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✪Quînquâgintâ sex✟

NamJoon y Semyazza seguían observando la pared completa de retratos familiares. NamJoon volteó hacia su derecha cuando por el rabillo del ojo creyó ver una sombra.

Y lo que se había encontrado, lo dejó más que anonadado. Era él, se estaba viendo a sí mismo de cuando tenía algunos 6 años. Era un niño sano, risueño, curioso, con la inocencia reflejada en el brillo de sus ojos.

Joonie, a comer —avisó una voz femenina.

El niño corrió feliz hacia la cocina. NamJoon estaba sumamente confundido con todo lo que estaba viendo, pero aun así la dulce voz de su madre hizo que siguiera a su yo del pasado sin pensarlo.

Fue inevitable sentir una terrible presión en el pecho al llegar a la cocina, encontrándose con su progenitora colocando un plato con comida sobre el comedor. NamJoon sintió ganas de llorar, ¿desde cuándo no veía el rostro de su madre? ¿Por qué tuvo que morir en su sueño para poder hacerlo?

—Mamá —llamó con un nudo en la garganta. Sin embargo, su madre lo ignoró completamente—. Mamá —insistió.

La mujer ni siquiera volteaba en su dirección. NamJoon caminó hacia ella, queriendo colocar una mano en su hombro para llamar su atención. Sin embargo, cuando lo intentó su mano traspasó el cuerpo de su progenitora.

Se quedó estático, intentando procesar lo que acababa de suceder. Su madre no lo escuchaba, no lo veía, no le hablaba. Era como si NamJoon no estuviera ahí. Posó su mirada en ella nuevamente, notando que le sonreía al pequeño Joonie mientras lo animaba a ingerir la comida recién servida.

NamJoon seguía sorprendido, pero no se atrevió a hacer nada más que observar la escena. Era lo único que le quedaba por hacer ya que nadie parecía notar su presencia.

—¿Te gusta? —preguntó su madre en un suave tono infantil hacia su hijo.

—Está rico —comentó con la boca llena. Su madre sonrió satisfecha mientras acariciaba su cabello. Se puso de pie y continuó con lo que estaba.

Su padre entró a la cocina poco después. No saludó, solo se sentó en la mesa esperando a que su comida fuera servida. Joonie no le tomó importancia, siguió en su asunto de vaciar su propio plato cuando su madre colocó otro frente a su esposo.

—¿Qué es esto? —el hombre frunció el ceño al ver su plato con comida.

—Es lo que acabo de cocinar. Pruébalo, a Joonie le gustó.

—Se ve asqueroso, no pienso comer esta mierda —indiferente, tomó el plato y lo tiró al suelo provocando que la porcelana se quebrara en varios pedazos y la comida estuviera esparcida—. NamJoon deja de ingerir esa basura —le ordenó a pesar de que el niño había quedado estático por el susto que le había ocasionado escuchar el plato impactando contra el suelo. El hombre subió la mirada hacia su esposa, quien se sentía demasiado pequeña en ese instante—. ¿Que no puedes cocinar algo decente? Trabajo todo el día y ni siquiera puedo llegar a casa para cenar porque mi esposa es una buena para nada. No trabajas, no haces nada y no te esfuerzas ni por hacer la comida.

La cocina se sumió en un muy incómodo silencio. NamJoon miraba hacia su plato de comida, no entendiendo por qué su padre estaba tan disgustado, la comida se veía bien y sabía bien. Pero eso era lo de menos, odiaba verlos discutir. Se sentía triste cada vez que eso pasaba.

—Vamos —su padre lo tomó del brazo para bajarlo de la silla—. Iremos a otro lugar donde la comida no se vea como mierda de perro.

NamJoon se dejó llevar porque ver a su padre enojado le daba miedo. Sin embargo, también le partía el corazón ver a su madre triste y llorando, justo como la vio al voltearse hacia ella mientras su progenitor lo llevaba de la mano hacia la salida.

Mientras los años pasaban NamJoon continuó viendo a su padre sobrepasarse con su madre. La insultaba, la golpeaba, la empujaba, la menospreciaba de todas las formas posibles mientras que frente a los demás se hacía pasar como el hombre de sus sueños para cualquier mujer. La familia había aprendido a ser experta en aparentar.

Cuando cumplió 13 años de edad, NamJoon salió de su habitación y bajó al primer piso en busca de refresco y algún snack tras haber terminado de hacer sus deberes escolares. Sin esperar encontrarse con aquella escena que lo había llevado a esconderse tras la pared.

—Cariño, por favor, no me siento bien y hueles a cerveza —intentó apartarse amablemente de su esposo, pero este solo la tomó con más fuerza y le propinó una fuerte cachetada que le hizo girar su rostro.

—¿Tu madre no te enseñó que a tu marido no se le niega nada? Si no sabes ser ni siquiera una buena ama de casa, lo mínimo que puedes hacer es cumplirme como mujer.

Volteó a su esposa y le hizo inclinarse sobre el brazo del sofá para que su parte trasera quedara más elevada. Estaba usando un vestido, por lo que se le facilitó bajarle la ropa interior. Cuando él comenzó a abrirse el pantalón, NamJoon decidió irse de nuevo a su habitación. En definitiva no quería ver eso, no solo porque eran sus padres, sino porque su madre no parecía estar nada contenta con lo que su marido estaba haciendo.

La madrugada llegó y NamJoon no podía dormir. Bajó a la cocina nuevamente, queriendo buscar esta vez un vaso con agua. No había cenado y tenía hambre, pero no pensaba prepararse nada porque no quería despertar a nadie con el posible ruido.

Cuando llegó a la cocina se sintió terriblemente mal al ver a su madre sentada en el suelo, abrazando sus piernas y apoyada en el mueble de cocina mientras hacía el intento de que su llanto no se escuchara. Con el corazón destrozado NamJoon se acercó a ella. No dijo nada, solo se sentó a su lado y la abrazó.

Así estuvieron por un largo tiempo, NamJoon manteniendo a su madre entre sus brazos mientras esta lloraba sobre su hombro.

NamJoon poco a poco se cansaba de eso. Le enfurecía ver a su padre actuando así con su esposa, pero más le enfurecía no sentirse capaz de darle un alto a esa situación. ¿Cómo podría hacerlo? Él ni siquiera se asemejaba a la altura de su padre como para poder enfrentarlo.

Él amaba a su mamá, pero no era tan valiente como para protegerla y eso le ponía de los nervios, más porque cuando todos estaban juntos, NamJoon no era capaz de contradecir a su progenitor. Cualquier orden que él le daba, NamJoon la acataba aunque no le gustara. Tal vez porque en el fondo no quería ser agredido como su madre.

—Tal vez... —habló en voz baja cuando su madre logró calmarse un poco—. Deberías considerar divorciarte.

—¿Qué estás diciendo? —sonrió sin gracia alguna—. No tengo trabajo, me dejará en la calle y es un hecho que no me dejará volver a verte.

—Quiero irme contigo —confesó—. No importa adonde, pero no quiero quedarme con él. Trabajaré si es necesario.

—Tienes 13 años, Joonie. Nadie te dará trabajo.

—Estoy intentando buscar soluciones, mamá. Pero tú pareces solo buscar excusas para seguir aquí sin mover ni un dedo y dejar que papá haga todo lo que quiere contigo —soltó molesto—. Si es lo que deseas, bien por ti. Pero te prometo que cuando menos lo esperes, yo me habré ido de este lugar. Ya sea contigo o sin ti.

Se separó de su madre para ponerse de pie y regresar de nuevo a su habitación. Le enojaba que su progenitora fuera así, que se dejará golpear, que se dejará humillar solo para diversión de su padre y que no fuera capaz de hacer nada al respecto.

