Primera vez
Pov: Myoui Mina.
No soy capaz de pensar con claridad ante la forma en que su dulce aroma a flores comenzaba a deslizarse por mis fosas nasales envolviendo todo el interior de mi cuerpo; ella no lo sabía, pero me estaba haciendo perder la cabeza. Rápidamente dejé mis manos sobre el colchón negándome rotundamente a tocarla, realmente hice lo mejor posible por no pensar en que la tenía bajo mi cuerpo, consiguiendo de esa forma sentir la fuerza con la que estaba bombeando mi corazón, este latía con tal grado de violencia que no tardó en envolver mis oídos impidiendo de esa forma el poder escucharla con claridad. Sinceramente, si ella me llegaba a preguntar que era lo que me estaba ocurriendo, no tengo ni la menor idea de que excusa colocar, ni siquiera sé la razón del por qué vine a su habitación, mucho menos el por qué había decidido beber o el motivo por el cual estaba confesando todo lo que mi mente creaba, francamente, no sé el motivo de mi actuar, menos el propósito de mis acciones, y si debo ser completamente sincera al respecto, me aterraba el no poder explicar lo que me estaba sucediendo. Al final, decidí tomar una buena bocanada de aire a la vez que me erguía presionando mi trasero sobre sus caderas, permitiendo ver lo que tenía frente a mi. Bruscamente me quedé sin aliento ante lo que tenía bajo de mi cuerpo; Nayeon estaba recostada sobre el colchón con su bonito cabello castaño esparcido sobre las blancas sábanas mientras que su bonita mirada verdosa brillaba bajo la luz de la luna. Tragué saliva ante la inesperada resequedad en mi garganta que me causó ver la forma en que ella me estaba mirando. Esta era la primera vez que alguien me veía como si estuviese esperando que me quitara la ropa. Eso me hizo sonrojar, podía sentir las mejillas junto con las orejas hirviendo mientras que mi mirada estaba fija en la forma en que ella se llevaba el dorso de su mano tratando de cubrir el evidente sonrojo que envolvía todo su rostro.
No lo había notado en un principio porque simplemente no quería aceptarlo, pero Nayeon era como una especie de muñeca de porcelana: tan pequeña y delgada, junto con esa piel blanca como la nieve del Norte acompañada por aquellos penetrantes ojos verdosos idénticos a la brillante primavera. Tenerla cerca significaba sentir una brisa fresca, aquellas que fácilmente podrían llegar a revolver mi cabello y erizar mi piel. Se sentía como estuviese en plena primavera, con los árboles verdosos y las frutas brillando sobre las ramas, mi corazón, emocionado por su presencia anhelaba llegar a más, pero eso me aterraba... me aterraba no saber hasta donde era capaz de llegar. Por impulso tragué saliva a la vez que posaba mis ojos en su rostro notando la forma en que me veía, ¿Por qué? me cuestioné a la vez que llevaba mis dedos contra mi propia camiseta; estaba ardiendo, me sentía como estuviese en pleno verano, con los fuertes rayos del sol chocando contra mi piel desnuda como si estuviesen tratando de advertirme que si no me protegía no tardarían en quemarme. Entreabrí los labios sintiendo la fuerza con la que mi pecho subía y bajaba. Tenía sed... estaba sedienta, pero sentía que si tomaba la decisión de alejarme de ella, entonces no tardaría en perderla, y el pánico de no volver asentirla era mucho más alto que el mismo miedo que me causaba el no saber hasta dónde quería llegar.
