Capitulo 3: El pueblo parte 1
—Aún no entiendo que sos… — Gian suspiró.
—Oh eso, soy una mente humana que se convirtió en una computadora viviente —
—…Claaro, haré como si hubiera entendido… ¿Y como te llamas?
—Petra.
—Lindo nombre, me trae recuerdos.
—¿Una ex?
—Un personaje de un juego.
—Oh… tú eras de esos.
Gian negó con la cabeza y dejó de remar por unos segundos.
—Nos detendremos a buscar provisiones.
—Si… ¿Cómo te llamas?
—Gian.
—¡Ganci
—…Te voy a tirar al mar.
Gian bajó del bote y lo ató con un clavo al suelo.
—Quedate ahí, vuelvo en un rato — Gian miró a su compañera.
—¿No puedo ir con vos?
—No… serías una carga si me atacan (seguramente no haya nadie hostil por aquí) .
—Emh ok…
Gian se adentró en el terreno notando que era una selva.
—¿Pero dónde carajo estoy? Se supone que esto es Brasil pero el Amazonas aún debería estar lejos.
Al adentrarse Gian encontró un pueblito medio destruido.
—¿Aquí es donde estaban los fugitivos? — Gian escuchó una voz a la que se acercó.
—Parece que ya se han ido — dijo otro.
Gian se escondió detrás de una casa pero pudo ver un símbolo parecido a una cruz en la ropa de los dos hombres.
—(Esos dos son del gremio)
—Hay que preguntarle a todos estos — uno de los del gremio se movió mostrando que tenían a todos los habitantes de la ciudad atados con una especie de lazo azul brillante.
—Si, si no encontramos a esos tres el jefe se enojará con nosotros.
—Si no nos dicen nada los mataremos — el otro miró hacia la multitud.
—Estamos buscando a Franco Rei y a Ramiro Dagna, tenemos información de que han estado aquí así que díganos a dónde fueron.
—(¿¡QUÉ!?) — Gian abrió sus ojos —(¿Esos dos desertaron del gremio…?)
Gian pensó sus movimientos, no había comido hace algunos días por lo que no estaba en su mejor momento para luchar… pero no podía dejar que el gremio mate a esas personas, ya de por sí no quedaba mucha gente viva.
—Espera… — uno de los del gremio miró directo a donde estaba Gian —Siento una presencia.
Gian actuó rápido y activó una especie de reloj en su muñeca…
El otro del gremio levantó su mano y el mismo lazo azul de antes salió disparado como un látigo pero Gian lo detuvo con su mano.
Al hacer esto miró su reloj, en este apareció una explicación resumida del poder del látigo, básicamente era eso, un látigo de energía que podía usarse de muchas formas.
—¡Algo agarró mi látigo!
Gian tiró del látigo haciendo que el tipo llegue frente a el, así lo agarró del cuello para lanzarlo contra la casa.
—Ustedes los del gremio se enorgullecen de sus poderes — Gian se dejó ver —Pero no aguantan ni 3 golpes fuertes.
—¿¡Quién eres!?
—¿Esto te suena? — Gian mostró que en su brazo derecho tenía una quemadura en forma de espada.
—No… ¡Es imposible TODOS LOS DE TU CLASE ESTÁN MUERTOS!
—No todos…
El hombre salió corriendo aterrorizado pero Gian suspiró buscando algo en su bolsillo.
—(Me quedan 3 balas…) — Gian sacó una pistola.
Parecía ser un teléfono pero una parte de este se movió mostrando que era una pistola.
—No dejaré que informes al gremio — Gian disparó el arma.
La bala viajó a gran velocidad atravesando la rodilla del tipo.
—No te muevas de ahí — Gian guardó el arma y sacó un cuchillo hecho de un láser negro.
Gian usó el cuchillo para cortar el lazo que mantenía cautivos a los habitantes de la ciudad.
—Muchas gracias, señor — un hombre más alto que Gian se le puso enfrente —Soy el alcalde de este lugar.
—Ah ok, ahí vengo — Gian fue a ver al tipo del gremio —…¿Sos joda? — el tipo se había atravesado el cuello.
Gian volvió con el alcalde y suspiró.
—De nuevo, muchas gracias por salvarnos, ¿Hay alguna recompensa que pudiéramos darte?
—Información — Gian pidió.
—El tabernero podrá decirte lo que quieras… — el alcalde se dió la vuelta —Tendrás que esperar a mañana, hoy debemos organizar todo lo ocurrido.
—No hace falta… quiero saber sobre Franco Rei y Ramiro Dagna — Gian miró la espalda del alcalde y este se puso pálido.
—No puedo… no puedo hablar de ellos.
—Son mis amigos… hace 10 años que no los veo. No estaría mal verlos.
—Lo… lo lamento, no puedo revelar eso.
—Bueno, no pasa nada. Cambiaré mi pedido, ¿Puedes conseguirme comida? Estoy viajando a Argentina en barca y me quedé sin nada hace unos días.
—Eso si es posible… alimentaremos a toda la población y luego le daremos sus provisiones.
