2. Que empiece la cacería de hermanos.
Por fin es viernes.
Gracias al cielo. La semana se me hacía eterna. Tuve que entregar dos trabajos, tomar dos exámenes y una exposición. Por excelente suerte, desaprobé todo. Digo, seguramente. No es que sea de las más brillantes de la clase.
La bendita campana suena y me apresuro al salir al salón para ir al almuerzo, realmente exponer da hambre. Espero a Peter y una vez que estamos en la cafetería, nos ponemos en al fila. Hunter llega con un par de sus amigos. Miro hacia otro lado, porque sé que apenas me vea, me dirá algo y comenzaremos a discutir.
Exitosamente, Peter y yo vamos a nuestra mesa habitual sin que Hunter me haya dicho nada. Estar en la escuela es otra pesadilla. Si bien no tenemos los mismos amigos, sí estamos envueltos en el mismo gran círculo social.
Al rato llega el resto de mi grupo, Derek mi ex novio pero ahora gran amigo, Cara, y Summer.
Estoy demasiada en concentrada en mis fideos cuando Cara, me toca el brazo.
—¿Qué?
—Te gustará mirar esto —comenta y se ríe. Subo la mirada, ahora sí estando interesada.
Sigo la dirección que apunta y abro mis ojos como platos. Mi estómago se revuelve. Pestañeo un par de veces. Es solo mi estúpida imaginación jugando contigo.
—Esa si es una noticia —silba Summer que también se dio cuenta de lo mismo que Cara.
Me apresuro a levantarme de la estúpida silla aunque en el proceso me golpee la rodilla. Sin importarme que arde como demonios, me acerco a mi hermana, Acacia, a la cual se la veía bastante cómoda con los besos de Cameron. Ellos no me ven. Deben estar bastante concentrados en sus boca.
—¡Dios mío, Acacia! –es lo único que encuentro para decir. Se separan bruscamente, dándose cuenta de lo que está sucediendo a su alrededor y su burbujita de amor se estalla. Veo como se le suben los colores a las mejillas.
—Dime que ese no es Cameron y tiene una maldita máscara.
Niega despacio con la cabeza.
—Eso... —murmura Hunter estupefacto. No sé en qué momento llegó hasta aquí.
Me cruzo de brazos y miro a mi hermana menor, que prácticamente se muere de la vergüenza.
—De todos los chicos que existen... ¿Él? —inquiero.
Tal vez no debería sentirme así pero me siento como si me hubiese traicionado.
HUNTER.
Arrastro a mi hermano de la camisa hacia afuera de la cafetería. Lo suelto una vez que estamos en un pasillo vacío.
—¿¡Cuál es tu problema?! —me grita enfadado. Arrastrarlo no fue de mis mejores ideas, pero no encontraba otra manera de sacarlo de allí para poder hablarle.
—Mi problema es que esa es la hermana de Juliette.
Lo último que quiero es que Cameron y Acacia repitan la historia enferma que Juliette y yo tuvimos.
—¿¡Y a ti qué?!
—¿¡Cómo que a mi qué?! —lo estampo contra los casilleros. Cameron y yo solíamos vivir peleándonos de pequeños. Cuando crecimos y cada uno se empezó a interesar en sus propias cosas, perdimos el tiempo y las ganas de discutir. Sin embargo, ahora tengo ganas de recuperar el tiempo pequeño.
—Hunter, ya es suficiente —brama una voz a mis espaldas. Sin rodeos. Es Tanner, seguro queriendo actuar como superhéroe. Se acerca lo necesario para echarme hacia atrás—. Tienes que calmarte. Puede pasar un profesor en cualquier momento.
Respiro hondo. Cameron no dice nada. ¿Será que sabe que lo que acaba de hacer está mal?
—Hablaremos luego —mascullo para que quede claro que no es algo que pasaré por alto.
Aprovecho que mi último periodo hoy es libre para irme a casa. Le doy una última mirada a Tanner antes de voltear y dirigirme a la salida.
Mientras conduzco, reacomodo mis pensamientos. Hubo algo extraño. Nunca me meto en la vida amorosa de mi hermano. Ni siquiera me interesa, así que esto es extraño para mi. Sentí la necesidad de levantarme para ponerle un punto a eso. Mi hermano besando a Acacia Williams en medio de la cafetería. Está claro que buscaban que nosotros los veamos, de otra manera, se hubiesen ido a otro lado. ¿Hace cuanto se estarán viendo?
Estaciono en el garage y es cuando leo el mensaje de Tanner diciendome que está en camino a casa y que olvidé de mis cosas en la cafetería. Dios. Me olvidé por completo de mi mochila.
Diez minutos después, Tanner está tocando el timbre. Sabe que no hay nadie mas que yo, porque sino, no estuviese a punto de romper mi timbre tocando tantas veces.
Abro la puerta para que pase y vuelvo a subir las escaleras. Me sigue.
—¿Estás loco? —me pregunta a mis espaldas.
Una vez que estamos en mi habitación, me lanza mi mochila. La dejo sobre la cama.
—No, no estoy loco.
—¿Entonces qué fue eso? —pregunta como si fuese mi mamá.
Tanner Cooper es mi mejor amigo desde siempre. Nos conocimos en séptimo grado cuando llegó a la ciudad desde Connecticut. Nuestra amistad fue casi instantánea, puesto a que ambos somos muy parecidos en cuanto a personalidad. No nos parecemos mucho físicamente, en eso somos dos polos opuestos. Tanner tiene la piel pálida, ojos azules y cabello completamente negro.
—Es que... No puedo —resoplo. Me desplomo sobre el sofá en una esquina de mi habitación. Tanner se sienta sobre mi cama—. Lo viste, ¿verdad? Se estaban besando,
—¿Podrías madurar? ¿Nunca has visto a dos personas besándose?
—No sé como explicártelo para que entiendas por lo que acabo de pasar.
Niega con la cabeza. Luce seguro de si mismo.
—No hace falta, lo entiendo más que tú. Estás enamorado hasta los huesos de Juliette y te molesta que tu hermano se las haga tan fácil con su hermana mientras que tú, tú eres un idiota.
Volteo mis ojos, estoy cansado de la misma conversación siempre.
—Puedes irte a la mierda Tanner.
Se ríe, creyendo tener la razón, e inmediatamente cambiamos de tema. Tengo muchos amigos, pero ninguno tan bueno como Tanner. Decidimos olvidarnos de esto y jugar una partida en mi PlayStation. Subo algo para comer también porque no tuve la chance en la cafetería.
—Hunter, ¿puedes atender tu celular? No ha parado de sonar hace como cinco minutos.
Gruño dejando el control sobre el sofá para estirarme hacia la mesa donde dejé mi teléfono.
—¿Que? —pregunto bruscamente sin fijarme quien llama. Sostengo el celular con mi cabeza y mi hombro para poder continuar la partida.
—Siempre tuve la duda, ¿eres idiota de nacimiento o tomas clases? — la irritante voz de Juliette llega a mis oídos y cierro mis ojos con fuerza.
—¿Qué quieres, galletita?
—No sé si lo recuerdas, vecino, que debes llevarme a casa. Mi auto sigue en el taller. Pero veo que has desaparecido.
Mierda.
—No te molestes, le pediré un aventón a alguien más —espeta. No puedo verla, pero la conozco, sé que ahora mismo está abrazandose a si misma mientras mira a su alrededor con ojos asesinos.
—No, no hagas eso —digo rápidamente. Nuestra discusión sobre no querer llevarla luego de la inauguración la semana pasada, llegó a oídos de mamá. Ella arregló que sea yo el que la busque a ella y a Acacia ahora que el auto de Juliette está siendo reparado. Me matará si se entera que no lo cumplo ni siquiera el primer dia.
—¿No? —inquiere sorprendida.
—No, no pidas a alguien más que te lleve. Estoy yendo.
Corto la llamada y le digo a Tanner que tenemos que ir a buscarla. Protesta en un bufido pero termina la partida.
Conduzco rápido de vuelta hacia la escuela. Mientras más rápido termine con mi trabajo como chófer, mejor. Estaciono frente a Juliette. Me mira como si quiera matarme, nada nuevo. Entra y saluda a Tanner, pasando de mi como siempre.
—¿Acacia? —le pregunto mientras arranco.
—Tenía que quedarse para terminar con detalles de una obra —explica. Recuerdo vagamente que Acacia Williams forma parte del club de teatro.
Me mantengo en silencio durante el camino, oyendo la conversación que Juliette y Tanner mantiene de camino a casa, tengo que ir lento ya que aprendí a las malas que a Juliette le enloquecen —en el peor sentido de todos— las velocidades altas. Como prueba tengo aquel evento que vivimos cuando teníamos casi quince.
Dos años atrás.
—Hunter, baja la velocidad —me pide Juliette. Se aferra con fuerzas al asiento, tanto que pienso que en cualquier momento sus uñas van a romper el cuero. Dios, me dan ganas de reír.
—¿Crees que no me darán mi licencia así?—bromeo pisando el acelerador con más fuerza a propósito. No estamos en peligro de nada, es una calle desierta. Mamá me dijo que podía sacar su auto a dar una vuelta, porque mañana cumplo (cumplimos) dieciseís y podré sacar mi licencia. Juliette me acompaño porque tenemos que ir a buscar unas cosas a la ciudad.
—¡Te dije que bajes la velocidad! —grita empezando a perder los estribos.
No bajo la velocidad. Quiero saber si está jugando conmigo o verdaderamente le aterra esto.
Segundos más tarde, la miro de reojo. Empieza a respirar profundo, una y otra vez. Luego su respiración se vuelve más agitada y veo como cierra sus ojos con fuerza, intentando reprimir las lágrimas. Todo me cae como balde de agua fría cuando empieza a llorar.
Mierda, ¿qué estoy haciendo?
Me doy cuenta que pasé a otro nivel. Bajo la velocidad y estaciono en un costado. Juliette no deja de llorar.
—Lo siento, lo siento, lo siento —murmuro sin saber qué hacer para que deje de llorar. Me siento como el idiota más grande del mundo—. Ya frené.
Regula su respiración, abre sus ojos y quita sus manos de los costados del asiento. Conectamos miradas, pero no me dice absolutamente nada. Ahora tengo miedo de que me ahorque o me grite hasta que mis oídos exploten.
—Perdón, Jules. Fui un idiota, no pensé que fuese tan serio tu miedo... De verdad lo siento —hablo rápido, y atropeyandome con mis propias palabras.
Para mi gran sorpresa, asiente y por primera vez en mucho tiempo, se inclina y me abraza. Me cuesta un momento darme cuenta de lo que está pasando. Reacciono y la rodeo con mi brazos.
Ahora.
Estaciono justo al frente de su casa. Si no fuese porque estamos constantemente peleando... tal vez en una realidad paralela, Juliette y yo iríamos y volveríamos de la escuela juntos todo el tiempo. Vivimos literalmente al lado.
—Largo del auto —ordeno.
—Adiós, Tanner —le sonríe a mi mejor amigo y baja del auto. Cuando entra a su casa, doy marcha atrás y estaciono en la mía.
—Si no estoy haciendo mal mis cálculos, Juliette está colada por ti, Tanner. No le sonríe así a cualquiera —le digo riendo mientras bajo.
—¿Eso te molestaría? ¿Te pone celoso? —interroga de nuevo con sus absurdas insinuaciones.
—Ya no hablaré contigo —respondo. Una vez que estamos dentro de la casa, noto que el auto de mamá está estacionado. Significa que ya está aquí. La encuentro en la sala de estar, esperando a que entre. No está de buen humor, sería capaz de notarlo a kilómetros. Tiene sus brazos cruzados y mirada de que se me viene algo malo.
—Golpeaste a tu hermano en la escuela —suelta. Sus ojos van de mi hacia mi mejor amigo—. Hola Tanner, querido.
—Me gustaría que me recibas a así, de vez en cuando —bromeo.
—No me cambies de tema —masculla. Sus rizos están perfectamente acomodados a pesar de que seguro estuvo yendo y viniendo de su oficina al taller toda la mañana. La noto cansada—. Golpeaste a tu hermano en la escuela.
—Cameron exagera, no lo golpeé. Tanner estuvo allí. Tanner, ¿lo golpeé?
—No, Theresa. No lo golpeó —responde a mi lado. Siento como si hubiésemos vuelto a tener doce.
—Entonces, ¿qué pasó? Tu hermano volvió muy enfadado contigo.
Decido decirlo, porque eventualmente se va a enterar.
—¿Puedes creer que Cameron está saliendo con Acacia Williams? —espeto. Toma la noticia tal como esperé que lo hiciera. Sus ojos se iluminan como faros.
—Debo hablar con Grace —suelta con emoción. Gira sobre sus talones y va hacia el patio trasero, porque tenemos hasta puertas que conectan nuestros patios.
Resoplo. Ahora suena hasta tonto pensarlo, pero la única persona que entendería lo que estoy sintiendo es Juliette.
Nota:
¿que opinan de Juliette y Hunter? ¿Estan destinados a odiarse o hay una razon?
love,
cande.
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