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Park Jihyo

Pov: Park Jihyo (Santa)

Después de haber pasado casi toda la tarde cuidando del pequeño Seungwoo la noche por fin se había dignado en caer sobre el silencioso Ducado provocando que yo llevase al menor directamente a su habitación, sin antes permitir que las sirvientas a cargo de su cuidado lo asearan como correspondía. Debo confesar que no pude evitar el permanecer cerca de Seungwoo vigilando cada movimiento que aquellas mujeres estaban ejerciendo sobre el contrario: francamente, no es que desconfiase de la servidumbre de la Tirana, simplemente sabía que la posibilidad de atacar al heredero del Ducado era lo suficientemente alta para considerarlo un problema. Para mi propia suerte no hubo ningún tipo de problema en el baño de Seungwoo, así que al terminar lo llevé directamente a donde debía descansar sosteniendo su pequeña palma a través de mis delgados dedos. Durante nuestro corto viaje a través del frío y casi desolado pasillo nos mantuvimos en un completo silencio siendo el sonido de nuestros pasos el único ruido que llenaba el lugar. Si debo ser sincera, no podía entender mucho menos comprender lo que estaba pasando por la mente de aquella pequeña cabeza, para su edad, sería completamente normal que llorase o que estuviese preguntando por el paradero de sus padres, pero Seungwoo no cuestión en donde se encontraba Nayeon o Mina, mucho menos preguntó la razón del por qué era yo quién lo estaba llevando a su cama, al parecer, simplemente aceptó la situación sin poner en duda del por qué estaba actuando como si fuese parte de su familia.

Luego de ayudarlo acostarse debajo de las sábanas, decidí arroparlo con las gruesas mantas hasta cubrir gran parte de sus hombros. Debo aclarar que el silencio estuvo continuamente reinando sobre cada movimiento que yo estaba realizando, transformándose en algo verdaderamente incómodo de sobrellevar mientras que podía sentir aquellos profundos ojos rojizos viendo atentamente cada acción que ejercía: se parecía tanto a Mina que llegaba a ser escalofriante. Al terminar de acomodarlo, me senté a su lado esperando con paciencia a que se quedase dormido, pero los segundos pasaban y él continuaba viendo mi tranquila expresión. Por un segundo, debo confesar que el pensamiento de querer leerle un cuento llegó a pasar por mi cabeza, creí que si lo hacía podría ayudarle a que conciliase el sueño, pero como lo había estado haciendo desde nuestra primera interacción, el niño simplemente continuó observando como si estuviese analizando la posibilidad de que fuese una enemiga en potencia, hasta que, de un momento a otro o quizás al no encontrar nada sospecho en mí, decidió simplemente darme la espalda acomodándose perfectamente entre las amplias almohadas que rodeaban su delgado y pequeño cuerpo.

Me mantuve a su lado hasta que pude escuchar como su respiración cambiaba demostrando de aquella simple manera que el niño por fin había conseguido el quedarse dormido. Con mucho cuidado me las arreglé para levantarme del colchón teniendo toda la intención de abandonar la habitación, sin antes claro está, de cubrir bien su espalda con una de las tantas almohadas que tenía a su alrededor. Haciendo la menor cantidad de ruido posible le di un ultimo vistazo notando lo cómodo que se veía en aquella amplia cama. Qué descanses, fue lo único que pensé mientras que abandonaba el cuarto cerrando suavemente la puerta detrás de mí.

Tras cerrar la puerta mi corazón bruscamente se paralizó al notar a una chica apoyada a un costado de la puerta con sus ojos completamente enfocados en el mango de su espada. El hecho de haber notado su sombra bajo la penumbra del pasillo me hizo bruscamente llevar mis dedos contra mi cintura teniendo toda la intención de sacar la pequeña navaja que había comenzado a llevar conmigo después de haber sido arrastrada al Ducado, pero antes de siquiera tener la oportunidad de poder defenderme mis dedos quedaron prácticamente paralizados en el mango de mi arma tras notar como aquella desconocida alzaba su mentón enfocando sus orbes moradas fijamente en mi aturdida expresión.

—Park.

—Momo—respondí con cierto fastidio mientras que alejaba mi mano de mi cintura—¿Qué haces acá? —pregunté cruzándome de brazos notando como ella alzaba una de sus cejas para luego simplemente alejar su espalda de la pared—que yo sepa deberías estar en tu habitación.