Gian solo pudo asentir y esperar hasta que en la tarde le dieron unas provisiones y el se marchó de vuelta a la barca.
—¡GIANCI! Tardaste mucho — Petra se quejó.
—Lo lamento — Gian se sentó en la barca y volvió a remar —(Ramiro, Franco… ¿Que habrá pasado con ustedes?)
Una semana antes
Ramiro estaba caminando, casi por desplomarse, estaba completamente herido.
—Dios… ese bastardo bloquea los poderes del resto y me hizo pelota.
Ramiro vió unas casas cerca antes de caer desmayado.
Cuando Ramiro abrió los ojos se encontró en una casa.
—Madre de dios… — el chico bostezó —Por lo menos Samy escapó y yo estoy vivo.
—¿Quién es? — una figura estaba sentada en una silla al lado del chico.
—Podría preguntar lo mismo — Ramiro ni se sorprendió de la aparición repentina —Pero en realidad no me importa, soy Ramiro.
—Oh vaya, los nombres de ambos comienzan con r.
—¿Ah si? Mira vos, me chupa un huevo.
—Si… tiene razón.
—¿Por qué me tratas de usted? Y a todos esto… ¿Dónde estamos?
—Esta es mi casa, mi padre lo encontró herido así que lo hemos estado ayudando.
—¿Y quién les pidió que hagan eso? Debo irme.
—¿Vas a buscar a esa Samy?
—¡NO ES TU PROBLEMA!
La chica se asustó y salió corriendo.
—Pf bien… — Ramiro se intentó levantar pero no pudo — ¿Eh? — el no sentía sus piernas —No jodas, no quiero ser el de los super campeones…
—No deberías asustar a la gente así, Ramiro ¿Cierto? — el alcalde entró en la habitación —Mi hija, Ruri, fue quien te curó y cuido desde que te encontré.
—Lo… lamento señor, es solo que estoy apurado — Ramiro se asustó por la altura del hombre.
—Pues no estés tan apurado, Ruri me dijo algo sobre una fractura.
—¿Una fractura…? — Ramiro suspiró —Normalmente eso no sería un problema, pero no puedo acceder a mis habilidades.
De repente se escuchó una explosión y el alcalde salió con su hija.
—¡Es el gremio! — se escuchó desde afuera.
—¿El gremio… Ya me encontraron? — Ramiro apretó los dientes —No me importa sufrir… pero no quiero que los demás sufran por mi culpa…
Ramiro usó su fuerza de voluntad y logró caminar hasta salir de la casa.
—¿¡Te pudiste mover!? — Ruri se sorprendió.
—Disculpame por asustarte antes… — Ramiro apretó su puño sintiendo como algo de su fuerza volvía —(El efecto de sus poderes ya está pasando, al menos puedo usar algo de mis habilidades).
—¡Oigan, ustedes dos! — Ramiro se acercó a los miembros del gremio —Es a mi a quien quieren.
—¿Que dice este tío? — dijo uno casi pálido.
—Nosotros solo veníamos a destruir el lugar porque no pagaron los impuestos que el gremio le cobra — siguió un negro de pelo plateado —Pero encontrarte a ti es una cosa mucho mejor… Ramiro Dagna, el segundo más buscado del gremio.
—¿Segundo, después de todo lo que hice solo quedé segundo? — Ramiro empezó a reír —Estoy riendo para no largarme a llorar.
Ramiro tocó su cintura como si allí hubiera algo pero no había nada.
—(¿Dónde mierda está mi espada?) Bueno, va a ser a los bifes.
Ramiro saltó contra el dúo lanzando un golpe que el negro frenó con su mano.
—Eres mucho más débil de lo que decían.
—Que esté nerfeado no es lo mismo que ser débil — Ramiro dió un salto hacia atrás —(Aún no puedo usar mi habilidad, pero mi cuerpo ya se está regenerando…)
—¡Mi nombre es Enrique y mi poder es controlar la gravedad de los seres vivos! — anunció el negro.
—¡Yo soy Mussa, mi poder es el de controlar la gravedad de los seres inanimados!
—Vaya, ustedes dos si que tienen honor… — Ramiro apareció detrás de los dos —Lastima que yo no.
Ramiro tomó la cabeza de Mussa y la separó de su cuerpo…
—¡Mussa! — Enrique quedó en shock —¡ERES UN MALDITO, LO HAS ASESINADO A TRACIÓN!
—Te daré 3 segundos para escapar… corre.
Enrique usó sus poderes para salir volando aunque usarlo le costó 2 segundos mientras que comenzar a elevarse otros 2…
—Te di un segundo de onda — Remito apareció arriba del tipo y le dió una patada que mandó a Enrique al suelo.
Al caer Enrique sacó un reloj similar al de Gian y lo tocó con furia.
—¡Avisenle al jefe, en estás coordenadas está…! — Ramiro atravesó el pecho del hombre con su mano.
—Alo-ha — Ramiro rió y fue captado por el micrófono del reloj.
Continuará…
Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro