✪Quînquâgintâ septem✟
YoonGi estaba sentado en la cama, apoyando la espalda en la cabecera de madera. Acariciaba el cabello de JungKook, quien mantenía la cabeza recostada en el regazo del menor. Perdieron la cuenta de cuánto tiempo estuvieron así, en silencio y JungKook con la mirada perdida en la nada.
YoonGi estaba ahí como apoyo, pero la verdad es que no sabía qué más decir para consolarlo. Lo único que podía hacer ahora era darle toda su compañía.
Estiró el brazo hacia la mesa de noche para alcanzar su celular.
—Llamaré a la señora Lee. Le pediré permiso para faltar al trabajo.
—No —JungKook negó—. No quiero que pongas en riesgo tu trabajo por mí —Se quitó de encima de las piernas de su novio para acomodarse de costado, dándole la espalda—. Ve. No te preocupes, de todas formas no pienso moverme de aquí.
YoonGi suspiró desanimado. Se inclinó hacia JungKook y depositó un pequeño beso en su hombro.
—Te amo —susurró. Pero no recibió ninguna respuesta del pelinegro.
YoonGi sabía que JungKook seguía muy afectado por lo que había hecho la noche anterior. Por supuesto, no estaba siendo nada fácil sobrellevar el hecho de que había asesinado a alguien. YoonGi no dijo nada más. Se levantó de la cama y se encerró en el baño antes de irse a trabajar.
Colocó las manos sobre el lavabo, tratando de contener las lágrimas que se iniciaban a acumular en sus ojos. Inhaló y exhaló incontables veces. Se dio unas cuantas palmadas en las mejillas para tratar de mantener el control y luego lavó su rostro.
Vio su reflejo por varios minutos, hasta que sintió que se había tranquilizado lo suficiente. Salió del baño y como si nada hubiese pasado, se fue a trabajar.
Las cosas iniciaron siendo mucho más difíciles de lo que pensaron. Supieron a las malas que el amor no pagaba las cuentas, pero sí era un incentivo.
Se tenían el uno al otro para apoyarse y eso fue suficiente motivo para esforzarse y seguir adelante. Cualquier cosa que sucediera, por muy buena o muy mala que fuese, sabían que iban a permanecer juntos. Ya era algo natural, juntos superaban los obstáculos mejor que separados, los dos estaban convencidos de ello. Por eso habían desarrollado un fuerte lazo de apego entre los dos.
Pero en el mundo real no era suficiente. Y todo lo que requería ser parte de una sociedad donde no podían demostrar su amor libremente, ser jóvenes adultos independientes sin profesión y sin nadie que los apoyase, era sumamente estresante. Y ese estrés consumía a NamJoon poco a poco. Jamás quiso demostrarlo, pero lo hacía sin darse cuenta.
Sus enojos por cualquier cosa era evidencia de ello. No solo eso, en un nuevo hogar conformado solo por él y su pareja, se estaba dando cuenta de que arrastraba cosas de su antiguo hogar a este.
A decir verdad NamJoon no sabía qué tan arraigadas tenía las "enseñanzas" de su padre hasta esa noche, cuando había terminado de hacer el amor con su novio en el primer apartamento pequeño que ambos habían logrado rentar después de tanto esfuerzo.
—¿En qué piensas? —preguntó YoonGi, quien a pesar de todas las circunstancias había logrado ganar un poco más de peso y se le podía ver más saludable que antes.
NamJoon desvió la mirada del techo para ver a su pareja.
—En nada —acomodó su mano izquierda detrás de su nuca—. Solo estaba apreciando el momento.
YoonGi sonrió. Se pegó más al cuerpo ajeno, recostando su cabeza sobre el brazo de NamJoon.
—¿Sabes? He estado pensando en algo últimamente.
—¿En qué?
—Bueno... —colocó una mano sobre el pecho del mayor, dejando sutiles y tímidas caricias en esa zona—. Fuimos la primera vez de ambos. Y cada vez que lo hacemos es igual: tú sobre mí. No es que no me guste, es solo que... me gustaría experimentar más.
—No entiendo, ¿a qué te refieres?
—Me gustaría al menos una vez poder ser yo el activo —confesó.
NamJoon rio por lo que el menor había dicho, pero ver su semblante serio le hizo saber que no estaba bromeando. YoonGi en verdad quería hacerlo.
—No, eso no va a pasar —se sentó en la cama.
—¿Por qué no? —copió la misma acción del mayor—. Prometo que seré igual de cuidadoso.
