✪Quînquâgintâ quattuor✟
YoonGi sujetó la sábana con fuerza al sentir las embestidas de su novio. Quiso cerrar los ojos ante el placer que le causaba, pero hizo un esfuerzo por no hacerlo, pues a decir verdad esa sensación aumentaba mucho más con solo ver el perlado y caliente cuerpo de JungKook entre sus piernas, entrando en él una y otra vez.
JungKook estaba de pie a la orilla de la cama, sujetando a ambos costados las piernas del menor, quien sí estaba recostado sobre el colchón.
Por supuesto, no iban a desaprovechar el tiempo cuando sabían que en tan solo un par de semanas cada uno tomaría caminos por separado. Esa era la fecha límite que Luzbel había acordado para sí mismo; estaría dos meses en la Tierra y luego se iría para no regresar nunca más.
YoonGi no pudo hacer nada más que apoyar su decisión. Ya había pasado un mes de eso, y aunque le dolía saber que cada vez ese día estaba más cerca, YoonGi se había mentalizado en que era estúpido sufrir ahora cuando todavía se tenían el uno al otro. Por eso iban a aprovechar cada maldito momento juntos.
JungKook estaba más que de acuerdo. Claro que también quería estar con su primer y único amor, en todos los sentidos posibles. Y en ese momento era sintiendo su interior apretándolo y escuchando sus preciosos gemidos.
YoonGi no era ruidoso. Cada gemido que emitía era bajo, pero su voz varonil, agitada, áspera y a la vez un poco más dulce de como lo era normalmente debido al placer, hacía que el pelinegro se sintiera en la cúspide. Le fascinaba escucharlo.
—Ven aquí —pidió JungKook una vez que detuvo las embestidas. Salió de él para poder inclinarse hacia su novio. Hizo que YoonGi lo abrazara por el cuello para él poder alzarlo, sujetándolo de los muslos.
YoonGi no pudo evitar soltar una baja risita ante tal acto. Pero ya que estaban tan cerca, abrazó el torso del contrario con sus piernas y tomó la oportunidad para unir sus labios con todas las ganas, el amor y la pasión que era capaz de trasmitir con un beso. JungKook le correspondió con la misma emoción, casi seguro de que YoonGi podía sentir los fuertes latidos de su corazón chocando contra su pecho.
—Me encantas —susurró el menor sobre los labios contrarios, su respiración agitada mezclándose con la de JungKook.
—Te amo, como no tienes idea.
YoonGi volvió a besarlo con el mismo afán de antes. JungKook caminó solo unos cuantos pasos mientras trataba de seguirle el ritmo, y con cuidado bajó a su pareja. Ya estando YoonGi de pie, el pelinegro le hizo voltearse, dejando su exquisito trasero frente a su miembro que rogaba por volver a enterrarse en él.
El menor apoyó sus antebrazos en la superficie del mismo mueble de madera donde se había apoyado JungKook la primera vez que YoonGi le hizo una felación. El pelinegro sujetó la cintura de su novio con una mano y con la otra se masturbó un poco antes de volver a hundirse en la pequeña entrada de su chico.
YoonGi cerró los ojos esta vez, dejándose llevar por esos deliciosos movimientos de cadera por parte de JungKook que le hacían delirar. Sus pieles chocaban cada vez que JungKook entraba lo más profundo que su miembro le permitía, produciendo un sonido obsceno pero que era todo un deleite para las personas quienes lo creaban. Sus jadeos eran más que audibles en toda la habitación, los gemidos de YoonGi jodidamente excitantes a oídos del contrario, y el aliento de JungKook chocando contra la piel de YoonGi hacía que a este se le pusieran los vellos de punta.
El menor masajeó su propio pene cuando sintió que estaba por acabar. JungKook por supuesto que lo notó, por lo que colocó una de sus manos en la orilla del mueble, teniendo un lugar de donde impulsarse, para empezar a embestirlo un poco más duro y más rápido.
