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6. Flexiones de brazos y piruetas.

Dedicado a: @TheDreams05 ❤️


Becky me arrastra hasta los vestidores vacíos. El resto del equipo ya se ha cambiado y están calentando. Me indica mi nuevo casillero, el cual Glenda tuvo que desocupar esta mañana. También me entrega mi uniforme nuevo y mi ropa de entrenamiento. Que es lo mismo que ella tiene puesto. Una camiseta blanca con azul y el logo de la escuela, y unos shorts deportivos.

—¿Y por qué no podemos usar nuestra propia ropa deportiva? —le pregunto a Becky. Observo el uniforme para juegos. No pensé que tendría que usar uno de estos modelitos en mi vida El uniforme es azul marino con algunas rayas celestes cruzadas. Es... horrible. ¿Quién diseñó esto? Necesito tener una seria conversación. ¿Habrá presupuesto suficiente para que pueda diseñar un nuevo uniforme?

—Reglas de la escuela —me explica Becky—. Te espero afuera. Hoy es día de físico, por lo que estaremos afuera corriendo. Aunque en realidad, creo que es una excusa gigante para compartir espacio con el equipo de lacrosse. En fin. Vístete y encuentranos afuera.

Sale, dejándome sola en el vestuario. Me siento sobre una de las bancas y tomo una profunda respiración. Realmente no quiero hacer esto, pero ya me lo ha dicho medio mundo, no hay vuelta atrás. Hunter es un imbécil, sí. No voy a dejar que me vea pasandola mal, porque sé que se alimenta de mi enojo. Es su fuente de energía o algo así.

Resoplo. A partir de ahora, voy mostrarle que amo el absurdo equipo. Voy a pegarle en donde más le duele, el orgullo.

Me cambio rápidamente la ropa de entrenar. Noto que el short es demasiado ajustado y la camiseta se me levanta un poco, dejando ver un hilo de piel cada vez que me muevo demasiado.

Esto es como salir en calzones.

Suspiro pesadamente y me hago una cola de caballo. Me miro un buen rato en el espejo. Mamá siempre me dice que tengo que verle el lado bueno de las cosas. Me toma unos segundos pensarlo... Si hay algo que puedo rescatar de la situación, es que mis ojos resaltan de una manera linda por todo el azul en el uniforme.

Dejo de hacer tiempo y decido enfrentar mi futuro no decidido. Salgo de los vestidores y me sorprendo al chocarme con un cuerpo duro y me tambaleo, pero no llego a caerme.

—¿Qué mierda?  —mascullo sintiendo la nariz arderme.

Elevo la mirada. Me encuentro con Tanner. Qué sorpresa. Su camiseta azul también hace resaltar sus ojos.

—Lo siento —dice. Noto que su cabello oscuro está más desordenado de lo usual. Sin embargo, le queda bien—. No te vi.

—No pasa nada, hola —murmuro. Tanner baja su mirada a mi nuevo uniforme y esboza una sonrisa.

—Te queda bien.

—Es dos talles más chico, pero bueno, gracias.

Se ríe. Noto los hoyuelos que se forman a los costados de su rostro.  Nunca antes los había percatado. Hacen que su sonrisa de vuelva más linda.

—Nos vemos —dice. Me guiña un ojo y continua su camino hacia los vestidores de los chicos.

Mi piernas por poco fallan después de ese guiño. Respiro profundo, intentando que el estúpido sonrojo se vaya de mi cara. Me cuesta un poco hacerme la idea de que después de todo, tal vez estoy genuinamente atraída a Tanner.

Sacudo mi cabeza levemente. Un problema a la vez,  Juliette.

Salgo hacia donde están las canchas, prácticamente arrastrando mis pies. El sol me da en la cara cuando me acerco al campo de deportes. El clima es dentro de todo soportable. Solo espero que cuando el calor del verano se acerque, no se les dé por entrenar afuera.

No me cuesta identificar al equipo de lacrosse, no tan lejos de las porristas. El entrenador está allí,  dandole indicaciones a los chicos. Nunca me gustó el lacrosse, seguro que Hunter lo eligió por eso. Realmente a estas alturas no me sorprendería. No entiendo como hacen para aterrizar las pelotas en las redes de sus palos.

Me pongo incómoda cuando noto que he llamado la atención de varios de los chicos. Esto sin dudas no puede ponerse peor. Noto que Hunter se ha dado vuelta para verme llegar. Estira una sonrisa burlona. Las manos me cosquillean con la urgencia de ahorcarlo.

Llego rápido a las chicas del equipo. Me miran con aires de superioridad. Lo noto en cada uno de sus rostros, no les caigo bien. Nunca les cai bien.  Ahora estoy volviendolo peor. Deben pensar que soy una intrusa que va a robarle el puesto a Glenda —sea quien sea, porque nunca pude conocerla—.

Becky y Acacia son las únicas que no me miran con mala cara. Por poco olvidaba que Acacia entró al equipo. Ahora entiendo porque ya casi no pisa la casa después de la escuela. El club de teatro y los entrenamientos deben estar consumiendo todo su tiempo. Además de Cameron, claro.

