Chào các bạn! Vì nhiều lý do từ nay Truyen2U chính thức đổi tên là Truyen247.Pro. Mong các bạn tiếp tục ủng hộ truy cập tên miền mới này nhé! Mãi yêu... ♥

✪Quînquâgintâ ûnus✟

—Esto... –esbozó una pequeña sonrisa nerviosa y a la vez incrédula—. Esto debe ser una broma, porque es una completa locura.

La suave sonrisa que el ilusionado de JungKook había mantenido en su rostro, se fue borrando poco a poco al recibir esa respuesta por parte del hombre al que amaba.

Por un segundo pensó que quizá no había escuchado bien, pero esa suposición se esfumó cuando YoonGi lentamente fue zafándose del agarre de sus manos.

Silencio. De repente todo se volvió tan incómodo. JungKook seguía arrodillado, pero ninguno de los dos podía siquiera verse a los ojos. Tampoco se pudo poner de pie hasta un par de minutos después, cuando pudo disimular un poco el dolor en su corazón y lo estúpido que iniciaba a sentirse.

—Yo creí que... tú me querías... — murmuró, con la mirada gacha. Sabía que tal vez lucía aún más patético al decir eso, pero tampoco quería quedarse sin saber los motivos.

—No hagas esto. Por supuesto que te quiero —respondió con sinceridad—. Pero, ¿Escuchas lo loco que suena esto? JungKook, yo... —balbuceó un poco—. No puedo. Acepto que seas el diablo, acepto quererte sabiendo eso... pero yo... apenas hoy he podido decir sin temor a nada que eres mi novio. No puedes traerme aquí, decirme toda esta verdad sobre mi familia, sobre mi verdadera procedencia, para luego esperar a que lo acepte de un segundo otro y aceptar que me vaya al infierno contigo... esto es... demasiado para mí... yo... —negó con la cabeza varias veces, sintiendo la respiración algo pesada. JungKook sabía que se estaba alterando, pero cuando quiso acercarse a él, YoonGi caminó queriendo alejarse de ese lugar—. Necesito ir a casa.

—YoonGi.

JungKook quiso detenerlo, pero el menor no lo escuchó, en cambio continuó con su camino. Pudo haber ido tras él para detenerlo y seguir hablando. Sin embargo, prefirió darle su espacio.

Quería excusarse de alguna forma, aunque pronto supo que no tenía cómo. Cuando YoonGi se fue, revolvió su cabello en señal de frustración y no hizo más que sentarse sobre el pasto, suspirando con pesadez. Si era sincero consigo mismo, no había planeado hacerle a YoonGi aquella propuesta en lo absoluto, era algo que había salido de la nada. Él probablemente... solo sacó a la luz uno de sus mayores deseos.

Y ahora que lo pensaba mejor, vaya que había sido un completo idiota al esperar que YoonGi dijera que sí como si nada. Por supuesto que eso jamás iba a pasar. YoonGi necesitaría primero lidiar con él mismo antes de ceder a cualquier otra cosa.

Además, ¿cómo esperaba que su novio accediera a tal cosa? YoonGi se había considerado humano durante toda su vida, era claro que estaba acostumbrado a una vida en la Tierra, jamás querría acompañarlo a un lugar tan oscuro y tétrico como lo era el infierno, mucho menos si sería para siempre.

Volvió en sí cuando el demonio, quien no se había movido ni por un centímetro durante todo ese lapso, salió disparado con una velocidad sobrenatural hacia un lugar en específico. Normalmente hacían eso cuando estaban por atacar a alguien.

Luzbel no se equivocó con sus sospechas. Arrugó el entrecejo al escuchar un ruido que parecía provenir de alguien que no era precisamente su demonio.

Se puso de pie, y sin miedo alguno caminó hacia donde había ido la criatura, que al parecer percibió la presencia de su hermano mucho antes que él.

Mikhael se puso de pie tras haber hecho cenizas a esa criatura que se le había tirado encima tan pronto como apareció delante de él. Lo había tomado desprevenido. No esperaba que alguien o algo se diera cuenta de que él estaba allí.

Luzbel se puso en alerta cuando sus miradas conectaron. Sus puños se cerraron, listos para atacar. Si Mikhael estaba ahí, entonces significaba que ya había descubierto la identidad del eslabón perdido. Y aunque le costara la vida, no iba a permitir que fuera por él.

—Vamos, pon algo de tu parte o nos caeremos los dos.

