✪Duodêvîgintî✟
Ya era algo tarde como para que muchas personas transitaran en la calle o como para que algún establecimiento tranquilo estuviera abierto, por lo que YoonGi y JungKook optaron por ir a un parque.
No había absolutamente nadie ahí aparte de ellos dos. Los faroles iluminaban el lugar aunque no lo suficiente como para ver mas allá de lo necesario.
Estuvieron conversando tranquilamente, incluso hubo algunas suaves risas de por medio. YoonGi se dejó llevar por lo ameno del ambiente a pesar de que sabía que Luzbel estaba evitando hablar sobre aquello por lo que habían decidido salir del hotel en primer lugar.
No iba a obligarlo a hablar de eso si no quería, tampoco lo culparía. Él no había sido la persona más agradable que se dijera, así que entendía si no tenía la suficiente confianza como para hablar de cosas tan personales. Sin embargo, no podía negar el hecho de que quería tenerla. Más allá del hecho de saber que era el diablo, quería saber quién era Luzbel realmente.
Por alguna razón YoonGi confiaba en él, y quería que JungKook le devolviera esa confianza.
—Mm, entonces... ¿no puedes enfermarte? —preguntó el menor, muy curioso por las habilidades celestiales del contrario.
—No —negó con la cabeza—. Tampoco puedo lastimarme, cualquier herida que reciba se cura a los segundos.
—Eso es increíble —se sentó correctamente en la banca, pues antes estaba sentado sobre el respaldo de la misma—. Entonces... ¿dices que eres como un hombre cualquiera, pero eres por mucho más fuerte, tienes alas, conoces la vida de las personas cuando mueren, sabes más secretos del universo de los que puedo imaginar, puedes controlar a demonios, entiendes cualquier idioma del mundo, tus heridas sanan solas, no sientes vergüenza y tampoco te puedes enfermar?
—Sí, así es.
YoonGi rio bajito por cómo JungKook lo decía, como si se tratara de cualquier cosa.
—Eso no es como un hombre cualquiera —respondió sonriendo, divertido—. Cuéntame más.
—Bueno... puedo sentir la temperatura del ambiente, si es baja o alta, pero no puedo sentir frío o calor—desvió su mirada hacia varios lugares, pensando en qué otra diferencia banal había entre él y los humanos—. Oh... —volteó hacia YoonGi nuevamente cuando logró recordar algo—. No siento amor... es decir, sí lo siento, pero no esa clase de amor romántico.
—¿No? —cuestionó—. ¿Jamás en toda tu existencia te has enamorado?
—Los ángeles no se enamoran —respondió sonriendo—. Esa es más como una necesidad humana —explicó—. Necesidad de amar y sentirse amado, además de gozar de ese placer, lo que en la mayoría de las ocasiones lleva a la reproducción. Es como instinto, uno que yo no tengo porque los ángeles no nos reproducimos, por ende no siento ese amor romántico y tampoco excitación o deseo carnal.
—Oh, ya veo —aguardó unos segundos—. Pero... TaeHyung está enamorado de SeokJin, ¿o no?
—Semyazza lleva tanto tiempo aquí, que se ha acostumbrado a las necesidades del hombre.
—¿Eso crees? Porque tal vez eres tú quien no se ha dado la oportunidad de sentir.
—Sería como engañarme a mí mismo.
—Oh, vamos —lo empujó levemente con el brazo—. Has estado en cada rincón de este planeta, abundan las mujeres hermosas, ¿de verdad nunca te has sentido atraído a una? Porque... es decir, eres atractivo, podrías tener a cualquier mujer si lo quisieras.
—¿Por qué tienes la percepción de que debe ser una mujer quien llame mi atención?
—Bueno... —sonrió nervioso—. Si tuvieras esa necesidad humana, tienes pinta de ser hetero —respondió con sinceridad.
—¿Por qué los humanos tienen que ponerle etiqueta a todo? —suspiró—. Si tuviera esa necesidad humana, puede gustarme un hombre tanto como lo haría una mujer.
