30. El dolor de despedirse.
Dedicado a: valentinamoreira0204
Este es un domingo algo... Peculiar. Generalmente, mis domingos suelen ser horribles. Ya saben, como el de todos. Probablemente se levantarán tarde, comerán algo y no harán nada durante todo el día, con ese estrujo en el estomago de "Mañana es Lunes". Este domingo, no es así.
Lo que lo vuelve peculiar es el sentimiento que me da mariposas en el estómago y tiene mi cabeza sobre una nube. No puedo parar de repetir el beso con Hunter. Mi cabeza es un disco rayado.
Nos besamos.
Y se sintió genial.
Quizá haya sido la situación. La manera en la que me sostenía, la forma en la que me besaba o tal vez, el hecho de bajar nuestros muros de orgullo.
No creo que pueda olvidarlo.
—Completamente irresistibles —consigo decir.
Hunter sonríe y causa algo en mi. Yo provoqué esa sonrisa, y no puedo evitar sonreír también.
No despega su agarre de mi cintura como yo despego mis manos de sus hombros. Hacemos contacto visual por unos momentos.
¿Y ahora qué?
—¡Hunter! —una voz por detrás de la puerta nos hace volver a la realidad.
—Becky —suspira con frustración.
Rápidamente, doy un paso atras, deshaciendo su abrazo. No un segundo despues, la puerta de la sala de juegos se abre y aparece Becky.
Me ignora y toma a Hunter de la mano para luego tirarlo adentro. Lo toma por sorpresa, aun así se gira a verme.
No entro con ellos. Giro y salgo rápidamente de la casa, con mis mejillas ardiendo. Ignoro las miradas que capto y entro a mi casa por la puerta trasera.
Besé a Hunter. Y tiene novia.
Son las seis de la tarde y no hemos hablado desde el beso. Hunter no me ha buscado y espero que no lo haga. No sabría como actuar y aunque pudiese buscarlo yo, no quiero.
¿Cómo se supone que lo veré ahora?
—Estuviste todo el día rara —resalta Acacia desde el otro extremo del sofá.
Ignoro su comentario. Sigo algo enojada con ella.
Me siento en el otro extremo del sofa y fijo mis ojos en la gran pantalla. Es una serie policiaca, de esas que le encantan a Acacia. No soy fan, pero puedo soportarlas.
—¿No piensas hablarme?
Niego con la cabeza y sigo viendo televisión. Parece no querer insistir mas, porque al cabo, ella deja de hablar.
Llevamos 15 minutos así cuando mamá se para enfrente de nosotras. Mi hermana, con frustración, pone pausa y frunce el ceño.
—¿No estabas trabajando? —le pregunta mi hermana a mamá.
Niega con la cabeza.
—Hay algo que debo decirles —anuncia.
Inmediatamente me pongo rígida en mi lugar.
—¿Qué cosa? —inquiere Acacia porque yo no puedo articular ni "mu". Noto como le tiembla la voz cuando lo dice.
Mamá camina lento hasta un sillón individual enfrente de nosotras. Puedo notar como juega con sus anillos, un claro signo de que está nerviosa. Casi nunca la veo así. Mi mamá es una persona muy segura de si misma. La clase de mujer que me gustaría ser cuando crezca. No ha dejado que nadie le ponga límites o ataduras y ha hace lo que le gusta y se propone. Verla nerviosa me deja mas desconcertada de lo que ya estoy.
Trago saliva nerviosa.
—No sé como empezar... —suelta una risa nerviosa. Ninguna de las dos dice nada, solamente la quedamos mirando, elaborando teorías con nuestras cabezas—. Antes de contarles, quiero que... Que me entiendan y comprendan mis razones. No se enojen, por favor.
Una oleada de nervios me recorre.
¿Qué dijo qué?
—¿Qué... qué es? —Acacia sube y baja su pierna en un tic nervioso.
—Hace un mes tuve una cita con un doctor —empieza que no sea un bebé, que no sea un bebé—. Theresa notó que me estaba sintiendo mal. Tenía algunos síntomas.
—¿Qué... qué síntomas? —pregunto intentando que la voz no me tiemble.