JiMin intentó animar a SeokJin o al menos mantenerlo levemente despierto mientras lo ayudaba a caminar dentro de su casa hasta llevarlo a la habitación. SeokJin había bebido demás y por eso ahora a duras penas podía mantenerse en pie.

El rubio básicamente lo llevaba arrastrado, sujetando uno de los brazos de SeokJin tras sus hombros, y con su otra mano lo sujetaba de la cintura. Logró guiarlo hasta la cama, donde suspiró pesado luego de haber podido al fin acostarlo. Jamás había visto a SeokJin en ese estado de ebriedad, y debía admitir que no era alguien muy fácil de controlar.

—Levántate solo un poco, no puedes dormir con esa cosa puesta —dijo mientras se esforzaba por ayudarlo a quitarse la chaqueta. SeokJin puso de su parte en lo muy poco que pudo. En realidad parecía un pequeñín que no podía quitarse la ropa por sí solo—. Te prepararé una taza con café para que se te baje el alcohol.

—No quiero café —logró murmurar después de varios balbuceos, un tanto adormilado.

—Vas a tomarlo. Si no, créeme, mañana vas a arrepentirte de no haberlo hecho.

—JiMin...

—Volveré en unos minutos —le aseguró mientras salía de la habitación.

Inhaló hondo luego de cerrar la puerta. Negó levemente con la cabeza, cuidar de SeokJin era más difícil de lo que alguna vez pensó, pues su manera de actuar era muy diferente desde que TaeHyung se fue. A veces hasta pensaba que no lo conocía.

Sintiéndose un poco agotado, quiso acercarse hacia uno de los sofás, para depositar la chaqueta que había olvidado por un momento que aún traía en manos. Sin embargo, cuando la tiró al brazo del sofá un sonido seco detuvo todas sus intenciones de ir a la cocina.

Dio media vuelta, un poco curioso de qué había sido eso. Se escuchó como algo que había caído al suelo.

Y no se equivocó cuando vio una pequeña bola blanca casi cerca de las patas del sofá. Mientras JiMin más se acercaba, supo que se trataba de una bola de papel.

Frunció ligeramente el ceño y, algo extrañado, se puso de cuclillas para tomarla con su mano derecha.

No le tomó mucho tiempo inspeccionarla y descubrir lo que había en su interior: pastillas. Varias pastillas de diferentes tamaños, la mayoría blancas y solo unas pocas de colores diferentes.


—Tendrás que matarme si piensas ir tras él.

Mikhael se había mantenido serio hasta ese momento, cuando de repente una pequeña sonrisa se dibujó en su rostro. Una sonrisa que poco a poco fue haciéndose más amplia hasta lograr soltar una carcajada.

Luzbel se molestó, ¿acaso eso tenía algún tipo de gracia? Por lo visto para su hermano sí.

—¿Crees que eso suena a una amenaza para mí? —bufó—. Recuerdas que fui yo quien arrancó tus alas con sus propias manos, ¿no? —esta vez adquirió un semblante más serio—. No me das miedo, Luzbel.

—Entonces pruébame y acabemos con esto de una vez.

La verdad era que Luzbel sí sentía temor, pero no iba a hacerse de menos frente a su hermano. Si la persona que amaba estaba en peligro, no le importaría enfrentarse a quien fuera.

Mikhael desvió la mirada de su hermano por un par de segundos. No pensaba atacarlo, por muy extraño que fuera incluso para él. Ahora sabía quién era el eslabón perdido y ni siquiera eso lo animaba a terminar con su trabajo.

Era absurdo. Pero Mikhael no lo entendía y de alguna forma eso lo frustraba. Quizá un tiempo atrás hubiese luchado contra su hermano sin un ápice de duda, como cuando lo hicieron en China, pero ahora... antes de dar cualquier paso él solo quería saber...

—¿Por qué?

—¿Qué? —soltó confundido.

—¿Por qué haces todo esto por él? —suspiró pesado y arrugó el entrecejo, mostrándose más alterado de lo que creyó—. Semyazza y tú... ¿por qué están tan dispuestos a hacer tanto, a arriesgarlo todo solo por una persona? ¡Esto es insensato!

—No es insensato. Y aunque tratara de explicártelo no lo entenderías, porque tú jamás has amado a nadie.

—Tú y yo somos iguales —se acercó un par de pasos a él—. Venimos del mismo lugar, Luzbel. Somos ángeles, y nosotros no podemos amar. Todos aquí te han estado metiendo cosas en la cabeza, ¿no lo ves? Es por eso que no pertenecemos aquí.