—¿Acabas de confirmar tu bisexualidad? —bromeó, pero su sonrisa burlona se desvaneció cuando vio que al pelinegro no le había dado gracia—. Como sea —continuó, esta vez con más seriedad—. ¿Por qué no lo intentas? Si TaeHyung lo logró, seguramente tú también.
—Soy el diablo, YoonGi. Amar implica conocer y aceptar al otro sin importar sus "defectos". Nadie puede amarme sabiendo lo que soy. Al igual que TaeHyung, ¿por qué crees que SeokJin no sabe nada sobre Semyazza? —cuestionó, viendo hacia al frente—. No estamos hechos para amar ni ser amados, no en ese sentido.
—Pero... eso es algo triste —comentó en voz baja—. ¿No te sientes solo?
JungKook volteó a ver a YoonGi, con escasas intenciones de responderle. Solo se mantuvo viéndolo a los ojos, pensando en esa pregunta.
Se sentía solo. YoonGi llegó, sin saberlo, a uno de los temas que Luzbel quería evitar.
Se sentía solo en general, pero no de la manera en la que YoonGi se refería, hubiese sido más fácil para él sí fuera así.
Era difícil sobrellevar el hecho de estar aislado de todo, gobernando un lugar carente de alma donde incluso sus hermanos lo odiaban por haberlos condenado a vivir ahí. Era difícil vivir y saber que no solo ellos lo odiaban, sino también los humanos por los que él había arriesgado todo. En definitiva, él no tenía nada ni a nadie.
Sonrió levemente, intentando deshacerse de esos pensamientos, no quería tenerlos en su cabeza y menos con YoonGi frente a él. Se alzó de hombros, intentando restarle importancia.
—Ya hablamos mucho de mí, cuéntame algo de ti.
—¿De mí? —llevó su mano a su pecho, señalándose, como si hubiese alguien más en el lugar al que JungKook pudiera referirse. Escuchó al pelinegro emitir un suave sonido en señal de asentimiento—. Mm... —lo pensó—. Como ya sabrás, mi vida ahora no es muy interesante —rio con amargura—. Y lo que sea que te diga probablemente ya lo sabes.
—Eso no es cierto. Vamos, intenta —le animó.
—Bueno... —descansó su tobillo derecho sobre su muslo izquierdo. Sonrió con la mirada perdida al haber recordado algo—. Hay algo que no le he dicho a nadie. Es sobre mi infancia.
—¿Sí? —se movió sobre la banca, acercándose más a él—. ¿Y estás seguro de contármelo a mí?
—¿Por qué no? —se alzó de hombros—. No es como si se tratara de algo más sorprendente que el hecho de que tengas alas —sonrió—. Además, confío en que no vas a juzgarme o me verás como si estuviera loco.
—No lo haré —prometió.
—De acuerdo —esperó unos segundos. Abrió la boca un par de veces, pero nunca fue capaz de soltar alguna palabra hasta el tercer intento, como si le diera vergüenza confesarlo—. Cuando era niño tenía algo así como un amigo imaginario.
—¿Amigo imaginario?
—Sí —asintió con la cabeza—. Bueno, no estaba seguro si era amigo o amigos, su contextura siempre era igual pero cada noche que llegaba podía sentir que era alguien diferente. Nunca lo supe con certeza, no hablaba así que tampoco podía distinguir su voz —frunció ligeramente el ceño—. Era muy extraño... podía jurar que era real porque a veces incluso me dejaba tocarlo y podía sentirlo, él estaba ahí... llegaba todas las noches luego de que mi madre se durmiera. Siempre que entraba por la ventana yo me encontraba llorando, pero él se encargaba de hacerme sentir mejor. En cada una de sus visitas me obsequiaba una pequeña flor azul, y con ese simple y dulce gesto sentía como si su único propósito era protegerme —suspiró, metiendo sus manos en los bolsillos de su chaqueta—. Como sea, después de que cumplí los 9 años no volvió a aparecer.
YoonGi no se dio cuenta, pero el cuerpo de JungKook se había tensado a mitad del relato.
—YoonGi, ¿cómo... cómo lucía ese amigo imaginario?
—Oh, era alto, muy, muy alto para un mocoso como lo era yo. Muy delgado también, los dedos de sus manos eran largos y puntiagudos... —describió, recordándolo a la perfección—. Tenía... tenía algo así como la silueta de un rostro pero la verdad es que carecía de uno —posó su mirada en el mayor luego de unos segundos de completo silencio—. ¿Por qué lo preguntas? —Luzbel no respondió y eso creó una mueca en el rostro de YoonGi—. No puedo creerlo, sí me estás viendo como si estuviera loco.
—¿Qué? No —negó inmediatamente. La verdad era que creía cada una de sus palabras y eso era lo preocupante, porque conocía lo que estaba describiendo.
Quiso decir algo, pero justo en ese momento su celular lo interrumpió con una llamada entrante. Y claro que no podía ser nadie más que su hermano.
En medio de un suspiro tocó el botón verde que mostraba la pantalla.
—Necesito que vengas. Ahora.
—¿Por qué? ¿Qué sucede? —le dedicó una mirada fugaz a YoonGi antes de voltear hacia algún punto del parque.
—No lo podemos hablar por teléfono. Es urgente, Luzbel. Ven lo más pronto que puedas. Busca a YoonGi, no me importa qué excusa le des, pero tráelo contigo, no te alejes de él.
TaeHyung cortó la llamada luego de aquellas palabras. Dejó su celular sobre el desayunador y tomó el vaso con agua que había servido anteriormente, para llevarlo consigo a la sala, donde SeokJin se encontraba.
—Jinnie —llamó dulcemente, ofreciéndole el vaso.
—No lo quiero —apartó su mano antes de volver a cubrir su rostro con ambas manos.
—SeokJin, por favor —pidió.
—¿Por favor? ¡¿Por favor qué?! —se puso de pie, encarando a su pareja—. ¿Por qué no me dices qué mierda pasó allá atrás? ¡¿Qué diablos era esa cosa?!
—Te lo diré, ¿sí? Pero por favor, debes relajarte.
—¡No me pidas que me relaje, maldición! Eso... —señaló en dirección a donde estaba el patio—. Eso de allá no era una persona... se desvaneció, TaeHyung, se desvaneció ¡Puff! Como polvo —jaló un poco de sus cabellos, frustrado—. Y algo me dice que tú sabes perfectamente qué era.
SeokJin estaba histérico y TaeHyung no sabía qué hacer para calmarlo.
Él había decidido decirle la verdad, pero pensaba ir despacio, tener pausas para explicarle todo detalladamente, y hacerlo de manera gentil, sin que la verdad lo golpeara tan fuerte como lo había hecho ahora.
Definitivamente todo estaba saliendo mal, muy mal.
Luzbel aterrizó de pie frente a la puerta de la casa. Escondió sus enormes alas y lentamente fue soltando a YoonGi, quien había estado entre sus brazos. Semyazza le había pedido que llegara lo más antes posible y aquella había sido la mejor opción, a pesar de que YoonGi no había estado muy de acuerdo al inicio.
—Hemos llegado —anunció el pelinegro.
YoonGi sabía que JungKook había aflojado el agarre, pero él seguía tan aferrado a su torso como lo había hecho desde un principio, creyendo que sería soltado en cualquier momento y caería a quién sabe cuántos metros de altura.
—¿YoonGi?
—Mm... sí —asintió, separándose poco a poco de él.
—¿Qué tal el viaje? —sonrió.
—Turbulento —le devolvió el gesto.
Estando en silencio, YoonGi volvió a perderse en la mirada de Luzbel, con ese encanto que aún no lograba comprender. Sus manos no lo habían soltado del todo aún, así que inconscientemente se dio el gusto de pasarlas por la espalda desnuda del mayor, pues antes de iniciar el viaje JungKook se había quitado su camisa de botones negra para evitar que esta se rompiera al sacar sus alas.
—YoonGi.
—¿Sí? —susurró, un poco perdido en sus pensamientos y en la suavidad de su piel.
—¿Me devuelves la camisa, por favor?
YoonGi se dio una cachetada interna para finalmente poder reaccionar.
—Oh, claro —se separó por completo de JungKook, tendiéndole su camisa.
Mientras Luzbel se ponía la prenda de vuelta, YoonGi desvió la mirada hacia otro lugar. Tal vez el pelinegro no tenía pudor y le daba igual si alguien lo veía desnudo o no, pero YoonGi sí sentía vergüenza, porque él era un simple humano que sí sentía atracción y no podía descartar el hecho de que JungKook era jodidamente atractivo, cualquiera que tuviera ojos se daría cuenta de ello. No quería ver más de lo necesario por respeto a JungKook y a su relación. Porque debía recordar que tenía novio.
Volvió su mirada a Luzbel cuando este, con la camisa ya bien acomodada incluso dentro de su pantalón, abrió la puerta y le dejó entrar primero.
Lo primero que ambos vieron fue a TaeHyung intentando calmar al alterado SeokJin que no parecía estar dispuesto a callarse hasta que la puerta abierta llamó su atención.
—Al fin llegas —habló TaeHyung.
—¿Qué está sucediendo? —preguntó JungKook, desviando su mirada de TaeHyung a SeokJin repetidas veces.
—¿No viste nada extraño mientras estuviste fuera?
—No —junto con YoonGi, caminó unos pasos hacia la pareja—. ¿De qué estás hablando?
—Un demonio, un hijo de Lilith estuvo aquí —confesó TaeHyung.
—¿Un demonio? —soltó SeokJin, incrédulo pero a la vez horrorizado.
—¿Quién es Lilith? —preguntó YoonGi.
—Es la primera mujer que existió en el mundo y ahora la madre de la mayoría de los demonios del infierno. Al salir del Jardín del Edén se fusionó con el demonio Asmodeo, por lo que ahora también es inmortal —JungKook regresó su vista de nuevo a TaeHyung—. ¿Qué hacía aquí? ¿Asesinó a otra mujer?
—Más bien creo que vino a dejarnos un mensaje. Pero no dijo mucho, solo tres palabras... "Veniunt ad eum"
—¿Qué significa eso? —preguntó YoonGi de nuevo, al ver el rostro desencajado de JungKook.
—Vienen por él —respondió el castaño.
—Creo que estuve mucho tiempo fuera del infierno —comentó Luzbel.
—Lo estuve pensando y... no creo que se haya referido a ti.
—¿A quién sino?
Semyazza posó su mirada en un lugar en específico y enseguida JungKook lo siguió.
—¿Qué? ¿Por qué me ven? —YoonGi sonrió con nerviosismo, sintiéndose un poco fuera de lugar debido a esos dos ángeles caídos que no le quitaban sus ojos de encima
—No tiene sentido —susurró JungKook.
—Lo tiene —Semyazza caminó hacia su hermano—. Pero no es como tú lo ves. Si hubiese alguna rebelión en el infierno, dudo mucho que sea precisamente un demonio el que venga a advertirnos de ello. No es por el infierno, es por el cielo y la profecía. Es claro que todo esto estaba fuera de las manos de nuestros hermanos. Y si lo que dice la profecía es verdad, significa que la existencia de todo está en peligro, y si está en peligro, lo más seguro es que un Arcángel baje a la Tierra para deshacerse de YoonGi antes de que tu vínculo con él se vuelva más fuerte.
Luzbel suspiró, sintiéndose completamente abrumado. Estaba entre la espada y la pared. Quería irse para evitar forjar cualquier lazo con YoonGi, pero no podía dejarlo sabiendo que en cualquier momento alguno de sus hermanos podría encontrarlo y matarlo para evitar que esa maldita profecía se cumpliera. Y él no estaba dispuesto a dejar que eso ocurriera.
Pero de algo que JungKook no pudo percatarse y pasó por alto, fue que su vínculo se había forjado desde la primera vez que se vieron a los ojos.
—Eh... ¿Hola? —habló SeokJin, llamando la atención de todos los presentes—. Sigo aquí y estoy esperando a que me digan que todo esto es una maldita broma de mal gusto.
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Para que le pongan rostro a Lilith ;)
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