No pasó mucho tiempo cuando ambos lograron alcanzar el clímax. Sin embargo, no se movieron de donde estaban. Permanecieron en el mismo lugar en lo que intentaban recomponerse.
Mientras YoonGi trataba de regular su respiración, JungKook paseaba su mano por todo el abdomen de su novio a la vez que dejaba un camino de besos en su hombro.
—¿Podrías regresar tú solo cuando salgas de trabajar? —preguntó el mayor casi en un susurro, sin detener las caricias que le brindaba.
—¿No irás por mí? —ladeó su cabeza en cuanto los besos del pelinegro llegaron a su cuello.
—Te tendré una sorpresa cuando regreses —confesó—. Solo... por favor, no traigas a tus amigos esta vez.
YoonGi soltó una pequeña risa ante aquellas palabras. Se giró hacia JungKook, rodeando su torso con los brazos y dedicándole una hermosa sonrisa.
—¿Vas a esperarme desnudo de nuevo?
JungKook sonrió y negó con la cabeza.
—No sabrás de qué se trata hasta que regreses. Pero sí debes saber que es algo solo para ti y para mí.
—De acuerdo —asintió sonriente. Se alzó un poco solo para depositar un pequeño beso sobre sus labios—. Ahora estaré impaciente durante todo el día.
—Calma. No falta mucho —besó su mejilla derecha.
—Iré a tomar una ducha.
—Claro, ve.
Y a pesar de que el mismo YoonGi había dicho que iría, no se movió de su lugar. Se mantuvo en silencio mirando a JungKook a los ojos, con un brillo muy singular en los propios.
—¿Pasa algo? —preguntó el pelinegro al sentir que ya había pasado mucho tiempo como para que el menor siguiera viéndolo.
YoonGi reaccionó. Negó con la cabeza y le dio un último besito a su pareja antes de caminar hacia la salida de la habitación.
En un mes YoonGi había logrado asimilar un poco mejor el hecho de que era mitad humano y mitad demonio. Bueno, quizá fue así porque desde que se había desmayado en el bosque, él no volvió a tener ese tipo de visiones ni siquiera en sueños. Se habían esfumado de la nada. No quiso preguntarse por qué, solo lo agradeció porque como siguiera así, estaba seguro que terminaría enloqueciendo.
Además de eso, todas esas semanas que transcurrieron, cada día YoonGi se hacía la misma pregunta: "¿Podría irme con él?"
Porque aunque podría aparentarlo, no había olvidado la propuesta de JungKook.
Su miedo de conocer ese otro mundo era demasiado grande. En realidad le parecía aterrador. Conocía a Luzbel, conocía a Semyazza, pero no sabía cómo se manejaban las cosas ahí exactamente. ¿Qué haría él ahí? ¿Qué función tendría su presencia además de solo ser el novio del diablo? ¿Podría volver a la Tierra las veces que quisiera?
Además de otras consideraciones: Tendría que ver a Luzbel trabajando directamente como lo que era, el rey del infierno. No habrían más personas a su alrededor, solo ángeles caídos, demonios y almas siendo castigadas. YoonGi podría ser mitad demonio, pero era humano todavía, ¿cómo su cuerpo podría adaptarse a ese lugar?
YoonGi quería a JungKook lo suficiente como para pensar en dejar todo atrás e irse con él adonde fuera, pero la pregunta que más predominaba en su cabeza evitaba que tuviera el impulso de tomar una decisión apresurada: "¿Y si termino arrepintiéndome?"
Porque debía estar consciente de que no es como si se fuera del país para irse a otro, donde comenzaría una nueva vida y ya, no. Si se iba, él comenzaría una nueva vida literalmente en el infierno. Sin dejar de lado por supuesto que, aunque no era lo mismo, YoonGi ya había tenido la experiencia de dejar todo atrás para irse con alguien que amaba, cosa que no había terminado bien.