—¿Es eso o solo no quieres darte cuenta de que no somos tan diferentes a los humanos?

—Lo somos.

—¡No es así! ¡Eres tú quien no lo ve! Tal vez tengamos algunas diferencias en nuestra anatomía, pero en lo demás somos iguales a ellos. Nosotros sentimos como ellos, podemos amar, odiar, reír o llorar como ellos lo hacen. No lo comprenderás si lo único que haces es verlos como insectos. La humanidad, hermano —se acercó también a Mikhael—. Es perfecta y es hermosa. Lo pensé antes de venir aquí por primera vez, y lo sigo pensando ahora.

—Te estás engañando tú solo —espetó—. ¿"Hermoso"? ¿"Perfecto"? —cuestionó—. Hay personas matando a otras personas todos los días, hay personas violando a personas todos los días, hay personas vendiendo personas todos los días. Gente con sed de poder, gente que manipula a otras personas en nombre de nuestro padre, gente que está dispuesta a hacer cualquier cosa con tal de obtener lo que quiere. Masacres, drogas, corrupción, guerra, abusos, mentiras, ¡¿aún crees que esto es hermoso y perfecto?! —soltó un resoplido cuando su hermano no respondió, en cambio bajó la mirada—. Tú lo sabes mejor que nadie, señor del infierno. ¿Y quieres escuchar qué es lo peor?

—Cállate —musitó.

—Que sabes perfectamente que el culpable de todo esto, eres tú.

—Mikhael...

—Y aun así sigues aquí, creyendo que todo lo haces por un bien, ¡cuando solo estás llevando este mundo a un trágico final!

—¡Cállate! —cayó de rodillas al suelo. Sus manos sujetaban el pasto con fuerza y las lágrimas empezaron a acumularse en sus ojos al sentir impotencia por todo lo que su hermano le decía. Por alguna razón, cuando era Mikhael, todo se escuchaba tan real y tan doloroso, que Luzbel sabía que no podía huir de los problemas que él mismo había creado.

—Y todo por un chico que apenas conoces. Solo mírate, dispuesto a arriesgarlo todo solo por él, dispuesto a morir por él. ¿Crees que es correcto? Hay una profecía y a ti eso no te importa solo por querer fingir ser humano para sentir las migajas de lo que tú defines como amor.

—¿Crees que es fácil? —dijo en voz baja. Ni una sola lágrima había logrado escaparse, pero el dolor se podía notar en su voz—. Vivir en el infierno siendo odiado por todos, tener el trabajo de castigar a la creación que más amaba de papá, estar solo por tanto tiempo. ¡¿Crees que es fácil?! ¡Sé que todo esto es mi culpa, Mikhael! Sé que si no hubiese bajado a la Tierra, probablemente los problemas que hay en las actualidad, jamás hubiesen existido. Creí que estaba haciendo lo mejor para ellos. Tal vez me equivoqué, pero ya es muy tarde para eso, ¿no? Es muy tarde para los arrepentimientos o para querer enmendar las cosas.

—Aún no lo es.

—Y cuando creí que ya nada tenía sentido para mí —continuó, sin haber escuchado las palabras de su hermano—. Me encontré con él. Yo... me enamoré de él, Mikhael. Lo amo con cada parte de mí, y si esta era la única manera de haber podido conocerlo, entonces admito que no siento del todo el cómo han terminado las cosas. Porque aunque te cueste creerlo, él es el único que me conoce, la única persona que me acepta por quien soy, la única persona que ha querido estar a mi lado después y a pesar de tanto.

Mikhael volvió a suspirar, sin saber exactamente qué hacer. En su vida había visto a Luzbel así, y aunque él y sus demás hermanos creyeran lo contrario, Mikhael no tenía un corazón de hielo.

Tal vez no estaba muy de acuerdo con las creencias de su hermano, pero podía encontrar una solución rápida para evitar que todo terminara en una catástrofe.

—Bien, escucha —se puso de cuclillas, para estar frente a frente—. Podemos llegar a un acuerdo. Estoy aquí solamente para evitar que la profecía se cumpla, y tú eres una amenaza solo si estás en este mundo. Así que te prometo algo: no voy a hacerle daño a tu amado, con la única condición de que regreses al infierno, ¿de acuerdo? No me importa si lo haces con él o no, Luzbel, solo vete de la Tierra. Intentaré darte el tiempo que necesites, pero por el bien de todos, hazlo rápido.

...