Era estúpido, lo sé, yo era consciente de lo tonto que era el pensar que podría perderla cuando ella misma había suplicado mantenerse cerca de mi, pero no podía evitarlo. Por impulso alejé mi mano del colchón para presionar suavemente mis dedos sobre su mentón aprovechando del hecho de que ella hubiese bajado sus manos dejando su rostro expuesto. Con calma dejé mi pulgar descansando sobre su labio inferior sintiendo la suavidad de su piel, ¿Por qué? me cuestioné viendo atentamente como el sonrojo en sus mejillas empeoraban con el pasar de los segundos, ¿Por qué me asusta tanto la idea de llegar a perderte? y no podía entender mis propias emociones. Sinceramente, todo esto era algo nuevo para mi, ¿Posesión? ¿Celos? ¿Vergüenza? yo no era de esa forma... así que, ¿A que se debe mi comportamiento? ¿Por qué razón deseo tanto devorarla? ¿Acaso no quiero que nadie más la tenga?. Amplié mis párpados al sentir como sus delgados y delgados dedos se aferraban al contorno de mi muñeca. Mantuve toda mi atención en la expresión que realizado su rostro, no me mires de esa forma, supliqué sintiendo un extraño dolor que gatilló debajo de mi cintura, por impulso me removí sobre su cadera sintiendo como mi entrepierna en vez de calmarse, simplemente comenzaba a latir con una violencia que me puso de los nervios.
—Mina—la suavidad con la que decía mi nombre, casi sin aliento, siendo acompañado por la forma en que sus dedos seguían tocándome...yo... yo Estaba en problemas. Por impulso tragué saliva manteniendo mis ojos fijos en la manera en que ella entreabrió sus labios tomando grandes bocanadas de aire mientras que su pecho subía y bajaba con violencia. Traté de no prestarle atención a la forma en que sus piernas se movía como si estuviese tratando de tocarme, porque eso no ayudaba a que me sintiera más tranquila—¿Q~Qué quieres hacerme?—cuestionó haciendo que mis manos temblaran—...—por instinto traté de alejarme, pero ella rápidamente ejerció más fuerza sobre el agarre que tenía en mi muñeca impidiendo que pudiese huir—no te atrevas a huir—me amenazó con una tranquilidad que me llegó fácilmente a sorprender.
—¿Quién te dijo que quería huir?—cuestioné prácticamente a la defensiva a la vez que veía la forma en que ella fruncía sus cejas para luego simplemente estirar su mano libre dejando descansando su palma sobre mi estómago sin estar muy interesada por llegar a tocar mi entrepierna, aun cuando a todas luces se podía notar que había algo que no correspondía con mi cuerpo—...—me quedé en silencio con mis dedos fijos, esta vez en su mentón—¿Qué estás haciendo?—pregunté notando como ella jugueteaba distraídamente con el botón de mi camiseta.
—Trato de desnudarte... ¿Por qué? ¿Quieres ayudarme?—cuestionó sin ningún tipo de descaro haciendo que mi rostro se iluminara ante la vergüenza que azotó mis pensamientos ante el simple hecho de imaginarla sin ninguna prenda que estorbase en su bonita figura. Impulsivamente alejé mis manos de su rostro aún cuando ella había tratado de tirar de mi muñeca—...—se quedó en silencio notando como yo miraba hacia otra dirección mientras que mi palma estaba presionada sobre mi nariz. Hice mi mayor esfuerzo tratando de ocultar mi vergüenza, sin siquiera tomarme la molestia de alejarla. Francamente no había sido mi intención, pero sin querer le había dejado en claro que ella podía hacer lo que quisiera con mi cuerpo—lo tomaré como un sí—aclaró a la vez que, con una sorprendente rapidez desabotonaba mi camiseta—...—regresó a ese conocido silencio observando sin pudor alguno mi torso.
—Deja de mirar—pedí a la vez que me inclinaba agarrando sus manos para impedir que llegase a tocar la piel de mi abdomen; por alguna razón sentía que si lo hacía ya no habría vuelta atrás. Con cuidado las dejé sobre su cabeza tratando de asegurarme de que no volviera a estar sobre mi cuerpo mientras que sentía como sus piernas continuaban moviéndose acompañadas por su pesada respiración—manos donde yo pueda verlas—ordené a la vez que me trataba de erguir, pero rápidamente fui sorprendida al sentir sus palmas aferrándose contra mi nuca—...¿Qué?—cuestioné notando como tiraba de mí, estando lo suficientemente cerca de su rostro para notar el pequeño lunar en una de sus cejas—d~déjame ir...—traté de que fuese una orden, pero sé perfectamente que sonó más como una súplica que otra cosa.