—Mina me asignó como escolta del joven príncipe—aclaró llevándose sus dedos contra su delgada cintura, sin mucho interés sacó un par de pelusas de su prenda para luego alzar nuevamente de sus orbes. Era tan evidente su indiferencia, que comenzaba a sacarme de quicio—¿Qué haces saliendo de su habitación?

—Me ordenaron el cuidarlo—contesté sin siquiera saber el por qué le seguía respondiendo mientras que notaba como ella apretaba sus labios visiblemente irritada—¿Vas a pasar toda la noche acá? —cuestioné tras notar su poco interés por querer marcharse.

No quería admitir lo tranquila que me sentía al saber que el pequeño Seungwoo podría por lo menos esta noche dormir en paz gracias a la protección de Momo.

—¿Acaso te importa? —cuestionó logrando que yo simplemente observase la dureza con la que me estaba observando—no eres la clase de persona que muestra interés por lo ajeno.

Si debo ser completamente sincera, estaba más que preparada para recibir este tipo de hostilidad por su parte, aun cuando sus palabras eran duras y afiladas, sabía que no podía molestarme: ella estaba dolida por culpa mía. Me quedé en un completo silencio observando como ella había apretado los puños mientras que fruncía sus cejas, parecía inquieta, avergonzada y lastimada, era evidente su intenso deseo por continuar insultándome, al parecer, no había sido capaz de superar lo que había sucedido entre las dos, pero ya habían pasado casi diez años, ¿Estaría bien volver a pedir perdón?, me cuestioné sabiendo que probablemente eso era lo que menos quería por mi parte, pero no podía simplemente confesar que también había sido víctima de los deseos egoístas por parte de nuestros padres, porque sabía que el admitir toda la verdad solo reabriría la herida que tan fervientemente ambas estábamos tratando de curar.

Al final simplemente continué estando en un completo silencio mientras que mis piernas impulsivamente retrocedían consiguiendo que ella mantuviera su atención completamente enfocada en mi tranquila expresión. Sinceramente, no había motivos reales por las cuales yo debía continuar hablando con ella, así que tan solo le di un último vistazo antes de girarme comenzando a caminar a cualquier dirección que no fuese donde ella se encontraba.

—¡Jihyo!

Me detuve de golpe tras escuchar mi nombre brotando de sus labios, por un momento el deseo de querer girarme inundó mi cabeza paralizando gran parte de mis sentidos. Francamente, estuve a un segundo de seguir mis deseos y simplemente hacerle frente, pero la parte racional de mis pensamientos no tardó en hacerme entrar en razón, así que continué en mi sitio sabiendo perfectamente que si me giraba la lastimaría más de lo que ya estaba, lo siento, pensé a la vez que mordía el interior de mi mejilla haciendo todo lo posible por distraer mis propios pensamientos, lo siento tanto, continué disculpándome mientras que reanudaba mi caminar sintiendo la fuerza con la que estaba latiendo mi abrumado corazón. No me llames... por favor, no nos hagas esto, supliqué en el interior de mi cabeza a la vez que me llevaba una de mis manos hacia el rostro tratando de controlar mis propias emociones que aparentaban querer desbordar en cualquier momento. Fui una tonta arrogante al creer que no nos llegaríamos a topar ahora que ambas estábamos en el Ducado, francamente, nunca pasó por mi cabeza la posibilidad de que nos podríamos llegar a encontrar, creí tan ingenuamente que ella pasaría tratando de luchar con los demás guerreros como lo hizo en su adolescencia que no notaría su presencia, pero estaba equivocada, como siempre Momo se las arregló para destruir mis esquemas.

No puedo pensar en ella... no ahora, me aclaré sabiendo que en estos momentos existían problemas más graves que la turbulencia relación que estábamos teniendo.

Dejé de caminar en el momento que pude notar la presencia de Chan a punto de llegar al despacho de Mina: era evidente sus intenciones por ingresar en el lugar, espera... ahí no dejé a la Duquesa y su esposa, pensé recordando el cómo Mina se había comportado tras atraparnos hablando de ella, oh no, morirás si tratas de ingresar, pensé comenzando a correr hacia su dirección logrando notar como él se detenía tras percatarse de mi presencia.

—¿Santa? —cuestionó confundido mientras que yo simplemente me detenía a una buena distancia de su cuerpo.

—Chan—respondí a la vez que observaba como él reanudaba su caminar yendo directamente hacia la zona donde yo me había detenido—¿Qué haces despierto a esta hora?