YoonGi no había logrado avanzar demasiado o al menos eso era lo que pensaba. Por supuesto, al llegar ahí a ciegas, ni siquiera sabía por dónde irse. No obstante, eso fue lo último en lo que pensó cuando de la nada empezó a sentir unas terribles náuseas. Intentó contenerse, mas había sido en vano.

Por el sabor, sabía que probablemente era sangre lo que estaba vomitando. No lo entendía, ni siquiera se había sentido tan mal con anterioridad, físicamente hablando, como para llegar a ese punto.

Apoyó su mano derecha en el tronco de un árbol para mantener el equilibrio. Sin embargo, justo cuando tocó la corteza, su mente parecía haber sido teletransportada a otro lugar. Más imágenes como los de sus sueños llegaron a aparecer, una tras otra. Y sus ojos se volvieron totalmente negros de la nada.

—JungKook.

Su voz había sonado casi como un susurro, a pesar de que esperaba que el pelinegro llegara a ayudarlo.

No sabía lo que estaba pasando. Las náuseas se habían ido, pero le dolía la cabeza y sentía que todo le daba vueltas. A donde sea que miraba, su mente parecía distorsionarlo y luego, lo que alguna vez vio con vida, ahora parecía estar muerto o destruido.

Las voces en su cabeza y demás ruidos extraños que era capaz de escuchar, hacía que de alguna forma doliera aún más.

—JungKook —llamó, esta vez un poco más fuerte.

Cada segundo que pasaba se sentía más alterado y asustado. Lo que antes veía solo en sueños, ahora lo veía también despierto. Y estaba claro que eso no era normal.

Cada vez aparecían más imágenes de paisajes desastrosos, más voces, más dolor, más rostros aterrados de personas que él no conocía.

—¡JungKook!

Probablemente su mente iniciaba a confundir un mundo con el otro, probablemente solo estaba alucinando. Probablemente se estaba volviendo loco. Fuera lo que fuera, quería que se detuviera.

Cuando alzó la mirada, fue capaz de vislumbrar una última cosa antes de caer desmayado.

—Luzbel.


—¿Cómo te sientes? —preguntó JiMin, una vez que había visto que SeokJin se tomó todo el café que le había ofrecido en una taza.

—Mejor, supongo —respondió sin ánimos, recostando su espalda en la cabecera de la cama, a la vez que dejaba la taza vacía sobre la mesa de noche.

—Bien. Te dejaré para que duermas.

—Oye —le detuvo al verlo ponerse de pie. Todo ese tiempo había estado sentado a la orilla de la cama, esperando a que él se tomara el dichoso café y no solo lo desperdiciara—. ¿Dónde dejaste mi chaqueta?

—Está en la sala.

—Oh... —solo llegó a asentir con la cabeza. Si JiMin estaba tan tranquilo, entonces significaba que no había visto lo que tenía escondido en uno de los bolsillos—. Gracias.

—Aunque algo me dice que lo que realmente buscas es esto —le mostró la bolita de papel.

Los efectos del alcohol parecieron irse por completo tan pronto SeokJin se dio cuenta de que esas eran las pastillas que había guardado.

Se alzó rápidamente, intentando arrebatárselas a JiMin, pero el rubio fue más rápido y las alejó de él.

—¡¿Qué demonios te pasa?! ¿Estás revisando mis cosas?

—No las revisaba, se cayó de tu chaqueta. Ahora dime, ¡¿qué es lo que te pasa a ti?! —frunció el ceño, ya no pudiendo disimular su enojo ni su decepción—. SeokJin, te he dado toda la confianza para que hables conmigo, y a la mínima oportunidad que tienes, lo único que haces es robar un par de píldoras.

—¿Y eso a ti qué? ¡Es mi maldita vida! Si quiero volver a tomarlas, no debería de importarte. No te pedí que vinieras a cuidarme, es más, ni siquiera te soporto. Pareces un maldito perro siguiéndome de un lado a otro.

JiMin no pudo evitar indignarse aún más al escucharlo.

—¿Sabes qué? Tienes razón, no debería de importarme. Tú mismo lo dijiste una vez, ¿no? "No puedes ayudar a alguien que no quiere ser ayudado" —tiró las pastillas sobre el colchón—. Haz lo que quieras, no regresaré a este estúpido lugar.

El pánico invadió a SeokJin de un segundo a otro con solo escuchar las últimas palabras del contrario. Esa actitud a la defensiva que había mantenido, se quebró por completo para ahora mostrar al SeokJin vulnerable que tenía miedo a la soledad.

