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El nacimiento de un íncubo

Said era un chico humano que se había vuelto amigo de Morgan y de los demás chicos y que últimamente solía salir mucho con nosotros y aunque yo personalmente no solía rodearme mucho con los humanos en realidad Said me caía bastante bien.

Fue por eso que, en aquella ocasión que salimos todos juntos a un bar y me percaté de que la "chica" con la que estaba ligando era en realidad una súcubo, no podía hacer menos que advertirle. Lo llamé a un lugar alejado y medio oscuro en una esquina del bar.

-Esa mujer no es humana Said, es una súcubo- le dije en voz relativamente alta a causa de la música.

-Sí, algo así me sospechaba... ¿Vas a decirme que no salga con ella?- Lancé una leve carcajada.

-¿Quién soy yo para decirte qué hacer o no hacer? No eres de mi séquito, aún, así que no puedo ordenarte nada.- le dí una palmadita en el hombro. -¿Tú quieres salir con ella?-

-Pues me llama un poco la atención... solo espero que no me mate en el proceso- se rió.

-Es muy poco probable, sin embargo podemos asegurarnos de que no lo hará... ¡Desabotónate la camisa!-

-¿Qué pasó con eso de que no ibas a ordenarme nada?- bromeó mientras lo hacía.

-Bueno, si quieres dejo que te maté y ya- ante mi respuesta fingió una cara de indignación.

-No serías tan cruel... ¿Verdad?- Puse mi mejor cara de malvada por unos cuantos segundos hasta que ambos comenzamos a reír.

-No, no lo haría. Bueno ya, descúbrete el pecho... por favor- dije con ironía. Mientras lo hacía mordí mi dedo índice hasta que salieron varias gotas de sangre. -No te muevas- Le indiqué mientras dibujaba mi sello (Una especie de pentagrama invertido con la "V" más sobresaliente) a la altura de su corazón.

-¿Qué... qué haces Val? Arde un poco- se removió ligeramente.

-Te dije que no te movieras. Te estoy poniendo un sello de protección, así ella no podrá dañarte y si lo intenta yo lo sabré de inmediato e iremos a ayudarte- Cerré el sello y la sangre comenzó a influirse en la piel de Said hasta desaparecer. -Ya, listo. ahora puedes volver a tus juegos- 

Volví a la mesa con el resto y les expliqué lo que pasaba mientras Said se iba con la chica. El resto de la velada transcurrió tranquilo, incluso pude alimentarme, sutilmente claro, de uno de los humanitos que rondaba por ahí.

Cuando ya casi nos íbamos, Said se acercó para decirnos que se iba a ir con la chica, que nos fuéramos tranquilos, así lo hicimos. Estuve atenta por si presentía algún peligro de Said pero no me llegó nada, así que me fui a dormir tranquilamente. 

Al día siguiente Said les contó a los chicos toda la parafernalia que habían hecho, yo me desentendí un poco pues no estaba muy interesada en los detalles, además de que tenía que ver algunos "asuntos de estado".

Por la tarde debía ir a la biblioteca para dejar algunos libros. Me entretenía bastante con los escritos de los humanos pues su imaginación era bastante creativa y muchas veces se acercaban más de lo que imaginaban a nuestras características aunque ellos siguieran pensando que era simple ficción. 

Planeaba ir sola pues Aisha y Joce iban a estar ocupadas y a los demás no les agradaban mucho las bibliotecas humanas. Fue entonces que Said se ofreció a acompañarme a lo que acepté gustosa. 

Nos pasamos un largo rato buscando los libros que yo quería, empecé a notar que Said se ponía un poco nervioso conforme pasaba del tiempo.

-Así que todo fue bien con la chica esta ¿cierto?- dije para distraerlo un poco.

-Sí, bastante bien. En realidad, incluso me propuso convertirme- bien, eso no me lo esperaba, teníamos un estricto criterio para transformaciones, ella debía habérmelo pedido personalmente.

-¿Y tú estás de acuerdo?- tal vez él se había negado... O había algo más aquí.

-Sí...-

-¿Pero?-

-Pero ella me ha pedido que haga algo a cambio... O más bien a alguien...- dijo.

Yo estaba de espaldas a él, intentando alcanzar un libro, así que no había visto su rostro al decirme aquello. Pero sabía a qué se refería y necesitaba pruebas de ello.

-Has lo que debas- le dije con una media sonrisa, sin voltear a verlo. A los pocos segundos sentí una tela húmeda que cubría mi nariz y mi boca, con la mano libre Said me abrazó.

Suspire, el trapo estaba empapado en una especie de cloroformo modificado para afectarnos a las criaturas. Era muy raro y difícil de encontrar, tendría que sacarle la información de dónde lo había conseguido. La inconsciencia me cubrió en poco tiempo.

-Lo lamento- le escuché decir, como si estuviera muy lejos.

Unos agudos gemidos me despertaron, inconfundiblemente eran de placer, aunque a mi me hubiera gustado que fueran de dolor. Sin abrir los ojos me concentre en lo que sentía, a pesar de que tenía la cabeza aún algo pesada; estaba de pie contra una pared fría, tenia los brazos esposados a la espalda y unidos a la pared, mis piernas también estaban inmovilizadas con un grillete cada una que las mantenía ligeramente abiertas, por último un delgado aro me detenía por el cuello. Todo ello debía ser de plata pues sentía como quemaba mi piel allí donde la tocaba; nada de que preocuparse, un poco de sangre cerraría por completo esas heridas.

Abrí lentamente los ojos, la estancia estaba bastante oscura, solo iluminada por algunas velas... Mejor para mi. Frente a mi la súcubo estaba terminando el ritual con Said, él estaba sentado en el suelo y ella lo montaba de frente, ambos completamente desnudos, pude ver como de su espalda caía un hilo de sangre desde su cuello allí donde Said se estaba alimentando y ella también tenía enterrada la cara en su cuello.

Me dediqué a observar el resto del cuarto, buscando la salida y algunas cosas de utilidad, hasta que los jadeos y gruñidos de aquellos dos indicaron que habían concluido el ritual. Volví la vista a ellos, Said se quedó tumbado en el suelo mientras su cuerpo experimentaba el cambio mientras ella se levantaba y se ponía una larga bata de satén rojo.

-Veo que por fin has despertado Valezca- dijo en tono salamero mientras se acercaba a mi.

-¿Qué es lo que quieres?-

-¿No es obvio? Quiero el control de esta tierra, estoy harta que sean los oscuros quienes nos gobiernen-

-Pudiste haberme retado a un duelo abiertamente- le dije con sorna. Su mirada de odio me satisfizo.

-No, no. Bien sé que hubieras podido matarme, y si no hubieras sido tú hubiera sido ese séquito tuyo tan molesto. En cambio de esta forma te tengo absolutamente en mi poder- mientras hablaba metió su mano debajo de mi blusa. Con trabajo pude contener la sonrisa que me creaban sus palabras, en su lugar fingí un estremecimiento.

-¿Dónde... Conseguiste el cloroformo?-

-Un pequeño comerciante del submundo al cual le prometí ascender cuando me convirtiera en señora- señaló un pequeño frasco que descansaba entre las ropas de Said, reconocí de inmediato la forma de la botella, aunque había intentado limpiar su huella al quitar el sello.

En el suelo, Said comenzó a quejarse por el dolor que le ocasionaba la transformación. Ella se acercó a él y le acarició el rostro y el pecho.

-Tranquilo bonito, pronto pasará- Se quedó a su lado hasta que la transformación concluyó. Yo aproveché para mandar un mensaje mental a Morgan de lo que ocurría para que no se preocupara por mi inesperada ausencia.

Said se levantó tambaleante, sus ojos se habían tornado color violeta y de su espalda sobresalían unas cortas alas negras así como una larga cola puntiaguda.

-Muy bien bonito, muy bien. Ahora que estás despierto serás el testigo de cómo acabo con la antigua regente y ocupo su lugar.- Said volteó a vernos a ambas con los ojos desorbitados.

-Dijiste que no le harías daño- le dijo en voz baja.

-Una pequeña mentirilla blanca. Ahora eres mi pupilo y debes obedecerme- se acercó de nuevo a mi.

-¿Ya estás completamente recuperado Said?- ni siquiera volteé a ver a la súcubo.

-Val... ¡Perdóname! Yo no quería que tú... Ella me dijo que...-

-Solo contesta mi pregunta Said ¿Ya te sientes bien, te sientes fuerte?-

-Sí...- me contestó con voz insegura.

Sonreí mientras invocaba a las sombras y las materializaba allí donde la plata quemaba mi piel, con esta protección use mi fuerza para romper todos los amarres. Después utilice las mismas para inmovilizar a la súcubo donde yo había estado, ella maldecía y se quejaba pero la ignoré igualmente.

-Ven Said- lo llamé. Cuando se paró frente a mi lo rodee con los brazos para atraerlo y morder su cuello (confieso que tuve que ponerme de puntillas para eso). Sentí como se tensaba, como intentaba soltarse y al final como se debilitaba hasta cayó al suelo.

-Dije que... Que lo sen... Lo sentía...- masculló con voz a penas audible.

-Escúchame bien Said, voy a matar a esta traidora pero tu vínculo de sangre es muy reciente y morirás con ella. Para sobrevivir necesitas formar un nuevo vínculo más poderoso, por ello bebí casi todo su veneno junto con tu sangre. Así que, si quieres vivir, necesitas beber de mi sangre y cerrar el vínculo-  Me aparté el cabello del cuello e hice un corte profundo, de inmediato la sangre comenzó a fluir.

Said me miró unos momentos antes de luchar para incorporarse, se agarró a mi pantalón y fue subiendo con dificultad, cuando llegó a mi brazo lo puse duro para darle solo un poco de apoyo. Para cuando llegó a mi cuello la herida estaba casi cerrada, pero él no dudó en estrenar sus recién adquiridos colmillos con mi piel.

Lo abracé mientras él bebía, sentí cuando el vínculo se cerró y en ese momento lo separé pues comenzaba a sentirme débil.

-Es suficiente, aun necesito mi fuerza para ejecutar a cierta disidente molesta- dije mientras acariciaba su cabello.

Moví la mano para que las sombras materializadas trajeran el cuerpo de la súcubo, que no dejaba de retorcerse y gritar, en momentos pedía misericordia para gritar amenazas después. La pobre había perdido la razón, y no la culpo, a veces mis sombras se escabullen hasta el cerebro y crean pesadillas horripilantes. Desgarre su cuello, ella no pareció distinguir entre el dolor real y el que le causaban mis sombras, y bebí hasta la última gota de su sangre. Para cuando lo dejé caer el cadáver ya comenzaba a convertirse en polvo.

-Bienvenido a la tribu Said, ahora volvamos-

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