Parte 1
―Por fin, llegamos ―gritó de emoción, Cesar. Se le veía muy feliz, mientras que yo...
―Estoy muy cansado, me duele la espalda ―dije estirando mis brazos― ¿Puedes creer que el niño de atrás pateaba mi asiento?
―Te lo creo ―contestó sin más, se notaba que apenas me prestaba atención.
―Tu dormiste todo el viaje. Solo despertaste para comer y volviste a dormir ―le reclamé― No entenderías mi dolor.
―Si que te entiendo, Julio. Pero olvida tu dolor y angustia, estamos en el pueblo, salimos de la ciudad, ¿no lo entiendes? ¡Lo logramos! ―gritó aun más fuerte y empezó a saltar de un lado a otro.
―Ya lo sé, amigo. Solo deja de actuar como loco, la gente nos mira. Vinimos aquí a pasar desapercibidos, ¿recuerdas? ―volví a reclamarle. Miré a las pocas personas que se encontraban en el aeropuerto mirándonos como si estuviéramos haciendo una especie de espectáculo.
―Si, lo recuerdo ―dijo calmándose― Deberíamos tomar un taxi, ¿ves alguno? ―preguntó, pero yo no quería subir a uno, prefería recorrer la ciudad por mi cuenta.
―Olvida el taxi, vamos caminando. Me ayudara a despejar la mente ―le contesté y justo cuando iba a empezar a caminar, salió un extraño de la nada.
―Oigan, si quieren yo puedo llevarlos ―dijo acercándose a nosotros― ¿Vienen de visita o planean quedarse? ―preguntó.
―Pero y a este que le importa ―murmuré para mi mismo, planeaba insultarlo, pero Cesar respondió primero.
―Muchas gracias, si no es mucha molestia.
―No es ninguna molestia, voy de camino al centro ―dijo aquel sujeto y empezó a subir nuestro equipaje en su maletero.
―Nosotros venimos a quedarnos, ¿el pueblo es tranquilo? ―preguntó Cesar y aunque dudó por un momento, el extraño contestó positivamente.
―Por supuesto, ya lo veréis. Venga subid. Mi nombre es Sergio ―se presentó una vez terminó de subir todo y se adentraba al vehículo.
―Yo soy Cesar y mi amigo es Julio ―le contestó Cesar. Yo no quería dar mi verdadero nombre aquí, pero alguien estaba muy nervioso para mantener su boca callada.
―Un gusto a ambos. ¿De dónde venís? ―continúo preguntando y yo ya empezaba a irritarme.
―Somos de la ciudad de Humtrigia.
―Ese es un buen lugar, ¿Por qué decidieron venir aquí?
―Joder, vaya interrogatorio ―Esta vez hablé un poco más fuerte, pues quería que me escuchara y supiera que me sentía incomodo con tantas preguntas.
―Disculpen si les hago muchas preguntas, no solemos tener muchas visitas y es aun mas intrigante si decís que os quedáis a vivir aquí ―se disculpó sonriendo y eso no me daba buena espina.
―No te preocupes por eso, mi amigo solo bromea ―respondió Cesar golpeando mi brazo.
―¿En qué hotel se hospedan? ―Así que las preguntas no tienen fin.
―No recuerdo el nombre, Julio revisa tu ―me pidió Cesar, mientras movía mi brazo de un lado a otro.
―Ya voy, no apresures ―dije enojado y encendí mi teléfono para buscarlo, pero lo que vi me heló la piel― Solo hay un hotel en todo el pueblo.
―¿Que? ―dijo Cesar angustiado.
―Vaya chorrada ―susurró Sergio frenando de golpe. Antes de que pudiéramos decir nada más, ya había varios encapuchados abriendo las puertas del auto y sacándonos a la fuerza, nos colocaron bolsas en la cabeza y sentí un ligero pinchazo en la nuca, de repente todo se volvió negro.
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