—Estaba buscando a la Duquesa—confesó al mismo tiempo en que elevaba una de sus manos en señal de llevar una carta consigo—acabo de terminar de arreglar los detalles con el vocero del Rey con respecto al viaje de la Duquesa—agregó mientras que yo simplemente le daba un vistazo a su carta notando rápidamente el sello real—él me ha entregado esto después de que la Duquesa lo dejó hablando solo—aclaró—¿Usted que hace despierta?

—Estaba cuidando de Seungwoo—confesé viendo como Chan simplemente me veía para luego girar su rostro enfocando su atención en la puerta—¿Mina no estaba en su habitación? —cuestioné aun cuando sabía que la probabilidad de que ella y su esposa estuviesen en el interior del despacho era bastante alta.

Deberíamos salir de aquí, pensé siendo completamente consciente de que si llegábamos a interrumpir lo que sea que estuviese sucediendo en el interior de esa habitación, ambos estaríamos condenados a la muerte.

—No, ya he buscado en todos los lugares posibles... este es mi ultimo lugar antes de que eleve una alerta—confesó evidentemente preocupado con su atención completamente enfocada en la puerta—a pesar de que generalmente no avisa a donde va, esta vez parecía verse distinta a lo normal así que estoy preocupado—admitió deslizando sus orbes hacia mi dirección permitiendo que yo notase lo avergonzado que se veía—además, necesita leer la carta lo más pronto posible—aun cuando yo no le había pedido explicaciones él impulsivamente me la estaba brindando.

—Debe estar con la Duquesa—aclaré notando como él aceptaba mis palabras con un suave movimiento de su cabeza—... deberías ir a tu dormitorio, nada cambiará si lo lee hoy o mañana—aconsejé consiguiendo que él aceptara.

—Bien... aunque de todas formas dejaré la carta en su despach...

—¡Ugh! ¡M~Mina~!

Bruscamente tanto Chan como yo nos quedamos en un completo silencio escuchando de fondo como los suaves quejidos provenientes del despacho de la Duquesa comenzaba a llenar el silencio del pasillo. Rápidamente mis mejillas se encendieron en un fuerte tono carmesí al mismo tiempo en que Chan retrocedía abrumado por lo que estaba escuchando: a simple vista parecía aturdido, como si no fuese capaz de entender lo que estaba ocurriendo. Francamente, no esperaba que aún lo estuviesen haciendo, creí que ya estarían en sus habitaciones al llegar a un acuerdo carnal, pero al parecer, Mina estaba descargando todo lo que no pude en el último tiempo contra la joven Duquesa, vaya... tal parece que mañana tendré demasiado trabajo, pensé a la vez que, por impulso me llevé los dedos contra los labios tratando de retener mi risa nerviosa al escuchar como los sonidos obscenos aumentaban de nivel. Ambas eran unas completas descaradas. Regresé mi atención en mi acompañante notando como este desviaba su mirada de mi rostro con sus orejas hirviendo al comprender lo que significaba específicamente aquellos sonidos.

Digamos que Mina no estaba precisamente en problemas.

—¿Realmente quieres interrumpir? —pregunté con cierta diversión en el tono de mi voz consiguiendo que él tensara su expresión para luego simplemente estirar su mano agarrando de mi antebrazo—¿Huh?

—No es algo que una Santa deba escuchar—aclaró mientras que me arrastraba alejándome velozmente de la candente escena que se estaba produciendo en el interior de esas cuatros paredes.

—Estas sonrojado—comenté sin ocultar mi tono burlón—¿Tanta vergüenza te causa? —pregunté mientras que él se detenía obligándome a tener que hacer lo mismo.

—Tú también estas sonrojada—replicó al mismo tiempo en que se giraba posando sus ojos en mi rostro—...—se quedó en silencio agachando su mirada para poder esconder el sonrojo en sus orejas—simplemente... no me lo esperaba—cambió de parecer tras notar lo calmada que yo estaba—francamente, uno no espera escuchar esa clase de sonidos, mucho menos provenientes de la persona a la que sirves.

Lo miré en un completo silencio sin saber que responder ante lo que estaba comentando, si debo ser del todo sincera, no tenía nada que opinar, Chan había estado en lo correcto, era una situación vergonzosa más teniendo en cuenta que él era devoto a Mina así realmente no podía hacerme una idea que tan mal debía estar pasándolo al comprender la clase de cosas que hace la Duquesa o mejor dicho que clase de cosas le hace a su esposa. Por mero impulso volví a llevar mi mano directamente contra mi rostro, con cuidado presioné mi palma sobre mi boca tratando vagamente de ocultar la diversión que me estaba causando el saber que había conseguido de una u otra manera el molestar a Chan, vaya... no esperaba que fuese un daño colateral, pensé a la vez que observaba como él alzaba su mentón encontrándose nuevamente con mis ojos, permitiendo que yo pudiese notar el claro fastidio brillando de sus oscuras orbes.

