54. Nuestro lugar.
Cumpliendo, como casi siempre. Penúltimo capitulo, a disfrutar -si es que puedenn- de lo que queda.
—¡Cara Reynolds! —exclama fuerte Derek. Miro a Peter y sincronizadamente ponemos nuestros ojos en blanco. Nuestro amigo, mira a su novia como si le hubiese salido un tercer ojo. Cara se alza de hombros y vuelve a concentrarse en su bote de helado. Dirige su mirada a nosotros—. ¿Pueden creer que no le guste Transformers?
—Es estúpido —así es como Cara defiende su argumento de porque no le gustaba las películas de "Transformers" en donde básicamente, autos se transformaban en robots gigantes y debían prevenir que el mundo sea destruido. Sí, sonaba bastante estúpido ahora que lo poníamos así.
—Pongamos un episodio de Criminal Minds y listo —sugiere Peter queriendo dejar zanjada esta discusión.
—No voy a ver esa mierda —salta Derek con enojo.
Es increíble, quizás podríamos enojarnos por quien traicionó a quién, pero nunca tanto como lo hacemos mientras discutimos películas, actores y músicos. Todos deberían sentarse a escuchar nuestras discusiones.
—¿Por qué no? Es genial.
—Es la mierda más mierda que he visto en mi vida, Peter.
—¿Entonces qué demonios quieren ver? —me quejo harta de esta disputa sin sentido. Supuestamente, estamos aquí para hacer un trabajo de literatura ya que los astros parecían haberse alineado cuando nos tocó a los cuatro juntos. Antes de venir a casa de Cara, decidimos hacer una parada técnica por helado y para comer helado debemos ver algo. Esa es la pelea del momento.
—Keeping up with the Kardashians —contesta Cara.
—Criminal Minds —responde Peter encima de mi amiga.
—Los Simpsons —exclama Derek por encima de todos.
Tres cosas totalmente diferentes. Mi mejor amigo me pregunta que me gustaría ver a mí, no sabía, sinceramente. Así que simplemente respondo "Keeping Up With the Kardashians" para que esta tonta pelea se termine y podamos proceder a hacer ese trabajo, el cual es para mañana. Ya habíamos dejado pasar una semana, era momento de actuar.
Vemos un capítulo de las Kardashians, en el que Derek no para de quejarse y Peter no sube la mirada de su celular mientras chatea con Lola. Que cosas, todos mis amigos en pareja y yo más sola que un cactus. No que me preocupe, buscaba el amor de una sola persona, de ninguna más.
Además, ¿quién quiere lidiar con un novio cuando se tiene helado y amigos como los míos?
(...)
Llego a casa como a las seis. Mamá vuelve a esta hora, así que seguramente está dando vueltas por la casa. Cas, creo que sale con una amiga, una cosa así. No entendí muy bien. Apenas cierro la puerta principal, lanzo mi mochila al suelo. Probablemente me van a regañar por eso, por más estúpido que suene ya que tengo dieciocho años.
—¡Mamá! —exclamo al darme cuenta de que la casa se encontraba en silencio y ella es muy inquieta, tanto que puedes oír sus tacones ir y venir por toda la casa.
—¡Aquí arriba! —oigo una respuesta desde el piso superior, mas específicamente, su habitación. Subo las escaleras trotando y toco dos veces antes de abrir la puerta. Mamá se encontraba en cama.
Frunzo el ceño.
—Sabes que apenas son las seis, ¿verdad?
—Claro que lo sé, Juliette. Hoy desperté sintiéndome mal —específica para luego, hacer un gesto con sus manos para quitarle importancia al asunto.
—¿Segura que...?—
—Es solo un resfriado, Juls —sonríe como si todo estuviese bien—. No te preocupes. Ahora, cuéntame —palmea con su mano un espacio en el borde de su cama. Obedezco y me siento—. ¿Cómo te fue hoy?
—Cansador —respondo—. Mis mejores amigos son un martirio.
—Pero son tus mejores amigos —eleva sus cejas—. Y por más que te quejes, sé que no podrías imaginarte una vida sin ellos.
Asiento mientras dejo mi mirada en el suelo. Tiene razón, por más imbéciles que sean, no podría vivir sin ellos. Son como mi fuente infinita de diversión y felicidad, dos de las cosas que me estaban faltando mucho últimamente.
—Sí —suspiro.
—¿Qué tal las cosas con Hunter? —se atreve a preguntar. El silencio que nos rodea es incómodo, yo no quiero responder y ella no sabe cómo reaccionare. Estaba por contestar algo producto del enojo pero me replanteo la situación.
—No hay cosas —respondo con una tranquilidad que sorprende a mamá y a mí—. Hunter y yo somos pasado.
—¿Tan segura estas?
—Sí —contesto sin hesitar.