El día siguiente no fue mejor al anterior cuando su papá llegó de trabajar. Y así siguió transcurriendo el tiempo, con su padre "enseñándole" cómo se debían tratar a las mujeres que no eran obedientes. "Enseñándole" que él no tenía por qué cocinar su propia comida, lavar su ropa o limpiar su cuarto porque para eso estaba su madre, y los labores de la casa solo eran cosa para mujeres.

Un día, cuando ya tenía 16 años de edad, entró a casa encontrándose con su padre y sus tres amigos jugando con cartas. Su padre lo invitó a unirse a ellos en la mesa y el chico así lo hizo.

—¿Quieres una cerveza, hijo? —preguntó uno de los viejos amigos de su papá cuando ya habían jugado varias partidas con él.

—Oh, no —movió sus manos en un gesto de negación—. Aún soy menor de edad.

—¿De qué hablas? —rio—. A tu edad ya había probado todas las cervezas que habían en el mercado —bufó—. Parece que tu padre te cuida como princesa.

—Cierra la boca —le dijo el anfitrión.

—No, lo digo en serio, solo míralo —señaló a NamJoon, quien parecía preferir enfocarse en repartir las cartas—. Es tímido incluso entre hombres, no bebe, cada vez que venimos siempre está en su habitación. Apuesto a que ni siquiera ha tenido su primera novia.

—A su edad ya había perdido la virginidad —comentó otro de los amigos. Los demás rieron por su comentario.

—Oye, es cierto —su padre volteó a verlo—. Jamás te he visto traer a alguien a casa.

—Eso es porque no tengo novia —admitió.

Te lo dije —respondió el amigo de su progenitor.

—Pues ya debería ser hora de conseguirte una, ¿no? Vamos, que no quiero que me salgas con que eres maricón.

El comentario sumado a las risas de los otros hombres hicieron que NamJoon se tensara. Lo cierto era que ya había descubierto que gustaba de hombres, tenía una leve sospecha, pero desde que vio en su escuela a aquel niño de piel pálida, lo supo. Le gustaban los hombres.

Y por obvias razonas no pensaba confesárselo a sus padres.

—Sería irónico —comentó el otro de sus invitados—. Que el único hijo que tienes termine siendo un enfermo afeminado.

—No bromees con eso. Me da asco de solo pensarlo.

Al día siguiente NamJoon regresó a la escuela. Tenía amigos en su clase con los que también pasaba en el receso. Sin embargo, desde que vio a aquel niño pálido por primera vez, se había hecho a un lado solo para dedicarse a observarlo. Siempre que lo veía estaba solo, no hablaba con nadie, siempre pasaba sentado en la misma banca del patio de la escuela, siempre se sentaba abrazando sus piernas y jamás cargaba con su almuerzo. De hecho, estaba tan delgado que NamJoon se cuestionaba si al menos el chico comía al llegar a casa.

Había algo en él. NamJoon no supo qué, pero ese chico llamaba mucho su atención. Siempre tenía una mirada vacía y eso no le gustaba, quería hablarle, escuchar su voz. Quería acercarse a él, tratar de hacerle sonreír e intentar ser su amigo.

Por eso ese día se quedó observándolo hasta que el niño empezó a dirigirse hacia la banca de siempre. Un grupo de otros tres niños pasaron corriendo al lado suyo, uno de ellos lo empujó sin querer y el chico pálido terminó cayendo al suelo. NamJoon supo que esa era su oportunidad para acercarse a él.

—¡Tengan más cuidado! —les gritó al grupito de tres que solo siguieron su camino después de eso. NamJoon negó y caminó hacia el chico que apenas estaba levantándose del suelo—. ¿Estás bien? ¿Te hiciste daño?

