HANNAH

Abro los ojos y veo una luz blanca, a lo que le siguen paredes blancas, muebles blancos, sillas blancas... ¿Dónde mierda estoy?

Miro más abajo y noto que estoy acostada en una cama un tanto... extraña. Enseguida me incorporo, lo que hace que me duela mucho la cabeza. ¿Qué fue lo que me pasó?

Miro a mi alrededor y frunzo el ceño, intentando descifrar qué es este lugar. Hay grandes ventanas, olor a... ah, está Casy. ¡¿Casy?! ¿Y qué mierda está haciendo acá? ¿Cómo llegó acá? Y más importante aún, ¿cómo mierda llegué yo acá? ¿Y dónde es que estamos?

—¡Hannah! ¡Estás despierta! —Suelta un chillido agudo y yo frunzo el ceño y cierro los ojos, al tiempo que ella se incorpora y salta de alegría. Creo que me rompió los tímpanos.

—Ay Hannah, estoy tan feliz de que estés despierta... ¿Cómo te sentís? —Me pregunta mientras intento entender dónde estoy y qué es lo que está pasando.

—Em... —Es todo lo que consigo decir. ¿Por qué me pregunta eso? ¿Y por qué me está dirigiendo la palabra? Si mal no lo recuerdo, la última vez que nos vimos me dejó muy en claro que no quería volver a saber nada de mí.

Frunce el ceño y ladea la cabeza, confundida. Se inclina y se acerca a mí. Sus ojos reflejan preocupación.

—No te acordás de nada, ¿verdad?

Niego con la cabeza y frunzo el ceño. ¿Se supone que debería recordar algo?

—Hannah, ¿qué recordás exactamente? —Pregunta ansiosa.

Cierro los ojos e intento recordar las últimas horas. Al principio, resulta una tarea difícil, pero poco a poco empiezan a venir a mi mente algunas imágenes de los eventos de anoche.

Estaba en casa cuando Casy me mandó un mensaje para que fuera a la fiesta de Leo. Me pareció muy raro, dada nuestra situación actual, pero fui de todas formas. Llegué a casa de Leo, me saludó y luego desapareció entre la multitud. Me topé con Casy y luego... y luego... y luego alguien... creo que alguien me agarró de la cintura, pero después de eso todo está borroso...

—¿Y? —Insiste.

—Me mandaste un mensaje y... —levanto la vista y la miro. Sus ojos verdes están vidriosos y por un segundo pienso que eso puede ser porque se siente triste por mi estado actual, pero enseguida recuerdo que le importo una mierda y ese pensamiento se desvanece.

—No, Hannah, de eso quería hablarte —me explica.

OK, ahora yo estoy confundida. Miro a mi alrededor intentando encontrar más pistas que me ayuden a descifrar qué es lo que está pasando. Lentamente empiezo a recuperar la consciencia y me doy cuenta de que estoy... ¡Estoy en un puto hospital!

Miro hacia abajo y me doy cuenta de que llevo esas horribles batas que se abren de atrás. Luego miro hacia los costados y... sí, definitivamente estoy en la habitación de un hospital.

—¿Por qué mierda estoy en un hospital? —Grito y Casy se sobresalta.

—Hannah, calmáte, te lo voy a explicar todo —me dice de manera calma y me agarra las dos manos.

Su tacto... No importa lo desorientada o enfadada que esté, su tacto siempre me tranquiliza. Sin embargo, ella es la que me hace enojar constantemente. Dios... nuestra relación no tiene ningún puto sentido.

—OK, explicate —le exijo y vuelvo a tumbarme en la cama.

—Bien... —traga saliva y se pone cómodaꟷ. Sólo quiero advertirte que seguramente te vas a enojar conmigo.

Me encojo de hombros y respondo:

—Eso no es ninguna novedad, siempre estoy enojada con vos —cuando las palabras salen de mi boca, parece que estoy bromeando, pero lo digo muy en serio. Hay muy pocos momentos en los que no estuve molesta con ella y, ahora mismo, no es uno de ellos.

—Tenés razón —suspira y sonríe débilmente—. OK, entonces, la cuestión es que... yo no te envié el mensaje. Sinceramente, no sé ni siquiera de qué se trataba el mensaje, pero sé a ciencia cierta que yo no fui quién te lo envió. Fue Leo.