28. Dos chicos de un tiro.
La luz que se cuela por la ventana me golpea en el rostro cuando acomodo un poco mi cabeza contra la almohada. Abro mis ojos poco a poco y arrugo la nariz, intentando acostumbrarme a la luz.
Y es cuando me alarmo.
Noto que no estoy en mi habitación, menos en la de mi mejor amiga. Las persianas se encuentran abiertas y la luz que entra a mi habitación se vuelve insoportable. Intento moverme, y es cuando percato unas fuertes manos que me abrazan por mi cintura.
No...
Giro bruscamente, encontrándome a un castaño desconocido. Tiene el pelo desordenado, va sin camisa y con unos simples shorts de deporte. Deduzco que tengo su camisa puesta...
Juro que nunca voy a beber en mi vida.
Pequeños destellos de ayer aparecen en mi cabeza cuando empiezo a reconocerlo.
Yo bailando con Cara, jugando a ese estúpido juego, un pelirrojo que se llama Bennet y finalmente yo, besando a James. Estoy segura de que no hemos hecho nada porque tengo mi ropa puesta y no me siento diferente. Un dolor punzante en mi cabeza aparece por intentar recordar. Ni iquiera recuerdo cuanto he bebido, ni porque no estoy inconsciente ahora mismo.
—James —murmuro en voz baja y lo muevo con mi brazo. Este abre sus ojos poco a poco, como lo había hecho yo en un principio. Me mira y parpadea un par de veces, intentando acostumbrarse a la luz que se cuela por su ventana. Se sienta en la cama y pasa una mano por su cabello, aun adormilado.
—Uh, hola —musita—. ¿Qué hora es?
Me alzo de hombros y busco mi celular, el cual estaba guardado en la cazadora que tenía puesta anoche. La encuentro en una esquina de la habitación. Enciendo la pantalla. Veo que son las once de la mañana, y luego la cantidad de llamadas perdidas de Cara.
Le contesto que hora es a James mientras se vuelve a tirar a la cama. En eso, me apresuro a devolverle la llamada.
—¿Uh? —contesta cuando me atiende. Al parecer, dormía.
—¿Dónde estás? —le pregunto cerrando mis ojos con fuerza. Mi cabeza me duele como mil demonios.
—En casa, idiota. ¿Dónde estás tú?
No sé cómo habrá hecho para llegar en el estado que estaba.
—Sigo en la fraternidad —le explicó en pocas palabras y le doy una fugaz mirada al castaño a mi lado.
Cara suspira.
—No me digas que te has enrollado con...—
—No me he enrollado con nadie —le interrumpo y James larga una risotada a mi lado por mis palabras. Le fulmino con la mirada.
—Juliette Williams me dices ya mismo quien...—
No dejo que termine su amenaza de muerte y finalizó la llamada. Pongo el teléfono en silencio y lo dejo que suene en silencio en la mesita de luz.
Me recuesto otra vez en la cama, sintiéndome abatida. James se encuentra a mi lado con su celular.
—Supongo que debo irme —digo parándome luego que siento que he recuperado fuerzas. Noto que alguien, probablemente James, me ha sacado los zapatos anoche, cosa que agradezco. Los encuentro al lado de la cama y me los pongo, maldiciendo. Podían ser muy bonitos, pero matan... Cuando estoy por quitarme la camisa para devolverle, James habla:
—Quédatela. Te queda genial —guiña un ojo.
—Pero...—
—Luego me la devuelves —dice simplemente y le sonrió.
Recuerdo como cuando le dije que era virgen se separó de mí e inmediatamente mis mejillas se tornan rojas.
Asiento y me acerco al espejo de cuerpo completo que hay en su habitación. Como puedo, arreglo mi cabello, el cual queda algo presentable. Bueno, ha quedado medianamente normal.
—¿Quieres que te lleve? —pregunta cuando me giro hacia él y me quedo en blanco.
Claro. ¿Cómo mierda pensaba volver? Cara se había ido.
—Por favor —le digo y él asiente. Se levanta de la cama de un salto y no parece importarle que esté presente cuando se quita los shorts y se pone un chándal gris y una remera color blanco. Se calza rápidamente unas zapatillas deportivas y se gira a mí, esperándome. No me di cuenta que me quede mirando su cuerpo mientras se vestía. Avergonzada, corro mi rostro.
Recojo mi blusa y cazadora del suelo para salir de la habitación, con James por detrás de mí. A medida que vamos bajando las escaleras, puedo ver cómo ha quedado la casa. Un lío, una verdadera catástrofe. Hay vasos rojos por todos lados, botellas de alcohol vacías, latas de cervezas y todo lo que te pudieras imaginar esparcido por todos lados.