—¿Realmente quieres que te deje ir?—cuestionó, no, respondí de forma instantánea. Rápidamente amplié mis párpados ante la sorpresa que me había causado el simple hecho de escuchar como mis pensamientos parecían estar claro con acciones que mi cuerpo por mero instinto rechazaba—...—se quedó en silencio, con sus ojos fijos en la forma en que yo hacía todo lo posible por huir de su mirada. Sin siquiera tomarse la molestia en avisar, decidió alejar su cabeza del colchón haciendo que su respiración se mezclara con la mía. Mi piel se erizó mientras que mis manos no dejaban de temblar sobre el colchón—deberías ser un poco más sincera... por lo menos contigo misma—comentó haciendo que sus labios rozaran con los míos—soy tu esposa, así que realmente no deberías tratar de huir constantemente de mi.
—No estoy huyendo—aclaré a la vez que posaba mis ojos sobre los suyos notando la forma en que me veía; ella parecía estar jugando conmigo—... solo considero que no podemos hacer la unión completa sin la aceptación de la iglesia—traté de excusarme sabiendo que, a pesar de que era real no sería lo suficiente para llegar a convencerla o por lo menos eso pensaba.
—Tienes razón—confesó manteniendo aún sus manos sobre mi cuello, utilizando mi cuerpo como soporte para mantener su cabeza alzada—no podemos tener sexo sin la aprobación de la iglesia—ella lo decía sin mayores complicaciones haciendo que la vergüenza que atacó violentamente mi cuerpo simplemente empeorase con el pasar de los segundos—pero hay algo que podemos hacer y de lo cual ya deberíamos estar practicado.
—¿Hablas sobre el baile?—cuestioné notando como ella se mordía su labio inferior, para luego simplemente sacudir su cabeza en negación, como si estuviese haciendo su mejor esfuerzo por no reírse de mí—...—guardé silencio durante unos segundos tratando de pensar en que debíamos practicar y de lo cual la iglesia podría estar de acuerdo, pero no llegué a ninguna respuesta aún cuando realmente la había buscado—¿Entonces qu...—me quedé abruptamente silenciada al sentir los temblorosos labios de mi esposa se habían presionado contra los míos.
¿Eh? pensé viendo atentamente la forma en que ella me había estado viendo para luego simplemente cerrar sus párpados, como si no tuviese la fuerza suficiente como para hacerme frente. Me paralice en mi sitio sintiendo la manera en que sus pequeños, finos y temblorosos labios seguían ejerciendo cierta presión contra mi labio inferior, como si estuviese haciendo todo lo posible por no llegar a molestarme, ¿Uh? ¿Qué es esto? me cuestioné tratando de comprender lo que estaba sucediendo mientras que podía continuar sintiendo la forma en que ella, sin ninguna pisca de duda decidía entreabrir sus labios atrapando con ayuda de sus dientes mi labio inferior. Sentir mi labio humedo recibiendo de lleno su caliente respiración erizó por completo los vellos de mi nuca. Estaba realmente aturdida sintiendo la fuerza con la que los latidos envolvían mi cabeza: mi corazón me abrumaba, y el hecho de ser consciente de cómo, tanto mi espalda como mis palmas lentamente comenzaban a humedecerse por culpa de los mismos nervios simplemente empeoraba la situación que ya, en sí, estaba siendo lo suficientemente mala. No sé realmente cuánto tiempo estuvo presionando sus labios contra los míos, pero al finalizar simplemente alejó dejando su cabeza descansando sobre el colchón mientras que sus manos rápidamente se deslizaban en dirección de mis antebrazos, tocando mi piel sin estar preocupada por causar una reacción en mi cuerpo. La miré en silencio notando como su cabello estaba completamente revuelto mientras que sus mejillas brillaban bajo la luz de la luna, sus ojos se mantuvieron en todo momento en mi aturdida expresión, parecía estar esperando con calma que yo hiciese algo al respecto, pero no tengo ni la menor idea de que decir. ¿Por qué hizo eso? realmente yo quería respuestas, pero no podía siquiera entreabrir los labios sin sentir ese extraño hormigueo envuelto en mi boca. Francamente, esta era la primera vez que me sentía de esta forma, ni siquiera con los constantes coqueteos de la gran Condesa me había logrado dejar sin aliento y con la mente en blanco, así que no sabía que debía hacer o cómo tenía que solucionar las cosas. Estaba en desventaja, me sentía en medio de la batalla con mi arma destruida.
De forma instintiva traté de mirar hacia otra dirección queriendo de esa forma poder calmar mi emocionado corazón, pero mis ojos se habían vuelto traicioneros; estos decidieron darme la espalda en el momento que no dudaron en volver bruscamente a parar en dirección de su rostro, teniendo la intención de simplemente continuar observando la manera en que sus mejillas continuaban estando acaloradas ante la repentina vergüenza que aún estaba haciendo estragos en su pequeño y menudo cuerpo de muñeca. De forma sonora trague saliva, mis manos nuevamente habían comenzado a temblar, ella me sofocaba, me hacía sentir indefensa o quizás los vasos de alcohol que había bebido sin moderación ahora estaban causando problemas en mis acciones. Al comprender que podría llegar a perder el control decidí incorporarme viendo con cierta ansiedad la forma en que ella veía mi torso sin siquiera tomarse la molestia de ocultar sus claras intenciones.
Por impulso llevé el dorso de mi mano izquierda contra mis labios, la cabeza me daba vueltas, estaba avergonzada, no quería que continuara mirándome de esa forma, pero tampoco me veía capaz de poder decir algo o siquiera de poder quejarme, así que simplemente me mantuve sentada sobre sus caderas viendo como su pecho continuaba subiendo y bajando con la suficiente violencia para llegar a considerarse un problema.
—Eso...—murmuró mientras que tomaba grandes bocanadas de aire. Se notaba fácilmente que estaba haciendo todo lo posible por verse tranquila aún cuando era evidente el desastre que se había convertido sin que yo tuviese que hacer algo al respecto—...—se quedó en silencio soltando de mi muñeca para poder estirar sus manos contra mi vientre tocando sin pudor mi piel—eso es lo que debemos practicar—confesó con sus ojos fijos en mi torso.
—Manos quietas—ordené estirando mis manos para agarrar de sus muñecas—...—me quedé en silencio viendo cómo, en vez de ofenderse simplemente se encogía de hombros fingiendo una inocencia que fácilmente podría ser comprada—¿De verdad debemos practicar?—pregunté tras unos segundos sin pronunciar palabras. Ella, con calma me sonrió para luego agitar su cabeza en afirmación. Se sintió extraño, pensé aun con el hormigueo envuelto en mis labios, pero no me desagradó y quizás, eso fue lo más sorprendente, el hecho de haber tenido ese tipo de contacto y sin sentir asco al respecto—está bien—acepté sin más las cosas mientras que tomaba la decisión de estirar mis manos. Ella se quedó quieta, sorprendida por mi audaz movimiento a la vez que yo presionaba mis amplias palmas sobre su pequeño rostro agarrando su nuca y parte de su mejilla para tirar de su cuerpo consiguiendo sin mucho esfuerzo lograr que tomara asiento—...—me quedé nuevamente en silencio tomando grandes bocanadas de aire. Mantuve mis ojos fijos en la forma en que ella me veía, parecía que no estaba comprendiendo lo que yo estaba a punto de hacer—tendremos que practicar—aclaré a la vez que me inclinaba presionando toscamente mis labios sobre los suyos.
Me quedé completamente quieta con mi boca fija contra la suya. Nayeon tampoco se movió, ella simplemente sostuvo mi mirada como si estuviese tratando de comprender el por qué de mis inesperadas acciones, pero ni yo entendía la razón que me llevó a aceptar el volver a sentir sus labios. Francamente lo había hecho por mero impulso, quizás, se debía ante el alcohol que continuaba en el interior de mi cuerpo, lo más seguro es que este estaba haciendo gran parte del trabajo que yo, estando sobria jamás me hubiese atrevido a realizar por el mero temor de que no fuese algo que me mereciera. Continué estando inmóvil, con mis labios sin moverse ni un centímetros, podía sentir como mi respiración se mezclaba contra la suya mientras que mi corazón nuevamente comenzaba a latir con una violencia que fácilmente podría ser escuchada por mi acompañante.
"No mereces amar" y como no, la voz brusca y fría de mi padre no tardó en resonar en el interior de mi cabeza queriendo que simplemente yo huyera como tantas veces lo había hecho en el pasado, sin embargo, en vez de alejarla de mi, simplemente decidí inclinarme deslizando una de mis manos contra su pequeña cintura mientras que la otra dejaba tan solo mi pulgar descansando contra su mentón con los demás dedos posados sobre su cuello. Tan solo utilizando mis manos traté de dejarle en claro que no tenía ninguna intención de permitir que huyera de mi lado. Ahora bien, había conseguido tenerla bajo de mi torso, pero no tengo ningún tipo de experiencia en cómo debía proseguir, ya que con la única persona que pudo haberme dado algo de experiencia jamás me atreví a llegar a palabras mayores; sí que es verdad que se podría considerar que fue de alguna manera mi amante, pero jamás permití que la Condesa me besara o me tocara, así que carecía de experiencia alguna sobre este tema.
Al parecer Nayeon notó mi nerviosismo ya que no dudó en cerrar sus ojos para luego simplemente entreabrir sus labios dejando salir su fina y caliente lengua contra mi labio inferior. Sentir aquel audaz movimiento pro su parte me paralizó provocando que ella sin ningún tipo de problema comenzara a tomar el control de la situación. Ella no tenía pudor alguno, con audacia deslizó sus finas y delgadas manos por dentro de mi camiseta abierta, tocó mi piel a su completo antojo mientras que su boca se movía contra la mía con una tranquilidad que no me quedó de otra más que tratar de seguirla. En todo momento mantuve mis manos quietas, mientras que sentía como ella deslizaba sus palmas por mis omóplatos hasta bajar al comienzo de mi trasero, a simple vista no parecía estar preocupada por cómo reaccionaría mi cuerpo y eso era lo que más me preocupaba. Por impulso rompí la unión de nuestra boca agarrando con tosquedad de su quijada para hacerla mirar en dirección del techo. Sin siquiera preguntar llevé mi boca contra la piel de su cuello mordisqueando y lamiendo sobre su carne lechosa escuchando como ella trataba de no quejarse, pero fallando miserablemente en el intento.
Sus dedos se hundieron bajo mi piel, me estaba lastimando, pero aún así, no hice nada para tratar de alejarla de mi.
—Mina~...—me llamó casi sin aliento mientras que yo continuaba apoderandome de gran parte de su piel tratando de marcarla para que nadie más tuviese intenciones de querer poseerla—d~dejame enseñarte—pidió llevando esta vez sus manos contra mi entrepierna queriendo desabotonar el único botón que impedía que las cosas llegaran a más. El simple hecho de sentir sus finos dedos tocando por sobre mi entrepierna me hizo regresar bruscamente a la realidad. Con rapidez la solté llevando mis manos contra sus muñecas para alejarla bruscamente de mi ropa, sin saber que mis acciones fácilmente podrían llegar a lastimarla—¿Mina?—cuestionó con sorpresa mientras que yo simplemente me levantaba de su cuerpo permitiendo que notara el desastre en que me había convertido con la camiseta abierta y el cabello ligeramente revuelto—... ¿Hice algo malo?—preguntó mirando atentamente la forma en que yo me llevaba mis manos en dirección de mi pantalón tratando de alguna manera el poder ocultar el evidente bulto que llamaba la atención—Mina...
—Los rumores son ciertos... yo soy diferente—aclaré mientras que miraba hacia otra dirección sintiendo el pecho caliente y como los pulmones se estrujaban por alguna extraña razón—lo siento—me disculpé con sinceridad llevando una de mis manos contra mi nuca sintiéndome ansiosa ante su atenta mirada—esto me supera—confesé a la vez que daba un par de pasos hacia atrás notando fácilmente como ella se incorporaba permitiendo que yo viera lo arrugada que estaba su vestido nocturno junto con esas adorables mejillas sonrojadas—no puedo darte lo que tu quieres—confesé observando como ella arrugaba sus cejas, para luego simplemente morderse su labio inferior—o... por lo menos no por ahora, así que dame algo de tiempo—pedí cambiando de idea, siendo consciente que no podía negar la posibilidad de que mis instintos terminaran por ganar si es que la oportunidad se volvía a presentar.
—Está bien—aceptó mientras que se sentaba en el borde del colchón. Con tranquilidad se cruzó de piernas dejando sus palmas posadas a cada lado de su cuerpo—no tienes que pensar mucho en ello—aclaró manteniéndose en todo momento demasiada calmada para mi gusto—ya sabes, no es como que me fuera a marchar de tu lado—confesó encogiéndose de hombros haciendo que yo simplemente me mordiera el interior de mi mejilla tratando de esa forma poder dejar de pensar en la forma que latía mi entrepierna—cuando estés preparada las puertas de mi habitación siempre estarán abiertas para ti—comentó sonriendo con diversión, como si realmente disfrutara verme avergonzada—esposa... por favor, ten bonitos sueños.
Me quedé en silencio viendo atentamente la forma en que ella simplemente mantenía toda su atención en la manera en que yo seguía retrocediendo.
—... Buenas noches—me despedí dejando en claro que las cosas habían llegado hasta acá.
Ella no respondió, en silencio se mantuvo en su sitio viendo atentamente como yo trataba de huir, como si estuviese esperando que cambiara de idea, sin embargo eso no iba a ocurrir, así que simplemente me di media vuelta acortando la distancia que había entre la puerta y donde yo me encontraba. Con facilidad me deslicé consiguiendo con éxito abandonar la acolocarada habitación de mi esposa. Al cerrar la puerta decidí presionar mi espalda contra la madera. Avergonzada me llevé nuevamente una de mis manos contra mi rostro tratando de ocultar la vergüenza mientras que sentía como el calor en mis mejillas y orejas no parecían querer disminuir. Estoy acabada, pensé mientras que deslizaba mi mano observando en silencio como mi entrepierna no parecía estar dispuesta en tranquilizarte. "No vaya al baño... solo tóquese" amplié mis párpados ante la sorpresa que me había causado recordar las palabras de de Jackson. ¿Tocarme? me cuestioné mientras que comencé a caminar en dirección del baño. No lo tenía planeado si soy sincera, pero aún así caminé rápidamente por el frío pasillo hasta llegar a la pequeña habitación que tantas veces había recurrido cuando el problema de mis pantalones me saturaba.
Antes de ir a la bañera, cerré la puerta sintiendo como el corazón me bombea con fuerza. Al asegurarme de que nadie entraría me quite la camiseta ya abierta notando gracias al espejo las pequeñas marcas que me habían quedado por culpa de los dedos curiosos que poseía mi esposa, ella... tocó sin pudor, pensé recordando la forma en que sus manos se deslizaban sobre mi piel, ¿Por qué no parecía avergonzada? y me causaba curiosidad la facilidad que tenía para tratar de desnudarme. Decí sacudir mi cabeza en negación tratando de no pensar mucho en eso a la vez que continuaba desnudandome. Al estar libre de telas pude notar como mi entrepierna estaba alzada; esta era la primera vez que le prestaba atención así que no sabía que decía hacer. "Jamás se toque con sus manos secas" el recordatorio de Jackson volvió a llegar a mi cabeza así que simplemente caminé hacia la bañera y me senté en el interior de ella con las piernas ligeramente abiertas dejando que mi miembro se mantuviera tambaleando sin ningún esfuerzo. Esto es vergonzoso, pensé presionando mi codo contra el borde del marmol para dejar descansar mi palma sobre mis labios.
No hice nada durante los primeros minutos, la vergüenza era mucho más dolorosa que el malestar en mi entrepierna, pero sabía que si realmente quería detener esto, tenía que intentarlo aún cuando la probabilidad de que saliera mal fuesen altas. Por impulso solté un pesado suspiro a la vez que alejaba mi palma de mi rostro para estirarla sobre el pequeño frasco de jabón. Lo hice por más instinto que otra cosa. En silencio lo abrí y dejé caer una pequeña cantidad sobre mi abdomen y parte de mi entrepierna sintiendo como el frío pegajoso chocaba contra mi miembro caliento, sentir ese cambio de temperatura me hizo encorvar los hombros mientras que apretaba mi estómago.
—M~Maldición...—gruñí por lo bajo mientras que llevaba mi mano derecha contra mi entrepierna—...—me quedé en silencio presionando mis fríos dedos sobre el tronco notando como este palpitaba alrededor de mis yemas—arriba y hacia abajo, ¿Verdad?—cuestioné en alto sintiéndome torpe por estar pensando con demasiada seriedad lo que tenía que hacer—ha...—suspiré manteniendo mi mano sin hacer ningún movimiento alrededor de mi miembro—¿Por qué me cuesta tanto?—me pregunté avergonzada de estar luchando por hacer algo que a todas luces parecía ser muy simple.
"Puedes pensar en alguien" nuevamente la voz pecadora de Jackson resonó en mi cabeza así que impulsivamente cerré los ojos sin tener en mente a nadie en particular... o eso pensé. Mi mano bruscamente comenzó a moverse en el momento que mi cabeza fue inundada por las imágenes de mi esposa en distintas situaciones. Nayeon sobre el colchón mirándome con expectativas de algo más. Nayeon sobre mi escritorio con una bonita expresión de confusión. Nayeon tocándome como si tratara de apropiarse de mi cuerpo. Nayeon mirándome como si me hubiese echado de menos. Nayeon sonriendo como si estuviese feliz de tenerme. Nayeon diciendo mi nombre con tanta suavidad que no tardaba en volverme loca. Continué moviendo mi mano, de arriba y hacia abajo sintiendo como los dedos de mis pies se contraían mientras que los músculos en mis piernas se tensaba.
—¡Agh!—me quejé sin poder evitarlo a la vez que echaba mi cabeza hacia atrás sintiendo las pulsaciones alrededor de mi garganta mientras que el corazón seguía bombeando con violencia—ha... ha... ¡Ngh!—apreté los labios sintiendo un extraño hormigueo subiendo por mis extremidades inferiores. No podía dejar de pensar en la forma en que mi esposa se veía esta noche; si tan solo no me avergonzara de mi cuerpo, si tan solo fuese una chica normal, entonces podría darle todo lo que ella deseaba—ha...—continué jadeando mientras que llevaba mi otra mano en dirección de mi entrepierna haciendo el mismo moviendo, pero esta vez con ambas palmas. No tardé en sentir como el hormigueo simplemente empeoraba con el pasar de los segundos—maldición—gruñí sintiendo un extraño calor en mi vientre—¡Ugh!—se sentía extraño, pero no quería detenerme aún cuando podía sentir la forma en que mis palmas se resbalaban.
¿Realmente me perdí de esto durante tantos años? me cuestioné mientras que seguía moviendo mis manos sintiendo como los dedos seguían contraídos mientras que las venas de mi cuello y frente resaltaban ante la fuerza con la que estaba reteniendo la respiración.
—¡AGH!—me quejé con fuerza a la vez que tomaba grandes bocanadas de aire. Mis manos continuaron moviéndose hasta que las ganas de orinar invadieron mi interior, por un instante me detuve de golpe haciendo que el aliento resbalara entre mis labios, pero rápidamente recordé que no debía parar, así que continué moviendo mis manos—¡Agh! ¡Ugh!—mordí con fuerza mi labio inferior a la vez que flexionaba mis rodillas sintiendo como mis propias caderas se trataban de mover—¡Ugh! Nayeon...—murmuré sintiendo cómo conseguía expulsar lo que sea que había estado reteniendo contra mi vientre sin poder retenerlo por mucho más tiempo—ha... ha...—tomé grandes bocanadas de aire notando que, en efecto mi entrepierna ya no parecía querer despertar—ha... ha... m~maldición—me quejé sintiendo los latidos en mi cabeza mientras que mis manos pegotes por culpa del jabón seguían estando sobre mi miembro—ha... ¿Q~Qué acabo de pensar?—pensé a la vez que veía el desastre que había dejado.
No lo podía creer, me había tocado pensando en mi esposa.
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