Sin supervivientes
Pov: Myoui Mina.
Incliné mi torso sobre el lomo de mi oscuro caballo tratando de esa manera amortiguar la brisa mientras que podía sentir como mi cabello se mecía ante su rápido andar. Era una noche particularmente fría la que estaba cayendo sobre nuestros hombros, el vaho fácilmente se desprendía por mis fosas nasales mientras que la gélida brisa creaba pequeñas laceraciones alrededor de mis mejillas y frente expuestas, se sentía como si de esa manera la madre naturaleza nos estuviera advirtiendo que era momento de dar media vuelta y regresar, pero no había forma de que yo pudiese dar esa orden: no podría con la consciencia de que no cumplí mi deber como Gran Duquesa. Sí debía ser sincera con respecto a lo que sucedía en el Norte, tenía que aceptar que no le había prestado la atención que le correspondía, pero realmente el invierno estaba golpeando con dureza mis tierras, sobre todo cuando el sol se escondía y la brillante luna danzaba sobre nuestras cabezas avisando en silencio que se nos avecinaba un duro trayecto. No tardé nada en oír cómo uno que otro caballo bufaba ante el cansancio mientras que su jinete hacía todo lo posible por poder calmarlo. Instintivamente agache mi mirada notando como los copos de hielo se posaban sobre mi ropa indicando que prontamente el clima empeoraría más de lo que en sí, ya estaba. Sinceramente, era un pésimo clima para estar viajando. En un completo silencio y tan solo escuchado la pesada respiración de los caballos decidí deslizar mi mirada detrás de mis hombros notando a lo lejos como unos de los caballeros, el más cercano a Jooheon mantenía una expresión fría y desolada, como si estuviese realmente cansado de su vida; era evidente el hecho de que aún parecía estar abrumado por su ausencia. Si debía ser completamente franca con lo que estaba pensando, realmente no era capaz de poder entender el por qué se estaba comportando de esa manera, ¿Realmente era tan doloroso el perderlo? me cuestioné manteniendo durante unos segundos más mis ojos fijos en su triste expresión, sintiéndome igual de incómoda que el día que se llevó a cabo el funeral de los caballeros asesinados por culpa del herrero, ¿Realmente perder a alguien te dejaba en ese estado? tenía curiosidad ante la incapacidad de mi mente para comprender el por qué tanto el chico como uno que otro compañero no parecía estar dispuesto en olvidar el recuerdo que Jooheon había dejado atrás.
¿Por qué los humanos son tan extraños? me cuestioné siendo consciente que no tendría respuesta, así que simplemente regresé mi atención hacia el frente observando como el camino envuelto por la nieve y las ramas caídas lentamente comenzaba a expandirse indicando con esa simple acción que la propia naturaleza estaba cediendo ante mi presencia. Instintivamente solté un pesado suspiro a la vez que agarraba con fuerza las riendas de mi caballo sintiendo los dedos prácticamente congelados ante el golpe directo de mi piel con el gélido clima. Jamás lo diría a viva voz, pero el cuerpo comenzaba lentamente a dolerme ante el frío que envolvía mis extremidades, sobre todos las inferiores, aun estando lo suficientemente abrigados con gruesas capas de piel de bestia y la propia armadura creada por otro nuevo herrero, el frío se las había arreglado para deslizarse por el interior de la ropa acariciando maliciosamente nuestras pieles.
Un nuevo pensamiento surgió en mi cabeza lo que me hizo agitar las riendas para que el animal se desplazara con mayor rapidez: debíamos llegar lo más rápido posible a nuestro destino o prontamente los caballeros morirían.
—¡Capitán!—la voz de unos de mis caballeros resonó entre nuestras agitadas respiraciones. Instintivamente giré mi rostro notando como Sehun trataba de llevar el ritmo de mi andar—¡Jeongin ha caído de su caballo!—aclaró consiguiendo que yo frunciera el ceño al escucharlo—¡Creo que se ha desmayado!.
—¡No se detengan!—ordené en alto mientras que, con brusquedad tiraba de las riendas de mi caballo consiguiendo que este girara por completo su cuerpo. Mis ojos rápidamente fueron a parar a Sehun, él parecía ansioso al igual que lo estaban el resto de sus compañeros—¡Iré tras él, así que ustedes continúen sin parar!—bramé sintiendo el vaho desprendiéndose de mi boca. Mis ojos velozmente fueron a parar a los demás guardias notando como estos no dudaban en asentir con sus cabezas para luego simplemente agitar sus riendas consiguiendo que los animales comenzaran a correr con mayor velocidad—¡Estamos contra el tiempo! ¡Nos matará el clima antes de que lleguemos a nuestro destino, así que sean lo más rápido posible!—aclaré tratando de que cada uno de los chicos comprendieran que debían llegar lo más rápido posible si es que deseaban mantenerse con vida—¡Tienen prohibido morir!
—¡SÍ CAPITÁN!—y el grito al uniso llenó el silencioso bosque mientras que yo regresaba en busca de Jeongin.
Mi respiración se volvió cada vez más pesada mientras que el vaho esta vez se desprendía tanto de mi boca como la del gran hocico de mi animal lo que indicaba que el gélido clima realmente se estaba volviendo abrumador. Mis dientes chocaban entre sí ante la piel erizada de mi nuca, el frío comenzaba a calar mis huesos mientras que el brusco andar de mi caballo simplemente aumentaba su velocidad indicando con esa simple acción que él también quería dar todo de si para poder encontrar al muchacho, ¿Dónde carajo estás Jeongin? me cuestioné sintiéndome realmente irritada por tener que ir tras su búsqueda. No quería darle muchas vueltas al asunto, mucho menos quería admitir que una parte de mi se sentía culpable por no haber podido proteger a Jooheon así que ahora estaba haciendo todo lo posible por no perder a nadie más de mi pelotón. Jadee en alto aferrando mis manos contra las riendas de mi caballo. Lentamente la nieve comenzaba a empeorar mi visión, los copos de hielo caían sobre mi cabeza y cuerpo volviendo mi ropa cada vez más pesada. Mis ojos se posaron en el animal, él también estaba siendo cubierto por la nieve, su oscuro pelaje idéntico al carbón había sido cambiado por esa blanca y espesa propio del invierno.
—¡JEONGIN!—bramé en alto mientras que me inclinaba trataban de ver a través de las orejas de mi animal al muchacho o siquiera su caballo—¡JEONGIN!—le llamé con más fuerza sintiendo el viento rugiendo entre los árboles sin hojas; el bosque me quería fuera de sus tierras—¡¿DONDE ESTAS?!—el frío calaba mis huesos. Estaba siendo realmente insoportable el seguir estando ahí.
Debo confesar que, por un segundo... solo por un segundo pasó por mi cabeza la idea de simplemente dar media vuelta e ir tras los demás caballeros para llegar de una buena vez a mi destino real. Era consciente de que no valía precisamente la pena el tener que arriesgar mi vida por alguien como Jeongin, sobre todo teniendo en cuenta que estuvo manteniendo un inesperado interés por mi esposa, pero por alguna extraña razón de la cual yo no era capaz de explicar, la idea de pensar en la posibilidad de regresar al Ducado con su ausencia me molestaba más de lo que hubiese podido llegar a imaginar, quizás se debía por mi propia arrogancia, no quería más mascotas muertas, sí, tal vez, simplemente no quería perder a mis animales así que por esa razón lo seguía buscando y no porque estuviese particularmente preocupada por él. Bruscamente agité mi cabeza tratando de despejar mis pensamientos de dejarlo morir en este lugar. En silencio hundí mis talones sobre el estómago del caballo consiguiendo que este aumentara su velocidad. Esperame Jeongin cuando te encuentre personalmente te mataré, pensé apretando mis manos sobre las riendas. Lentamente mi garganta comenzaba a doler, el frío rasgaba el interior de mi cuerpo por cada bocanada de aire, sentía el cuerpo caliente y las manos congeladas, lo que me hizo cuestionarme si yo estaba en este estado, entonces... ¿Cómo estaría ese mocoso?.
Para mi suerte logré ver desde la lejanía una mancha negra enterrada parcialmente bajo la nieve sin movimiento aparente. Instintivamente detuve el caballo haciendo que este elevara sus patas delanteras en señal de descontento. Mi animal trató de dar un paso hacia adelante, parecía realmente furioso por mi repentino movimiento, pero solo bastó ejercer un poco de presión con ayuda del poder de los colmillos de la bestia para hacer que él se quedara completamente quieto y sumiso: solo al asegurarme de que se había tranquilizado tomé la decisión de descender de su lomo. Rápidamente aterricé en el suelo sintiendo como mis pies se hundían bajo la nieve hasta casi llegar a un poco más arriba de mis tobillos. Era peligroso estar en estas condiciones, así que bruscamente me aproxime donde el chico se encontraba. Fui lo más rápido posible mientras que miraba mi alrededor notando como la oscuridad envolvía mi interno.
No había rastro de su caballo.
—¡JEONGIN!—le llamé mientras que me arrodillaba a su lado sacando la nieve de su cuerpo para notar lo pálido que estaba—...—me quedé en silencio notando sus labios morados y como su cabeza colgaba sobre mi palma sin tener señales de estar consciente de lo que sucedía a su alrededor—... mierda—maldije por lo bajo siendo consciente que el chico en ese estado tan solo era una carga para todo el grupo—joder—estaba molesta ante lo que estaba por hacer, pero ya no había vuelta atrás, debía terminar las cosas como correspondía—cuando despiertes te haré correr desnudo hasta que vomites—advertí a la vez que lo agarraba de la cintura levantando su cuerpo practicamente muerto para dejarlo recargado sobre mi hombro derecho—¡Ugh! ¿Qué mierda comes?—pregunté al aire mientras que me las arreglaba para poder sostenerlo.
Él realmente era pesado, aún así me las arreglé para poder trasladarlo hacia donde se encontraba mi tranquila mascota. En silencio me coloqué a su lado, ni siquiera le avisé lo que estaba a punto de hacer, simplemente presioné mis manos sobre la cintura de Jeongin para luego dejar el peso muerto de su cuerpo sobre su lomo. Rápidamente el caballo me miró, sus fríos ojos idénticos al carbón se posaron en mi inexpresiva expresión: él parecía querer decirme que odiaba la idea de que el chico estuviese sobre su cuerpo, pero no le quedaba de otra más que aguantarse. Yo no me iba a ir todo el viaje cargando al idiota. Aún cuando era evidente su descontento, no hizo nada para tratar de alejar al chico, simplemente bufó mirando hacia otra dirección mientras que yo agarraba de las riendas de su hocico para poder impulsarme subiendome con éxito sobre su lomo. El inconsciente Jeongin quedó frente a mí sin dar señales de querer despertar, le di un corto vistazo notando como su cabeza colgaba cerca de mi rodilla izquierda mientras que el resto de su cuerpo estaba colgando del otro lado. Ni siquiera me tomé la molestia de ver si se encontraba con vida, asumí que lo estaba, así que tranquilamente posé ambas manos sobre su ancha espalda para poder dejar mis manos descansando.
El viejo de regreso fue un poco más lento de lo que había esperado. Jeongin estaba completamente inconsciente así que su torso se deslizaba del lomo del animal cada vez que este aumentaba bruscamente de velocidad, por lo cual, fue bastante agotador el tener que asegurarme de que estuviese en el sitio que correspondía.
Fruncí el ceño en el instante que noté a la lejanía una espesa estela de humo negro. Confundida tiré bruscamente de las riendas haciendo que el caballo bufara en alto moviendo su hocico de un lado hacia el otro ante la incomodidad que le había causado mi inesperada acción, ¿Que? pensé observando el fuego abrasador iluminando tanto mi rostro como mi cuerpo, ¿Huh?, estaba aturdida con mis ojos fijos en la forma en que los caballeros ya habían descendidos de sus respectivos caballos tratando de alguna manera poder contrarrestar aunque fuese un poco el evidente caos que estaba siendo el lugar, ¿Cómo sucedió esto? me cuestioné manteniendo toda la atención en el fuego que seguía consumiendo los hogares del pueblo. Francamente, la única razón por la que el fuego no continuaba arrasando con el bosque se debía netamente por los árboles congelados: estos estaban funcionando como cortafuegos. Estaba abrumada, las cosas eran mucho peor de lo que había imaginado, así que simplemente atiné a girar mi rostro observando atentamente como un cansado Sehun se me acercaba con aquellos ojos negros llenos de ansiedad. Le sostuve la mirada por uno segundos, para luego simplemente deslizarla por su cuerpo notando la forma en que su armadura y espada estaban completamente empapadas por sangre espesa, o sea, sangre de bestia.