Él no tenía garantía de saber si esto era peor o mejor. No solo por JungKook, sino por todo lo demás relacionado a ese otro mundo que YoonGi desconocía por completo.
—¿Hola?
YoonGi salió de sus pensamientos cuando la persona que estaba al frente suyo, inició a mover su mano cerca de su rostro, con claras intenciones de avivarlo.
—¿Estás atendiendo?
—Ah, claro. Lo lamento —se enderezó, dispuesto a iniciar a cobrar los productos que estaban sobre el mostrador. Sin embargo, un malestar se alojó en la boca de su estómago cuando al subir la mirada, notó que la persona a la que estaba atendiendo era Jackson.
Se mantuvo estático por un par de segundos, hasta que volvió a reaccionar y prefirió enfocar su mirada en los precios que se marcaban en el monitor a medida que él iba cobrando las cosas.
Jackson notó su incomodidad. Lo entendía, pues él no se sentía mejor que YoonGi.
—Olvidé que trabajabas aquí —intentó excusarse. Sin embargo el menor no le respondió, ni siquiera volvió a verle—. Yo, ahm... lamento lo que pasó con NamJoon.
—Está bien. Estoy saliendo con alguien más —respondió, gélido.
Jackson asintió con la cabeza y le tendió su tarjeta de débito para que le cobrara.
—¿NamJoon lo sabe? —preguntó tras un par de segundos después.
—Sí, lo sabe. Aunque no entiendo por qué debería importarle lo que yo haga o no.
—Porque NamJoon no está bien, y lo sabes.
YoonGi no volvió a decir nada a pesar de que en cierta parte, le daba la razón al contrario. Sin embargo, no había vuelto a ver a NamJoon desde la última vez que le dijo las cosas en la cara, por lo que pensaba que esa parte de su pasado ya estaba enterrado.
Las cosas le fueron entregadas al cliente poco después, mas Jackson no quiso irse sin antes advertirle una última cosa al chico que estaba tras el mostrador y que parecía, de alguna forma, ser alguien un poco diferente a como lo había conocido antes.
—Solo quiero decirte que tengas cuidado. NamJoon inició a actuar extraño desde que tú y él terminaron. Antes de alejarme de él, todo lo que tenía en la mente eras tú, parecía que estaba obsesionado contigo. Incluso me golpeó porque intenté convencerlo en que debía superarte.
—¿Un golpe de NamJoon es lo que te sorprende? —cuestionó, con una sonrisa irónica en su rostro—. Él siempre ha sido agresivo. Viví con él casi 8 años, sé lo que te digo. Es un controlador, está acostumbrado a que todo se haga como él quiere. Yo era su tapete, y que huyera de esa porquería de vida no era parte de lo que él quería. Por eso estaba molesto y decidido en recuperarme, porque siempre me vio de su propiedad. Pero eso se acabó. Lo enfrenté y no ha vuelto a aparecer, así que no tienes de qué preocuparte. Tú puedes cubrir ese puesto si quieres, y seguir follando con él cuanto te plazca. Al menos ya no tendrán la preocupación de que yo llegue en cualquier momento a arruinarles el polvo.
Jackson bajó la mirada, avergonzado. Evidentemente YoonGi sabía que NamJoon y él se habían acostado mientras ellos seguían juntos.
YoonGi ya sabía de la infidelidad de NamJoon, pero no sabía del otro involucrado hasta el mismo día que discutieron fuera de la tienda. Porque, ¿por qué más NamJoon se alejaría de su mejor amigo para intentar recuperar a YoonGi? El menor nunca había tenido un problema tan directo con Jackson, por lo que al inicio no había entendido del todo esas palabras sino hasta que volvió a pensar en ello.
No le tomó importancia en el momento, es decir, ¿por qué lo haría? No iba a reclamarle esas cosas cuando NamJoon y él ya no eran nada. Sin embargo, al menos ahora no se quedaría con las ganas haberle dicho a Jackson solo unas cuantas cosas.
—YoonGi, yo no...
—No me importa lo que tengas que decir. Solo te pediré cortésmente que te largues.
A Jackson no le quedó más que solo asentir con la cabeza y retirarse, justo como YoonGi le había pedido.
Suspiró cansado en cuanto estuvo a solas de nuevo. Al parecer ese pasado hacía un esfuerzo por seguir en la superficie.
Y esa noche, YoonGi se daría cuenta de qué tanto lo estaba.
Cuando abrió la puerta al llegar del trabajo, YoonGi sintió que se había equivocado de apartamento al verlo perfectamente amueblado.
Las cajas acumuladas en el espacio de la sala habían sido reemplazadas por grandes sillones, había una hermosa lámpara de pie al lado de una pequeña mesita que estaba ubicada cerca del sofá más grande, largas cortinas traslúcidas en las ventanas, plantas de decoración y un televisor en la pared. Había una manta en el suelo en medio de la sala, y encima de ella estaban unas cuantas velas, dos copas, un vino aún sellado, platos limpios, cubiertos y otros platos con comida oculta entre tapas de acero.
Subió la mirada en cuanto JungKook salió del pasillo que conducía a la habitación. Estaba vestido con pantalón de tela, camisa formal manga larga, corbata y un saco, todo de color negro. Su cabello estaba bien acomodado hacia atrás, y su mano derecha sujetaba una rosa roja.
—Bienvenido.
YoonGi exhaló, sin saber qué mirar, si a JungKook o su apartamento.
—Qué es... ¿Qué es todo esto?
—Te dije que te daría una sorpresa —caminó hacia él. Alzó la barbilla de YoonGi gentilmente y se inclinó para darle un beso de bienvenida. Cuando se separó le regaló la rosa.
YoonGi la tomó, no pudiendo evitar sonreír. Aunque no sabía si se debía a la vergüenza, la emoción o la incredulidad de todo lo que estaba viendo.
—Te he preparado la cena.
—No tenías que hacer todo esto. El detalle de la cena, la rosa y el verte vestido así solo para mí ya es un sueño. Cariño, pero los muebles... es demasiado.
—Lo sé. Sabía que dirías eso —con su dedo índice apartó con cuidado los mechones de cabello que no dejaban que JungKook apreciara completamente los preciosos ojos de su amado—. Pero permíteme darte esto, te lo pido. Aunque quiera hacerlo, no podré ayudarte con más cosas cuando me vaya. Y si vas a estar aquí por mucho tiempo, al menos quería que lo sintieras como un hogar, un lugar acogedor donde podrás empezar a soñar en grande para cumplir todas tus metas. Solo son cosas materiales, lo sé, y... lamento que no pueda hacer más que esto, pero...
—Oye —le interrumpió—. Tú has hecho mucho más que esto.
—Sé que te gusta conseguir las cosas con tu propio esfuerzo, pero al menos ya no tienes que pensar en que debes comprar muebles para tu casa.
YoonGi sonrió y asintió, volviendo a observar la ambientación del apartamento.
—Gracias —tomó la mano del pelinegro, agradeciéndole desde el fondo de su corazón.
Era lindo y doloroso a la vez, pues sabía que lo estaba haciendo porque JungKook parecía tener claro en su mente que YoonGi se quedaría viviendo en la Tierra.
Feliz con eso, JungKook se inclinó para recoger las copas y el vino. Abrió la botella sin problema alguno, puesto que esta no tenía corcho, y sirvió un poco del líquido en ambas copas.
—Salud —dijo, mientras le ofrecía una de las copas a su novio, quien la aceptó gustoso.
—Salud.
Hicieron un pequeño brindis antes de que ambos tomaran un trago. YoonGi dejó el cristal sobre el desayunador, alzando su dedo índice para indicarle a su pareja que le diera un minuto.
—Me siento un poco fuera de lugar vestido así. Iré a ponerme algo más decente.