—JiMin —se puso de pie, pero aun así no fue capaz de dar un solo paso—. JiMin, por favor no me dejes —prácticamente suplicó.

JiMin iba decidido. Sin embargo, un sollozo hizo que finalmente el rubio se detuviera al abrir la puerta. Se volteó, no esperando encontrarse con SeokJin siendo un mar de lágrimas.

—No me dejes tú también.

El corazón de JiMin inevitablemente se estrujó al mirar a SeokJin tan destrozado. Su enojo no pudo durar demasiado cuando su contrario estaba sufriendo de esa manera.

Tras un suspiro, cerró la puerta y caminó lentamente hacia él. Tomó asiento justo a su lado a la orilla de la cama.

SeokJin había ocultado su rostro con sus manos. Se sentía tan patético, pero no podía esconder más sus sentimientos.

—No lo he superado —admitió finalmente—. Jamás amé a nadie como lo amé a él —sorbió por la nariz antes de quitar las manos de su rostro—. TaeHyung y yo teníamos una vida juntos. No entiendo cómo algo que parecía ser tan perfecto llegó a arruinarse de esa manera —suspiró cansado—. No sabes lo doloroso que es enterarte de que la persona que te ha ayudado a superar tantos problemas, fue la misma que las ocasionó, de alguna forma... tal vez él no tenga toda la culpa, pero...

—¿Cómo que no la tiene? —sonó un poco ofendido—. Él te engañó, SeokJin, por supuesto que tiene la culpa de todo.

El rubio cenizo no hizo más que esbozar una imperceptible sonrisa. ¿Cómo explicarle que no sufría exactamente por una infidelidad?

JiMin por su parte, se mantuvo en silencio un par de segundos más. SeokJin por fin había decidido hablar sobre su ruptura, sobre cómo se sentía en realidad. Y con solo su mirada, podía saber que se sentía avergonzado de sí mismo.

Quizá, solo quizá, si JiMin también hablaba de sus problemas, SeokJin ya no pensaría eso de él. Al menos ahora serían dos patéticos juntos y compartiendo de alguna forma el dolor del otro.

—Creo que soy bisexual —dijo, intentando distraerse con sus manos para evitar verlo a los ojos, pues SeokJin había volteado hacia él en ese instante—. Y, bueno... —se alzó de hombros—. El hombre que me gusta me ha rechazado de una manera no muy... agradable. Y lo más estúpido, es que lo hizo antes de siquiera poder haberle dicho algo sobre lo que sentía por él —sonrió sin ganas.

—Es un idiota.

—TaeHyung también lo es.

–Lo nuestro es diferente.

—No lo defiendas, es un infeliz. Si yo fuera él, jamás te hubiese hecho algo como eso.

—Estoy dañado, JiMin —murmuró—. Todas las personas siempre terminan alejándose de mí. Siempre termino solo. Es por eso que tomo esas píldoras... me ayudan a olvidarme de la soledad a la que aparentemente estoy destinado.

—No necesitas píldoras, SeokJin. Yo sigo aquí.

—¿Hasta cuándo? —sus miradas se conectaron al fin.

—Hasta que tú me lo permitas.

Esa respuesta había aliviado un poco el corazón dañado de SeokJin. No muchas personas cumplían con sus promesas, pero JiMin no parecía ser de esos tipos. De hecho, parecía demasiado seguro en todo lo que decía.

SeokJin le creyó, tal vez por la ilusión de esas palabras, tal vez por el leve brillo que los ojos del rubio emitían o tal vez porque el tacto de sus meñiques entrelazándose era tierno, dulce y muy reconfortante.

Se vieron a los ojos sin decirse nada por más tiempo del que pensaron. Sin embargo, ninguno de los dos se incomodó por ello, sino todo lo contrario. Ambos sabían que probablemente no era el momento, pero fue algo que no pudieron evitar. Fue un impulso el que no los hizo pensar y solo los llevó a acercarse cada vez más, hasta que sus labios se unieron.

▂▂▂▂▂▂▂▂▂▂▂▂▂▂▂▂▂

Lamento la tardanza, pero no es mi culpa, sino de la universidad jsjs

Espero les haya gustado el capítulo. Llevo tanto tiempo sin escribir que siento que ya no me sale xdxd

Por cierto, ¿se esperaron lo de SeokJin y JiMin? 👀

Gracias por esperar la actualización, se les quiere very mucho 💜✨

Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro