Capítulo 15
En veinte minutos logro llegar a mi casa, tomar un libro de mi repisa; sacarme el asqueroso uniforme de la escuela para ponerme unos jeans y una remera blanca más cómoda, y volver a la heladería. No tengo idea cómo logré hacer todo eso en tan solo veinte minutos.
Por suerte, mi mamá no estaba en casa. Si hubiera estado, habría sido un problema. Seguro me hubiera llenado de preguntas acerca de por qué no estoy en la escuela en horario de clases. Lo cual es válido, pero no puedo responder eso. No puedo contarle todo lo que está pasando en mi vida estos días, no lo entendería, ni siquiera yo lo entiendo, y seguramente no me dejaría que me junte con Casy otra vez porque diría que me trae "problemas". Además, no es como si ella no me estuviera ocultando ciertas cosas... Si, no tengo pruebas de esto, pero estoy cien por ciento segura de que me oculta algo; y lo rara que estaba esta mañana me lo demuestra.
Una vez que elijo una mesa en la que sentarme —lo cual no fue difícil, ya que no hay ningún cliente en la heladería— saco el libro de mi mochila; mi favorito: After.
Es una historia maravillosa. Amo la historia de amor entre Tessa y Hardin; es simplemente perfecta, y a la vez imperfecta, lo que la vuelve más perfecta aún porque se siente real... Amo cada palabra, cada frase de este libro. Me enamoré desde la primera página y apenas comencé a conocer más de cerca la historia de los personajes, me di cuenta que este debe ser uno de los primeros libros que leí en el que se ven claramente problemas reales con los que algunas parejas lidian —y eso me encantó.
Por unos cuarenta minutos, me dejo absorber por las páginas de este libro, dedicando cada uno de mis sentidos al mismo. Me entrego tanto a la lectura, que apenas siento cuando alguien me toca el hombro. Cierro el libro y me doy vuelta. Casy.
—Hola... —saluda, un poco tímida, mientras toma el asiento frente al mío.
—Hola —respondo seca.
Se me hace raro tenerla enfrente y no saber bien cómo reaccionar. Me pone nerviosa verla y ahora más que nunca, ya que no sé qué puede salir de nuestras charlas.
—No voy a dar más vueltas y voy a empezar a hablar. Esta vez, en serio —dice, sin más rodeos.
Me acomodo en mi asiento, preparándome para finalmente escuchar la explicación que tanto deseo. Sin embargo, debo decirle algo antes.
—Primero dejáme pedirte perdón... por lo de esta mañana. Fui muy estúpida. No tendría que haberme ido así, ni siquiera sé porque lo hice, pero en serio te pido perdón —digo sinceramente, formulando la disculpa que había planeado decirle antes.
Me sonríe. Esa sonrisa dulce y tierna que la caracteriza.
—Está bien, en serio. Después de todos los líos en los que te metí... merecía que me dejaras ahí sola en el medio de la explicación. Seguro te cansaste de todo esto.
Asiento, sin saber qué decir. Es verdad que un poco me cansé, pero siento que eso no me daba derecho a dejarla ahí sola y reaccionar como lo hice. Exagere demasiado.
—Pero bueno, en fin, supongo que tenés muchas dudas, así que mejor empiezo con la explicación —hace una pausa y vuelve a comenzar—. La noche que fui a visitarte volvía de la casa... de él. Él me dijo que fuera porque quería que le explique algo de la escuela para un examen que tenemos la semana que viene. Yo accedí, aunque de mala gana; no tenía ganas de verlo después de lo que había dicho de mí en el almuerzo enfrente tuyo.
«Entonces fui igual... grave error, aunque ya sabía que no era buena idea ir a la casa de Leonardo, solo que soy muy tonta. En fin, fui a la casa e hicimos de todo menos estudiar... —dice con un tono más bajo del que estaba usando antes— pero yo ya sabía que eso iba a pasar, porque Leo es así. Nos tiene a mi, a Dilara y a Valentina a sus pies y ya se que no está bien, pero...
—¿Cómo que tiene a las tres a sus pies? —la interrumpo, sorprendida por su confesión, aunque no tanto. Sabía que algo pasaba entre Dilara, Valentina y él, pero que Casy esté involucrada también... cambia todo. Nunca me lo hubiera imaginado.
—Sí, el asunto es que... Bueno, es complicado y una larga historia. No creo que quieras escucharla.
—Sí, quiero —digo muy tajante. Estoy cansada de tener mil preguntas en mi cabeza y cero respuestas.
—OK... Bueno, pero esto queda entre nosotras, ¿si? Ellos no pueden saber que te estoy contando esto —asiento mientras hace una pausa para que responda, y sigue—. Leonardo no es un tipo que se entregue completamente a una sola chica como habrás visto. Él es de los típicos mujeriegos que van de chica en chica sin importarles sus sentimientos. Bueno, así es con nosotras... más o menos. O sea, antes no era así, pero... bueno, es difícil de explicar... —deja de hablar nuevamente y respira profundo, luego continúa con su explicación—. En serio esto no puedo contártelo del todo, creeme que quiero hacerlo, pero... solamente no puedo.
Asiento comprensivamente. Supongo que seguiré con las millones de preguntas invadiendo cada una de las zonas de mi cerebro, pero no puedo presionarla. Se la nota tensa, nerviosa, cansada; y meterle presión para que me cuente esto sería cruel y no estaría bien. Pero no puedo negar que ahora tengo aún más dudas que antes. ¿Qué es lo que no puede contarme?
—Pero bueno, volviendo a la noche que fui a tu casa... sí, fui a la casa de Leonardo y nos acostamos. Lo hacemos ocasionalmente para serte sincera, pero no es más que eso, solo coger y coger —dice mientras yo me ruborizo al escuchar tantos detalles de algo que prefiero obviar— no hay sentimientos involucrados ni nada, pero ayer se sintió... diferente ¿tal vez? No sé porque pero no me sentí cómoda haciéndolo con él, algo que jamás me había pasado; así que me fui a un bar que estaba abierto por ahí y me tomé cinco botellas de cerveza. Lo sé, fueron bastantes y ni siquiera sé por qué lo hice, no suelo ahogar mis penas en alcohol; por lo menos no seguido. Luego entre sorbo y sorbo, me di cuenta que... bueno... yo... estaba pensando... en... vos.
«¿Qué?»
Me quedo helada al escuchar esas palabras salir de la boca de Casy. ¿Estaba pensando en mí? ¿En mí? ¿Por qué estaba pensando en mí mientras estaba por ahí tomando luego de haberse acostado con Leo? Apenas nos conocemos. Pero bueno, este detalle parece ser poco relevante dado todo lo que pasamos; aunque sigue sin tener mucho sentido, pero, qué cosa últimamente tiene sentido en mí vida, ¿verdad?
—Oh... —es lo único que logró decir.
—Perdón, fue un poco raro como lo dije, no quería que sonara así, es solo que... no sé, estaba pensando en vos y... y... y... —tartamudea, nerviosa, como queriendo encontrar la palabra correcta en su cabeza— en que te debía una explicación de lo que pasó en el bar entre Leo y yo —dice finalmente.
Una extraña sensación de decepción se apodera de mí y no tengo ni puta idea por qué. «¿Quizás esperaba que esté pensando en mí de otra manera...?» Sacudo mi cabeza. No, no y no. Además, ¿de qué otra manera va a pensar en mí? No somos amigas por ahora y quizás sí lo seamos en un futuro, pero por el momento no, y tampoco es que pueda verla como otra cosa que no sea una conocida o una posible amiga, así que no sé en qué estaba pensando. Sin embargo este pensamiento que intento pasar a segundo plano, lucha por ser el centro de atención.
—Sí, está bien —digo, restándole importancia— entonces, cuando pensaste en mí, ¿decidiste venir a mi casa?
—Más o menos... Cuando pensé en vos me acordé de lo del almuerzo y me sentí culpable por haberte dejado ahí sola, sin darte ninguna explicación. Entonces decidí ir a verte y explicarte todo. Claro que en ese momento estaba tan borracha que apenas me había dado cuenta que eran como la una de la mañana, pero bueno, en ese momento me pareció buena idea. Entonces decidí ir a tu casa, pero no me acordaba la dirección porque, claro, nunca me la diste, pero después me acordé que cuando salí del bar me quedé sentada en la vereda de enfrente hasta que te vi salir, y bueno ahí... yo... digamos que... te seguí hasta... tu casa —confiesa al tiempo que sus mejillas pálidas se tornan de un color rojo intenso.
OK... esto está resultando ser más extraño de lo que pensaba. ¿Me siguió? ¿Por qué? Otra cosa que tampoco tiene sentido; ya nada tiene sentido. ¿Por qué iba a seguirme? ¿Estaba interesada en m...? Ni siquiera me atrevo a terminar esa frase porque sé que no es el caso. Pero es que no es algo que uno haga... usualmente; es muy raro y no sé si me molesta o no, pero no estoy completamente bien con esto. Odio que estén pendientes de mí. Por eso odié a Daniela Salvatierra y toda esa mierda que me dijo de estar a cargo mío o lo que sea. Y ahora esto... Dios. Si no fuera que es Casy la que me siguió, ya hubiera explotado, pero con ella no puedo. No puedo gritarle, enojarme o lo que sea. No solo porque apenas nos conocemos y siento que esa clase de emociones se deben manifestar más adelante, cuando tenga más confianza con la persona; sino porque con ella... algo es diferente. No sé qué todavía y tampoco sé si quiero saberlo, pero algo es diferente.
—¿Hannah? Por favor contestame algo —me ruega Casy, trayéndome de nuevo al presente.
Me sobresalto un poco al escuchar su voz. Otra vez dejé que mis pensamientos me consumieran y me distrajeran, pero es algo que no puedo evitar y también algo que últimamente me pasa a menudo. Tengo muchas cosas rondando en mi cabeza.
—Emm... ¿por qué? ¿Por qué me seguiste? —logro decir y mis palabras salen con un tono más duro del que tenía planeado.
—Sinceramente, no sé. En serio. Pero bueno... lo hice y me arrepiento. Te pido perdón si te molestó —dice con un tono triste que deja su arrepentimiento a la vista.
—Está bien.
No lo está, obviamente, pero no quiero sumar un problema más a la lista. Quiero que continúe con su explicación, la cual está siendo más larga de lo que esperaba.
—OK, sigo. Entonces llegué a tu casa como pude, ya que las cinco botellas habían hecho su afecto, —se ríe recordando su anécdota de anoche— y ahí pasó lo que las dos ya sabemos.
«Sí, pasó que te acercaste a mí y me empezaste a decir un montón de cosas hermosas que jamás en la puta vida me habían dicho y me confundiste como la puta madre» pienso, preguntándome si con eso último que dijo se está refiriendo a lo que yo pienso o no. Supongo que no, aunque no estoy segura. Ni siquiera sé si con lo borracha que estaba se acuerda de algo de lo que pasó anoche. Dada su reacción de esta mañana y los recuerdos de anoche que me contó, pareciera que sí, pero uno nunca puede estar seguro con esta chica; todo lo que la involucra es incertidumbre, misterio y complicaciones. «Menuda combinación...»
Asiento y me quedo callada, esperando a que siga con su explicación y me diga por qué hizo lo que hizo, y sobre todo que me diga qué mierda significó. Sin embargo, no lo hace. Se queda callada, sin decir nada más, y mis dudas crecen por dentro frente a este silencio. Esta situación pareciera ser una historia sin fin.
—Perdón, estaba pensando que más te tenía que contar, a veces soy olvidadi... ¡Ah si! Bueno, como decía, me quedé a dormir en tu casa, como ya sabes, y cuando nos vimos en la escuela pasó lo de Leo. Tam...
—Ya que volvimos al tema de Leo, ¿me vas a explicar por qué dijo... eso... de que vos... cada viernes...? —la interrumpo, evitando usar las mismas palabras que en su momento usó Leo y esperando que con lo poco que dije Casy entienda hacia donde voy.
Se pone tiesa al escuchar mi pregunta y noto como la expresión de su rostro pasa a ser más seria; sin dudas es una pregunta que la tomó por sorpresa, pero es que no lo pude evitar. Esa fue la cuestión que más revoloteo en mi cerebro desde ese almuerzo de mierda y tengo que aprovechar esta charla para resolver esa duda.
Espero en silencio a que responda, pero no lo hace y me pone nerviosa. El silencio entre las dos persiste unos minutos y la incomodidad y la inquietud crecen. Me muevo incómoda en mi asiento, esperando a que reaccione, pero está tiesa, sin moverse, sin hablar. Ya empiezo a arrepentirme de haberle hecho semejante pregunta, seguro la incomodó y la avergonzó.
«Yo y mi maldita boca».
—Perdón, no tendría que haber preguntado nada. Soy una bocona, no quería ponerte en esta posición. En serio yo...
—Está bien, no te preocupes —me interrumpe con un tono frío y distante.
Me siento terrible. No dejo de arruinar cada momento, cada charla que tengo con ella. Y sé que ni siquiera nos conocemos, pero me duele ponerla así. Y me duele más que se enoje conmigo por lo estúpida que soy. Soy inútil, eso es lo que soy. Ella me estaba dando la explicación que yo necesitaba y que tanto quería y no tengo mejor idea que hablar y arruinar todo. «Que desastre».
—Creo que tendríamos que dejar esta charla acá, se está volviendo incómoda y bastante... personal. Fue un error venir a hablar, lo mejor va a ser que hagamos como si no hubiera pasado nada, ¿sí? —dice muy rápido, apenas pensando las palabras. Su tono intenta ser duro, demostrando certeza y decisión en sus palabras, pero estas últimas salieron de su boca más como una súplica.
¿Hacer que no pasó nada? Me está tomando el pelo, ¿no? Ni en un millón de años podría hacer eso. ¿Está loca? No puedo pretender que no tengo la cabeza llena de preguntas, dudas, cosas que no me cierran por ningún lado, imágenes confusas, situaciones que parecen estar impregnadas en cada neurona de mi cerebro; simplemente no puedo. ¡Y todo eso en tan solo dos días! Un período de tiempo increíblemente corto, pero a la vez parece que suficiente para dar lugar a que pasen toda clase de cosas. Sin darme cuenta, dejo salir todo el aire que no sabía que estaba conteniendo a modo de suspiro. Esta situación me cansa.
Casy me mira fijamente, esperando a que concuerde con lo que acaba de decir. Pero no sabe que eso no va a pasar, ni de broma. No puedo borrar así como así estos dos días. Y tampoco puedo pretender que no tengo dudas cuando en realidad la incertidumbre me come por dentro. No soy así y no puedo fingir no saber nada. Pero... no sé... por otro lado... pienso que tal vez puedo dejar esto atrás de momento y concentrarme completamente en formar mi amistad con ella. Sería lo lógico, lo más fácil, y lo que me traería menos problemas. Además, podría estar a tan solo unos pasos de tener una mejor amiga y cumplir mi sueño desde los seis años. Siento que se lo debo a mi yo de seis años. A esa niña pequeña, inocente, que apenas entendía por qué gente tan mala como sus compañeros la trataban mal por ser ella misma. A esa niña pequeña que no podía parar de llorar y de sentirse sola. A esa niña pequeña que no tenía ni un solo amigo con el que pudiera compartir una merienda, jugar o divertirse. A esa niña pequeña que tenía un dolor tan grande en el corazón que apenas la dejaba vivir.
—Sí, olvidémonos de esto —digo finalmente. Aunque ni de broma me voy a poder olvidar de esto.
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