—Oh, no. Pero si luces encantador —lo tomó de la muñeca, atrayéndolo hacia él—. Podrías estar con un disfraz de Kumamon y seguirías viéndote muy apuesto.
—Eso no es verdad —respondió entre risas, pero aun así dejándose atrapar en los brazos de su novio.
JungKook lo terminó convenciendo de que no tenía por qué ir a cambiarse, y lo invitó a sentarse en el mantel.
Compartieron una cena muy amena. Ambos platicaron de cosas al azar, hubo risas, algún que otro cumplido, miradas y sonrisas coquetas o llenas de afecto. Tomaron más vino, jugaron varias partidas de dominó con las piezas que JungKook había comprado ese mismo día, ninguno sabía cómo jugarlo hasta ese entonces.
Perdieron la cuenta de cuánto tiempo pasó. La compañía era más que encantadora sobraba decir. Y la música de fondo, de entre los años 60 y 80, le daba un toque muy especial. Solo estaba encendida la lámpara y las velas, por lo que la luz era tenue y hacía ver el ambiente mucho más romántico.
Se sentían como en una primera cita. Como dos personas normales con vidas normales, queriendo conocer y disfrutar de la grata compañía que el otro le brindaba.
Hubieron muchos besitos de por medio, fue algo que ninguno de los dos pudo evitar. También otros gestos, como acariciar sus manos o dejar besos en el dorso de la misma. Todo muy cálido y muy inocente.
JungKook tomó la mano de su novio y lo incitó a ponerse de pie en cuanto escuchó de fondo el primer coro de la canción Dream Weaver de Gary Wright. Por supuesto que quería bailarla con él.
YoonGi se sintió tímido al inicio, pero ese sentimiento se fue disipando poco a poco cuando sus cuerpos estuvieron tan cerca, con el pecho de YoonGi pegado al de JungKook, bailando en un ritmo lento, con JungKook abrazándolo de la cintura y YoonGi aferrándose a la espalda del mayor.
YoonGi apoyó su mejilla en el hombro derecho de su novio. Cerró los ojos y se dejó llevar por la música, disfrutando de tener a JungKook justo ahí consigo, disfrutando de su cercanía, de su increíble aroma, de su tacto.
¿Por qué todo se sentía tan perfecto al lado de él?
Para ese entonces la canción Sea of Love de The Honeydrippers estaba iniciando. YoonGi se enderezó para poder ver a JungKook a los ojos, sonriéndole como un bobo enamorado.
—Gracias por todo.
—Ya lo habías dicho —JungKook también sonrió.
—No solo me refiero a lo que hiciste con el apartamento. Me refiero a todo lo que has hecho por mí desde que nos conocimos. Antes de saber de ti, yo lo único que quería era desaparecer... y tú me salvaste.
—Nos salvamos mutuamente, mi amor —susurró, apoyando su frente en la del menor—. Tú me hiciste sentir vivo también.
—No quiero que te vayas sin que te lo diga —respondió en el mismo tono.
—¿Decirme qué?
—Que te amo —subió la mirada cuando Luzbel se alejó un poco. Parecía sorprendido. YoonGi llevó una mano a la mejilla del pelinegro, sintiendo su propio corazón latir con fuerza—. Te amo.
JungKook simplemente no podía creer lo que escuchaba. Alguien lo amaba, y ese alguien era la persona que él también amaba. La felicidad pareció esparcirse desde su pecho a todo su cuerpo.
Se inclinó levemente para unir sus labios con los de YoonGi. Quien le correspondió sin dudarlo. Un beso largo, profundo y lento. Formado de nada más que amor.
—Te amo —repitió YoonGi.
—Yo también te amo.
El sonido de la puerta reventó aquella burbuja en la que ambos estaban flotando. Los dos sonrieron entre la pequeña incomodidad que eso les causó.