—¿Siempre queda así? —le pregunto intentando ignorar mi dolor de cabeza.
—Sí, es bastante tedioso —responde y arruga su nariz.
Cuando nos aproximamos a la puerta de entrada, haciéndonos paso entre las cosas del suelo, oigo unas risas que venían, si mal no recuerdo de la cocina. Abro la puerta y me dispongo a irme cuando oigo un grito.
—¡Tortolitos! —exclama una voz conocida. Hago un esfuerzo por recordar a la gente que conocí anoche. Me giro, encontrándome con un pelirrojo. Este es Ben.
Kyle viene por detrás de él, como si no hubiesen bebido nada anoche, como si estuviesen en perfecto estado. Hasta sonríen.
—¿Qué quieren? —pregunta James.
—Woaaah, a que el bestia de James ha roto la cama —se burla Kyle. Pongo mis ojos en blanco cuando dice eso pero no puedo evitar sonrojarme.
—Thompson se va a poner...—
—Thompson tiene novia y no, no soy yo —suelto con frustración—. Así que paren de decirme que soy la chica de ese imbécil.
Ben abre sus ojos con sorpresa, pero no dice nada.
—Entonces, Julie —dice sonriente Kyle ignorando mi ataque de nervios—. ¿Te quedas a desayunar con nosotros? Necesitamos un poco de compañía...
Mis ojos vuelvan a James, el cual parece analizarse la idea. No se opone y accede a posponer un poco nuestra vuelta porque se queda mudo.
—Está bien —me alzo de hombros y los chicos sonríen cuando me oyen. De todos modos, el estómago me ruge de hambre.
Kyle festeja por haberme convencido en quedarme. Miro a Ben, este sigue algo sorprendido y debo suponer que es por lo que le dije antes. No quiero saber qué mentiras le ha estado inventando Hunter acerca de mí, ni cómo se conocen. Juro que apenas pueda, le agarrare del cuello para interrogarlo. Aunque no creo que sea de mucha ayuda.
Antes de que pudiera hacer algo, Kyle pasa su brazo por mis hombros y me guía hasta la cocina de la fraternidad. Recorremos un poco la sala de estar hasta que doy con una cocina gigantesca.
Al entrar, me encuentro con alrededor de diez chicos charlando en una gran mesa. Todos detienen su conversación al verme entrar. Me inspeccionan de arriba a abajo y ya no me interesa que me miren, que hagan lo que quieran a mí me duele la cabeza y tengo hambre.
La cocina es bastante grande, la mesa está a un costado, funcionando como comedor y algo alejado, está el resto de la cocina.
—¿No es la chica de...? —
—No, no soy la puta chica de Thompson —sentencio con una evidente ira en mi interior.
El chico de ojos verdes frunce el ceño pero se queda en su lugar, sin decir nada. Agradezco eso, gracias.
—Esta es Juliette —me presenta Kyle, el cual sigue con sus brazos por encima de mis hombros.
—Un gusto conocerte en persona —dice un chico rubio, el cual estaba a la punta de la mesa. Hunter tiene toneladas de explicaciones uqe darme—. Soy Mason, presidente de Delta Sigma.
Le sonrió y Kyle tira de mí para que me siente a su lado. En menos de diez minutos, me encuentro riendo con los chicos mientras comparten su desayuno. Es como si todos estuvieran en perfectas condiciones, y charlando animadamente. Cuando la curiosidad me gana, les pregunto de donde conocen a Hunter.
La respuesta no me sorprende. Hunter sale con modelos, dos de ellas vienen a esta universidad y el resto es historia. Luego les pregunto porque me llaman "La chica de Thompson" pero simplemente se ríen en respuesta. Bufo al ver que no obtengo respuesta.
Luego de beber mucha agua y comer un cuenco lleno de cereales y jugo de frutas, me despido de los chicos. Estos me dicen que generalmente no dejan que gente se quede a desayunar, pero que esta vez hicieron una excepción por mi. No sé si será porque piensan que me he acostado con James o qué.
—Vamos —dice James a mi lado. Me levanto de mi asiento, les lanzó un último beso a todos, los cuales juegan a atraparlo y lo sigo hasta la puerta.
Una vez afuera, me indica que me quede ahí mientras saca el auto. Asiento y me quedo apoyada en el porche, sintiéndome un poco mejor con comida en mi organismo.