—Al principio, no eran tantos. No le di importancia... pero Theresa insistió en que vayamos. Terminé accediendo y... —mira su anillo que le regalé para su último cumpleaños—. Después de unas cuantas pruebas, se llegó a un diagnóstico.
Trago saliva. De repente me entraron ganas de salir corriendo de aquí. No quiero escuchar lo que se viene. No quiero que sea real.
Mamá se queda en silencio por unos momentos, con la mirada abajo y no puedo saber si está llorando o no.
—¿Cual es el diagnóstico, mamá? —pregunta Acacia cortando el silencio.
—El diagnóstico es... —sube su mirada. Me tenso al ver que tiene los ojos llorosos. Mierda. Me tiemblan las manos. Tengo miedo—. El diagnóstico es cáncer de pulmón.
Mi mandíbula comienza a temblar y me doy cuenta de que estoy llorando cuando siento las mejillas empapadas.
—Mamá... —murmuro temblorosa.
Paso una mano por mis ojos, quitando las lágrimas.
—¿Es en serio? —pregunta Acacia en un hilo de voz.
Mamá asiente.
—¿Hay algo que se pueda hacer? —esta vez hablo yo, pero no con tanta seguridad como me hubiera gustado—. ¿Tratamientos?
Me mira a mí por unos instantes.
—Lo intenté —suspira rendida—. Pero estoy en una etapa muy avanzada. El tumor... se ha extendido a los ganglios linfáticos, no se puede quitar.
Mis ojos se llenan con más lagrimas apenas termina de decir eso.
—No puede ser —declara Acacia con la voz temblorosa, pero intentando sonar fuerte—. Debe haber algo, alguna especie de tratamiento experimental, algo con...
—No se puede hacer nada, hija —interrumpe ella.
—¿Qué nos estas queriendo decir?
—Mi oncólogo, es uno de los mejores del país, sigue intentando pero... Lo mas probable es que no resulte.
—¿Y entonces? —pregunto.
Un silencio monumental llena la sala de estar. Me siento tensa en mi lugar, siento como si no puedo mover un pelo. Sé la respuesta, creo que todos la sabríamos.
Sucederá lo evidente.
Mamá niega con la cabeza despacio. Sus ojos cargados de lágrimas, como nunca antes la había visto.
No hace falta que diga nada.
Sabemos lo que va a pasar.
Mi piel se eriza y mi corazón esta latiendo con tantas fuerzas que duele.
—No quería ocultárselos mas —continua intentando no llorar—. El doctor cree que tengo posibilidades pero... Yo no lo creo.
—No, mamá —murmura Acacia sollozando. Se acerca a ella a pasos temblorosos y la abraza—. Tiene que haber algo, no puedes darte por vencida.
Sus sollozos se vuelven lejanos. Es como si estuviera encerrada en una burbuja. Mi mamá no puede morir. Mi mamá que ni siquiera tiene cuarenta y cinco años, que está en el mejor momento de su carrera... Que tiene tanto por vivir, por experimentar, por vernos crecer.
No puede estar pasando esto.
—Hemos... Hemos intentando todo —murmura pero consigo escucharla—. Esa vez que fueron a la casa de su padre, fue para que con Theresa veamos todas las opciones...
—¿Papá sabe? —Cas la interrumpe.
—Sí, lo sabe —dice en un hilo de voz y el silencio vuelve a reinar. Solo que esta vez unos casi inaudibles sollozos lo adornaban.
Paso mis manos por mi rostro, intentando despertarme. Tiene que ser un sueño.
—¿Cuánto tiempo? —Acacia la mira.
—Si no surge nada, tres meses —responde.
Alguien que me mate ahora.
¿Tres meses? ¿Solo me quedan tres putos meses con mi mamá? Joder... la persona que me dio la vida, me educó, me amó sobre todas las cosas y me protegió... La que me enseñó a ser libre, a no depender de nadie, a ser feliz. La persona que me alentó a que siga mi corazón y lo que me guste sin oír las opiniones de los demás, la que me hace feliz y está conmigo desde que tengo memoria... Solo tres meses.