—No sé quién sea, pero tal vez se vaya si no abrimos —musitó YoonGi sobre los labios contrarios. JungKook sonrió y estando de acuerdo con ello, volvió a besarlo.
Sin embargo, la puerta volvió a ser golpeada, esta vez un poco más fuerte.
—Tal vez sea alguno de tus amigos —habló el pelinegro—. Suelen ser inoportunos cuando estamos juntos.
—Quédate aquí —YoonGi se separó de él para ir a abrir la puerta.
Se sintió un poco molesto de que se rompiera la hermosa atmósfera en la que él y su novio habían estado envueltos todo ese tiempo. Se aseguraría de reprender a sus amigos cuando JungKook no estuviera presente. Eso sí, iban a escucharlo.
No obstante, la persona que se encontraba al otro lado no era SeokJin, ni JiMin, ni EunWoo, ni HoSeok. YoonGi retrocedió unos pasos instintivamente cuando vio que se trataba de NamJoon.
Se asustó, porque él era a quien menos esperaba ver, mucho menos en su apartamento. ¿Cómo supo dónde vivía? ¿Alguien se lo había dicho? ¿Lo había estado acosando? Eso no era todo; mientras más lo observaba, notaba que NamJoon se veía igual de demacrado que antes o incluso peor.
Tal vez Jackson no se había equivocado del todo.
—¿Qué haces aquí?
—YoonGi —JungKook se puso en alerta también al verlo. Bajó la mirada, dándose cuenta de que NamJoon sujetaba algo en su mano derecha, y cuando supo qué era quiso caminar hacia el menor, con intenciones de protegerlo.
Sin embargo, NamJoon alzó el cuchillo hacia él, logrando que JungKook se detuviera.
—¡No te muevas! Malnacido, hijo de perra —espetó con furia.
Se adentró a la casa para cerrar la puerta y que nadie pudiera ver lo que estaba ocurriendo.
—¿Nam, qué haces? —intervino YoonGi, quien dio un paso más hacia atrás y alzó las manos en son de paz cuando el cuchillo fue apuntado hacia él.
—Te estuve esperando —su mano y su labio inferior temblaban de la ira. Las lágrimas iniciaron a acumularse en sus ojos. Además de su apariencia, se veía extraño, YoonGi no comprendía si también estaba ebrio o drogado—. Estuve esperando que regresaras a casa —inhaló con fuerza—. Fui dulce contigo, te pedí perdón, te buscaba afuera de tu trabajo, te llevé rosas. Estaba dispuesto a cambiar por ti. Porque desde que te vi por primera vez, supe que debías estar a mi lado. Y desde entonces intenté darte todo.
—Nam...
—Renuncié a mi futuro por ti. Y a la mínima oportunidad que tuviste, me cambiaste por alguien más —miró a JungKook antes de regresar al menor.
—NamJoon, podemos hablar tranquilamente, ¿sí? Por favor, baja eso.
—Estás manchado —comentó, sin siquiera haberse tomado la molestia de escuchar a YoonGi—. Y eso no me importó. No me importó que este imbécil pusiera sus manos en ti, no me importó que te dejaras grabar por JongIn. Solo quería que volviéramos a ser los de antes. Esperé a que decidieras venir a mí por tu cuenta, pero eso jamás pasó. Y veo que jamás pasará mientras él siga aquí.
—Nam, baja eso —intentó convencerlo—. Esto solo es entre tú y yo, déjalo a él fuera de esto —suplicó.
—¿Lo amas?
Las lágrimas de YoonGi también se acumularon en sus ojos. ¿Por qué? ¿Por qué justo el día que se había atrevido a confesar que amaba a JungKook debía pasar eso?
El pelinegro se mantuvo al margen en todo momento, pues sabía que si hablaba o hacía algo, podría empeorar las cosas.
—Contéstame, YoonGi. ¡¿Lo amas?!
—¡No! —mintió—. No lo amo. Por favor, ya suelta eso. ¿Qué quieres? ¿Quieres que me vaya contigo? —intentó empatizar—. Si es eso lo que quieres, entonces lo haré. Solo... dame el cuchillo.
—Regresaremos a casa. Dejarás de lado todo este maldito juego y vendrás conmigo.
—Sí —asintió—. Sí, regresaremos a casa. Nos iremos juntos en cuanto me des eso.
Only You de The Platters inició a escucharse en el mismo instante que YoonGi quiso acercarse a NamJoon.
Sabía que estaba a punto de hacerlo desistir, pues poco a poco bajaba el arma.
JungKook exhaló, algo aliviado de que YoonGi hubiese podido manejar la situación, pero a la vez preocupado por lo que NamJoon esperaría de él después.
Estaba confundido porque sabía que YoonGi mintió al decir que no lo amaba, mas no sabía si era mentira que se iría con él.
Lo que YoonGi no se esperó fue que NamJoon lo estampara contra la pared, colocando su mano libre en el cuello del menor mientras la otra lo seguía apuntando con el cuchillo.
—¿Crees que soy estúpido? ¿Piensas que no sé que solo dices lo que quiero escuchar? —sonrió con ironía—. Lo amas lo suficiente como para convencerme de no hacerle daño.
—Tú no eres un asesino.
—Las personas cambian —las lágrimas continuaban resbalándose por sus mejillas y su voz reflejaba el dolor que sentía—. Yo no quería hacerte daño, pero no me diste otra alternativa. No quieres estar conmigo y yo no puedo permitir que te apartes de mí como si nada. Mi vida no se fue a la basura por nada —se acercó más a él—. Te dije que te arrepentirías de esto —le susurró al oído.
—Nam, por favor... —rogó el menor.
NamJoon insertó la punta del cuchillo en el abdomen del menor. YoonGi cerró fuerte los ojos ante el dolor y al suponer que de alguna forma las cosas terminarían ahí para él. No obstante, el cuchillo no pudo ir más lejos que eso. NamJoon volteó a su derecha, no supo en qué momento había sucedido, pero el pelinegro ya estaba a un costado de ellos, sujetando la hoja del cuchillo para evitar que le hiciera más daño a YoonGi. La palma de su mano sangraba y ardía como el mismísimo infierno, mas eso era lo de menos para Luzbel.
No había movido un solo dedo hasta que supo que NamJoon en verdad pensaba llegar tan lejos. Cosa que él no iba a permitir.
La vida de YoonGi estaba antes que cualquier cosa en ese momento. Y Luzbel no pudo mantener el control, no esta vez. Se sintió sumamente furioso al ver cómo la sangre de YoonGi iniciaba a marcarse en su camisa, que aunque no era mucha, fue la suficiente para que Luzbel actuara.
Sus ojos se volvieron totalmente negros cuando le arrebató el cuchillo al chico y lo tiró en un lugar lejano. Lo alzó del cuello como si pesara igual que una pluma, y lo estrelló contra los platos y las copas que estaban sobre el mantel.
YoonGi se sobresaltó cuando escuchó el ruido de los vidrios rotos. Y cuando más sonidos de golpes le siguieron a ese. Abrió los ojos, casi con miedo de lo que sabía que iba a ver.
Y no se equivocó.
Sintió la respiración pesada ante lo que estaba viendo. No pudo hablar, no pudo reaccionar. Sus lágrimas continuaron escapándose de sus ojos, y él no pudo hacer más que deslizarse por la pared hasta caer sentado al suelo mientras Only You seguía reproduciéndose. Mientras veía a Luzbel dándole la espalda y lanzando puñetazos hacia alguien que no podía ver porque el ángulo se lo impedía. Sin embargo, podía ver la sangre en el puño de su novio, podía verla esparciéndose por el mantel y el suelo, y podía verla salpicando los sofás más cercanos.
▂▂▂▂▂▂▂▂▂▂▂▂▂▂▂▂▂
Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro