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Capítulo 3

Después de toda esa incómoda situación, me hicieron un chequeo médico de media hora. Por suerte, no tengo nada, sólo unos moretones en la espalda y la frente. Aunque tengo que tomar unas pastillas para aliviar el dolor, en unas semanas estaré como nueva.

Luego me dirigí al despacho del director para finalmente recoger mi horario. Pasó treinta minutos informándome de algunas normas que debía cumplir, pero no le hice caso porque mi mente estaba ocupada prestando atención al reloj de mi teléfono, que indicaba que ya llegaba veinte minutos tarde a mi clase.

Por fin, el director dejó de hablar y me entregó unos papeles que debía firmar mi mamá. Luego me explicó que me darían el horario una vez que hubiera elegido entre economía y humanidades, y que, para ello, iba a pasar por un "proceso de adaptación" para poder elegir la que más me gustara. Pero no lo acepté. No quiero ningún "proceso de adaptación", sólo quiero saber ya mi horario y todas las asignaturas que voy a cursar durante el año. Así que rápidamente le dije que cursaría economía. No conocía el contenido de esta asignatura en sí, pero estaba segura de que quería cursar asignaturas en las que el tema principal fueran las matemáticas, y economía está llena de ellas.

Me dio los horarios correspondientes a economía y me explicó cómo llegar a mi salón. Tomé los papeles y salí corriendo de su oficina, dirigiéndome a mi salón. Caminé unos cinco minutos por la mayoría de los pasillos y aún sigo sin encontrar el salón al que debo ir. Todos son bastantes parecidos y la escuela no es tan grande, pero las indicaciones que me dieron para llegar al mismo no fueron las mejores. «Perfecto, otra cosa que me sale mal en el día».

Esta no es la manera que tenía pensada de empezar mi primer día de clases en una nueva escuela. Se suponía que todo iba a salir bien y tendría que haber sido así. Llevo planeando este día desde hace años. Incluso, en los días en los que el bullying me quitó mi sonrisa por completo, confeccioné un cuaderno en el que escribía todas las imaginaciones u ocurrencias que tenía acerca de cómo sería mi vida con amigos y en otra escuela. Hasta recortaba algunas fotos de famosos en revistas y las pegaba y les daba nombres que se me ocurrían, imaginando que ellos eran mis amigos. Me resultaba algo muy lindo en ese momento, pero ahora que lo veo de más grande, me doy cuenta que puede que haya sido algo tonto, y también un poco triste.

Siempre imaginé este momento como algo perfecto, inigualable. Me imaginaba que este momento iba a ser la oportunidad perfecta para empezar de cero, en un lugar nuevo. Un lugar donde nadie me conocería y nadie sabría que fui la gorda de la clase. Nadie sabría todos los apodos que mis compañeros me ponían por tener "pancita". Creí que este iba a ser un lugar donde no me juzgarían y de una vez por todas me tratarían con respeto. Sin embargo, desde que crucé aquella puerta nada salió como lo planeé... Sabía que debía mantener mis expectativas bajas. Sabía que todo me iba a salir mal tarde o temprano porque eso es lo que siempre me sucede. Sabía que debía haber escuchado a MJ cuando dijo: «Si esperas decepción, no te podés decepcionar». Cuanta razón tenía...

Cuando finalmente encuentro mi salón, veo a través de una ventana que la clase ya empezó, como lo había supuesto. Primer día y llego tarde a mi primera clase. «Genial.»

Abro la puerta del aula lentamente, evitando hacer ruido, pero el chirrido de la misma me lo impide. Al entrar, toda la clase se calla y dirige su mirada hacia mí, centrándose en el hielo que sujeto en mi frente, como supuse que iba a pasar —nadie lo pasa por alto. Algunos se ríen y me señalan, susurrando algo a su compañero de al lado. Perfecto, ya hay gente burlándose de mí —la primera buena impresión que quería dar se fue a la mierda.

¿Algo más puede salir mal hoy? Ya tuve suficiente y apenas son las ocho am.

—Chicos les presento a nuestra nueva alumna, Hannah Rivero. Es su primer día así que espero que la integren al grupo y la hagan sentir cómoda —dice la profesora con una cálida sonrisa, mientras se acomoda sus lentes de pasta negra.

Esbozo una tímida sonrisa y me apresuro a sentarme en el único banco del fondo que veo libre. Me siento y saco de mi mochila una birome, unos lápices, unas hojas y un cuaderno, y los apoyo sobre mi banco. Sin embargo, un toquecito en el hombro interrumpe mi actividad.

Giro la cabeza hacia un lado y me encuentro con unos ojos verdes. Es la chica que conocí antes, la que me causó el chichón en la cabeza y en la espalda. Sin embargo, no está sola; está con dos chicas más. Una de ellas es rubia como la que conocí y la otra es morena. Las tres están sentadas, formando una especie de círculo con sus bancos. Y parece que no están prestando atención a nada de lo que dice la profesora.

—Oh, hola, no sabía que estabas en esta clase —digo susurrando lo más bajo que puedo, sonriendo.

—No te preocupes, seguro estabas un poco atareada con tantas miradas acechándote—dice al tiempo que me da un pequeño codazo en el brazo y saca la lengua, mostrando que no es más que una simple broma.

La miro unos segundos y luego desvío mi mirada hacia donde están las otras dos chicas. Estas me están mirando con el ceño fruncido. Sus ojos celestes están centrados en los míos, algo que me pone nerviosa. Nunca fui una persona a la que le guste que la miren y ser el centro de atención, esas situaciones me generan muchos nervios. Aunque claro, jamás fui precisamente el centro de atención. Solo cuando me molestaban o me tocaba dar una lección oral enfrente de toda la clase —ese era uno de los peores momentos para mí.

Sus miradas continúan posadas en mí. «Parece que no les gusta para nada la forma en la que me habla su querida amiga...» Intento apartar mi mirada de ellas. No quiero que la chica que me está hablando sienta lo incómoda que estoy. Y es que, al igual que mi mamá, soy un libro abierto con respecto a mis emociones. Cualquier emoción que sienta internamente, se ve reflejada exteriormente.

—Ey, tranquila —dice al notar mi incomodidad— fue solo un chiste... En fin, ¿cómo va ese golpe? Y por enésima vez, lo siento mucho, fui muy torpe. Ah, por cierto, todo bien con el médico, ¿no? Supongo que sí, pero en serio perdón, fue mi culpa que llegaras tarde... Lo siento, estoy hablando mucho, ¿verdad? Perdón, no sé porque estoy haciendo esto —termina de decir mientras se toca el pelo, baja la cabeza y mira hacia otro lado. Creo que no soy la única que está nerviosa e incómoda después de todo, lo que me provoca una sonrisa.

—Tranquila, todo perdonado, no te preocupes. Y sí, todo bien, solo me dio esta bolsa de hielo. Se supone que va a evitar que se forme un hematoma. Y con respecto a la espalda no fue grave así que, no es para preocuparse, solo me dio unos calmantes para el dolor.

—Me alegro mucho... y de nuevo, lo siento —me contesta, volviendo a mirarme. —Soy Castille por cierto, pero me dicen Casy.

—Casy... bonito nombre.

—No, no. No keisy, casy, como se escribe —corrige mi pronunciación mientras escribe su sobrenombre en una de las hojas que apoyé sobre mi banco previamente.

—OK, entonces casy, entiendo —digo sonriendo.

Me sonríe y asiente con la cabeza. Cada vez me resulta más agradable esta chica. Y a su vez me da curiosidad, parece ser muy especial y eso llama mi atención.

—Y... vos sos Hannah, ¿no?

Estoy a punto de preguntarle cómo es que lo supo, pero enseguida recuerdo que la maestra fue quien lo dijo apenas entré. Asiento y sonrío, mientras digo «encantada».

Nuestra charla finaliza y dejo de mirar al costado para centrarme en la clase que tengo enfrente. Parece que estamos en derecho y estamos dando algunas leyes. Justamente el tema que más odio y del que no comprendo nada. No entiendo por qué hay que dar esta mierda si, en el hipotético caso que quiera saber algo acerca de una ley, puedo entrar a google hacer clic en algunas teclas y apretar enter para obtener la información en segundos. Eso es algo que siempre voy a odiar de todas las escuelas: la necesidad constante de enseñar contenidos que sirven solo para darnos un dolor de cabeza a los estudiantes.

De todos modos, mi mente no está centrada en las leyes ni en la maestra. Solo está pensando en Casy. Sin dudas es una chica simpática, dulce y de lo más especial. Quiero conocerla más. Quizás puede que ella sea mi primera amiga de verdad. Puede que ella haga que mi experiencia en la escuela sea mejor y más... agradable. Quién sabe, tal vez hasta nos hagamos mejores amigas. Y es que eso sería un sueño hecho realidad...

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