Al rato, James sale con un auto color rojo y baja la ventanilla, indicando que me acerque. Rodeó el auto y me subo en el asiento del copiloto. Le digo la dirección de mi casa y él la reconoce como cerca de donde vive Hunter, le explicó que es al lado y se ríe.
—Entonces Hunter tiene novia... —dice repasando lo que le conté.
—Sí —suspiro.
—¿Y qué harás? Le lanzaras huevos a la chica o harás que ter...—
—¿Por qué haría eso? —me río.
—¿Acaso no te gusta Hunter? —pregunta extrañado.
Siento como se me para el corazón cuando dice eso.
—No me gusta —le respondo en un tono inexpresivo.
—Entonces trabaja más para disimularlo —su risa inunda el auto y lo golpeo en el hombro.
Me pregunto qué cosas habre dicho anoche cuando no estaba.... muy bien en mis seis sentidos. Sí, seis. El sexto es sospechar de Hunter y siempre acierto.
Seguimos charlando de cosas sin mucha importancia, me cuenta que está estudiando historia, es de Santa Mónica pero no quiere quedarse en su casa, prefiere la fraternidad. Al parecer, su padre y su hermano mayor habían pertenecido a esta fraternidad y bueno, él no se quejaba por seguir el legado.
También le cuento de mí, sobre el nuevo contrato que he firmado, del cual no para de felicitarme, le cuento sobre la nueva novia de Hunter, Becky. Se me escapan algunas maldiciones y James se ríe porque estoy celosa.
—¡Que no estoy celosa! —exclamó y me doy cuenta que ya estábamos cerca de casa.
—Claro —dice con sarcasmo—. La primera fase es la negación.
Niego con mi cabeza llena de frustración.
—¿Lo ves?
No puedo evitar reírme. A medida que nos acercamos a mi casa, puedo ver cómo en la entrada, hay gente.
Lo que me faltaba.
James reduce la velocidad a medida que nos acercamos. Frunzo el ceño al identificar la cabellera rubia de Becky, la espalda de Hunter y a mi madre en la puerta. Hunter tiene abrazada a su novia por la cintura y mi madre, desde la puerta les sonríe mientras habla.
—¿Esa es Becky? —pregunta James inclinando su cabeza hacia mi costado de la ventanilla.
—Si.
—No te llega ni a los talones, querida —dice mirando a la rubia con una mueca.
Le sonrió en forma de agradecimiento, aunque no sé si es verdad. Creo que lo dice solo para hacerme sentir mejor... Y funciona. Cuando aparca justo al frente, los tres pares de ojos se dirigen al auto desconocido.
—Gracias por el aventón —digo queriendo alargar más mi encuentro. Quizá, piensen que es solo un auto que va de pasada y entren a la casa.
—No fue nada —hace un gesto con su mano, quitándole importancia—. Deberíamos volver a quedar... Como amigos. Pareces una chica genial.
Asiento.
—Una cosa más.
—¿Qué?
—Me agradecerás por esto luego.
Lo miro expectante.
—¿Qué quie...? —
No me deja terminar la frase cuando une nuestros labios en un rápido beso. Me quedo estupefacta.
—Tu labial es algo adictivo —se defiende alzándose de manos.
¿Y por qué tendría que agradecerle?
—Nos vemos, James —niego con la cabeza y abro la puerta del auto, preparada para lo que se venía. Elevó mi vista a Becky, el idiota y a mi madre, la cual me mira estupefacta al ver la camisa que tengo puesta.
Hunter choca su mirada con la mía y luego al conductor. Abre sus ojos como platos de repente. Creo que lo ha reconocido y ha visto el beso. Suelta a su novia y se acerca al auto de largas zancadas. Uh. James baja el vidrio del asiento del acompañante.
—¡Hunter, herma...!
—¿Qué le has dicho? —interrumpe Hunter. Noto el miedo en sus ojos y estoy disfrutando cada segundo de esto.
—Oh —James me mira con complicidad—. Nada. No tuvimos muchas chances de hablar, exactamente.
Hunter parece a punto de estallar.
—¿Qué te ha dicho? —pregunta mirándome a mí, esta vez.
—Lo que pasó anoche es un borrón —miento. Sé de sobra que se refiere a lo de "La chica de Thompson"
Este me mira con sorpresa cuando esas palabras salen de mi boca y luego le da una mirada a mi cuerpo, cayendo en lo que tenía puesto.
—¿Ustedes...? —se echa hacia atrás frustrado—. ¿De quién es eso? —pregunta fulminandome la mirada.
—De Don qué mierda te importa —le respondo molesta. Primero se enrolla conmigo —casi—, luego se pone de novio con Becky y ¿ahora me hace una escena de celos? Este chico no puede estar más fuera de lugar—. Vamos, tú novia se enfría.
James larga una carcajada y me sorprende que Hunter no le diga nada. Pone sus ojos en blanco y se dirige a Becky y a mamá. La primera me miraba llena de indignación. Estaría igual si mi novio se acerca a hacerle una escena de celos a otra chica.
Me giro exasperada y comienzo a caminar hacia la entrada.
—¡Si tienes problemas con rubiecita no dudes en llamarme! —le oigo exclamar a James y luego el sonido del motor acelerar. Abro mis ojos como platos y miro a Becky, la cual me mira llena de odio. Hasta hoy no pensaba que eso podía ser posible.
—Juliette Wi...—mi madre comienza su sermón cuando me estoy acercando.
—Mamá, hablamos luego —digo y entro a la casa. No sé qué me pasa, no sé por qué estoy tan enojada con el mundo ni por qué le respondo así a mamá que seguro está preocupada de que me haya traído un chico de "la casa de Cara".
Al entrar, sintiendo un olor a pollo con algo, recién hecho. Quiero matarme cuando me doy con que Theresa, Cameron y Acacia se encuentran en la sala de estar, ubicados en los sillones mientras charlaban. Tessa sostenía una copa de vino y los chicos estaban abrazados.
—¿Ju...? —Theresa me mira con confusión cuando me ve.
—Iré a cambiarme, ¡en segundos bajo! —aviso y me quito los zapatos altos antes de subir las escaleras lo más rápido que podía. Almuerzo familiar, lo último que me podía pasar.
Llego a mi habitación y los arrojo a un costado. Me quito la camisa de James de un tirón y la dejo con cuidado sobre mi cama. Entro a mi vestidor y me quito la falda. Termino con unos vaqueros y una blusa blanca que deja un poco al descubierto mi cintura. Termino de vestirme y cuando estaba por entrar al baño, la puerta de mi habitación se abre. Me asomo por la puerta del tocador para ver quién mierda es y porque no se digna a tocar, me encuentro con Hunter. Un Hunter muy enojado.
—¿Qué haces aquí? —le pregunto molesta—. Tu novia se...—
—Se enfría, lo sé —completa furioso—. No intentes jugar a ese tipo de juegos conmigo.
—¿Y a qué estoy jugando? —inquiero acercándome a él. No entiendo que me está pasando, pero lo único que sé con certeza es que lo odio.
Me mira como si me hubiese salido un tercer ojo. ¿No esperaba este tipo de respuesta?
—¿Con qué imbécil te acostaste ayer? —pregunta con enfado mientras toma la camisa de James con una mano mientras la aprieta con fuerza, la mira como si le hubiera hecho algo personal.
—¿Desde cuándo debo contarte mis asuntos? —interrogo intentando provocarlo. Veo como tensa su mandíbula aún más.
—¿Estuviste con ese chico o no, Juliette? —me pregunta sin rodeos.
Esto tiene que ser chiste.
—¿Y qué si estuve? —digo cruzándome de brazos, intentado provocarlo—. ¡No tienes ningún derecho sobre mi vida!
El rostro de Hunter palidece.
—Te mato —musita. Luego sacude su cabeza ligeramente—. Perdón, no te voy a matar. Lo voy a matar.
Entrecierro mis ojos.
—Estuve con James, ¿y qué, Hunter? ¿Si no soy tuya, no puedo ser de nadie? ¡¿Te das cuenta lo ridículo que suenas?! ¡Tu novia está abajo!
Hunter niega con la cabeza como si hubiera algo que no entendería y no puedo evitar fruncir el ceño.
—No me mientas, James nunca haría eso.
Arqueo una ceja.
—¿Por qué soy tu chica? —me burlo y juro que palidece por unos instantes.
Pero no demora en recuperar su postura. Me toma de mis brazos y básicamente me lanza sobre la pared de mi habitación. Mi espalda queda contra esta y Hunter se acerca amenazadoramente.
—No tendrías que haber ido a esa fiesta —dice a centímetros de mi rostro.
¿Y ahora va a decirme donde puedo ir y donde no?
—Pero fui. Supéralo. Deja de ser tan controlador, ¡tienes novia! ¡Nosotros no somos absolutamente nada! E incluso si lo fuéramos, no puedes decirme qué hacer —exclamo —. Me acuesto con quien quiera y tú no me lo vas a impedir.
—No te acostaste con nadie —murmura a mi oído y siento como mi piel se eriza. Estamos demasiado cerca.
—Yo... Yo sí... —no puedo evitar balbucear ante su presencia. Me odiaba a mi misma por ponerme así—. ¿Y tú qué sabes?
—Simplemente lo sé —sube su mirada y hago lo mismo, encontrándome con sus ojos que me ponen nerviosa.
—No lo sabes —digo un poco molesta por su arrogancia.
—Si, lo sé —declara con seguridad—. No importa que tan borracha estés, te conozco. No hubieras tomado esa decisión en medio de una fiesta con un desconocido.
—Ese es el tema, Thompson. No me conoces.
¿Por qué me conoce tanto?
No contesto nada, cediendo con la verdad que él tanto quiere oír.
Hunter eleva una mano cerca de mi rostro y la acaricia con la parte de arriba de sus nudillos. Me siento débil ante su tacto, como si mis sentidos se nublaran y mis piernas se volvieran de gelatina. Observa mi rostro con detenimiento. Probablemente debo estar hecha un asco. Pero no parece molestarle.
—Dios, eres preciosa —murmura y de no ser por la pared, probablemente estaría en el suelo. Me quedo sorprendida, demasiado. ¿Qué acaba de decir? Sin poder evitarlo, la sangre llega a mis mejillas y me sonrojo—. Juliette, lo siento, no debí reaccionar así pero tienes que saber que...
De repente, tocan la puerta. Salto del susto y empujo a Hunter.
—¡Hunter, ya estamos por comer! —reconozco la voz de Becky al otro lado de la puerta.
Le doy una rápida mirada a Hunter, el cual maldice en voz baja. Sus ojos vuelvan a los míos y con esa última mirada que no pude descifrar, abre la puerta y sale rápidamente.
Sin salir de mi asombro, me recargo nuevamente contra la pared y suspiro.
***
—¿A qué se debe este almuerzo? —preguntó una vez que he lavado mi cara más de dos veces y baje esta vez sin nada de maquillaje.
—Por la tradición, Hunter tiene novia y es momento de conocerla —mamá le sonríe a Becky, la cual le devuelve el gesto con amabilidad.
Este almuerzo no podía estar peor. Tomo asiento al lado de mi hermana y al frente de Hunter. Me está mirando ahora, pero hago mi mejor esfuerzo por ignorarlo. ¿Qué no se da cuenta de que tiene novia? Es como si la idiotez le saliera natural.
—Que emoción —dice Tessa quebrando el silencio—. Mis dos chicos tienen novia.
Cuánta diversión. Uno de ellos es infiel, cruel y manipulador mientras que el otro ni siquiera quiere a su supuesta novia. O bueno, eso creo yo.
—Si —sonríe mamá—. Sigo esperando que Julie me presenté a algún novio.
Me ahogo con el pedazo de pollo que había llegado a mi boca cuando dice eso mientras que Hunter parece ahogarse con su bebida. Becky, extrañada, le palmea la espalda.
—Uhm, supongo que falta —murmuro una vez que puedo respirar con normalidad.
—¿Y quién era el chico que te trajo hoy, Julie? —pregunta la novia del idiota con una sonrisa. ¿Dónde quedó la Becky hija de los mismos Ángeles?
—Estamos aquí para hablar de ustedes —la corto con cara de pocos amigos—. No cambiemos el tema.
—Julie tiene razón —dice mamá sonriéndome. Secretamente, sé que Becky no le cae bien—. Theresa ya parece conocerte, pero yo no...
El resto de lo que dice, ni siquiera lo escucho.
Esto es una estupidez.
—Sí, es genial —dice de repente mi hermana y le presto atención porque verdaderamente quiero saber qué opina de esto—. El capitán del equipo de Lacrosse y la capitana de porristas.
Pff, yo podría quitarle ese puesto en dos movimientos.
Me quedo en una nube el resto de la conversación, la mayoría son preguntas para Becky pero cada tanto le preguntan a Hunter cosas idiotas como que fue lo que vio en ella y esas cosas.
Intento hacer oídos sordos, tanto romanticismo me pone enferma.
Amor, amor y amor.
Las personas pueden ponerse idiotas con una dosis muy alta.
Eso me lleva a pensar en mi vida amorosa. Da un poco de pena. Primero Derek, éramos chicos, no sabíamos que hacíamos solo queríamos parecer grandes. No resultó, ni siquiera nos gustábamos.