Comienzo a llorar con mas intensidad que antes. Todo esto... Es abrumador. Una maldita broma, no puede estar pasándome esto a mí.
Cubro mi rostro con mis manos. Esto... esto no...
Me levanto de el sofá y corro escaleras arriba. Y pensar que la vez pasada que las bajaba estaba libre de preocupaciones grandes. La única era ese estúpido beso con Hunter.
Es increíble como la vida puede cambiar en cuestión de segundos.
Pongo el seguro en mi habitación y me hundo en las sabanas de mi cama.
Me quedan tres meses.
Las lagrimas no se detienen, mi corazón está estrujado y tengo un nudo en la garganta tan fuerte que no puedo respirar.
Quiero gritar. Quiero gritar porque estoy enojada con la vida... Porque es injusto. Es tan injusto.
Sin embargo, las palabras no salen. Y siento que me hundo en un pozo interminable.
***
No sé cuanto tiempo pasé llorando, pero ha llegado un punto en que mi cuerpo simplemente se rindió y no hay más lágrimas para derramar.
Un sonido cerca de la ventana me despabila por completo. Elevo mi cabeza asustada, juro que le había puesto seguro
Una figura entra por mi ventana. Mi corazón da un vuelco cuando veo que es Hunter. Vestido en unos pantalones chandal color azul oscuro, una simple camiseta blanca sin mangas y zapatillas deportivas.
Cierra mi ventana una vez que ha entrado. Puedo notar que ya es de noche. Debo haber estado horas encerrada.
No digo nada cuando se acerca a mí. Observa mi rostro. Probablemente debo parecer un desastre monumental. Me siento como uno, no me sorprendería que luzca como uno.
—Galletita... —murmura y se sienta en el borde de mi cama.
Me sorprende su tono de dulzura.
Deja de mirarme con tristeza. Como si fuera un perrito atropellado.
Agradezco eso, lo último que necesito es que me miren con pena. Acorta la distancia entre nosotros, rodeando la cama y me abraza. Su calor me hace sentir mejor. Siento sus brazos por mi espalda. Apoyo mi cabeza en su pecho y un sollozo se me escapa.
—Hunter, ella va a...—murmuro entre llantos.
—Lo sé —murmura en respuesta—. Acabo de enterarme.
Pasa su cálida mano por mi cabello, cosa que me parece muy reconfortante.
—¿No estás triste? —le pregunto incrédulamente, sin saber qué decir.
¿Acaso se ha dejado los sentimientos en casa? Mamá es como una tía para Hunter, lo ama como nos ama a nosotras. Lo cuida, lo quiere, lo protege. Incluso ahora cuando él cree que no lo necesita. No va a estar con nosotros dentro de tres meses y se encuentra sin expresiones. Hasta me enoja un poco.
—Me estoy rompiendo por dentro —murmura en mi oido. Mi piel se eriza.
—¿Y entonces?
—Me vas a necesitar —contesta en un hilo de voz—. Estoy intentando mantenerme fuerte para ti.
Me quedo helada con sus palabras. ¿Qué estaba intentando, qué?
—Gracias —murmuro sin saber que decir.
—¿Funciona? —pregunta para luego dejar un pequeño beso en mi frente.
¿De dónde salió este Hunter?
Y... ¿funciona?
—Sí.
No puedo verlo por la posición en la que estamos, pero sé que sonríe. Me lo imagino, con sus hoyuelos y su dentadura perfecta, con sus labios...
No puedo besarlo ahora, ¿verdad?
Se separa de mi y no puedo evitar sentirme algo decepcionada. Me gustaba estar entre sus brazos, me sentía segura y me reconfortaba.
Se acuesta en mi cama y los recuerdos de esa noche en la que casi nos besamos me inundan.
—Ven aquí —dice con sus brazos abiertos.
No lo pienso dos veces cuando apoyo mi cabeza en su pecho. Con su brazo por debajo de mi cuerpo, apoya su mano en mi cintura. Paso mi brazo libre por encima de su cuerpo y me mantengo agarrada a él, sin planes para soltarme.
Con la mano que tiene desocupada, le da leve caricias a mi cabello. Cierro mis ojos y me deleito con el sonido relajante y constante de los latidos de su corazón.
—Va a ser difícil —oigo su voz luego de minutos de silencio en los cuales, había logrado tranquilizarme—. Pero voy a estar contigo, ¿sí?
–¿Lo prometes? —pregunto con inseguridad. Todo esto era muy nuevo para mí y tenía miedo.
—Lo prometo —responde con seguridad.
Sus palabras me caen bien. Tanto que en cuestión de minutos, me quedo hundida en un profundo sueño.
***
Abro mis ojos con lentitud.
Tengo los brazos de Hunter rodeándome. Al parecer no nos hemos separado en toda la noche.
La luz del sol me da de lleno en el rostro ya que ayer, dormí con las persianas abiertas.
—Despertaste —murmura Hunter con la voz ronca.
—Qué observación.
—Siempre tan tierna.
Me pregunto a dónde llegaremos con todo esto. Estamos actuando como una pareja. ¿Por qué esto es lo que las parejas hacen?
Tengo poca experiencia en el campo, no sé que esperar.
—Siempre tan idiota —bromeo y es cuando todos los recuerdos vuelven a invadirme.
Mamá.
Me separo rápidamente de Hunter. Este queda algo sorprendido y es cuando noto algo irregular en su cuerpo.
Su pantalón está algo apretado, dejando ver la forma de... de esa cosa que tiene ahí. Me sonrojo sin poder evitarlo y Hunter baja su mirada a esa parte.
Rápidamente, giro y salgo de la habitación.
¿Por qué demonios tiene esa cosa ahí?
Obviamente, la tiene pero porque así. Mi nivel de inocencia está por los cielos.
Aún con mis mejillas rojas, busco a mamá. Seguro esta desayunando abajo, en el jardín, como le gusta hacer cada mañana antes de apresurarnos para que nos vistamos y vayamos a la escuela.
La encuentro de espaldas, con su té en un costado y tostadas.
—Mamá... —murmuro y me acerco a ella a grandes pasos.
Ella se sorprende al verme, pero puedo notar un cierto brillo en sus ojos.
—Ju..•
—Lo siento —suelto y algo se alivia en mi anterior cuando termino de decirlo—. Ayer reaccioné mal. Yo... yo—
—Tranquila —sonríe con tristeza—. Entiendo tu reacción, hija. Fue una noticia grande para digerir.
Grande no empieza a cubrir lo que estoy sintiendo.
Asiento. Me agarran ganas de llorar, otra vez, pero me contengo.
Respiro profundamente.
—No sé lo que pasará. Pero no quiero perder las esperanzas. Y tampoco quiero desperdiciar un segundo contigo —digo.
Me sonríe.
—Ven aquí —palmea la silla a su lado. Me deslizo a un costado rápidamente y tomo asiento—. ¿Té?
Arrugo mi nariz. No me gusta el té.
—Bromeaba —ríe con diversión. No comprendo como puede estar así en su situación—. Sasha te traerá jugo.
—Gracias —suspiro.
—Así que, ¿cómo durmió Hunter? —su pregunta me deja helada. Giro a verla. Se ha llevado la taza de té a su boca y mira el césped con diversión.
—¿Co...?—
—Era demasiado obvio —ríe.
¿Eso quiere decir que lo sabe todo? ¿Qué sabía que era cuestión de tiempo hasta que ambos caigamos? Quizá hizo apuestas con Theresa para ver quien caía primero.
Quizá todo el mundo lo sabía, menos nosotros.
Nota de la autora:
Pongamos las cartas en la mesa. Se me hizo muy difícil escribir este capítulo.
En fin, AUN ES MARTES. Esto de estar en Mexico juega a mi favor😏❤🔥🔥🔥
¿QUÉ PIENSAN DE HUNTER Y JULIETTE?
🤔🤔🤔🤔🤔🤔
¿Se irán de rositas y vivirán felices para siempre?
¿Morirán?
Preguntas, preguntas😂❤
PASEN POR:
The New Heartbreaker (mi nueva novela)
Les va a gustar:)
Nos vemos, el próximo martes:0
mamá problems❤
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