El chico no respondió, solo se sentó en la banca. NamJoon se mantuvo en silencio, observando cada uno de los movimientos del contrario. Habían raspones en sus antebrazos con pequeñas gotas de sangre. Le dolía, se notaba que las heridas le estaban doliendo, pero aun así no emitió ningún sonido que lo demostrara, tensó la mandíbula e intentó aparentar que no estaba sintiendo nada.

—¿Quieres que te acompañe a la enfermería?

Y nuevamente no respondió. NamJoon no supo qué hacer porque el chico no le decía absolutamente nada y eso empezaba a desesperarle. Sin embargo, tampoco pensaba rendirse tan rápido.

—Ven —le tendió la mano—. Vamos a la enfermería.

—No me duele —habló el chico finalmente.

—Pero necesitas desinfectar la herida. Vamos, yo iré contigo.

El chico posó su miraba en la mano que NamJoon le tendía. No dijo nada y tampoco la tomó. Su mirada fue subiendo poco a poco hasta situarse en el bolsillo de su pantalón. NamJoon lo notó, por lo que también bajó la mirada hacia ese lugar.

Entonces lo notó, el chico veía el chocolate que sobresalía del bolsillo. NamJoon lo había comprado en la cafetería junto con su almuerzo, pero se había llenado con solo lo último. No lo pensó demasiado, sacó la barra de chocolate y se la tendió al chico sobre la banca, quien tampoco la tomó.

—Dicen que el chocolate sube los ánimos y hace más feliz a la gente. Y tú no te ves muy feliz justo ahora.

El chico apreció la sonrisa de hoyuelos de NamJoon. Esa sonrisa que no reflejaba nada más que amabilidad. Dudó un poco, pero aun así tomó el chocolate. Le dedicó una pequeña mirada a NamJoon antes de regresar al chocolate, el cual abrió y mordió casi como si le tuviera miedo.

NamJoon sonrió más amplio al verlo disfrutar tanto después de la primera mordida. ¿Acaso nunca lo había probado?

Se sentó al lado suyo, viéndolo con total interés.

—Oye, tranquilo —bromeó al verlo comer tan rápido—. Parece que no comes nada hace más de un día.

Y la expresión que puso después de esas palabras hicieron que a NamJoon se le borrara la sonrisa. ¿Acaso había tenido razón? ¿No había comido nada en más de un día? Se asustó de solo pensarlo.

—¿Cómo te llamas? —preguntó hasta que notó que se comió todo el chocolate.

—Min YoonGi.

—Mi nombre es Kim NamJoon —extendió su mano para saludarlo, y una vez más YoonGi no la tomó. NamJoon se rindió en ese aspecto y volvió a bajar la mano—. ¿Cuántos años tienes, YoonGi?

—Catorce.

—Oh, yo tengo dieciséis —esperó algún comentario por parte suya, no recibió ninguno por lo que ya le quedaba claro que YoonGi no era de muchas palabras. Debido a eso, decidió volver a hablar—. ¿Sabes, YoonGi? No tengo muchos amigos justo ahora. Me preguntaba si tú... quisieras ser mi amigo.

—¿Por qué yo? —volteó a verle.

NamJoon le sonrió.

—Porque me transmites confianza. Es algo que necesito ahora, alguien en quien confiar. Y siento que tú también necesitas lo mismo. Puedes hacerlo si quieres, puedes confiar en mí. Así que... ¿qué dices? ¿Quieres ser mi amigo?

Después de que YoonGi aceptara ser su amigo empezaron a compartir más tiempo en el receso. NamJoon dejó de comprar almuerzo para él y se lo regalaba al menor. Le encantaba ver las mejillas llenitas de YoonGi, era demasiado adorable a su parecer, además de que parecía necesitarlo.

La confianza como tal fue surgiendo con el pasar de los días. Poco a poco YoonGi se iba desenvolviendo con él, ya no era tan cortante como al inicio. Se volvieron buenos amigos después de un año y cuando YoonGi cumplió los 16, NamJoon fue el que se había atrevido a besarle. Había sido la primera vez para ambos, por eso el beso había sido torpe y tímido. Pero a ambos pareció gustarle. Y se hicieron novios a escondidas después de eso.

YoonGi le confesó toda la verdad sobre su madre, los novios de esta y del por qué nunca lo dejaba ir a su casa. NamJoon también le contó la verdad sobre lo que sucedía en su casa, y eso solo logró unirlos aún más. Porque ahora se tenían el uno al otro para tener la fuerza de soportar toda esa mierda.

Sin embargo, NamJoon poco a poco estaba llegando hasta el límite con su familia y con la familia de YoonGi. Detestaba ver a su novio con golpes en cada parte de su cuerpo, detestaba cuando lo veía llorar por todo lo que tenía que pasar. Odiaba la actitud de su padre y odiaba que su madre cada vez se volviera más sumisa ante él. Odiaba tener que ver eso todos los días, así que se propuso buscar trabajo para irse a vivir solo de una vez por todas y así lograr tener aunque sea un poco de paz mental. No obstante, estaba consciente de que primero tenía que ahorrar antes de hacer cualquier movimiento.

Cuando cumplió los 19 años, su padre lo hizo salir con él de la casa hacia un lugar que nunca le mencionó al poner un pie en la calle. Claro, porque si lo hubiese hecho, NamJoon se hubiese negado rotundamente.

—Papá, no puedes obligarme a hacer esto —insistió, importándole poco que los viejos amigos de su padre también fueran testigos de las ganas que tenía de llorar por la impotencia—. Yo no quiero.

—Relájate un poco. Lo dices como si te estuviera torturando. Dime algo, ¿quieres que ellos piensen mal de ti? —señaló a sus amigos—. ¿Que yo piense mal de ti?

—No sé de qué me hablas. Papá, no quiero estar aquí.

—Escúchame —se acercó más a él de manera amenazante—. Deberías estar agradecido de que sea un padre tan abierto como para traerte a este lugar. ¿Por qué tienes tanto miedo?

—No tengo miedo. Solo no quiero tener mi primera vez con una prostituta. ¿Mamá siquiera sabe que me trajiste aquí?

—Me importa una mierda lo que piense tu mamá. Ya fue suficiente contigo, ella hace que te comportes como una nenita. Escúchame bien, NamJoon, espero que no me vengas con que realmente eres un maricón o juro que voy a quitártelo a puras palizas. Ve con esa zorra y compórtate como el hombre que deberías de ser.

Le dio la vuelta y lo empujó hacia la prostituta que seguía esperando por alguno de ellos.

—Es su primera vez —le comunicó a la mujer.

—No te preocupes —sonrió con lascivia mientras tomaba la mano de NamJoon para hacer que le siguiera—. Lo trataré bien.

NamJoon se sentía más abrumado según avanzaban. Podía escuchar los gemidos que salían de cada habitación por la que pasaban y eso solo le hacía sentir aún peor. No quería estar allí, no quería perder la virginidad con alguien que no conocía y mucho menos si era una prostituta. Quería tener su primera vez con su novio, nadie más que él.

—Siéntate —le dijo al chico cuando entraron a una de las habitaciones.

NamJoon no obedeció. La mujer solo sonrió al verlo algo incómodo, pues pensaba que se debía a los nervios de ser su primera vez. Se acercó a él y, colocando sus manos en el torso ajeno, le hizo sentarse sobre la cama.

—Tranquilo, prometo que va a gustarte.

—Lo dudo.

—¿Por qué? —se quitó el abrigo, dejándola en lencería que dejaba muy poco a la imaginación. NamJoon desvió la mirada.

—Por favor, vuelve a vestirte.

—Eres demasiado tímido —colocó las manos en los hombros del chico para sentarse a horcajadas sobre él—. Dicen por ahí que los hombres tímidos son los más sucios en la cama.

—No estar de acuerdo con esto es diferente a ser tímido.