—No, no es por eso. Simplemente no va a pasar. YoonGi, no voy a dejar que metas cosas donde no debes.
El ceño de YoonGi se frunció, entre incrédulo y a la vez ofendido.
—¿Meter cosas donde no debo?
—Sabes a lo que me refiero —suspiró.
—No, no lo sé.
—Pues entonces solo quédate con que no voy a dejar que hagas eso. No pienses más en esas locuras.
—¿Por qué sería una locura dejar que te haga el amor?
—¡Porque soy hombre!
—¿Acaso yo no lo soy? —cada vez se veía más ofendido.
—¡Es tu problema si te quieres rebajar y abrirte de piernas como si fueses una mujer! ¡Yo no soy así!
NamJoon no supo lo que había dicho hasta ya haberlo hecho, y se dio cuenta de que eso había herido profundamente al menor.
—YoonGi, espera —pidió al verlo ponerse de pie para salir de la habitación—. Espera —también se levantó de la cama y salió a paso apresurado para detener al menor.
YoonGi se zafó bruscamente del agarre que NamJoon tenía en su muñeca y se giró hacia él.
—Me entrego a ti porque te amo, ¿y tú lo único que piensas es que estoy rebajando mi posición como hombre? —soltó incrédulo—. ¿Es por eso que ni siquiera lavas los platos que ensucias, porque crees que te estás rebajando haciendo cosas de mujer? Pues te tengo noticias, el pene no se te va a caer por eso.
—Oye, no me hables así.
—¿Entonces cómo? ¿No es así como deberían de hablar los hombres? Estoy cansado, NamJoon. Los dos trabajamos como esclavos y aun así quien llega a casa a hacerse cargo de todo soy yo, cuando debería ser entre los dos. Pensé que llegabas agotado y por eso siempre me dispuse a hacerlo todo, porque te amo y quería que descansaras. Pero no esperaba que lo hicieras solo porque sientes que lavar un plato mata tu hombría. Ya es suficientemente machista pensar que una mujer debe hacer todo eso, ¿pero ahora también piensas que yo lo soy en nuestra relación? —sonrió con ironía cuando el mayor no respondió, solo agachó la cabeza—. La manzana no cayó muy lejos del árbol —murmuró, retomando su camino hacia el cuarto de baño.
—¿Qué estás diciendo? —volvió a subir la mirada a su novio, ya no sintiéndose abochornado, sino más bien enojado.
—Que puede que no seas tan diferente a tu padre después de todo.
Un impulso fue el que lo llevó a sujetar a YoonGi y estamparlo contra la pared, rodeando el cuello de este con su mano, ejerciendo presión.
De un segundo a otro se había sentido furioso. Detestaba a su padre y ser comparado con él era algo que no podía soportar.
—Si vuelves a repetir eso, te juro que... —entonces guardó silencio. Porque supo que en realidad sí se estaba comportando como su padre.
Casi asustado de sí mismo soltó a YoonGi. La blanca piel de su cuello había quedado con las marcas de los dedos de NamJoon. Y esa fue la primera vez que lo agredió físicamente.
Él no quería hacerlo, no quería ser igual a su padre, pero tenía impulsos cuando se enojaba que no podía controlar. Siempre pasaba cuando YoonGi y él discutían. Esas discusiones fueron volviéndose más frecuentes combinadas con el estrés de ambos, con los celos de cuando YoonGi pasaba más tiempo con sus nuevos amigos y estos iniciaban a sospechar mal de su relación, cuando YoonGi tardaba en regresar a casa que por eso le había impuesto la regla de que tenía que estar allí antes de cierta hora. De alguna forma u otra ambos fueron volviéndose la pesadilla del otro, se quitaban la paz mental mutuamente, pero era algo a lo que ya se habían acostumbrado y por eso no hacían nada al respecto.
Y sin que NamJoon se diera cuenta, había creado una réplica casi exacta de la relación de sus padres.
Cuando NamJoon fue consciente de su entorno, ya no estaba en la casa de sus padres ni en ninguno de los apartamentos que alguna vez compartió con YoonGi. Estaba en la nada, en un espacio donde todo era color negro. Nuevamente una puerta se apareció delante de él, se encontraba media abierta y desde el interior podía escuchar la canción Only You.
NamJoon entró al lugar. Era un apartamento completamente extraño para él, pero de alguna forma también se le hacía conocido. Escuchó unos pasos tras su espalda que parecían venir corriendo directamente hacia él. Justo cuando NamJoon se volteó, un cuchillo fue insertado en su abdomen.
