—. He escuchado por aquí que dicen que pecado es pecado. Pero no es así. Hay pecados pequeños, como tomar un lápiz que no te pertenece o decir una "mentira piadosa". Todos esos se van sumando en la balanza, y si llegan a ser más que tus buenas acciones, te vas al infierno. Sin embargo, hay otros más grandes, no importa qué tantas cosas buenas hayas hecho en tu vida, si asesinaste a alguien...
—Arderás en el infierno —quiso terminar por él.
JungKook volteó a verlo, esbozando una pequeña sonrisa.
—No ardes. Contrario a lo que la mayoría cree, el infierno es un lugar frío. Y la tortura no nace del fuego, sino de todas tus culpas —aguardó unos segundos—. Pero no te confundas, no te seguí para llevarte al infierno.
—¿No?
—No —negó—. En realidad quiero evitar que vayas.
—No entiendo —frunció el ceño.
—YoonGi, te estás llevando hacia tu propia muerte, y bajo tu propia culpa. Es como si de alguna forma ya estuvieras en el infierno, solo que en la Tierra.
—¿Qué?
—Si sigues como estás ahora, morirás en menos tiempo del que deberías. Y eso también está mal —relamió sus labios—. Sé que no eres malo, por eso no quiero verte allá abajo.
—¿Y cómo se supone que estoy ahora?
—No actúes como si no lo supieras —resopló—. Muéstrame tu tobillo.
—¿Qué?
—Tu tobillo —ordenó.
—No —frunció el ceño, estableciendo más distancia con él—. ¡Oye, oye! —le reclamó cuando JungKook tomó su pierna.
YoonGi quiso alejarse, apartar su pierna, pero JungKook tenía mucha más fuerza que él.
Luzbel colocó la extremidad de YoonGi sobre su regazo. Subió un poco el pantalón del menor, dejando a la vista la quemadura que se había hecho con el cigarrillo.
—Me refiero a esto —volteó a verle—. ¿Qué otras heridas te has hecho?
—¿No deberías saberlo ya? —alzó una ceja, un tanto a la defensiva—. Después de todo, eres el diablo.
—Que sea el diablo no significa que sepa todo de las personas, al menos no de los vivos —soltó finalmente la pierna del menor—. Conozco toda la vida de la persona hasta que llega al infierno, de lo contrario sigue siendo un enigma para mí.
—¿Sabes? No pareces ser quien eres —comentó.
—Eso es porque las personas se han creado una imagen errónea de mí. Yo no soy el mal, castigo al mal —aclaró—. No soy Satanás ni Lucifer, los que piensan que son seres diferentes o el mismo, no importa, ninguno existe. Mi nombre es Luzbel y siempre lo será.
La habitación se sumió en un gran silencio por los siguientes minutos. Era claro que YoonGi no iba a responder sobre sus heridas y mucho menos hablaría de su novio.
Pero tampoco parecía estar dispuesto a irse.
—No lo entiendo —volvió a hablar JungKook. Entrecerró los ojos, intentando descifrar al chico al lado suyo—. Sabes que soy el diablo, que todo este mundo existe, y ni siquiera te inmutas ahora. Estás... tranquilo.
—Te equivocas —su rostro no mostraba ningún tipo de expresión—. De hecho, estoy furioso.
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