Luego Hunter que ni siquiera sé si considerarlo debido a que ni siquiera nos besamos, menos mal.
Y para terminar con Tanner, que cuando empezaba a sentir cosas por él, se alejó.
Nunca he sentido esas famosas mariposas en el estómago, ni esas corrientes eléctricas ni nada de esas mierdas que todos parecen sentir. Y que mamá tanto me dijo que iba a sentir.
Nadie me hizo querer dejarlo todo por esa persona, nadie hizo que amase como nunca antes lo había hecho. Supongo que habrá tiempo para esas cosas después.
Rompiendo mi burbuja de pensamientos, mi celular comienza a sonar. Es una canción bastante conocida de la cual estoy hipnotizada. Todas las miradas se posan en mí mientras lo saco de mi bolsillo trasero.
No puedo evitar sorprenderme al leer el nombre de Ethan en la pantalla. Desde que nos conocimos en aquel restaurante, no pensé que volvería a verlo.
Es cierto. Aposté una cita con Ethan. Lo olvidé por completo.
—Ya vuelvo —me disculpo y rápidamente, salgo al patio trasero y atiendo porque estoy muy curiosa.
Apenas me voy, Theresa introduce un nuevo tema de conversación del cual no soy parte.
—¿Hola?
—Hola, Julie —oigo su acento inglés y me tiene suspirando un poco—. Sé que te mandé un mensaje diciendo que deberíamos quedar en algún tiempo, y luego de idiota no volví a llamarte... He tenido algunos problemas —puedo oír cómo su voz se tensa al decir aquello último—. Pero ya estoy libre y soy todo tuyo.
Una sonrisa boba se escapa de mis labios.
—Claro —digo sin pensarlo—. ¿Cuándo?
—Estaba pensando que... Ahora.
—¿Ahora?
—Si estas ocupada, no hay problema, nos vemos otro día —se apresura a decir e inconscientemente mis ojos vuelan hasta el interior de la casa.
Agradezco no tener vistas al comedor, porque seguro es la cabellera rubia de Becky bailar con educación mientras habla con mi madre y Theresa. Y claro, Hunter mirándola como si fuera la única chica del mundo.
—No hay problema —respondo y aclaro mi garganta—. ¿Cuando pasas por mí?
Le paso mi dirección y me dice que en quince minutos estará por casa. Apenas termino la llamada, entro a la casa.
No pienso dos veces cuando me echo a correr escaleras arriba para ir a mi habitación a cambiar mi ropa. Espero que la gente que aún sigue comiendo no hayan oído mis estruendosos pasos.
O mejor sí. Que se enteren que me estoy yendo.
Una vez en mi habitación, entro a mi vestidor y me pongo a buscar. No específico donde iremos... Mierda. Me deshago de mis vaqueros y me pongo una falda color amarillo, pero en un tono claro y pastel. Usar falda me hace acordar a lo que sucedió anoche con James... No puedo evitar ponerme roja de la vergüenza. Últimamente me estoy desconociendo.
Me pongo un crop top color negro que tiene un diseño muy delicado y bonito, y casi no deja nada de mi cintura a la vista. Me calzo las primeras sandalias que creo que combinan y cuelgo una cartera en mi hombro, con rapidez, le pongo todas las cosas que creo necesarias.
No me doy cuenta de que tan rápido ha pasado el tiempo cuando oigo como el timbre resuena por toda la casa. Maldigo en voz baja y me apresuro a aplicarme el tapa ojeras. Luego de la noche de ayer, son todo un poema.
Bajo a los atropellones las escaleras y corro hacia la puerta principal.
Veo que ya le han abierto la puerta y que ha sido nadie más y nadie menos que Hunter. Esto va a ponerse bueno.
Me acerco a ellos. Ethan sonríe cuando me ve, su cabello rubio está desordenado, lleva unos vaqueros y una simple remera. Lo noto más bronceado.
—¿A dónde irán? —pregunta Hunter con cara de pocos amigos.
—A dónde qué te interesa —respondo y salgo de casa. Le echo una mirada al idiota, se encuentra con la mandíbula tensionada y aprieta con fuerza mi puerta de entrada.
Tomo de la mano a Ethan. No porque disfrutara de ello, sino porque intentaba causar algo de celos en Hunter por estúpido que suene. No dice nada más y cierra la puerta con fuerzas.
—Te ves preciosa —alaga sonriéndome.
Le sonrió, pero no creo que esa sonrisa haya llegado a mis ojos.
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