Becky me presenta con la entrenadora, una señora en sus cuarenta que luce amigable. Me dice que ha escuchado muchas cosas buenas sobre mi y gracias a Acacia, hasta vio algunos videos de mis piruetas que incorporaba a mis rutinas de baile —cualquiera, de verdad, no importa si estabamos bailando hip hop, mis profesoras siempre aprovechaban para hacerme volar por los jodidos aires—.

—Vas a ser una buena incorporación, Julie —me dice la entrenadora Adams al palmearme el hombro—. Ya verás que te vas a integrar bien al grupo.

Lo dudo.

Como Becky me lo había prometido, empezamos a correr. Todas corren de a parejas o grupitos, pero no es como si alguien me quisiera aquí. Me toca hacerlo sola. Quince minutos y muchas vueltas después, la entrenadora nos reune para que empecemos a estirar. Al parecer, si habrá piruetas el día de hoy.

Tengo mi estiramiento memorizado, así que mientras lo hago, llevo mis ojos curiosos a la práctica de los chicos, la cual está tomando lugar a unos cuantos metros de nosotras. La distancia es importante, pero aún así puedo escuchar cuando gritan.

Están haciendo flexiones de brazos. Frunzo el ceño. Me doy cuenta de que el entrenador no está cerca. Al parecer es como una competencia ya que los primitivos gritan entre ellos, contando y animandose. Ahora en el suelo hay tres chicos que conozco por ser amigos de Hunter. Uno de ellos creo que estaba hoy en el enfrenamiento del pasillo.

Dos de ellos caen rendidos al suelo de manera sincronizada y el de la derecha se levanta festejando. Ochenta y tres flexiones de brazos, alzo mis cejas asombrada. No es que sea una debilucha, todo lo contrario, tantos años de baile han logrado que tenga una resistencia única. Sin embargo, desde que dejé hace un año, mi cuerpo ha empezado a perder esa resistencia. Apenas puedo hacer diez flexiones sin quejarme.

—¡Thompson y Heller, finalistas!—exclama un chico de por ahí que parece estar manejando competencia. Finalmente encuentro al entrenador. Está escribiendo algo en una libreta. Parece un padre que acaba de dejar que sus hijos salvajes jueguen un rato.

Hunter, quien estaba mezclado con la multitud se acerca al medio. Sube la mirada y me pilla mirándolo. No me molesto en correr la mirada. Solamente le devuelvo una desafiante. Va a perder, lo sé al ver el tamaño que tiene Heller. Es enorme.

Él me niega con la cabeza divertido, como si supiera que yo sé que no va a ganar.

Lo que hace a continuación logra descolocarme por unos segundos. Se quita la camiseta deportiva que está sudada y la lanza al césped. ¿Cuál es la jodida razón?

Debería haberlo visto venir. A Hunter le encanta el espectaculo y llamar la atención. Generalmente lo hace sin esfuerzo. Eso no significa que no le encante de vez en cuando volver las cosas más interesantes.

De repente, las chicas olvidan que deben estar estirando y se acercan un poco más para tener una mejor vista. Ahogan grititos y por poco puedo oírlas hiperventilar. Me dan ganas de pedirles que no actúen siendo tan ridículas. Si quieren ver a Hunter sin camiseta, solo basta con buscarlo en Internet, hay suficientes campañas publicitarias suyas sin camiseta.

Aunque si algo tengo que admitir, que verlo sudado en un campo de lacrosse en vivo, es más interesante que verlo online.

Heller y él se tiran al suelo. Los músculos tensados dan todo un espectáculo. Pongo mis ojos en blanco, sin embargo, no dejo de mirar. Quiero ver cuando pierda. La cuenta empieza. Ambos comienzan a subir y bajar. Hasta las chicas, quienes parecen no abandonar su puesto de aliento nunca, empiezan a gritonear alentándolos.

Maldigo entre dientes cuando Heller cae rendido al suelo, dejando a Hunter como ganador. Vitores estallan por todos lados. Se levanta, con una sonrisa triunfante y mira a sus compañeros como si estuviera aclarandoles porque es él quien tiene el puesto de capitán y no otro.

Le suben aún mas el ego. ¿¡Qué no ven que están creando un monstruo?!

Choca los cinco con Tanner y voltea a mirarme. Leo el mensaje claro que formula con sus labios "te lo dije". Niego con la cabeza y vuelvo a lo mio.

Las chicas ya han vuelto a concentrarse. Becky me entrega unas.... Unas... porras azules brillantes. La entrenadora nos hace repasar una rutina que todas conocen menos yo. Es fácil, los movimientos no son muy complicados y el cantito que acompaña tampoco lo es.

Luego de verlo dos veces, ya me lo sé. Hago el tonto un rato para acostumbrarme a las porras. He bailado con elementos antes, pero nunca con porras. Las chicas no dejan de enviarme miradas asesinas y hasta Becky comienza a perder su inmensa paciencia.

Lanzo la porra al aire y la atrapo. Parece que es cuando Plastassie tiene suficiente.

—¿¡Tienes problemitas o qué?! —vocifera acercandose a mi.

—¿Qué?

Me muerdo la lengua para no reír. Siento que estuve toda mi vida esperando para poder contestar eso. Cassie bufa.

—¿Podrías colaborar de una maldita vez? Eres la nueva aquí, deberías ser la que más se esfuerza porque no te sale absolutamente nada.

Auch.

—Estoy colaborando. Soy el reemplazo de Glenda.

De nuevo, sea quien sea Glenda.

—Eres insoportable —masculla Plastassie echando fuego por los ojos.

—Me han dicho cosas peores.

Me río de la cara que pone. Creo que Hunter me ha arruinado de por vida. Esta actitud me sale inevitable.

—Jules... —murmura mi hermana menor en un tono de advertencia al acercarse.

La entrenadora Adams parece haber decido que este es el mejor momento para atender una llamada. No está al pendiente de esta pequeña discusión.

—Ahora no, Cas —le envío una rápida mirada para que deje de acercarse—. Intento hacer que me echen del equipo.

—¿No te das cuenta que no te podemos echar? —inquiere otra chica acercandose. A esta no la conozco—. Ya entraste reemplazando a Glenda. No puedes irte. Estamos apretadas de tiempo para la competencia.

—No es mi culpa que el idiota de Thompson me haya metido en el equipo —bufo y Becky me da una mirada de advertencia. Supongo que ahora puedo unir mejor los hilos sobre porque no tuve que pasar por una prueba antes de entrar, Becky y Hunter son mejores amigos.

—Tampoco es nuestra culpa así que trata de cooperar —espeta Plastassie—.  No llevamos ni una hora de práctica y ya nos tienes hartas. No sabes mover ni un músculo.

¿Qué no sé mover ni un músculo? Esta chica es jugando con fuego, y tiene ganas de quemarse. Dios, amo cerrarle la boca a personas como Plastassie. Pongo mis manos y porras sobre mis caderas, y tomo un paso hacia adelante para que me escuche fuerte y claro.

—¿No se mover un músculo? ¿Qué quieres que te haga, Cassie? ¿Un salto doble, uno triple? ¿Una rutina entera? Solo nombralo.

Entrecierra sus ojos.

—Deleitanos con una rutina, Julie. Tus zapatillas de ballet están lejos.

—Huh, ¿tan pendiente de mi estás?  —inquiero. Nunca le dije que mi mejor disciplina es ballet. Dudo que Acacia le haya dicho.

Me acerco al reproductor de música y conecto mi celular. Busco en mi lista de reproducciones y le doy click. Es un mix de una canción que me gusta mucho, pero editada para que tenga todos los sonidos que le agregan a los mix de porristas. Lo tengo porque a veces, durante nuestras largas horas de ensayo, mis amigas de la academia y yo jugabamos a ser porristas con esta canción.

La canción empieza y agarro las estupidas porras del suelo. Intento ocultar que estoy más nerviosa que niña en su primer día de escuela. Empiezo la coreografía con unos movimientos de hip hop, porque soy bailarina no una jodida animadora. Me mentalizo un poco antes de empezar con las piruetas. Esto puede salirme de dos maneras: extremadamente bien o totalmente vergonzoso.

Luego de un par de saltos que van acorde a los golpes que ya tengo memorizados, dejo las porras en el suelo y me animo a hacer algo que no hago hace dos años.

Estoy loca. Todo para probarle a Plastassie que si alguien se merece estar en este equipo, soy yo.

Tomo carrera y hago una combinación de saltos que me conozco. Y que sé que no van a matarme. Mis manos aterrizan en el suelo, tomo impulso y continuo girando en el aire; un doble y me juego la vida con un triple. Esto se siente demasiado bien.

El miedo de caerme es reemplazado por la adrenalina que empieza a correr por mis venas. Sé que voy a tambalear cuando aterrice, así que lo hago de piernas abiertas en el suelo. La canción —que no dura más de un minuto— se termina y yo respiro pesado.

Primero miro a Plastassie. Está en silencio. No puede decirme nada, acabo de limpiar el jodido suelo con esa rutina improvisada. La entrenadora Adams, quien terminó su llamada para mirarme, sonríe como si supiera que yo soy la opción correcta.

—¡Eso es lo que quería! —exclama Becky eufórica al acercarse—. ¡Sabía que eres increíble!

Eso puedo admitirlo. Mis calificaciones son un desastre en picada, pero al menos sé brillar un poco en el escenario. Me levanto del suelo. Tengo que voltear hacia el equipo de lacrosse, ya que la música y mis piruetas han logrado captar su atención. Me concentro en Hunter y es ahora mi turno de modular un "Te lo dije". Luce molesto.  Qué bien, porque con esto empieza a pagarme por haberme metido al equipo.

Vuelvo con el resto del equipo.

—¿Empezamos o alguien más quiere dudar de mi? —inquiero. Acacia me da una mirada divertida y niega con la cabeza.+











heeey

¿Personaje favorito?

Creo que el mio es Tanner o Peter, no se ajaja.

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cande.

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