NamJoon se quedó sin respiración por un segundo ante el dolor y lo inesperado que había sido eso para él. Miró la sangre expandiéndose por la tela de su camisa y lentamente fue subiendo la mirada hacia la persona que lo había apuñalado. Las lágrimas salieron silenciosamente al ver a su madre.
—Estoy tan decepcionada de ti —espetó, con dolor y odio tanto en su voz como en sus ojos.
La persona que sujetaba el cuchillo cambió en un parpadeo, y ahora quien lo apuñalaba era YoonGi.
—¿Qué se siente correr hasta tu propia muerte?
—Perdóname —sollozó.
—Ya es muy tarde para pedir perdón, Joonie.
YoonGi sacó el cuchillo y lo volvió a insertar en otra parte de su abdomen, haciendo que NamJoon se encogiera de dolor.
—Otra vez —ordenó una voz que no era la de YoonGi.
El menor acató la orden, sacando el cuchillo y volviéndolo a meter en otro lugar. El dolor era inmenso, pero NamJoon sentía que no podía gritar, no se podía defender. No podía hacer nada más que ver a YoonGi apuñalándolo mientras un hombre alto de cabello y ojos completamente negros ordenaba que volviera a hacerlo una y otra vez.
Semyazza volteó a su derecha cuando Lilith se detuvo a su lado para también contemplar la escena. Se podía decir que ella estaba más que satisfecha con lo que veía.
—¿Por qué hacerle recordar todo su pasado? —preguntó el ángel caído.
—Porque así duele más —respondió Lilith, con semblante gélido.
Semyazza no dijo nada. Volvió al frente, enfocándose más que todo en la proyección que Lilith había hecho de Luzbel.
—Fue Luzbel, ¿cierto? Él lo mató —Lilith no respondió, pero Semyazza sabía que tenía la razón—. Hay que traerlo de vuelta.
—No. Esto no se acabará hasta que YoonGi esté a salvo.
—Esto no se acabará hasta que YoonGi esté muerto —corrigió—. ¿Por qué te altera tanto la idea de que tu nieto muera, no debería ser lo contrario? Si él muere estará aquí contigo.
—Esa es una de las posibilidades. Pero YoonGi es mitad demonio y si muere, la otra posibilidad es que deje de existir —miró al ángel—. Para siempre. Y sé que Luzbel está consciente de eso.
Ya era mediodía. JungKook sabía que estaba totalmente solo en el apartamento, y por eso aprovechó a hacer lo que estaba haciendo. Le había dicho a YoonGi que no se movería de ese lugar, pero la verdad era que no soportaba más la presión con la que cargaba y necesitaba hablar con alguien en específico.
Por eso había salido de ahí y terminó en una de las Iglesias más cercanas. Se arrodilló en uno de los bancos de la iglesia, agradeciendo que no hubiese nadie en ese momento. Hacía muchísimo tiempo que no entraba a uno de esos lugares, pero en ese momento necesitaba sentirse lo más cerca de Dios que podía.
Cerró los ojos y aguardó un par de segundos para poder decir algo.
—Padre —carraspeó, sintiéndose un poco incómodo—. Sé que no hemos tenido la mejor comunicación desde hace muchos siglos, pero necesito tu ayuda —sintió un nudo en la garganta y las lágrimas iniciaron a salir aunque no quisiera—. Por favor ayúdame, papá —sollozó—. Cometí el peor de los pecados. Me he equivocado, padre. Lo he hecho muchas veces, pero sabes que no soy un asesino —susurró—. Por favor, dime que no es verdad. Dime que la profecía no es verdad, que no soy un monstruo, que no soy lo que todos creen que soy... No quiero serlo —soltó en llanto—. No quiero serlo —repitió—. Prometo que volveré al infierno, jamás volveré a molestarte y me haré cargo de mis errores. Pero por favor háblame o dame una señal. Te necesito, padre. Te necesito como nunca lo he hecho.
Luzbel esperó, esperó todo lo suficiente como para saber que no había recibido respuesta alguna.
Secó sus lágrimas y sonrió con amargura. Se sentía dolido pero de alguna forma era algo que ya se esperaba.
—Buena charla —murmuró para sí mismo.
Se puso de pie y salió de la iglesia igual de destrozado a como había entrado. Pero esta vez esos sentimientos iban más en forma de enojo que de tristeza. Se sentía como un tonto suplicando porque Dios le mandara alguna señal. No lo había hecho durante siglos, ¿por qué lo esperaba ahora? Él estaba solo, siempre lo estuvo.
▂▂▂▂▂▂▂▂▂▂▂▂▂▂▂▂▂
Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro