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La torre

Unas cuantas horas después llegó a oídos de la rubia el rumor de que algo le había sucedido a Theodore Nott, aunque nadie sabía bien qué… Luna buscó al director, pero la profesora Mc Gonagall le dijo que él estaba muy ocupado y no había forma de verlo por el momento. Entonces empezó a recorrer todo el lugar buscando a alguien que pudiera decirle algo más concreto. En el camino se encontró con Erik quien decidió acompañarla. Ya le habían preguntado a muchas personas, se sentó en un pasillo junto a una ventana, sentía un nudo en la garganta y estaba demasiado preocupada, Erik trataba de animarla y ayudarla, por lo que se alejó para seguir preguntando, no sin antes hacer que la rubia le prometa que lo esperaría allí, se notaba que el niño estaba preocupado por ella. Después de un rato allí vio a Draco que se acercaba hacia donde ella estaba.

―Al fin te encuentro ―dijo Draco con un tono algo serio al igual que su mirada― ¿Qué sabes?

―En verdad nada, solo los rumores que corren ―la rubia no lo noto pero había comenzado a temblar hacía un rato, pues no llevaba capa ni más abrigo que un sweater, y la bufanda que cubría los moretones en su cuello, al verla así Draco suspiró y se sentó a su lado mientras movía su varita.

―Perdón, creo que estoy algo nervioso ―en eso una capa negra y verde llegó volando hasta el rubio, quien la tomó y se la dio a Luna, esta no dijo nada y se envolvió en ella, al acurrucarse un poco en la prenda sintió ese perfume que le era tan familiar y le encantaba… al instante sus ojos se clavaron en Draco―… cuando lo encuentre lo voy a matar… me ha enloquecido hablando de ti y de que podía hacer, cuando ya hay algo entre ustedes ―Luna sonrió―, Dumbledore mando a llamar a Nott, al rato que salimos de su oficina, y nadie los ha vuelto a ver desde entonces, Mc Gonagall aleja a todos los estudiantes… pero sé que han llegado varias personas del ministerio de magia, y algunos aurores.

―¿Me dices porque estás preocupado? ―el rubio intentó ignorar aquella pregunta, pero se rindió ante la mirada suplicante de Luna.

―¿Debo suponer que sabes, más de lo que cualquiera creería, sobre Theo? ―la rubia asintió―… entonces sabe que no es fácil tomarlo por sorpresa… y menos vencerlo en una pelea… ―la respiración de Luna se detuvo por un momento ¿Cómo pudo olvidar eso? Esto cambiaba completamente la situación… y su preocupación subió a límites insospechados.

―No puede ser… tienes razón… pero esto significa que…

―Tranquila, tranquila… seguro está bien… solo tenemos que pensar y buscarlo.

―¿Y que esperamos? ―preguntó la rubia mientras se ponía de pie y se acomodaba la capa, que evidentemente le quedaba grande, Draco la imitó y la detuvo antes de que esta comenzara a caminar.

―Creo que necesitaremos ayuda… busquemos a alguien que pueda ayudarnos y nos vemos en, no más de una hora en la puerta de la biblioteca ―Luna asintió y se alejaron en diferentes direcciones.

La rubia iba rumbo a la torre Gryffindor, pensando donde alguien podría haber escondido a Theo, cosa que era prácticamente imposible de adivinar, Hogwarts es enorme. Pasó junto a unas puertas que daban al patio, y una brisa fría entró por ellas, la rubia se aferró más a la capa y ese perfume volvió a invadirla, haciéndola recordar lo extraño que le había parecido Theo el día anterior cuando chocó con él en el bosque, de repente se detuvo, a ese Theo le preocupó que ella le dijera a alguien que había estado en el bosque, su corazón se agitó ante la idea, sin dudarlo un momento cambió su rumbo y salió al patio, sin notar que un pequeño de cabello castaño la miraba y se acercaba a ella.

―Luna… ¿A dónde vas? ―la rubia se giró y le sonrió a Erik.

―Erik… tienes que hacerme un favor ―él niño asintió― busca a Neville, Ginny o Hermione, son de Gryffindor, diles que vayan a la biblioteca, tienen que hablar con Malfoy… ¿puedes hacerlo por mí?

―Claro… pero tu…

―Tengo algo que hacer, yo luego me encuentro con ellos ―dijo con una sonrisa y depositó un suave beso en la mejilla del pequeño― gracias.

Erik vio a la rubia alejarse en dirección al bosque prohibido, y después de unos minutos había desaparecido entre los árboles, esto asustó un poco al niño, pero decidió que lo mejor sería hacer lo que la chica le había pedido, y sin perder más tiempo volvió al castillo.

Luna tomó el mismo camino por el que había vuelto al castillo el día anterior. Después de cinco años, podía decir que conocía una buena parte del bosque, aunque nunca se había adentrado demasiado, sabía que el lugar estaba repleto de criaturas mágicas, en su mayoría peligrosas. Llegó al lugar donde había chocado con Nott, y continuó adentrándose, apretando firmemente su varita con su mano derecha… escuchó unos suaves pasos cerca de ella, al mirar se encontró con un thestral que la seguía, le acarició la cabeza y siguió adentrándose.

A medida que avanzaba los árboles eran cada vez más grandes, y había menos luz, por lo que encendió la punta de su varita. De repente llegó a un sector donde los árboles formaban una especie de círculo, y ya no sabía por dónde seguir, a lo lejos se escuchaban cascos golpear en la tierra y rocas… tenía que moverse, no le convenía que los centauros la encontraran allí. Volvió a dar un vistazo a su alrededor, buscando algo que la ayudara a elegir un camino, pero no había nada, en eso ve que el thestral que la acompañaba comenzó a adentrarse en el espacio entre el tercer y cuarto árbol a su derecha, y con un suspiro decidió seguirlo.

Al pasar entre esos árboles, sintió como si hubiera pasado por una cascada de agua helada y al mirar alrededor noto que este sector era diferente al que acababa de abandonar, aquí había mucha más luz, los árboles no eran tan grandes y tétricos… y lo más importante, aunque cubierto por hojas, parecía que había un camino… miró con más atención y al parecer había huellas. El thestral siguió aquel camino, y ella no se quedó atrás, después de un rato caminando se encontró en un pequeño claro, un poco tétrico, donde se podía ver una torre bastante desvencijada. El pasto y la maleza cubrían el lugar, una enredadera, crecía pegada a la torre, y ya cubría gran parte de la misma, pero de todos modos se notaban varios agujeros en las paredes y el techo, la puerta era grande, de madera muy oscura. El thestral corrió hacia la torre y se detuvo frente a la puerta, la rubia lo siguió, abrió la puerta y se adentró en el lugar. El interior era circular y no había nada más que una escalera pegada a las paredes, que subía en espiral hasta el final de la torre.

―Bien… ¿me esperas aquí? ―preguntó Luna mirando el thestral, que le respondió echándose en el piso, la rubia sonrió y comenzó a subir.

Tardó un rato en llegar hasta arriba, eran demasiados escalones, y algunos de ellos comenzaban a deshacerse. En la cima de la torre había un pequeño rellano que daba paso a una puerta de madera.

Luna suspiró, volvió a apretar la varita en su mano, y empujó la puerta, que parecía demasiado pesada, y para sorpresa de la rubia se movió con mucha facilidad.

El interior estaba iluminado por la luz que entraba por las descubiertas ventanas. Se veía que había algunos muebles, una cama con un mohoso y roto colchón, una pequeña mesa, dos sillas y un mueble con las puertas abiertas, que dejaba ver su vacío interior… y en una zona oscura al lado de ese mueble, lo vio… un bulto… sentado en el piso, abrazando sus rodillas, y envuelto en una manta finita y mohosa, donde escondía un poco la cabeza.

―¿Theo?… ―su nombre se escapó en un susurro, mientras bajaba la varita y se acercaba un poco.

El bulto se movió, la manta cayó de su cabeza y dejo ver el rostro sucio, con algunos moretones y cubierto de sangre, ya algo seca en el lado izquierdo; el cabello negro enredado y sucio… y unos ojos azul eléctrico se destacaban aún entre las sombras… pero aun así pudo reconocerlo, ese si era Theodore Nott, su Theo.

―¿Luna… qué haces aquí? ―preguntó el pelinegro mientras se ponía de pie y se acercaba a ella.

―Te busco a ti… ¿no es obvio? ―dijo la rubia mientras lo abrazaba con fuerza y el nudo de emociones que había estado sintiendo comenzaba a liberarse. Él se aferró a ella como si fuera lo único que lo pudiera mantener en la tierra― ¿Creíste que no me iba a dar cuenta que no eras tú?

―Sabía que lo notarias al instante ―dijo Theo mientras acariciaba el cabello de la rubia y esta sentía como sus ojos comenzaban a inundarse.

―Me parecían raras algunas cosas pero ayer lo confirme ―la rubia despegó el rostro del pecho del pelinegro y lo miró, ya con las lágrimas a punto de salir. Él le acarició la mejilla, y sus labios se encontraron en un beso, que la rubia término ante un quejido de dolor del pelinegro―, te amo.

