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21. Es sí o sí

Las palabras de Cameron siguen grabadas en mi cabeza y no dejan de repetirse como disco rayado.

Hace un día que volvimos de la pequeña escapada que tuvimos con mi papá y todavía sigo sin poder dejar ir la conversación.

No le he contado a nadie, sé que mi hermana no me creerá, Hunter dirá que... Bueno, no sé qué opinará él al respecto y Cameron me matará si sabe que se su secreto.

—Señorita Williams —el llamado de mi profesora de literatura me hace volver a tierra. Parpadeo un par de veces y la miro—. Preste atención.

Asiento, pero no le hago caso del todo. No puedo prestarle atención. Nunca lo hice, mucho menos ahora que tengo tantas cosas en la cabeza. Cara, a mi lado, frunce el ceño.

—Estás más idiota de lo normal —menciona.

—Gracias —murmuro y volteo hacia ella—. Tengo algo que contarte.

—¿Tú también odias a esta Lola? —inquiere.

—¿Ya la conoces? —alzo una ceja.

Deja escapar un suspiro de frustración y niega con la cabeza.

—¿No te contó? Cierto. Te perdiste una semana. Son novios.

Abro mis ojos como platos. ¿Qué son qué? Oh Dios, mataré a Peter. ¿Tan rápido?

—¡No me contó! —siseo con frustración. La profesora vuelve a pedirme que me calle.

Esta vez le hago caso, una más y seguro me gano detención.

¿Por qué tan rápido? Llevan una semana y algo saliendo... ¡Ni siquiera la conozco! Y Peter es como mi hermano. Me duele que ni siquiera me haya mandado un mensaje poniendo "Hey, Julie. Tengo novia, nos vemos"

Estaba en el bosque pero eventualmente, llegaría la señal y me llegaría el mensaje. ¿Qué le pasa?

Me pongo a copiar en mi cuaderno lo que la profesora no deja de escribir en la pizarra. Ahora dos cosas dan vueltas como licuadora en mi mente, Cameron y Peter.

Veinte minutos después, afortunadamente el timbre suena y como siempre, ya tengo mis cosas en mi bolso. Me paro. Cara me dice que me adelante porque tiene que hablar con la profesora sobre un trabajo. Asiento y eso hago.

Casi no hay gente en los pasillos, así que soy la primera en llegar. Agarro mi bandeja y saludo a Delphie, que no se sorprende al verme primera. Hoy no tengo demasiada hambre así que le pido una ensalada y unas papas fritas, porque es el mejor contraste. Tomo mi botella de agua y le pago.

—¿Todo bien, Galleta? —pregunta Hunter a mi lado.

No me había dado cuenta que está aquí,

—Ehm, sí todo bien —balbuceo sin ganas de pelear.

—¿La tregua sigue en pie? —me pregunta mientras me dirijo a mi mesa.

Asiento.

—Hunter —suelto antes de que empiece a hablar de nuevo—. Hay algo que necesito decirte.

—¿Tan rápido te has enamorado de mí?

Pongo mis ojos en blanco.

—Siéntate —le digo y nos sentamos en mi mesa, la cual está vacía.

Sin chistar, me obedece. Primera vez que nos sentamos en la misma mesa durante el almuerzo.

—Cuando estábamos en la pasa de mi papá... Oí a Cameron en una conversación —resoplo.

—Sí, Galleta, mi hermano sabe hablar. Sorprendente, ¿verdad? Le enseñaron cuando tenía unos cuantos meses.

—Déjame seguir —le pido con frustración. A veces este chico puede ser verdaderamente insoportable. No creo que la gente se dé cuenta ya que su rostro atractivo acapara la atención. Hunter es verdaderamente atractivo, pero bueno, no mi tipo—. Era, supongo con un amigo. Decía que todo iba acorde al plan o algo así. Que ya había enamorado a Acacia. Es una jodida apuesta.

Como no pensé, él me mira con sus ojos abiertos, como si no pudiese creer lo que escuchaba.

—Será idiota... ¿No oíste ningún nombre?

Niego.

