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✪Quadrâgintâ septem✟

—Mi relación con JungKook es muy distinta a la relación que tenía con NamJoon —explicó YoonGi a su psicóloga—. Con NamJoon yo... no lo sé —suspiró—. Todo era muy complicado.

—¿Te gustaría darme algunos ejemplos?

—Bueno... —lo pensó durante unos segundos—. Él no era una persona a la que le gustara el afecto en público. Cuando estábamos fuera de casa o incluso frente a sus amigos más cercanos, a pesar de que ellos sabían sobre nuestra relación, NamJoon siempre me trataba como un amigo. Puedo entender que en un país tan cerrado como este, muchas personas quieran ocultar su orientación sexual. Pero con Nam era diferente, yo no era "un amigo más", se comportaba muy distante conmigo. Tanto que apenas y me dirigía la mirada, como si simplemente no existiera.

»Él era el activo en la relación, por ende, el se consideraba el hombre del hogar. Y... ya sabes —sonrió con sorna—. Los verdaderos hombres no lavan platos, no cocinan, no lavan la ropa, no hacen el quehacer en general. Así que aparte de trabajar y administrar nuestras ganancias, debía ocuparme yo solo de mantener la limpieza y el orden en nuestro apartamento —aguardó un poco antes de querer proseguir—. Cuando teníamos sexo yo... por obvias razones sabía que él estaba ahí conmigo, pero a veces no lo sentía así. La mayoría de las veces intenté darle lo que quería cuando quería, pero... algunas ocasiones solo sentía que lo estaba haciendo con un completo extraño —confesó—. Y, bueno... creo que está demás decir que discutíamos. Discutíamos demasiado, casi por cualquier cosa. Y cuando las cosas se ponían más intensas de lo normal, podíamos llegar a los golpes.

—Y con JungKook, ¿cómo te sientes con él?

—Siento que todo es irreal —respondió con sinceridad—. Desde que lo conocí, JungKook siempre estuvo ahí cuando lo necesité. Jamás me ha hecho daño de ninguna manera. A veces pienso que es un tonto por pensar en mí antes que en él, pero al mismo tiempo lo agradezco y lo aprecio. Puedo decir que incluso también lo odio porque su corazón es tan puro, que a veces siento que no lo merezco. Él me acepta como soy, siempre busca la manera de poder ayudarme en cualquier cosa o en apoyarme moralmente. Él me está enseñando lo que es una relación sana, basada en un amor real. Cuando estoy con él siento una conexión entre ambos, algo que va mucho más allá de lo físico. Es como si —relamió sus labios—. Como si quisiera entregarle todo mi ser.

—En este periodo de tiempo, desde que iniciaste una relación con él, ¿te has vuelto a autolesionar?

—No. Desde que NamJoon y yo terminamos, no he sentido el impulso de herirme a mí mismo. Pero a pesar de que me gustaría decir que todo es de color de rosa con JungKook, la verdad es que siento que las cosas se vuelven más complicadas.

—¿Por qué?

—JungKook es la persona más maravillosa que conocerás en tu vida. Él es un ángel, pero también es parecido a una bomba de tiempo.

—¿Por qué dices eso?

—Por más buena que sea una persona, tiene sus límites —desvió la mirada por un momento—. JungKook lleva años recibiendo el desprecio de los demás. Las personas lo tachan de algo que él no es, y eso lo ha mantenido alejado de todos por mucho tiempo. Él es fuerte y su alma es pura, pero incluso esa pureza puede llegar a contaminarse en algún momento —apoyó ambos codos sobre sus muslos—. ¿Sabes lo que pasa cuando una persona lleva acumulando dolor, soledad, odio y desprecio por tanto tiempo? ¿Cuando lo que tú construiste con tanto amor te apuñala por el frente y aquellas enseñanzas que transmitiste para el bien, empiezan a utilizarlas para el mal, y no puedes hacer nada más que solo ver? Ver cómo destruyen todo lo bueno que hiciste por ellos para que luego te echen la culpa por eso —se acomodó nuevamente, llevando su espalda al respaldar del sofá—. JungKook ha pasado por muchas cosas que él no merecía pasar. Y después de tanta basura —se alzó de hombros—. Llegará un instante en que él simplemente... terminará explotando.

JungKook mantenía sus manos detrás de su nuca mientras miraba el techo. YoonGi seguía dormido al lado suyo y no quería despertarlo, por lo que se dio un momento para divagar un poco.

No podía mentirse a sí mismo, desde que TaeHyung se fue y le contó la verdad, había sentido más peso en sus hombros. Se sentía estresado, abrumado y muy cansado. No había podido dormir bien esa última semana. En más de una ocasión YoonGi lo había notado muy distraído, pero JungKook solo le restó importancia. No quería decirle que Mikhael estaba aquí, no quería preocuparlo, preferiría cargar con todo eso él solo. Porque además... Luzbel estaba asustado.

Tenía miedo de lo que podría llegar a pasar si su hermano encontraba a YoonGi. La última vez que se enfrentó a él, Mikhael había sido más fuerte. Si en la próxima resultaba ser igual, no soportaría la idea de haber perdido a YoonGi cuando se suponía que estaba ahí para cuidarlo. No soportaría la idea de perder la única persona que amaba.

Quizá ahora podía entender parte de lo que SeokJin sintió cuando Semyazza le contó la verdad.

YoonGi se estaba volviendo todo para Luzbel, y el solo pensar que ahora estaba en peligro en todo momento por alguien más poderoso que él, no le dejaba respirar.

Todo era muy agobiante. Y la preocupación, el estrés y el cansancio acumulado durante todos esos días, poco a poco iniciaban a pasarle factura. Aunque no estuviese muy consciente de eso.

JungKook regresó a la realidad cuando notó que YoonGi se removía incómodo.

—¿YoonGi? —llamó en voz baja, intentando despertarlo. Evidentemente estaba teniendo otra pesadilla—. Cariño —intentó una vez más, pero el menor seguía sufriendo entre sueños.

Estaba a punto de volver a decir algo, pero justo cuando la mano de Luzbel tocó su hombro, YoonGi despertó con la respiración agitada.

—JungKook.

—Estoy aquí —en cuanto YoonGi lo vio, no tardó en abrazarse a él, ocultando su rostro en el pecho del mayor. JungKook plantó un beso en su cabeza antes de iniciar a acariciar su cabello—. Fue un mal sueño otra vez.

—Estoy cansándome de esos malos sueños.

—Menos mal solo son eso —soltó con cierto alivio, que no sabía si era real o fingido. Tal vez los sueños de YoonGi no eran tan malos comparados con la realidad—. Anoche no cenaste, ¿tienes hambre?

—Muero de hambre.

—Te haré el desayuno.

—Eres increíble —suspiró antes de separarse escasos centímetros de él—. No lo hagas tanto o me convertirás en un mimado.

—En ese caso, serás mi pequeño mimado —sonrió, apoyándose con su brazo derecho sobre el colchón para alzarse un poco—. Volveré en unos minutos —quiso inclinarse hacia su pareja para besar sus labios. Sin embargo, este colocó su mano entre ambos para impedir tal acto.

—Iré a cepillarme los dientes —avisó, aún con su mano cubriendo su boca.

JungKook sonrió burlón. Su pareja nunca permitía ser besado por las mañanas a menos que tuvieran la boca limpia. Y por alguna razón eso le causaba un poco de gracia al pelinegro.

—Me debes muchos besos más solo por el hecho de hacerme esperar.

—Podré con ello.

El pelinegro besó su frente antes de levantarse de la cama. Salieron juntos de la habitación, pero tomaron caminos separados cuando YoonGi se dirigió hacia el baño y JungKook hacia la cocina.

Ya que estaban en el apartamento que el pelinegro compartía con HoSeok, no se sorprendió cuando al llegar a la cocina, JungKook se encontró con JiSoo sacando varias cosas del refrigerador.

—Buenos días.

—Oh, hola —la chica sonrió cuando volteó hacia él—. Buenos días.

—¿Vas a cocinar? ¿Tú? —preguntó, sorprendido.

—No lo digas así —se quejó falsamente—. Pero sí —sacó dos tomates que luego colocó sobre una tabla de picar de madera—. Cuando estamos juntos, HoSeok siempre es quien compra la comida o quien la prepara, así que esta vez quería sorprenderlo yo... solo espero que ninguno de ustedes se enferme.

JungKook soltó una baja risita.

—¿Quieres que te ayude en algo?

—Bueno, ya que insistes... —lo pensó un poco—. Podrías ayudarme a cortar los tomates.

—Será un placer —asintió con la cabeza.

Se dirigió al fregadero para lavarse las manos y luego se enfocó en hacer lo que JiSoo le había pedido. La chica estaba tan concentrada en querer que el desayuno saliera bien, que no procuró mantener una conversación fluida con el pelinegro como siempre hacía.

Y ya que las cosas se estaban haciendo en silencio, fue suficiente para que JungKook se perdiera en sus pensamientos una vez más.

No quería enfocarse solo en lo malo, pero es que tampoco había un lado bueno en el cual centrarse. Todo era difícil, todo era frustrante, todo era agobiante, todo era molesto, todo era peligroso, y todo eso iniciaba a hastiarle.

¿Que él tenía el poder para destruir un mundo entero? Já. Ni siquiera había podido con uno de sus hermanos. ¿Acaso todo esto era parte de su castigo? ¿Estaba en los planes de su padre el que él se enamorara, para luego arrebatarle ese amor?

No, no quería permitir que eso sucediera. No solo por él, YoonGi era inocente, no tenía la culpa de todo lo que estaba pasando en su mundo, por lo que no merecía morir de esa manera. La profecía era una farsa, una maldita farsa y ya lo había comprobado. Pero entonces, ¿por qué insistían tanto en quitarle lo único que él tenía?

Pensar en eso solo incrementaba su malestar y su enojo. Tanto que inconscientemente iniciaba a picar sobre la tabla con más fuerza, sin ver realmente qué era lo que estaba cortando.

YoonGi se inclinó para escupir en el lavabo. Dejó el cepillo de dientes sobre el recipiente donde estaba el de JungKook también. Abrió un poco el grifo y tomó algo de agua con la palma de su mano, procediendo a limpiarse los restos de la crema dental que habían quedado en las comisuras de sus labios.

Cuando volvió a enderezarse para verse en el espejo. Cayó de trasero al suelo debido al gran susto que le ocasionó ver su reflejo justo como lo había visto en sus sueños: con aquellos ojos completamente oscuros que solo había visto en Luzbel cuando decidía transformarse.

Era un sinsentido. Porque él no podía verse así. Lo entendía en JungKook, por obvias razones, él era el diablo.

Pero, ¿por qué YoonGi?

Él no lo entendía, no entendía lo de sus sueños, pero evidentemente algo no estaba yendo muy bien.

Intentó relajarse un poco, cuando su respiración se reguló, reunió todo el valor que pudo para volver a levantarse, dispuesto a ver su reflejo una vez más.

No podía mentir, sentía temor de volver a verse así. Un sueño era una cosa, pero verse así en la realidad, era otra completamente diferente.

No obstante, exhaló con pesadez cuando su reflejo le mostró al YoonGi de siempre, ese cuya mirada era común y corriente.

YoonGi frunció el ceño, cada vez más confundido. Algo dubitativo, se fue acercando lentamente hacia el espejo, como si quisiera verificar que realmente era él.

—¡JungKook!

El grito alterado de JiSoo lo sobresaltó y le hizo voltear hacia la puerta. Se escuchó muy preocupada, por lo que YoonGi no lo pensó dos veces cuando ya se encontraba fuera del baño, dirigiéndose a paso apresurado hacia la cocina.

HoSeok lo alcanzó en ese instante, también preocupado por el grito de su novia. Ambos se detuvieron en la entrada, encontrándose con JungKook manteniendo su mano izquierda bajo el agua con presión del grifo del lavaplatos. JiSoo estaba de pie, alterada y sin saber qué hacer.

—¿Qué sucedió? —preguntó YoonGi.

—N-no lo sé —respondió la chica, con los nervios a flor de piel—. Me estaba ayudando a picar los vegetales cuando de repente volteé y vi la tabla llena de sangre, y él... él seguía cortando su mano.

YoonGi volteó hacia donde JiSoo les había señalado. La sangre que estaba sobre la tabla era mucha, demasiada como para ser un simple corte de dedo por accidente.

—JungKook, déjame ver —pidió HoSeok, acercándose a él.

—No. Estoy bien —con su otra mano alcanzó un par de toallas de cocina para esconder sus dedos en estas.

—JungKook tenemos que ver qué tan grave es. Porque en caso de serlo mucho, tendríamos que ir a un hospital ahora mismo.

—HoSeok, estoy bien.

—JungKook —dijo JiSoo, intentando convencerlo.

—¡Dije que estoy bien! —gritó molesto.

Sus amigos se sorprendieron. No solo por el hecho de que actuaba como si nada mientras tenía una enorme herida en su mano, sino también porque jamás lo habían visto en ese estado, tan molesto que incluso podía percibirse fuertemente en el aire.

JungKook nunca les había gritado a alguno de ellos, pero ese detalle pasó de largo para él en ese momento. Sin decir nada, caminó a zancadas hasta encerrarse en su habitación.

—Yo, ahm... —dijo YoonGi, después de varios segundos de completo silencio—. Yo me encargaré.

—El botiquín está bajo el lavabo del baño —mencionó HoSeok.

YoonGi asintió con la cabeza, les pidió disculpas silenciosamente antes de retirarse.

JungKook estaba sentado en la orilla de la cama. Observaba su mano con suma atención, hasta que la última herida sanó.

Suspiró pesado, molesto consigo mismo por haber permitido dejarse llevar por sus emociones de esa forma y enfrente de alguien más.

—Cariño —el pelinegro levantó la mirada al escuchar la voz serena de YoonGi, quien apenas venía entrando a la habitación.

—Sabes que no necesito eso —su mirada se enfocó en el botiquín que su pareja cargaba en manos.

—Lo sé. Pero debo vendarte la mano si no quieres que a los chicos les dé algo al ver tu mano totalmente sana mientras tu sangre sigue regada en parte de la cocina.

—Puedes hacerlo después.

—JungKook...

—YoonGi, solo... —suspiró—. Lo lamento, me siento mentalmente agotado.

—Está bien —caminó hacia la mesa de noche para dejar el botiquín ahí, antes de sentarse al lado del pelinegro. Él no le dirigía la mirada, pero YoonGi podía notar lo angustiado que se sentía a pesar de que no sabía por qué—. Lo que sea que te esté inquietando, puedes decírmelo. Lo sabes, ¿no? —dijo, con su voz inundada en tranquilidad y dulzura. Quería brindarle la comodidad necesaria para que pudiera expresarse.

JungKook no dijo nada durante segundos, que luego se convirtieron en minutos. Parecía estar en un debate mental entre si hablar o no. YoonGi no lo presionó, si Luzbel no estaba listo para decirlo, entonces no iba a obligarlo.

Estaba por ponerse de pie cuando sintió la mano de JungKook sujetando la suya, cosa que hizo que volviera a brindarle toda su atención.

—Tengo miedo de ser débil y no poder protegerte —admitió finalmente—. Tengo miedo de perderte, YoonGi —volteó a verlo por primera vez desde que el menor se sentó al lado suyo. Sus ojos tenían lágrimas acumuladas y eso estrujó el corazón de YoonGi, además de que nunca lo había visto en ese estado—. N-no puedo perderte... no quiero perderte... yo... YoonGi, yo...

—Oye, oye —llevó sus manos a las mejillas del mayor, proporcionándole pequeñas caricias con su pulgar—. No vas a perderme.

—Yo te amo.

La sorpresa era notoria en el rostro de YoonGi después de escuchar esas palabras. JungKook sabía que no debió haberlo dicho en ese momento, se suponía que iba a esperar más para poder decírselo, pero el peso de que pudieran separarlo de él en cualquier minuto, lo había orillado a decírselo en ese instante.

No estaba esperando a que YoonGi le correspondiera tan pronto, solo quería que supiera lo que sentía por él. Porque Luzbel no había amado tanto a alguien como lo amaba a él. Y no había estado tan dispuesto a arriesgar su vida como lo estaba por él.

Grata fue su sorpresa cuando el menor presionó sus labios contra los suyos. Un beso inocente y muy reconfortante. Tal vez YoonGi no podía corresponderle con palabras, pero JungKook podía percibir que YoonGi sentía lo mismo por él.

Volvió a besarlo, queriendo fundirse en su calor, queriendo entregarle todo de él, todo lo que era.

YoonGi se subió a horcajadas sobre JungKook. Se tomó su tiempo para besar delicadamente las mejillas del mayor, las cuales estaban un poco húmedas, puesto que algunas de sus lágrimas habían logrado escaparse, manchando su hermoso rostro con ese líquido que no transmitía más que dolor.

—No vas a perderme —susurró—. Estoy aquí, contigo.

—Estás aquí —repitió en el mismo tono, casi como si quisiera convencerse de ello.

El menor asintió levemente antes de volver a besar sus labios. JungKook apreció cada segundo en que el aliento mentolado de YoonGi se mezclaba con el suyo, apreció poder sentir la suavidad de sus labios, el sentir su lengua queriendo aventurarse y juguetear con la suya, el sentir la calidez de su cuerpo, la forma en que él lo tocaba. Y por un segundo, solo se dejó llevar.

—Estás aquí —murmuró, más para sí mismo.

No quería pensar, al menos por un rato no quería pensar en todo lo que lo tenía tan abrumado. Quería desconectar su mente de todo y que su cuerpo hiciera todo el trabajo. Quería sentir. Quería olvidarse de todo, tener un pequeño viaje al verdadero paraíso y quería que YoonGi fuera el causante de ello.

Las intenciones del menor no estaban nada alejadas de las suyas. Lo supo cuando le quitó la camisa y luego quitó la suya propia. JungKook lo recostó en la cama, se posicionó sobre él y sus labios volvieron a encontrarse con vehemencia poco después. Sus cuerpos hacían fricción entre ellos, el deseo aumentaba tras cada segundo y el calor en sus cuerpos también.

No fue como la primera vez, no pensaban en qué harían a continuación, en si lo estaban haciendo bien o si lo estaban haciendo mal. Esta vez no estaban pensando en nada, solo estaban entregándose al otro.

JungKook fue bajando hacia su cuello, lugar donde dejó más besos y alguna que otra marca tras haber succionado su piel. El menor hizo su cabeza hacia atrás para darle más acceso, sintiendo los latidos de su corazón casi a mil por segundo mientras su respiración se volvía más pesada.

El pelinegro fue bajando cada vez más. Llegó a su pecho, donde no se contuvo en brindarle la debida atención a sus pezones. Pronto continuó bajando por su abdomen, trazando un pequeño camino húmedo y caliente con la punta de su lengua.

Se enderezó al llegar al pantalón de dormir de su pareja. En cuanto sujetó el borde del mismo, YoonGi alzó sus caderas para que JungKook pudiera bajárselos sin problema alguno. Su ropa interior se había ido con ellos, por lo que quedó completamente desnudo, justo como el pelinegro ansiaba verlo.

La excitación era mucho más grande que la vergüenza. Por eso YoonGi no hizo mucho cuando JungKook separó un poco más sus piernas y se concentró en besar la cara interna de sus muslos, donde YoonGi tenía la mayoría de sus cicatrices.

YoonGi suspiró con algo de satisfacción. Esa no era su parte favorita de su cuerpo, pero JungKook parecía amarla y se veía demasiado entretenido como para que YoonGi quisiera decirle que se detuviera.

De hecho le gustaba. Le gustaba cómo JungKook veía cada parte de su cuerpo con el mismo amor, como si a sus ojos él fuera perfecto.

Un jadeo salió de la boca del menor cuando el pelinegro subió solo un poco más, para juguetear con su miembro.

Lamió, besó, succionó e hizo todo lo que podía caracterizarse como una buena felación a criterio de YoonGi. Esto mientras metía sus dedos empapados de uno de los lubricantes que había traído de su última compra, para prepararlo como se debía. JungKook definitivamente lo estaba volviendo loco.

No más el chico inocente que no sabía qué hacer después de un beso. Cuando JungKook se dejaba llevar podía ser tan dominante, decidido y jodidamente caliente como quisiera.

El menor se levantó, poniéndose de rodillas sobre el colchón mientras veía al pelinegro en la misma posición, abriendo un preservativo.

—¿Quieres que te ayude a ponértelo?

No esperó a que JungKook respondiera. Le quitó el condón de su mano. Lo masturbó un par de segundos antes de finalmente ponerle el preservativo. YoonGi sentía la intensa mirada del pelinegro sobre él, y debía admitir que eso también le gustaba.

—Quiero que te pongas en cuatro.

El menor sonrió amplio. Sin decir absolutamente nada en respuesta, empapó su mano con un poco más de lubricante para continuar masturbando a su pareja, ahora por encima del condón.

Mientras estaba en eso, YoonGi lo besó. Sus labios se movían con un frenesí inimaginable. Ambos querían hacerse notar frente al otro; un tácito y excitante juego de querer convencer a su pareja de que uno es todo lo que el otro necesita. Aunque a decir verdad, más que juego, era la realidad. Ellos no ocupaban de nadie más. Ahora ellos sabían que mientras estuvieran juntos, nada más importaba. Ni siquiera el que hubiese una supuesta profecía divina, ni siquiera el que YoonGi tuviera parte demoníaca, ni siquiera el que JungKook fuera una bomba de tiempo.

Y si nada más importaba, entonces ellos harían lo que fuera para permanecer así, juntos.

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