—Hija, yo solo quiero que seas feliz. Sabes que eso es lo que siempre he querido durante toda tu vida. Sé que hubo momentos en los que me descarrilé y no puse tu felicidad como prioridad, pero ahora lo es. Con Hunter a tu lado eras un ser lleno de vida y alegre. No estoy incitándote a pensar que necesitas un hombre para ser feliz, tan solo mírame a mí. No obstante, Hunter te hacía feliz y tú lo hacías una persona mejor. Puede que no entienda los problemas por los que estén pasando pero si puedo decirte algo que a vida me ha enseñado en estos años, es que si te hace feliz, te aferras a eso, si te pone triste, lo dejas ir. La vida es corta Julie, pasa volando y cuando menos te des cuenta, mirarás a esta etapa de tu vida con nostalgia y quizás hasta con arrepentimiento. Vive rápido y feliz. Que sepas perdonar, alegrarte y seguir adelante. Eres una mujer que tiene el mundo a sus pies, no desperdicies tiempo sintiéndote mal.
Su narración termina y algo en mi corazón se enciende. Un sentimiento que no cargaba hacía ya tiempo. Era algo parecido a la esperanza, como si alguien hubiese encendido una luz en mi corazón.
(...)
Honestamente, no me gusta conducir. Soy más del tipo que le gusta ir controlando la música, bailando o echando siestas en los asientos traseros. Por no mencionar, que los autos me dan cierto terror al igual que la velocidad de estos. Sin embargo, no soy capaz de teletransportarme aun por ende, como cualquiera persona normal, me desplazo en auto.
Manejo despacio y relajada, no necesitaba realmente llegar con prisa.
La noche ya había caído en la ciudad de Santa Mónica y me gusta ir a la playa a estas horas. Mi conversación con mamá me dejó pensando, pensando en una forma que pensé que no volvería a hacerlo nuevamente luego de alejarme de Hunter. Pero aquí estaba, dejando que mi instinto me lleve al lugar que me mostró hace meses. Por más que la tentación me llamará, estuve evitando venir aquí, no solo porque me recordaba a él sino y temía encontrarlo, sino porque ese lugar era su lugar, no mío. Era donde iba a relajarse, a pensar, a ser el tipo bueno que conozco. Me sentía mal invadiéndolo incluso cuando él no estaba.
Pero mis deseos han vencido mi cordura. Necesito aclarar mi cabeza para decidir de una buena vez que quiero y si estoy dispuesta a tenerlo. Estaciono el auto a un costado de la larga y desértica carretera. Apago el motor y una vez que me bajo, me cubro con mis brazos para protegerme de la fría brisa que corría. Sí, Cas tenía razón, el invierno no demoraba en venir.
Camino bajo la luz de la luna, subo la colina de arena de la cual solía quejarme en silencio. Dejo que mis pies se muevan unos metros hasta encontrar el particular lugar.
Me congelo l ver que ya estaba siendo ocupado. Hunter estaba sentado de espaldas, con sus pies colgando al vacío, como siempre. Su mirada gacha, como si estuviese resignado. Mi corazón se acelera, se acelera tanto que siento como si estuviese por saltar de mi pecho en cualquier momento. Hacia un mes que no estábamos a solas, tan cerca, tan nosotros dos y me asustaba.
No se había dado cuenta de mi presencia, por lo que decido irme. Sí, irme será lo mejor. Volteo intentando ser silenciosa y es cuando oigo su voz.
—¿Julie? —su boca suelta mi nombre con suavidad y es la primera vez en semanas que lo oigo proveniente de sus labios. Por poco olvido lo bien que sonaba.
Trago saliva con nerviosismo y me giro. Ha volteado su cabeza y sus ojos no hacen más que repasar mi cuerpo de pies a cabeza. Me mira como si tuviese puesto la prenda más hermosa del mundo cuando tenía unos simples jeans con una blusa negra a tirantes y mi pelo recogido en una coleta.
—No te preocupes por mí —digo—. Ya me voy.
—Quédate si quieres —suelta de repente sorprendiéndome.
Parpadeo unas cuantas veces pero termino accediendo, no perdía nada quedándome unos minutos. Llego hasta su lado y me siento, dejando unos centímetros de distancia entre los dos. Llevo mi vista hacia abajo y me encuentro con un sector del océano calmado, tal como cuando Hunter me incito a lanzarme de aquí en ropa interior. Recordar ese día hace que mis mejillas se pongan rojas.
—También lo recuerdas, ¿verdad? —pregunta rompiendo el hielo.
—Sí —respondo detectando un ápice de nostalgia en mi tono de voz.
—Fueron buenos tiempos —agrega mirando hacia el horizonte donde el cielo oscuro y el océano colisionaban en una perfecta línea.
—Fue bueno mientras duro —afirmo, estando de acuerdo con él.
El silencio vuelve a invadirnos, esta vez si uno incómodo. Los dos notamos como yo intento refregar que todo esto fue su culpa. Lo fue, sí pero es algo inmaduro de mi parte.
—¿Por qué has venido? —me pregunta Hunter en un tono de voz bajo, nada propio de él. Desde cerca, puedo notarle que efectivamente ha cambiado. Su personalidad ha cambiado drásticamente y solo basta con prestarle atención en los pasillos de la escuela. Como antes era puras sonrisas carismáticas y arrogantes y buenos tratos con todos. Ahora esta callado, habla solo con Tanner y es solo lo justo y necesario. Nunca pensé que Becky pudiese haberle afectado tanto.
—Estuve hablando con mamá hace unas horas —respondo—. Me ha dicho un par de cosas que me han dado para pensar y no se me ocurrió mejor lugar que este.
—¿Por qué?
—Me brinda paz, buenos momentos.
—¿Qué te ha dicho Grace? Si es que se puede saber, claro.
Me giro solo para mirarlo. Esta persona no parece ser Hunter Thompson, pero me agrada.
—Cosas —digo con inseguridad—. De ti.
Noto su cuerpo estremecerse.
—Julie yo... —comienza a decir luego de un momento de silencio y se que se viene.
—No digas nada —le corto su tarde y penosa disculpa—. No hace falta, ya entendí todo.
—No —me corta él ahora—. Sí hace falta.
—Hunter, entiendo. Entiendo completamente que te hayas enamorado de Becky y no de mí. No puedo decir que estoy feliz, pero es tu corazón, tu vida. No puedo forzarte para que sea yo la indicada. También entiendo que algo ha pasado entre ustedes dos, algo que te ha dejado mal y yo...
—Deja de hablar —me interrumpe de mala manera. Siento como mi corazón se hunde. ¿Por qué demonios tiene que ser tan malo?—. No sabes de qué hablas. No pasó así, la historia no es como lo dices.
—Deja de mentirme, Hunter. ¿No crees que es suficiente?
—Tienes razón. He estado mintiéndote, pero nunca sobre mis sentimientos. Julie, tú no eres ningún persona secundario en mi historia. Eres el personaje principal, el que se roba todos los reflectores incluido los de mi corazón.
Siento mis latidos ir mas rápido de lo normal. No, no. Hunter, ¿qué demonios estás haciendo aparte de dar vueltas mi mundo?
—Pero tú y Becky....—
—Yo y Becky —suspira con cansancio—. No quiero a Becky ni siquiera un octavo de lo que te quiero a ti, Galletita.
Lo miro dudosa. Muy dudosa e insegura. ¿Cree que con unas cuantas palabras me va a recuperar? ¿Qué vamos a volver a ser lo de antes? No me sirve.
—Hunter, hazme entender —imploro—. Estábamos en nuestro mejor momento cuando llegas un día por mi ventana y decides terminarlo todo. Te alejas sin explicaciones pero luego muestras señales que malinterpreto y no puedo evitar sentirme como un títere colgando hasta que lo usen. Necesito saber que paso para lo que teníamos se arruine.
—Becky —responde sin más. Pues claro que Becky, tarado. ¿Quién más?
—¿Pero qué demonios hizo? Yo...—
—Becky estaba embarazada —completa y me deja en un silencio.
¿Nunca han sentido tener todo resuelto pero de repente algo sucede y de repente cambian todas las respuestas? Sentía algo parecido. Mi boca se abre levemente, intento decir algo pero las palabras no salen de mi boca. Parpadeo varias veces para comprobar que no es producto de un sueño y que Hunter esta efectivamente diciéndome que Becky estaba embarazada y sin bromear.
—¿Estaba?
—Perdió el bebé hace un mes y una semana —responde sin mirarme—. Perdió nuestro bebé.
Un mes y una semana... No. No, no. ¿Es que soy imbécil? ¿Cómo demonios no me di cuenta antes? Todo sucedió frente a mis narices y no fui capaz de verlo.
—Hunter yo... —titubeo—. ¿Por qué no me lo dijiste antes?
—Porque no quería involucrarte en mis errores —responde con simplicidad—. Estábamos tan bien juntos, siendo algo que siempre quise tener y... cuando el bebé entro a la ecuación sentí todo desequilibrarse. No te merecías en absoluto lidiar conmigo y con Becky embarazada. Tenía miedo de que me odies, mucho miedo de dejar de ser tu príncipe sacado de cuento de hadas. No quería que te perdieras ni que nos perdiéramos.
—Puede que te hubiese odiado al principio, al final estabas por tener un hijo con otra chica pero... ¿De verdad pensaste que podría darte la espalda? ¿No estar para ti en una situación así? Hunter, estaba tan perdidamente enamorada de ti que hubiese sido capaz de seguirte a todos lados.
—¿Lo sigues estando? —pregunta desviando el rumbo de la conversación.
—Yo...—tartamudeo—. Es difícil, Hunter. Ambos hemos pasado por mucho, mi mamá, Acacia, un bebé perdido, Becky, incluso Cameron. No sé si después de todo esto nuestros sentimientos siguen intactos.
Nos quedamos en silencio, creo que él aún no había visto las cosas desde esa perspectiva. Se levanta callado y me extiende una mano para que lo haga también. Tomo su mano sintiendo como si una corriente de nervios me atravesara el cuerpo ante ese simple toque. Me hace girar, quedando frente a frente y toma de mis dos manos.
—Mis sentimientos por ti no han cambiado. Esos sentimientos fueron lo único que me mantuvieron cuerdo todo este tiempo.
—¿Por qué no me buscaste cuando se terminó, entonces? —mi corazón se hunde al momento en que esas palabras salen de mi boca porque que sabría con esa respuesta exactamente la verdad aparte de lo de Becky.
—Porque... —lleva su mirada al suelo y luego a mis ojos. Esos ojos café que tanto extrañaba—. No me sentía suficiente para ti.
—¿Cómo puedes decir eso? —hablo cargada de indignación.
—Julie, admitámoslo —Hunter toma una profunda respiración—. Nuestra relación surgió de la misma nada, de pura atracción física. Cuando estuvimos juntos, use tus momentos más vulnerables para estar contigo por miedo a que cuando no estés así me rechaces. Fui tan hijo de puta que no terminé con Becky aun estando contigo, cuando termine lo nuestro lo hice por obligación, por cobardía. Ni siquiera pude inventarte un apodo, tuve que robar el de Derek. ¿No te das cuenta de que no fui y no soy lo que te mereces? ¿Que no soy lo que tu pensabas que era?
—Pero Hunter...—
—Perder a ese bebé me dejo el corazón partido, Julie. Por más psicólogos que pague, simplemente no podía dejar ir la idea de haberlo perdido. No te mereces eso.
Sus ojos están cristalizándose, al tal punto de que están rojos y diminutas lagrimas caen por sus mejillas. Mi corazón da un vuelco al verlo tan indefenso.
—A veces puedes ser tan idiota, Thompson —niego con la cabeza—. ¿Quién eres tú para decidir que me merezco y que no? Hunter, sé de sobra que has cometido muchos errores y te detesto por eso, pero una parte de mí también entiende porque hiciste todas estas cosas. Por miedo. Aceptémoslo —aprieto sus manos—. Tienes dieciocho años, ¿cómo ibas a reaccionar frente a la idea de tener un hijo? Seré honesta, me hubiese gustado que pudieras haber confiado en mí y que me dejes apoyarte. Las cosas no han resultado como nosotros hubiésemos querido, para nada. Y... —busco su mirada—. Mis sentimientos por ti no han cambiado, sigo estando enamorada de ti, deseándote con cada célula de mi cuerpo y dispuesta a amarte hasta que me duela.
—¿Crees que me podrías dar una segunda oportunidad?—pregunta con inseguridad—. ¿Crees que podríamos darnos una segunda oportunidad? –reformula.
Humedezco mis labios. Instantáneamente, los ojos de Hunter se dirigen a ese sector, al igual que los míos. ¿Podría darle una segunda oportunidad? ¿Estaría dispuesta a arriesgarme? ¿A confiar nuevamente?
Mi teléfono suena. Cierro los ojos con fuerza y maldigo, estaba a punto de responderle. ¿Cómo se supone que le diga después de la llamada?
Saco mi celular de mi bolsillo y leo en la pantalla "Theresa Thompson", demonios, seguro están con alguna cámara oculta grabando todo esto y no pudieron aguantar la emoción. Le enseño a Hunter el emisor y se alza de hombros.
Deslizo y atiendo, llevando mi teléfono a mi oreja.
—Hola, Theresa.
—Julie —dice ella dejando escapar un suspiro de alivio—. ¿Puedes venir a casa ahora mismo?
—¿Qué sucede?
—Grace —suelta en un gemido de dolor—. Ella....—
Las palabras salen de su boca y sollozos salen de la mía. Termino de oír la oración, mis piernas tiemblan a tal punto que no puedo mantenerme de pie. Hunter es rápido y me ataja con sus brazos.
Grito, grito tan fuerte que las tormentas quedan pequeñas a comparación. Aprieto la remera negra de Hunter y dejo que me abrace para que el dolor se vaya.
Nota de la autora:
Todo puede pasar, recuerden pollitos, nada es estable, nada está decidido en este capítulo.
Muy pronto #LTPCapituloFinal.
Los ama,
Cande.
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