―Yo también te amo Luna… pero no debiste venir… ahora estamos atrapados los dos ―la voz de Theo era suave y tranquila, sus manos seguían sujetando a la rubia, manteniéndola muy cerca de él–… la torre tiene un hechizo y no podemos salir.

―Bueno, tengo mi varita, puedes hacer algo ―dijo esbozando una sonrisa, entonces sus ojos se centraron en la sien izquierda del pelinegro, donde se notaba un corte que había sangrado― ¿Estás bien?

―Si, no te preocupes, préstame la varita ―al instante Luna le entregó la varita y el pelinegro hizo varios intentos hasta que uno funciono y su herida comenzó a cerrarse, luego de esto probó hacer varios hechizos más pero casi ninguno funcionaba, la rubia se mantuvo en un lugar y lo veía ir y venir moviendo la varita y murmurando un hechizo tras otro―, este lugar es una maldita trampa mágica, podemos usar muy pocos hechizos aquí dentro… estamos jodidos hasta que alguien nos encuentre o él venga…

―Nos van a encontrar, no te preocupes.

―Eso espero, al menos pude acomodar un poco esto ―dijo sentándose en la cama, mientras la rubia se acurrucaba en la capa. Aquel lugar era una coladera, faltaban varios ladrillos en las paredes, el techo también tenía agujeros, importantes agujeros y las ventanas no tenían vidrios, postigos, ni nada para evitar el paso del frío aire del invierno. El pelinegro la miró inclinando la cabeza y preguntó― ¿Esa es mi capa?

―Sí, Draco me la dio ―Luna se puso de pie y se acercó a él― ¿No tienes frío?

―Sí, pero no hay problema ―la rubia se quitó la capa y se la puso a Theo, y antes de que este pudiera decir algo se sentó a su lado, muy pegada a él, envolviéndose también en la capa.

―Así podemos compartir… ¿me vas a decir que te pasó y quién es “él”?

―Ok ―dijo mientras pasaba su brazo por los hombros de la rubia–… el lunes por la mañana después de mi primer clase fui hasta el bosque prohibido, había recibido una nota urgente, no reconocí la letra, y por alguna extraña razón pensé que era tuya, fue raro, luego me enteré que era un hechizo. Buscaba el lugar que la nota indicaba, cuando de repente un hechizo me dio de lleno, creo que mi cabeza golpeó fuerte en algo, porque perdí el conocimiento por bastante tiempo, cuando desperté ya era de noche y estaba aquí, no tenía varita ni abrigo, intente salir, pero es imposible… ¿notaste que la puerta desaparece una vez que entras? ―la rubia enseguida miró hacía donde debía estar la puerta, pero esta no estaba–, al rato de que desperté apareció un reflejo de mi… captor… mi padre…

―¿Qué?

―Mi padre… cuando capturaron a ese grupo de mortios en el ministerio de magia, de alguna forma el escapo y había estado desaparecido hasta ahora… en verdad no sé qué piensa hacer, pero está usando poción multijugos o alguna otra cosa por el estilo, algo más complejo y oscuro… estos últimos días ha estado haciendo aparecer algo de comida y agua… en verdad llegue a pensar que nadie me encontraría…

―Nos van a encontrar… mis amigos no se rinden tan fácil y los tuyos tampoco.

―¿Qué saben?

―Draco y yo, hablamos esta mañana con Dumbledore, le contamos que nos parecía que Nott no eras tú, y lo que supimos luego fue que el director lo llamó y ya de ahí no sabemos nada, solo que han estado llegando toda la tarde personas del ministerio de magia y algunos aurores… si ya descubrieron que es él solo les queda hacerlo confesar dónde estás…

―Es un maldito, jamás va a hacerlo, lo conozco…

―Theo, sabes que con la magia eso no es mucho problema.

―Amor, sé que eres optimista y esa es una de las cosas que me gustan de ti, pero en verdad no conoces a Marcus Nott  ―los ojos de la rubia se centraron en aquellos orbes azul eléctrico. Theo suspiró y continuó―… mi padre es un mago que disfruta lastimando a los demás… él es la principal razón por la que mantengo lo nuestro en secreto…

―Pensé que era por los miembros de tu casa.

―No, ellos me dan igual, pero mi padre es demasiado peligroso, no podría soportar que te haga algo, ni él ni nadie —susurró el pelinegro pegando a la rubia más a su cuerpo, mientras acariciaba esos rosados labios que lo llamaban a gritos y sin dudarlo un momento se apoderó de aquellos labios en un beso cargado de amor y deseo.

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