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13✓

—¿Que me puedes decir de Jisung, Sion?— John pregunta mientras apaga su cigarro.

Ambos se encuentran a las afueras de la comisaría. Pues como lo ordenó Sion, estaban dispuestos a ir junto a los demás policías para seguir investigando en cualquier lugar de la ciudad.

Pero John seguía confiando en su instinto. Los muchachos no estaban lejos. De hecho, creía firmemente que se encontraban en el bosque, escondidos en algún lugar dentro de esa gran monstruosidad.

Porque vamos, ¿Era casualidad que encontrarán una prenda de Liu YangYang y luego el cuerpo de Qian Kun en el lago? No.

Para él no.

— Un chico bastante reservado, no hablaba con nadie a salvo con sus profesores y algún que otro compañero pero lo hacía cuando era muy necesario— Responde y observa hacia las calles poco transitadas a ese horario—. Se la pasaba todo el tiempo a solas, escuchando música o leyendo. Introvertido, esa es la palabra correcta para describirlo.

Y aquí iban otra vez con lo mismo. Ningún signo, ninguna señal. Absolutamente nada.

—¿Y sabes por qué decidió cambiarse en el último año?

— De hecho, Jisung sólo venía los fines de semana a Busan ya que convivía con otro compañero en un dormitorio, eso lo hizo desde que comenzó ir a SOPA...—Sion observa por primera vez a John y ve su rostro de seriedad—. Un día pidió cambiarse de dormitorio y aunque tuvieron que persuadirlo demasiado, lograron saber que su compañero hacia cosas indebidas.

—¿Que clases de cosas indebidas?

— Drogarse, llevar a chicas de la institución a la habitación. Claramente eso incomodó a Jisung y-

—¿No podemos hablar con su compañero directamente? Quizás él sepa algo o-

Tal y como John lo hizo con Sion, el mayor de ellos lo interrumpe negándose al pedido que él también quisiera cumplir.

— Aunque quisiera, eso sería imposible— John frunce su ceño y espera a que Oh continúe—. Mark se encuentra en rehabilitación lejos de aquí, Johnny.

Oh.

—¿Mark cuanto?

— Mark Lee, un chico perteneciente a Canadá pero que vino aquí a sus doce años. A simple vista parecía no ser alguien problemático, pero cuando llegaban a conocerlo bien, era un dolor de culo. Palabras textuales de sus profesores.

Ambos se quedan en silencio por unos segundos, hasta que John abre sus ojos y suelta un jadeo. ¿Podían estar hablando del mismo Mark Lee que Doyoung y él conocen?

—Sion, Sion...— Golpeando levemente su hombro unas cuantas veces, llama su atención ganándose una mala mirada—¿Y si es el famoso Mark Lee que ha causado varios disturbios en fiestas locales y que una vez llegó a robar en la tienda de los barrios bajos?

—¿Qué?— Frunció su ceño en señal de no entender claramente lo que John decía, pues el tipo se encargó de hablar rápidamente y en inglés—. Dilo en coreano, idiota.

— Lo lamento— Por primera vez en mucho tiempo, Sion ve a un Jhonny totalmente avergonzado de su accionar, quisiera reír pero no quería perder el momento de seriedad—. Dije que  ¿Que tal si es el famoso Mark Lee que ha causado varios disturbios en fiestas y que una vez llegó a robar en la tienda de los barrios bajos?

Nuevamente el silencio domina el lugar y una fría ventisca los envuelve haciendo mover sus cabellos. La noche parecía ser tenebrosa, de hecho...

Busan se había vuelto un lugar tenebroso a partir del suceso que estaba conmocionando a todos los habitantes de la gran ciudad. ¿Y por qué no? Ya se estaba hablando a nivel nacional.

Hoy lo supieron.

—¿Crees que sea el mismo Mark Lee?

—¿Por qué no? El chico solo venía aquí los fines de semana y también lo hemos encontrado bajo los efectos del alcohol y drogas, muchas veces causó disturbios junto a su grupo de amigos. Era uno de los típicos bravucones de la ciudad.

Joder.

Sí. Era cierto que Mark Lee siempre terminaba retenido por unas cuantas horas casi todos los fines de semana, pero misteriosamente él dejó de aparecer por allí el año pasado y puede que sea el mismo que se encuentra en rehabilitación. Quizás su familia se cansó de verlo en estados tan deplorables y prefirieron ayudarlo.

—¿Recuerdas a alguno de sus amigos?

—¿Cómo no? Lee DongHyuck y Chittaphon Lee...— John cierra sus ojos al no poder pronunciar su nombre de buena forma—. Chittaphon, solo Chittaphon.

— Me gustaría saber algo sobre Mark Lee, después de todo si es él quien compartió con Jisung su habitación, habrá visto algo.