—Quiero un reporte de lo que está sucediendo—ordené notando como el chico simplemente estiraba su mano presionando sus dedos sobre el cuello de Jeongin.
Cuando se aseguró de que su compañero estaba con vida simplemente dio un paso hacia atrás dejando en exhibición su expresión aliviada.
—No hay sobrevivientes—confesó casi sin aliento mientras que sus piernas flaqueaban terminando con su trasero adherido contra la nieve manchada de sangre ajena, ¿Ah? pensé aturdida con mis ojos completamente fijos en la forma en que él se había llevado las manos a la cabeza dejando su espada a un costado de su cuerpo como si estuviese indicando con esa simple acción el no querer seguir luchando—los monstruos arrasaron con todo el pueblo... por lo que pude observar, creo que los hombres hicieron tiempo luchando con los monstruos mientras que las mujeres y niños trataban de huir—siguió hablando tratando de no romperse ante lo que sea que había visto mientras que yo simplemente me bajaba de mi caballo quedando frente a su cuerpo, el cual, desde mi altura se veía inusualmente pequeño—nadie pudo salir del pueblo... los monstruos se devoraron a todo el mundo...—se llevó las manos esta vez a la boca—¿Por qué?—cuestionó a la vez que alzaba su mirada para encontrarse con mis fríos ojos—¿Por qué nadie estuvo cuidando este lugar?—su pregunta me sorprendió. Francamente no esperaba ver una actitud tan... ¿Humana? en él—¿Por qué tuvieron que morir de esta horrible manera?.
—Había gente cuidando este lugar—aclaré mientras que llevaba una de mis manos contra el mango de mi espada acariciando con la yema de mis dedos el cuero de su contorno—pero unos idiotas decidieron que debían regresar a sus tierras—confesé sin dar nombres relevantes. Sehun se quedó en silencio, el odio brotaba de sus ojos negros mientras que yo simplemente sacaba mi espada viendo sin mucho interés como los demás guardias luchaban abiertamente con los monstruos tratado de ganar algo de terreno—los mataré... tanto a los guardias como a los idiotas que tomaron esa estúpida decisión—confesé regresando mi atención a su rostro—así que levanta tu espada y asesina a todo monstruo que se te cruce.
—P~Pero capit...
—Si no lo hace, entonces te mataré—aclaré siendo consciente de que debía por todos los medios reconstruir su espíritu de lucha, porque no me servía para nada el tener un caballero incapaz de pelear—...—me quedé en silencio notando como él seguía sin querer levantar su espada como si estuviera aceptando sin más el hecho de que podría morir bajo mis manos. Irritada solté un pesado suspiro mientras que me inclinaba agarrando su arma para dejarla sobre sus muslos—con tu espada venga la muerte de todas esas personas que fueron sacrificadas por el capricho de alguien más—traté de animarlo consiguiendo que por fin sus ojos brillaran con determinación—mata a cada uno de esos monstruos como si fuese el responsable de todas esas muertes—animé como la voz del diablo provocando que él rápidamente se pusiera de pie—no dejes a ninguno con vida.
—Sí capitán.
En silencio observé como el chico me daba la espalda comenzando a caminar hacia donde estaban el resto de sus compañeros.
—Sé que estás despierto—aclaré con tranquilidad mientras que, sin muchas preocupaciones decidía girar mi rostro observando por sobre mi hombro como Jeongin lentamente levantaba su cabeza permitiendo que sus ojos me vieran con una clara vergüenza al ser atrapado—podía sentir tus ojos en mi nuca—confesé a la vez que me cruzaba de brazos manteniendo aun mi espada entre una de mis palmas en señal de irritación—...—me quedé en silencio notando como él seguía recostado sobre el lomo de mi animal, dejando en evidencia el hecho de que se sentía mejor—¿Piensas quedarte ahí o quieres que te baje de un solo puñetazo?—cuestioné provocando que él me viera con sorpresa para luego simplemente bajarse de un salto del lomo de mi caballo—idiota—solté sin más al observar como perdía el equilibrio enterrando su trasero contra la nieve—ponte de pie y ve a matar antes de que yo te asesine—ordené manteniendo toda mi atención en la manera en que él asentía con su cabeza para luego simplemente huir en la misma dirección que Sehun se había marchado.