—No sé tú pero con más razones separaré a mi hermana de Cameron.

—Entonces la tregua continúa —declara. Vuelvo a asentir. ¿Por qué de repente tiene tantas dudas sobre la tregua?—. Sabía que no puedes mantenerte muy alejada de mi.

Insoportable.

—Hoy en la casita del árbol —declaro cuando noto de reojo que mis amigos se acercan a la mesa.

Hunter asiente y se levanta sin decir nada más.

Muchos nos dan miradas extrañadas. ¿Nosotros solos en una mesa sin pelearnos? Un milagro.

—¿Qué fue eso? —Derek frunce el ceño cuando se sientan.

—¿Eso? —pregunto al meter una papa en mi boca—. Hunter.

—Qué pícara—murmura Derek sarcástico.

—Charlábamos de... cosas.

Todos me dan miradas raras pero se sientan. No quiero que me vuelvan con lo mismo que me decía mi ahora no amiga, Summer, "Déjala vivir su vida" .

No me dicen nada mas y comenzamos a comer y a charlar.

De repente, lo recuerdo.

—Peter idiota, ¿cuándo pensabas decirme que tienes novia? —pregunto.

Mi mejor amigo se ríe nervioso.

—Yo...

—¡La conoces hace una semana! ¡Ni siquiera la conozco!

Intento controlar mi respiración pero enserio estoy enojada. Si yo tuviera novio de la noche a la mañana y no le cuento a Peter... ah, bueno no les explico lo que se armara. Que quién es, qué quiere, si tienes tatuajes, grupo sanguíneo, si tiene antecedentes, que si esto, que si lo otro. Pero claro, él viene con una chica que no conozco a decirme que es su novia...

—La conocerás —me asegura—. Es una buena chica, lo juro.

Intento creerle, quiero alguien que haga a mi mejor amigo feliz. No a una cualquiera que lo utilice porque va a otra escuela y es lindo. ¡No!

Cara suspira.

—¿Alguien en esta mesa ha conocido a este chica? —pregunta la castaña elevando la voz.

Drake y yo negamos pero Peter asiente.

—Ahg, qué pesados. Hoy a la noche, en mi casa. La invitó a ella y a ustedes.

Nos miramos entre los tres y aceptamos. ¿Que tan mal puede ser?

Termino mi almuerzo y me levanto con mi bandeja para desechar los residuos. Cuando dejo que todo se deslize en el basurero, coloco la bandeja azul a un costado y sacudo mis manos en un par de palmadas.

Me doy vuelta y abro mis ojos como platos cuando veo que Becky se ha parado frente a mi. No viene sola, hay dos chicas detrás de ella, las dos castañas. Las identificó como Jenna (quien no luce feliz de verme, después de todo lo que pasó en la fiesta) y Ashley.

Definitivamente no estoy haciendo amigas en el equipo de porristas.

—Qué manera de hacerme asustar —le digo llevando una mano a mi corazon el cual late muy aceleradamente, respiro un par de veces para lograr calmarme.

—Eso te pasa por... —Jenna abre su boca gigante para empezar a insultarme pero Becky no lo permite.

—Basta, Jenna —le dice a lo que esta rueda sus ojos y se cruza de brazos en desacuerdo.

—¿Necesitan usar el basurero? —me giro un poco y lo apunto con mi pulgar.

—No —dice negando con la cabeza—. Estuvimos hablando con las chicas y bueno, queremos saber porque no traes el uniforme. Mañana hay un juego importante y siempre lo usamos un día antes y el mismo día del juego.

Abro mi boca para darles una muy creíble pero idiota explicación. Cierro mi boca al darme cuenta de que no tengo absolutamente nada para decirles.

Bajo mi mirada para poder ver los uniformes. Es blanco y azul marino, no tiene mangas pero en invierno las animadoras se ponen una camiseta térmica de color azul o blanca debajo del uniforme. Lleva las iniciales de la escuela en el frente, no digo que sea feo pero...