—¿Y por qué no estás de acuerdo? Créeme, haré que te sientas muy bien.

—Estoy sintiendo todo lo contrario —giró su rostro y frunció el ceño cuando la mujer empezó a acariciar su cuello, trazando un pequeño camino con la punta de su lengua—. Apártate de mí.

—¿Tienes algún fetiche? ¿Una fantasía que quieras que te ayude a cumplir?

—Solo quiero que te quites de encima.

—Deja el pudor a un lado, cariño. Estoy aquí para complacerte. Si quieres, puedes cerrar los ojos e imaginar que soy la chica que más te gusta —le susurró al oído mientras una de sus manos ejercía presión sobre la entrepierna de NamJoon.

—¡Te he dicho que te quites! —por puro impulso la empujó lo más fuerte que pudo, ocasionando que la mujer diera un pequeño grito y cayera bruscamente al suelo.

—¡¿Qué te pasa?! —espetó la mujer, adolorida—. ¡¿Acaso estás enfermo?! ¿Cuál es tu problema?

NamJoon se puso de pie con la respiración pesada. Prácticamente salió corriendo de allí, cansado y harto de sentirse tan atosigado.

Su padre, quien se encontraba en una de las tantas mesas del club con sus amigos observando el show de las bailarinas exóticas, notó que NamJoon caminaba apresurado hacia la salida, empujando a cualquier persona que se le pusiera enfrente.

NamJoon escuchó que gritaban su nombre, pero no le prestó atención hasta que salieron del establecimiento, cuando su padre lo alcanzó y logró sujetarlo del brazo.

—¿Dónde crees que vas?

—Te dije que no quería hacer esto.

—¿Ella no te gusta? Porque puedo conseguirte a alguien más.

—¡No! No me gusta. ¡Ni ella ni ninguna otra mujer!

—¿De qué hablas? —soltó su brazo—. Espero estar entendiendo mal.

—¡Soy gay!

Su padre se vio tan sorprendido por esas dos palabras, que por un rato no dijo ni hizo nada. NamJoon esperaba algo peor que eso a decir verdad. Intentó calmarse un poco para poder hablar con más tranquilidad.

—Papá... lamento decepcionarte, pero... es la verdad —exhaló nervioso—. Y-yo conocí a alguien. Ahora él es... él es mi novio y...

No pudo terminar de hablar cuando un fuerte puñetazo llegó a su pómulo izquierdo. Perdió el equilibrio y cayó al suelo. Su padre se colocó sobre él y empezó lanzarle más golpes a puño cerrado en el rostro. Los guardias del club se dieron cuenta de eso, por lo que rápidamente llegaron a separarlos.

Mientras sujetaban al hombre y lo obligaban a levantarse, este le escupió a su hijo con todo el desagrado y el asco que sentía.

—Considérate muerto para mí.

NamJoon estaba en una especie de shock. Había visto a ese mismo hombre levantarle la mano a su madre, pero jamás lo había hecho con él, mucho menos escupirle y verlo con tanto repudio.

—¿Estás bien? —uno de los guardias se acercó a él mientras el otro trataba de tranquilizar a su padre—. Déjame ver.

—Estoy bien —mintió. Se puso de pie y huyó de ahí lo más rápido que pudo.

Por supuesto no iba a regresar a su casa. Él se sentía tan cansado de todo, que solo quería irse de ahí. Desaparecer incluso de esa ciudad. Se lo había propuesto a su mamá demasiadas veces, pero esta nunca aceptó por miedo a su marido. NamJoon sabía que regresar a casa solo para tratar de convencerla una vez más, no funcionaría.

Así que en ese momento solo se le vino alguien a la cabeza: YoonGi.