—¡PREPÁRENSE VIENE UNA MANADA DE MONSTRUOS DESDE LA ZONA OESTE!—el grito por parte de unos de los caballeros me hizo rapidamente correr hacia su dirección. Mientras me dirigía no dudé en llevar mi mano libre contra la capa de piel gruesa que caía sobre mis hombros permitiendo perder un peso considerable en mi andar que me devolvió practicamente por completo mi aliento—¡NO SE DISTRAIGAN!—ordenó como si fuese él el jefe del escuadrón.
—¡LOS MÁS FUERTES LOS QUIERO EN PRIMERA FILA! ¡LOS DE ATRÁS PROTEJAN A LA VANGUARDIA!—bramé en el instante que logré llegar a donde se encontraban los demás consiguiendo que estos en vez de cuestionar mi repentina orden simplemente comenzaran a moverse dejando a los más débiles detrás de sus anchas espaldas—¡NOS RODEAN!—aclaré en alto al percatarme de cómo los monstruos, astutos comenzaban a correr a las zonas más expuestas—¡CÍRCULO! ¡LOS QUIERO EN UN MALDITO CIRCULO!—seguía alzando la voz mientras que me colocaba al lado de Sehun protegiendo con mi espalda al caballero más débil—¡CUANDO DE LA ORDEN LOS DE ATRÁS ATAQUEN CON SUS ESPADAS!—no disminuía el volumen de mi voz, mucho menos el movimiento de mi brazo quién con la hoja de mi arma limpiamente cortaba los cuerpos ajenos antes de que sus ataques llegasen a tocarme—¡AHORA!.
Rápidamente los de la primera fila no dudaron en agacharse consiguiendo con ese simple movimiento que los guardias más débiles se inclinaran con sus espadas apuntando con cierta violencia hacia adelante. Como era de esperarse, el ataque fue realmente efectivo, rápidamente las espadas atravesaron los cuerpos de los monstruos que no dudaron en abalanzarse impidiendo que sus grandes y robustos hocicos nos llegaran a tocar. Era un plan sencillo que permitía a la vanguardia descansar durante uno que otro minuto, pero sabía que, por muy sencillo que fuese tan solo sería útil un par de veces ya que estos monstruos poseían la inteligencia suficiente para comprender lo que estaba sucediendo.
El peso sonido de las gruesas capas cayendo al suelo me indicaron que los caballeros se estaban preparando para la peor situación. Instintivamente rompí un pequeño pedazo de tela que sobresalía de mi armadura para así llevar esta a mi cabeza donde torpemente me hice una coleta tratando de así poder despejar mi rostro de cualquier obstáculo. Jadee sintiendo el calor abrasador envuelto en mi cuerpo mientras que el sudor lentamente comenzaba a escurrir desde mi frente hacia el mentón, las manos no dejaban de temblar a la vez que el vaho desprendía tanto por mis labios como de mi cuerpo ya sudoroso. Las olas de monstruos venían una tras otras, no nos estaban dando tiempo para poder descansar como correspondía, pero ya habíamos logrado conseguir acaparar un buen pedazo de tierra por lo cual, los estábamos haciendo retroceder, pero no lo suficiente como para que ellos consideraran la posibilidad de abandonar la batalla. Rápidamente giré mi rostro notando como los chicos se veían agotados, pero con sus manos firmemente puestas en sus espadas, llevábamos unas buenas horas luchando, así que entendía el por qué se veían tan abrumados.
Todos íbamos a morir si yo no hacía algo al respecto.
—¡RETROCEDAN!—bramé a la vez que enterraba con fuerza mi zapato izquierdo contra la nieve consiguiendo hacer que la tierra temblara en esa zona—ha...—jadee siendo consciente de lo que pasaría si decidía nuevamente utilizar el poder de los colmillos de la bestia junto con la magia, pero francamente no había forma de salir con vida si no tomaba esa decisión—¡SIGAN RETROCEDIENDO, USARÉ EL PODER DE LOS COLMILLOS DE LA BESTIA!—aclaré con todas mis fuerzas provocando que los chicos rápidamente se alejaran.