Se preguntaran quién soy yo para quejarme pero mi madre es diseñadora, tengo un buen gusto. Siempre se que ponerme, por eso soy yo la que ayuda a mis amigas a vestirse. Incluso a Peter y a Drake. Pero, ¿descartar mi hermosa ropa que puedo traer todos los días para usar este uniforme que no llega ni a la mitad de mis muslos?

Eso no va a suceder.

—Sin ofender pero... No me gusta el uniforme. Lo usare en las prácticas y en los juegos si quieren pero por favor no me hagan usarlo —les suplico.

Ashley y Jenna abren sus bocas ofendidas. Claro, para ellas ese uniforme es un privilegio, una cosa de otro mundo. Lo portan con total orgullo por los pasillos y se sienten diosas. Yo, por otro lado, me gusta mi ropa, mis conjuntos... Ser yo.

—Lo siento, Julie pero son reglas —dice la capitana apenada—. Ve a ponertelo. Tenemos dos horas de clase y luego entrenamiento.

Bufo y me giro sin darles otra palabra más. ¿Por que mierda intercambié una estúpida broma por esta tortura?  No vale la pena y estoy dándome cuenta de ello muy tarde.

Salgo de la cafetería, arrastrando mis pies, no queriendo llegar nunca a los vestidores. ¿Qué sentido tiene cambiarle el uniforme para luego volver a ponerme el uniforme de práctica? Es ridículo.

Los pasillos están desiertos, no hay ni una mosca dando vueltas ya que todo el mundo se encuentra en la cafetería o comiendo afuera.

Llego a los vestidores de chicas y entro, sin hacer demasiado ruido. Camino lentamente hacia mi casillero y lo abro viendo todos mis productos como shampoo, acondicionador, cremas, desodorante y esas cosas que se necesitan luego de un largo y agotador entrenamiento. Veo mi uniforme perfectamente doblado en uno de los estantes. Ni siquiera me lo he probado antes.

Me lo pongo, aprovechando que no hay nadie y me acerco a el espejo para ver mi reflejo y como me queda esta cosa.

Lo odio.

Me pongo mis zapatillas blancas, las cuales me saque para quitarme mis jeans. Dejo mi cabello suelto, todas las chicas lo tienen en una colita pero ese no es mi estilo. Suspiro y me apoyo en la mesada de los lavamanos.

Esto tiene que ser una puta broma.

De repente, el ruido de la puerta chocando bruscamente contra la pared me deja paralizada. Ahg, que asco. Es una pareja que se anda besuqueando y entraron aquí para volver sus cosas más íntimas. No se percataron que estoy a tres metros de ellos, mirándolos estupefacta sin poder saber quienes son. El pánico actúa y me escondo detrás de los casilleros para no ser descubierta. ¡Que asquerosos! ¿Por que no esperan para llegar a casa?

Asomo mi cabeza para poder ver quienes son. Creo que mi mandíbula va a caer al suelo cuando los reconozco entre lo poco que puedo ver de sus caras.

¡Son Cameron y Acacia!

Me sacudo del asco cuando los veo sacarse la ropa, Dios, ¿qué hago? Probablemente van a follar aquí y yo quedare traumada de por vida viendo a mi hermana hacer esas cochinadas.

—Cam... —murmura mi hermana. ¿Esta gimiendo? Qué asco, qué asco—. Dime la verdad...

El calentón de Cameron, se separa un poco de mi hermanita y la mira a los ojos. Me escondo corriendo el riesgo de que me vean así que me conformo con solo oír la conversación.

—Acacia es la verdad, nunca te sería infiel. Te amo, y lo sabes. Tienes que confiar en mi.

¿Cas sospecha que su novio le fue infiel?  Oh... Le cortaré las pelotas a este idiota.

—Es que últimamente tú...—balbucea la rubia.

Cameron le dice algo que no logro oír y creo que me atraparon. Como salvación, la campana suena retumbando mis oídos. Los escucho salir de los vestidores y respiro con normalidad, dejando escapar todo el aire que venía acumulando.

Este plan debe marchar más que rápido, ¡No solamente es una apuesta, si no que también Cameron es infiel!

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