John asiente lentamente ante las palabras de Sion.

— Podríamos mandar a Sungchan a los barrios bajos, si no han cambiado de ubicación, sabemos dónde encontrar a ambos muchachos—Sion propone.

Johnny suelta una pequeña carcajada ocasionando que Oh solo pueda darle una mirada confusa.

—¿A Jung Sungchan? ¿Realmente quieres mandarlo a la boca del lobo, Sion?— Cruzándose de brazos, niega con total seguridad—. El chico apenas y está tomando forma aquí, llevarlo ahí sería como si él nos diera la mano y nosotros le tomáramos el codo.

— Deja de lado tus dichos, John. Él deberá enfrentarse a esos lados, después de todo, aunque nosotros estemos ensimismados en este caso, aún siguen llegando órdenes de allanamiento por causa de drogas. ¿Y sabes dónde? En los barrios bajos, que valga la redundancia— Si bien Seo quiere protestar, su mayor no lo deja—. Sungchan irá, le daremos la ubicación y ya. Si tanto temor tienes, puede ir con algún otro oficial que tenga más experiencia.

— Acepto que vaya con algún otro oficial, más no solo. ¿Bien?— Apuntandolo con acusación, John comienza a caminar en dirección a su coche siendo perseguido por su compañero—. Espero DongHyuck y Chittaphon quieran cooperar.

— Solo espero que sea ese Mark Lee, John. Sino será un desperdicio de tiempo y...

— Tiempo es lo que no tenemos. Lo sé— Dándose la vuelta, enfrenta a Sion—. Iré hacia donde me ordenaste, luego llamaré a Doyoung para que me cubra unas horas. Necesito dormir un poco y estar con mi familia.

— Está bien, nos vemos luego.

— Nos vemos.

En el mismo momento que Johnny y Sion se despiden, el más alto siente una pequeña corazonada en su interior. ¿Que estaba pasando? ¿Por qué sentía esto tan de repente?

Agarrándose su pecho, muerde su labio inferior y solo se dedica a seguir caminando hasta su coche intentando ignorar el crudo sentimiento que lo hizo frenar.

<...>

— Maldición, la Policía está por todas partes— El chico murmura con cierto nerviosismo en su voz mientras conduce—. No sé si esto sea muy buena idea.

— Tú solo sigue conduciendo— Quién iba de su lado, solo puede decir mientras limpia su rostro lleno de sangre—. No creo que estén por estos lados.

—¿Por qué estás tan confiado?

— Porque sé lo que hago. Sabemos lo que hacemos, ¿no? Estuvimos mucho tiempo planeando esto.

— A veces siento que no está bien, que-

—¿Acaso te estás arrepintiendo?— Volteando hacia el conductor, el menor de ellos murmura con su tono seco.

— No digo que me esté arrepintiendo, solo creo que no está bien y que podríamos haber utilizado otro métodos, nada más.

— Oh claro, ¿Y acaso a ellos los has visto arrepentirse de lo que hicieron?— Soltando una risa irónica, niega y muerde su dedo índice—. No, ni una vez lo dijeron.

— Hay uno que sí está arrepentido, lo ha dicho cientos de veces.

— Solo lo dice para intentar salvarse el culo, hombre.

— No lo creo, sé diferenciar eso y créeme que lo está. Después de todo, supongo que le queda algo de humanidad y sentimientos— Doblando en la dirección que le apunta su acompañante, suelta un suspiro—. Solo no tomó las acciones correctas.

— Digas lo que digas, no voy a dejar esto a medias. Cómo lo comenzamos, lo terminamos— Dice con total determinación—. Y no me importa si debo llevarme otras vidas para que nada salga a la luz.

— Te estás volviendo loco, ¿lo sabes, no?— Soltando una leve risa, niega con resignación—. Nunca creí que fueras a disfrutar tanto esto.

— Lo disfruto porque sé que estoy haciéndolos pagar cada uno de sus errores— De repente la furgoneta comienza a mermar su velocidad—. Baja.

El lugar se encontraba casi desierto, ni siquiera había una luz adecuada como para que ellos fuesen vistos. El conductor le da una rápida mirada a su amigo y ambos salen rápidamente del coche para irse hacia la parte trasera y abrir las puertas traseras.

Allí mismo se encuentra un malherido chico que apenas respira y trata de moverse buscando alguna vía de escape.

— Oh, pero si aún sigues despierto— Soltando una carcajada, uno de ellos se sube de un solo salto y golpea en su estómago al castaño claro, le saca un quejido y también lo obliga a escupir sangre—. Lástima que eso no dure para siempre, fue bueno verte de nuevo.

— U-ustedes van a p-pagar por esto— Con las pocas fuerzas que le quedan en su cuerpo, el muchacho murmura y recibe otra patada y está vez es en su pecho—. H-hijo de puta.

— Puedes decirme todos los insultos que quieras, pero tú fuiste aún más hijo de puta que yo y aún así, seguiste con tu vida como si nada— Tensando su mandíbula, el agresor reprime sus ganas de llorar de rabia—. Deberías agradecerme, ¿sabes?

— V-vete al infierno.

— Mmm, quizás. Pero primero te vas tú— Agachándose hasta el joven, sonríe con sorna y se coloca sus guantes— Oye, ven. Ayúdame a cargarlo.

El segundo agresor sube a la parte trasera y toma al masculino de sus piernas mientras que el otro lo hace del otro extremo. A quien cargan solo puede quejarse por la cantidad de heridas infringidas en su cuerpo.

Estaba por morir de una forma horrible, su destino estaba más que escrito desde que sucedió lo de aquella noche y por mucho que intentó evitarlo. Todo ocurrió de repente y sin previo aviso, se encuentra a punto de perder la vida.

Lágrimas caen de sus ojos mientras observa la no he estrellada, el frío lo golpea de repente y siente como le hablan pero ya no puede responder.

Miles de imágenes traspasan su mente. Está viendo su vida pasar frente sus ojos.

Él y sus amigos riendo, jugando en la piscina, discutiendo por quien llegó primero a la tienda, él sintiendose seguro con ellos a su lado. Él viviendo como cualquier joven, saliendo con chicas y... Luego venía lo amargo, luego llega ese «accidente» el cual está s punto de cobrarle su corta vida.

Y a pesar de intentar despejarse, la mirada de amor que sus padres le daban cada vez que él aparecía por la puerta principal de su hogar, lo hace ahogar un llanto. A pesar de todo, sabía que lo querían a su forma. No tan buena o dedicada, pero lo querían.

«Espero y no lloren por mí. Porque no lo merezco, papás».

«Algún día nos volveremos a ver. Los cuidaré desde donde sea que esté».

De repente, él siente como su cuerpo cae al húmedo suelo. Allí suelta otro de sus tantos quejidos, quiere decir algo pero algo cubre su cabeza y claro está, también le está quitando el aire de forma brusca.

Intentando defenderse, busca rasguñar al chico que lo está asfixiando con una bolsa y por mucho que intente, su aliado lo sostiene de sus brazos impidiéndole lastimar a quién estaba por asesinarlo.

— Termina esto de una puta vez, aún tiene mucha fuerza.

Y es que no supo de dónde las sacó, pero se mueve frenéticamente buscando la forma de zafarse e irse de allí. Quizás su instinto de supervivencia volvió a renacer.

Pero eso no es suficiente puesto que poco a poco siente como su corazón se acelera con brusquedad y el aire que ya era casi inexistente, se fue con su último suspiro.

Lo último que pasó por su mente fue el deseo de que al menos alguien sobreviva y pueda contar todo lo que sucede con ellos.

Que los culpen también, que se rían en sus nombres y los maldigan si es necesario, pero que sepan.

—¿Y bien?— Luego de un minuto más, el joven murmura llamando la atención de quién estaba asfixiando al ya fallecido chico.

— Está muerto— Declara—. Ve en busca de la pala, lo enterraremos aquí.

Sin oponerse, sale de allí con rapidez y una vez que el causante de la muerte horrorosa que tuvo la persona que se encuentra tirada allí, saca sus manos del menor y suspira con fuerzas para mirar como aquellos ojos aún permanecían abiertos, mirándolo.

Mirándolo con temor y pánico.

Tragando duro, se levanta de allí y saca el móvil descartable que tiene y marca al número correspondiente. Luego de unos segundos, alguien lo atiende.

¿Que sucede? Tiene que ser muy importante como para que me llames a las cuatro y media de la madrugada, L-

— Está hecho. Uno de ellos murió.

Hay un silencio sepulcral cuando él comenta dicho suceso que acababa de cometer.

¿Cuánto faltan de ellos?

Seis, por el momento.       

—¿Aún no vas por ya sabes quién?
      
— No.

— Perfecto, entonces mañana ven por mí e iré a darle una visita. Supongo que le gustará verme. 

— Como digas.

Y luego de eso, corta la llamada. Justo en el momento que su compañero llega con dos palas.

Debían hacer un pozo lo suficientemente grande como para meter al idiota dentro.

Quizás nadie lo encuentre o quizás sí, daba lo mismo. Las cosas se les irían poniendo cada vez más difíciles a los Oficiales Oh, Kim y Seo.

Pobres idiotas.




Vamos a ir poniéndonos cada vez más intensos. 💚

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