Velozmente una de los monstruos más grandes no dudó en lanzarse en dirección de mi cuerpo así que rápidamente elevé mi pierna derecha enterrando la suela de mi zapato contra su duro esternón. Como era de esperarse la fuerza de mi ataque y el impacto causado por la misma inercia de su salto lo hizo salir disparado hacia atrás cayendo sobre el lomo de su agresivo compañero quién perdió el equilibrio enterrando su hocico contra el suelo. Sin darle tiempo de que alguno de sus compañeros tuviese intención de hacer algún tipo de movimiento, o mucho menos detenerme a pensar en las consecuencias que podría traerle a mi cuerpo lo que estaba a punto de hacer, decidí liberar una de mis manos del mango de mi espada para crear un potente hechizo explosivo mientras que, con la otra mano simplemente infundía mi espada en maná de fuego. El miedo propio causado por los colmillos de la bestia provocó que los monstruos más débiles comenzaran a retroceder, pero eso no fue suficiente para detener el masivo ataque por parte de los más fuertes. Rápidamente lancé mi ataque contra un grupo de monstruos consiguiendo que este explotara sobre sus cuerpos: la carne salpicó por todas las direcciones mientras que, por sobre mi cabeza podía sentir la lluvia sangrienta empapando por completo mi cuerpo. Me quedé en un completo silencio observando como los monstruos gruñían al percatarse de cuantos había asesinado.
Irritada hice una señal con mi mano libre en dirección del monstruo que parecía ser el jefe de los demás, ya que estos no dudaban en darle una furtiva mirada en señal de espera de una orden por su parte. Lo estaba retando, quería luchar contra él, pero el animal simplemente gruñó mostrando sus dientes, no sé que significaba ese sonido, pero rápidamente una considerable cantidad de monstruo comenzó a correr hacia mi dirección provocando que yo lanzara mi hechizo de fuego, el calor abrasador no tardó en envolver sus cuerpos así que estos por mero instinto de supervivencia comenzaron a correr en círculo avivando las llamas que iluminaban parcialmente la batalla. Me quedé completamente quieta observando como la viscosidad propia de sus cuerpos comenzaban a transformarse en un potente combustible, por lo cual, no dudé en sonreír al comprender que el estúpido líder no había pensado en la posibilidad de que el resto de su manada se quemaría viva por culpa de los que ya estaban en llamas.
Me tambalee ante el excesivo uso de magia, pero aún sabiendo que podría colapsar mi núcleo no fue suficiente como para conseguir el detenerme. Rápidamente balance mi espada ondeando la afilada hoja para rebanar a todo monstruo que tomara la mala decisión de tratar de acercarse, podía sentir las miradas de los demás caballeros: algunos simplemente se quedaron quietos tratando lo más rápido posible el recuperar el aliento anteriormente arrebatado, mientras que otros, simplemente se habían levantado creyendo tener el poder suficiente como para poder seguir en pie, así que no dudaron ni por un segundo en correr hacia los monstruos más débiles para así disminuir de una buena vez sus aún masivos números. Mantuve mi atención en el jefe de la manada, él realmente parecía estar odiándome, pero al darse cuenta que estaba perdiendo en número, tomó una decisión que realmente me sorprendió para tratarse de un mero monstruo.
Él había decidido retirarse.
—¿Se están marchando?—cuestionó Sehun casi sin aliento en el momento que escuchó el gruñido por parte del monstruo. Me quedé completamente quieta, y en silencio observando sin mucho interés como el monstruo junto a su manada comenzaban a retroceder alejándose rápidamente hacia las profundidades del norte, donde el ser humano aún no era capaz de siquiera llegar—¿Capitán?—preguntó al notar como yo me había tambaleado—¿Se encuentra bien?.
—Sí—mentí mientras que me llevaba el dorso de mi mano contra mi nariz sintiendo la sangre caliente deslizándose por mis fosas nasales—vamos... tenemos que preparar las tiendas antes de que los monstruos aparezcan nuevamente—ordené girando en mis talones para caminar en dirección de los demás caballeros notando como todos parecían estar en condiciones normales—levanten sus traseros, no tenemos tiempo para descansar—ordené consiguiendo que todos, sin siquiera quejarse comenzaran a ponerse de pie.
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