Se encontraba en camino a su casa antes de que pudiera ser consciente de ello. Nunca había llegado hasta ella directamente. YoonGi dejaba que lo acompañara después de la escuela hasta cierto punto, pero nunca había entrado a su hogar. Conocía la situación de su novio, y por eso ahora no sabía si era buena idea lo que estaba haciendo. Tal vez ni siquiera podría recibirlo, pero en ese momento se sentía tan mal, que estaba hasta dispuesto a escalar hasta la habitación de su novio.

Sin embargo, al llegar al pórtico de la casa de YoonGi, notó que la puerta principal estaba medio abierta. Todos los problemas que traía en mente se esfumaron ante la curiosidad de lo que estaba sucediendo.

Solo veía oscuridad por la abertura y nada más. Empujó un poco más la puerta y se dio cuenta de que en la primera planta no había nadie y lo único que emitía una leve luz en la sala social era la pantalla de la televisión.

—¿YoonGi?

Nadie respondió, pero fue capaz de escuchar un ruido que provenía de la planta alta. Las cosas no pintaban nada bien para el chico. Vio varias botellas vacías de cerveza sobre la mesa de centro, y decidió tomar una de ellas antes de subir lentamente por las gradas, cuidando de no causar ningún sonido.

Mientras más se acercaba a la única habitación que estaba iluminada, más se alarmaba al escuchar la voz de su novio.

—¡Basta! ¡Suéltame!

—Vamos, pequeño. Sé que has querido esto desde hace mucho.

La imagen con la que NamJoon se topó al llegar a la habitación, le hirvió la sangre. Un hombre de poco más de cuarenta años tenía a YoonGi boca abajo sobre la cama. El menor estaba suplicando que se detuviera, pero el hombre parecía solo excitarse más con ello. Le bajó el pantalón a YoonGi y estaba por desabrocharse el suyo cuando NamJoon entró sin avisar y con toda sus fuerzas y el enojo estrelló la botella de vidrio en la cabeza del hombre.

El adulto cayó inconsciente a un lado. NamJoon no procesó lo que había hecho, pues sólo le importaba el bienestar de su querido YoonGi, quien se había sobresaltado por el inesperado ruido.

—¿Nam? —murmuró cuando fue capaz de voltearse.

—Estoy aquí —avisó, ayudándolo a ponerse de pie—. ¿Estás bien? ¿Te hizo algo?

YoonGi negó con la cabeza, pero NamJoon sabía que se encontraba muy afectado, más de lo que su llanto podía demostrar. El mayor lo abrazó con fuerza.

—¿Dónde está tu mamá?

—Fue a comprarle más cervezas —respondió con la voz entrecortada—. Yo... estaba limpiando y él empezó a tocarme —explicó—. Yo no quise y luego me sujetó con fuerza. Intenté escapar pero era más fuerte que yo y me trajo hasta la habitación. Te juro que yo no quería.

—Está bien, está bien —se separó, sujetándolo de los hombros—. Hay que irnos de aquí antes de que tu madre regrese y este infeliz despierte.

—¿Dónde vamos?

—Vamos a escapar. Tengo algo de dinero en mi billetera, el suficiente para irnos de la ciudad.

—¿Y qué haremos? —sorbió por la nariz—. ¿Cómo sobreviviremos?

—Nos las arreglaremos allá. Por ahora lo importante es huir de esta mierda, ¿no crees? Cualquier lugar será mejor que aquí. Dime, ¿dónde quieres ir?

YoonGi lo pensó unos momentos, antes de ver a su pareja a los ojos.

—Seúl —dijo en voz baja, casi con temor.

—De acuerdo —asintió con la cabeza—. Entonces nos iremos a Seúl. ¿Quieres hacerlo? ¿Quieres irte conmigo?

YoonGi asintió con la cabeza. NamJoon lo ayudó a acomodarse la ropa rápidamente, y esa noche ambos huyeron de casa para no regresar nunca más.

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Estoy de vacaciones por ahora, así que haré un pequeño intento por actualizar más seguido xD

Gracias por leer, comentar y votar UwU 💜

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