Era evidente el hecho de que estaba irritado.

—Qué tu nunca hubieses desarrollado el pudor, no significa que yo sea igual—aclaró retomando nuevamente la conversación. Yo, tras escucharlo decidí alzar mis comisuras mientras que deslizaba mi palma de mi rostro permitiendo que él notase la manera en que le estaba sonriendo, esto lo va a fastidiar, pensé viendo como suspiraba—...—se quedó en silencio tratando de comprender lo que estaba pasando por mi cabeza—ha...—suspiró mirando hacia otra dirección—no puedo creer que de todas las candidatas hubieses sido la elegida—se quejó con suavidad.

—Bueno... no es mi culpa el ser perfecta—repliqué elevando mi mano libre en señal de estar restándole importancia a la situación.

Chan simplemente me miró.

—Querrás decir arrogante y narcisista.

Yo le sostuve la mirada.

—Bah... que más da esos detalles banales... —aclaré sin mucho interés—de todas maneras, ninguna de las personas con las que me relaciono les interesa específicamente eso de mi—agregué mientras que me encogía de hombros—además, a la única identidad que le podría llegar a importar es a la iglesia, pero todos sabemos que a ellos no le interesa mi personalidad... ya sabes, ellos solo quieren mi maná curativo y ojala poder utilizarlo sin ningún tipo de restricción—le recordé algo que ya habíamos hablado en su momento consiguiendo que él tan solo apretara sus labios evidentemente incómodo por la conversación.

—Quizás si les impo...

—Por favor—me quejé interrumpiéndolo; había muchas cosas que generalmente odiaba, pero no habia nada más detestable que sentir la lastima ajena—si realmente les importara mi lado narcisista y arrogante, o quizás mi falta de pudor, yo ya estaría en algún estúpido tratamiento o quizás muerta.

—No digas ese tipo de cosas—se quejó mientras que guardaba la carta en el interior del saco de su chaqueta—tu muerte podría causar una guerra en el Imperio.

Suavicé mi mirada al notar la preocupación en el tono de su voz.

—A pesar de que tus palabras alimentan por completo mi ego, desde el momento en que di un pie en el interior de la iglesia estos se encargaron en decirme de forma directa o no, que si se llegase a presentar alguien con mejor maná que el mío, no dudarían en desecharme—aclaré manteniendo la calma, como si no me importara la posibilidad de ser algún día descartada al igual que un juguete sin valor—ha... —suspiré al notar como él arrugaba el puente de su nariz visiblemente lastimado por la indiferencia en mis palabras—esta bien Chan... no es necesario que hagas ese tipo de expresión—pedí a la vez que estiraba mi mano presionando mi palma justo en su esternón—aún no he muerto.

—¿Cómo puedes ser tan indiferente con tu propia vida? —cuestionó tratando de entender mi pensamiento—eres una Santa... no se supone que debas actuar de esta manera—aclaró mientras que yo simplemente suspiraba.

—¿Y?

Al parecer mi pregunta lo aturdió.

—Los ciudadanos tiene fe en ti... ¿Qué pasará si se llegan a enterar de que tienes este pensamiento?—aclaró como si el hecho de que recibiera el apoyo de los ciudadanos fuese suficiente.

Que tonto e ingenuo eres... pequeño Chan, pensé manteniendo toda mi atención en su confundida expresión.

—Bueno... yo nunca fingí algo que no era—le recordé manteniendo la calma—sigo siendo la misma Jihyo de hace diez años—agregué notando como él no parecía entender mis palabras—a lo que me refiero... es que la gente por cuenta propia decidió idealizarme... —aclaré con tranquilidad al mismo tiempo en que daba un paso hacia atrás consiguiendo que él soltase de mi brazo—lo único que hice fue recibir el titulo de Santa, el cual.... te recuerdo que lo obtuve netamente por mi poder curativo—agregué llevando mis manos contra mi espalda— no es mi culpa que los ciudadanos creyesen ingenuamente que recibí el titulo por ser pura.

—Aun cuando dices todo eso... de todas formas, muy en el fondo quería ser una Santa, ¿Verdad? —me acusó en tono de pregunta mientras que yo simplemente le sostenía la mirada—sino... ¿Por qué aceptaste el puesto?

¿Por qué? Bueno... porque... porq... traté de recordar mi verdadero motivo sintiéndome gratamente sorprendida de no ser capaz de recordarlo.

Había olvidado el por qué seguía siendo una tonta Santa.

—Porque me gusta ser el centro de atención.

Decidí responder de forma banal simplemente para que él no tuviese tiempo suficiente para sacar conclusiones erróneas, aunque claro, a pesar de que me había justificado de manera tranquila y hasta casi convincente teniendo en cuenta que tipo de personalidad poseía, muy en el fondo, sabía que el tonto e ingenuo Chan no sería capaz de creerme. Lamentablemente para mí, él me conocía demasiado bien.

—¿Te gusta ser el centro de atención... o te gusta la atención de alguien en particular?

Mi cuerpo se tensó al escuchar lo que había preguntado con tanta tranquilidad, este mald... pensé tratando de no insultarlo en mis pensamientos mientras que me mantenía en mi sitio. A pesar de que Chan seguía manteniendo esa actitud jovial y calmada tan propia de su personalidad, pude notar por el brillo de su oscura mirada lo mucho que él quería que dijese un nombre en particular.

—No se a que te refieres—decidí irme por las ramas, esperando ojalá a que él no insistiera con el tema que claramente yo no quería tocar.

—¿Realmente no sabes? —cuestionó cruzándose de brazos mientras que yo miraba hacia otra dirección—... sino te conocieras, hasta podría decir que te he puesto nerviosa—comentó logrando que mis orbes regresaran a su atractivo rostro.

—¿Tú? jamás—respondí tan rápido y fácil que no sería para nada una sorpresa si llegaba a lastimar su autoestima—... no te ofendas, prefiero la atención de alguien más bajo.

—Mmmh... ¿Alguien bajo? —cuestionó llevándose los dedos contra su mentón—¿Y de cabello negro? —preguntó viendo como yo, por mero impulso asentía con mi cabeza—¿Quizás... que maneje la espada? —siguió preguntando mientras que yo respondía con afirmación solo para que comprendiera que, definitivamente él no era mi tipo—¿Explosivo y peleador? —estaba haciendo preguntas extrañas que casualmente eran completamente distintas a él, así que continué afirmando sin pensar mucho en ello—¿Con ojos claros como el amatista?

—¿Sí? —respondí tratando de recordar que color era la piedra de amatista.

—Ah... o sea alguien como Hirai Momo.

—Exac... ¡¿Qué?! —pregunté notando como él sonreía ampliamente al atraparme—¡No! ¡Jamás! —exclamé sin saber por que me estaba exaltando tanto mientras que Chan simplemente mantenía una actitud burlona—no digas idioteces... mucho menos en este lugar—me quejé estirando mi mano para presionar mis dedos contra sus labios.

Chan rápidamente elevó sus manos mientras que movía su cabeza permitiendo que mis yemas se deslizaran hasta su mentón.

—¿Qué?... solo digo que ella encaja perfectamente en tus estándares—comentó como si tan solo hubiese sido una mera casualidad el llegar a ese resultado—no entiendo el por qué te comportas de esta manera—agregó mientras que yo me mordía el interior de mi mejilla, mientras que continuaba haciendo todo lo posible por tratar de silenciarlo—digo... no es como si hubiesen estado en una relación, ¿Verdad?

Amplié mis párpados sintiendo la fuerza con la que estaba latiendo mi corazón ante la repentina encerrona que él me había hecho. Francamente, me encontraba en un aprieto, en un maldito aprieto, pero no podía simplemente confesar la relación turbulenta que había tenido con Momo, mucho menos podía negar que no había sucedido nada entre las dos, porque sabía que, muy en el fondo si mi respuesta llegaba a sus oídos el daño que ya había hecho simplemente empeoraría, y sinceramente, eso era lo que menos quería causar. Maldito Chan, lo insulté sin más sintiendo como él llevaba sus manos contra mis antebrazos dejando sus palmas descansando en esa mientras que alzaba sus comisuras evidentemente divertido por mi visible nerviosismo.

—¿Chan?

Y como si la mala suerte la hubiese llamado, pude escuchar la tosca pregunta proveniente de Momo resonando en el interior del pasillo. Visiblemente sorprendidos, tanto Chan como yo nos miramos directamente a los ojos, para luego simplemente él girarse mientras que yo me inclinaba hacia el lado posando toda nuestra atención en la forma en que Momo se estaba acercando, sin siquiera molestarse en ocultar su evidente aturdimiento.

—¿Jihyo? ¿Qué haces con él? —preguntó buscando explicaciones que claramente no le correspondían, pero que podía entender el por qué las estaba pidiendo—... aleja tus manos de ella—ordenó en el momento que se detuvo al lado de Chan notando la repentina cercanía de su cuerpo contra el mío.

El más alto tras escuchar la tosquedad en su orden, simplemente decidió dar un paso hacía atrás mientras que contraía sus brazos, como si recién ahora hubiese sido capaz de comprender lo que había estado haciendo.

—¿Y bien? —volvió a preguntar mientras que se cruzaba de brazos: ella ni siquiera se estaba tomando la molestia de ocultar su irritación.

Chan ni siquiera tuvo tiempo de responder cuando yo ya me había adelantado.

—¿No puedo estar acá? —pregunté cruzándome de brazos logrando que sus orbes morados se enfocaran en mi expresión. A simple vista no parecía estar muy a gusto con mi respuesta—... más bien, ¿Qué haces tu acá?, deberías estar velando por el sueño del pequeño heredero.

—¿Ah? —cuestionó sin cambiar de expresión—... me ha ordenado un vaso de leche—respondió como si no pudiese evitar el darme explicaciones.

—Entonces ve a por ello—y me odiaba por estar siendo tan tosca con ella, pero no podía evitarlo, necesitaba que ella comprendiera que no había posibilidad de que ambas mantuviéramos una buena relación.

—Chan ve por la leche.

—Chan se quedara conmigo—aclaré agarrando la muñeca del castaño al ver que se movía dispuesta en seguir la orden—Tu fuiste quién recibió la orden.

—Tenemos que hablar—explicó mientras que sus ojos seguían enfocados en lo que yo estaba sosteniendo.

—Tu y yo no tenemos nada de que hablar—repliqué dando un paso en dirección de Chan para envolver mi brazo sobre el suyo—y menos en la madrugada, estoy cansada, y me quiero ir a la cama—aclaré sintiendo como mi corazón seguía latiendo violentamente en el interior de mi pecho ante la frialdad en su mirada.

—¿Y te irás con él?

—Si—y decidí simplemente ser tajante sabiendo que si continuaba con este debate ninguna de las dos podría dejar ir a la otra.

Momo se quedó en un completo silencio como si no pudiese creer en mis palabras, pero al notar como yo no soltaba del brazo de Chan entendió que estaba hablando en serio así que simplemente dio un paso hacia atrás. Evidentemente fastidiada por mi comportamiento hizo sonar su lengua contra su paladar para luego mirar hacia otra dirección: sentía que en cualquier momento mataría a Chan, así que tenía que hacer que se marchase.

—Has lo que quieras—gruñó mientras que comenzaba a caminar por el pasillo dispuesta en ir a la cocina.

Me quedé en silencio observando como ella rápidamente se perdía en el largo pasillo. Ansiosa por esta nueva interacciones me mantuve mordiendo mi labio inferior mientras que me repetía una y otra vez que no debía ir tras ella.

Nuestra relación se acabó.

—Así que... ustedes realmente estuvieron en una relación—y la voz sorprendida de Chan me hizo girar bruscamente mi rostro para notar como él estaba viendo hacia la misma dirección que yo estaba viendo segundos atrás—¿Qué? O sea... tuve mis sospechas, pero no esperaba que fuese cierto.

—¿Lo sabías? —pregunté a la vez que soltaba de su antebrazo tratando de recuperar mi espacio personal.

—Bueno... digamos que Momo no era muy buena disimulando—aclaró llevándose su mano contra su cuello—y por la forma en que tu dejaste de ir a la mansión de la Capital... asumí que algo había ocurrido entre las dos.

Me quedé en un completo silencio sin saber que debía decir ante la manera casi perfecta en que nos había descubierto.

—... ¿Por qué terminaron? —continuó preguntando al comprender que yo no iba a responder a su repentina deducción.

—Ha... simplemente olvídalo, fue una relación de hace diez años atrás—aclaré al mismo tiempo en que daba un paso hacia atrás—me iré a dormir—decidí simplemente cambiar el tema siendo consciente de que independientemente de lo que dijera él no estaría satisfecho.

—Espera...—pidió consiguiendo que yo simplemente me quedase en mi sitio—¿No vas a responder?

—No tengo ningún deber de hacerlo—repliqué mientras que comenzaba a caminar en dirección de mi habitación—buenas noches.

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