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Nuevo plan

Pov: Myoui Mina.

Para mi desgracia los preparativos para la guerra habían finalizado, por lo cual, las excusas para continuar aplazando mi salida se habían terminado. En un completo silencio llevé mis dedos contra uno de mis hombros tratando de asegurarme que mi gruesa capa de lana estuviese siendo firmemente adherida a mi traje mientras que el frío propio del Norte acariciaba maliciosamente mis mejillas sonrojadas. A pesar de que me dirigía a la guerra del Sur, el trasladarme con la pesada armadura sobre mi robusto caballo solo aumentaría el tiempo de viaje, cosa que claramente no quería causar, así que la dejé en el interior del carruaje junto con el resto de las armaduras de mis caballeros. Por mero impulso giré mi rostro observando como Misuk abandonaba mi palacio con un evidente malestar envuelto en sus facciones, era evidente que ella no quería marcharse, tal vez porque sería mucho más difícil el poder realizar movimientos en el interior de mis tierras desde la lejanía de toda civilización, pero no había forma de que permitiera que estuviese en el mismo metro cuadrado que mi esposa, así que personalmente la escoltaría hasta uno de los anexos, específicamente el más alejado de la villa principal, no dejaré que siquiera respires el mismo aire que mi mujer, pensé deslizando mis orbes antes de que sus morados ojos se encontrasen con los míos. Si, yo seguía odiando esa mirada.

—D~Duquesa...—Chan me llamó a mi lado con un claro temblor en sus palabras.

Sin mucho interés decidí girar mi rostro enfocando toda mi atención a lo que el chico llevaba puesto; al igual que el resto de los caballeros que serían parte del batallón principal, mi joven mayordomo llevaba consigo un pesado traje negro junto con una corta capa que lo cubría de este duro invierno mientras que su cabello castaño ligeramente ondulado se revolvía ante el frescor de la mañana. A simple vista daba la impresión de estar ansioso, como si la idea de marcharse lejos del Ducado lo espantara lo suficiente como para hacerlo temblar.

Aun sabiendo lo cruel que era, no pude evitar el esbozar media sonrisa por culpa de lo divertido que era el notar el miedo emanando de sus toscas facciones.

—No importa que tipo de excusa des... de todas formas serás arrastrado a la guerra, si es necesario te amarraré a tu caballo—respondí logrando conseguir que él simplemente tensase sus hombros mientras que apretaba sus labios en señal de no ser capaz de replicar lo que yo acababa de soltar.

Buen chico.

—¡La princesa abandona el Ducado!

Irritada regresé mi atención hacia el frente tras escuchar como los guardias personales de la hija del Rey comenzaban a realizar un espectáculo ante la salida de la contraria, ¿Por qué todo tiene que ser tan extravagante...? es un maldito fastidio, pensé mientras que continuaba observando la manera en que ella, llena de arrogancia mantenía su mentón en alto, con claras intenciones de menospreciar al resto del personal que estaba presente. ¿Dónde esta mi esposa?, me cuestioné mientras que mis orbes se deslizaban hacia la puerta principal tratando de encontrar entre los nobles propios de mis tierras y el resto de los sirvientes, mismos que estaban esparcidos alrededor, a mi esposa, ¿Acaso no piensa despedirse?, me cuestioné sintiendo la fuerza con la que mi corazón había comenzado a latir por culpa de su ausencia, no puedes esconderte, pensé siendo consciente que si se atrevía a no despedirse, no dudaría en buscarla a través del basto Norte con tal de conseguir un beso por su parte, iba hacer todo lo necesario porque no había no había manera en que yo me fuera sin sentir nuevamente esa hipnotizante sensación que solo su boca era capaz de brindarme.

—Chan...—decidí el llamarle sintiendo como él rápidamente enfocaba su atención en mi perfil mientras que yo continuaba buscando la presencia de mi esposa a través de la mirada—¿Dónde está mi esposa y el mocoso? —cuestioné tras notar la ausencia de Seungwoo.

—¿Huh? Oh bueno... la Duquesa debe estar con la Santa, probablemente aparezca en unos minutos más.

—¿Probablemente? —respondí mientras que dejaba mis manos puestas detrás de mi espalda tratando de mantenerme tranquila—no me gustan las probabilidades—aclaré para luego simplemente apretar mi quijada ante la ansiedad que me causaba no notar su presencia.

Mierda... si ya estoy de esta manera, ¿Cómo lo haré para estar tanto tiempo lejos de ella?, me cuestioné irritada de comprender lo mucho que había cambiado por culpa de su existencia.

—...Duquesa—Chan nuevamente me llamó tras notar la manera en que mi expresión había cambiado por culpa de mis propios pensamientos—la princesa se esta acercando hacia nuestra dirección—tomo la decisión de dar aviso a lo que estaba sucediendo mientras que podía sentir la manera en que su cuerpo se había aproximado al mío con claras intenciones de querer susurrar—por favor... no saque su espada, aun si la princesa dice un mal comentario—pidió visiblemente ansioso por mi posible reacción.

Él me conocía bien.

Decidí no responder aun cuando era consciente que eso podría empeorar la ansiedad en mi acompañante, simplemente enderecé mis hombros al mismo tiempo en que mi atención lamentablemente volvía recaer en Misuk. Aun cundo sabía que era posible, el rechazo que sentía hacia su persona violentamente me golpeó de frente consiguiendo que el aire abandonase por completo mis pulmones, por mero instinto tragué saliva mientras que mis manos enguantadas no dudaban en empuñarse en un desesperado intento por no sacar mi arma y tan solo asesinarla, queriendo callar de una buena vez todas las pesadillas que ella me había dejado por mero egoísmo. Contrólate... hazlo por el bien de tu esposa... por el bien de tu familia, me ordené haciendo mi mejor esfuerzo por distraer mis propios pensamientos. Rápidamente aquella mujer no dudó en detenerse frente a mí, con cierta arrogancia trató de sostenerme la mirada mientras que yo, con completa seriedad veía su expresión.

—¿No deberías inclinarte? —cuestionó al mismo tiempo en que estiraba su mano dejando el dorso de esta apuntando hacia mi persona con claras intenciones de querer que yo la tomase—... estoy segura de que tienes modales—aclaró con un deje sarcástico en el tono de su voz.

No. Definitivamente yo no podía tocarla, a pesar de que sabía que existía una fina capa que separaba mi mano de su piel, no había manera de que yo pudiese presionar cualquier parte de mi cuerpo contra el suyo sin tener ese impulsivo deseo de querer arrancarle la cabeza.

—En el Norte los modales no existen—respondí sin moverme de mi sitio logrando observar la rabia que emanaba a través de sus ojos, pero sin cambiar la seriedad en su expresión, no eres buena ocultando tus emociones, pensé sin poder evitar el sentir repulsión—así que no pida algo que no podemos brindarle—le aconsejé al mismo tiempo en que volvía alzar mi mirada notando como la puerta principalmente nuevamente era abierta logrando acelerar a mi abrumado corazón—si desea recibir ayuda para subir a su carruaje, tengo una amplia variedad de caballeros que morirían por sostener su mano—agregué sintiendo como mis orejas se calentaban tras notar como Nayeon salía con Seungwoo sosteniendo de su mano sin entender muy bien el por qué todos estaban en un completo silencio—si me disculpa, debo ir con mi mujer.

Ni siquiera me moleste en brindarle una mirada, sabía perfectamente que tipo de expresión había realizado. Con cierta emoción caminé directamente hacia mi esposa aun cuando era consciente de que, por lo general quien quedaba en casa debería acercarse para dar la despedida, pero no había manera en que yo fuese capaz de quedarse quieta a espera de su llegada. Mientras que trotaba no dudé en quitarme los guantes guardando estos en uno de los tantos bolsillos de mi chaqueta, durante todo mi viaje pude sentir la mirada de la princesa penetrando directamente contra mi nuca, posiblemente molesta ante el poco interés que le había brindado, pero no le di mayor importancia a cómo podía estar sintiéndose, porque no existía nada en el mundo que fuese lo suficientemente importante como para conseguir que mi atención se desviara de mi mujer.

Nadie podía competir con Myoui Nayeon, menos si estaba relacionado con mi corazón.

—Esposa—no dudé en llamarla tras acercarme notando como ella rápidamente apretaba sus labios en un desesperado intento por controlar las lágrimas que amenazaban con rodar por sus mejillas—¿Por qué has tardado? —cuestioné al mismo tiempo en que estiraba de mis manos hasta lograr presionar mis palmas directamente contra sus suaves pómulos—¿No descansaste lo suficiente? —cuestioné tras notar las ojeras dibujadas bajo sus bonitos ojos.

¿Por qué no noté su cansancio?, me pregunté molesta de mi propia negligencia.

—... Estaba vistiendo a Seungwoo—respondió ignorando por completo mis preocupación mientras que, sin siquiera dudarlo decidía elevar sus manos para presionar sus dedos contra el dorso de mis manos, sosteniendo de esa forma el agarre que había estado manteniendo.

Yo sabía perfectamente que esa era una completa mentira, probablemente se había encerrado en su habitación tratando de aceptar el hecho de que yo me marcharía, pero como sabía que me estaba mintiendo, también sabía lo difícil que debía estar siendo para ella el fingir que nada estaba ocurriendo, tratando de brindarme su sonrisa más preciosa para que yo no me marchase llena de preocupación.

Decidí simplemente inclinarme deslizando una de mis palmas hacia su nuca para presionar mi boca contra su mejilla sintiendo como ella instintivamente se tensaba.

—No tardaré—aclaré mientras que realizaba un suave camino de besos hasta llegar a su boca—... te amo, no te preocupes—pedí presionando nuevamente mi boca contra la suya—y no te atrevas a quedarte a solas con Jeongin... no me obligues a tener que arrancarle la cabeza—agregué sintiendo como ella curvaba sus labios en una atractiva sonrisa.

—Será mejor que tu no quedes a sola con otra mujer—ella replicó al mismo tiempo en que soltaba el agarre que había mantenido en mis manos para llevarla contra mis hombros—no me hagas querer volcar ese carruaje—susurró contra mi boca, indicando con esa simple cuales eran sus verdaderos deseos.

—Sabes perfectamente que no estaré cerca de esa cosa—respondí viendo como asentía con su cabeza.

—No esta de más el hacer que lo recuerdes—ella siempre tenía palabras para todo, aunque en el fondo era consciente que simplemente estaba tratando de distraer mis propios pensamientos—... despídete de tu hijo—pidió con suavidad tras notar como yo simplemente la admiraba—él también te echará de menos.

—Permíteme el poder memorizar tu rostro—pedía manteniendo mis manos sobre sus facciones—me gusta ese lunar—aclaré presionando mi pulgar sobre su ceja—... eres hermosa—y la halagué sin más logrando que el sonrojo en su rostro simplemente empeorara ante mis palabras. Por estas razones la amaba, porque a pesar de que estaba completamente avergonzada no alejaba su mirada de la mía, como si el observar el intenso color de mi mirada fuese mucho más importante que el ocultar como se estaba sintiendo—ha...— suspiré besando por ultima vez su boca, para luego tan solo soltarla—Seungwoo—le llamé mientras que dirigía toda mi atención hacia su cuerpo.

Con tranquilidad di un paso hacia atrás para poder colocarme con mayor comodidad de cuclillas. La verdad es que ni siquiera le presté atención a la manera en que mi capa se había ensuciado, no tenía mucho interés por algo que tarde o temprano quedaría empapado por sangre, así que simplemente enfoqué mi atención en el mocoso observando como este ya estaba con su atención fija en mi rostro. Me quedé en un completo silencio tras notar la manera en que me estaba viendo, a pesar de que estaba haciendo su mejor esfuerzo por tratar de mantener la calma, era evidente que estaba asustando ante la forma en que sus ojos brillaban, este mocoso, pensé al mismo tiempo en que estiraba mi mano presionando mi palma contra su cabeza.

—No pongas esa expresión—ordené al mismo tiempo en que revolvía de su suave cabello—no voy a morir, así que no estés triste.

Fue todo lo que comenté mientras que podía observar la manera en que Seungwoo había decidido agachar su cabeza en un vano intento por tratar de ocultar sus evidentes deseos por romperse a llorar, sigue siendo un simple mocoso, pensé sin poder evitar aquella incomodidad que me envolvía tras recordar la forma en que me había comportado y el trato que le había brindado, ha... ¿Realmente tendré que hacerlo?, em cuestioné tras notar su silencio sepulcral. Con cierto grado de torpeza hundí mis dedos sobre su cabellera deslizándome hacia su nuca y volviendo a la posición inicial mientras que inclina con cierto cuidado mi torso para que solo él fuese capaz de escuchar lo que tenía por decir. 

—Mamá se marchará por una corta temporada así que en mientras, como el heredero que eres deberás cuidar tanto de la casa como de tu madre, sobre todo si es que llega a esperar un hermanito, ¿Entiendes?—cuestioné logrando que él bruscamente alzase de su mentón para verme con aquellos ojos con tonalidad rubí llenos de incredulidad—...Seungwoo—le llamé al mismo tiempo en que presionaba mi palma contra su nuca tirando de él hasta sentir su frente  contra mi hombro—protege lo que amas, no importa que métodos utilices para lograrlo, solo ten en mente que tanto tu madre como yo vamos a apoyarte... eres un Myoui, puedes hacer lo que tu quieras, nadie tiene el poder de decirte que no a menos que sea tu madre, no lo olvides. 

Finalicé al mismo tiempo en que lo soltaba permitiendo notar su expresión de sorpresa. 

—S~Sí m~mamá.

Oh... no está demás el aclarar que esta era la primera vez que él me llamaba de esa manera. Francamente, no tengo ni la menor idea de que tipo de expresión había realizado, pero sabía que no podía dejar que nadie más que Seungwoo notase la reacción que había tenido a causa de sus palabras. Con cierta brusquedad me levanté notando como el mocoso daba un paso en dirección de mi esposa envolviendo silenciosamente su mano contra el borde de su vestido en un vano intento por no perder su calor.

—Bien... ¡Nos vamos! —ordené sin antes darle un último beso a mi preocupada esposa y revolver nuevamente el cabello del silencioso Seungwoo—ah si antes de que se me olvide—rápidamente detuve mi caminar tras recordar lo que debía decir, como era de esperarse la atención de todos los presentes no tardó en recaer nuevamente en mi cuerpo, a simple vista daban la impresión de estar intrigados, como si simplemente no fuesen capaces de imaginar lo que yo tenía pensado realizar—si me entero que alguien lastimó a mi familia, cualquier rasguño, cualquier herida, no importa el tamaño ni la gravedad, si me entero que algo les ocurrió por muy insignificante que crean que es, será mejor que se escondan porque regresaré a solo asesinarlos—advertí al mismo tiempo en que deslizaba mi mirada hacia los nobles, siendo consciente de que ellos serían lo únicos que se atreverían a hacer algo tan estúpido como tratar de tocar a mi mujer—no se atrevan a menospreciar a mi mujer e hijo, no me gustan los animales que no saben controlarse cuando no tienen bozal... ¿He sido clara?

—¡Sí, señora!

Yo sabía que mis palabras no sería una gran protección, pero por lo menos quién sea que tuviese el valor de tratar de herirla se lo pensaría dos veces antes de actuar.

Porque yo siempre cumplía con lo que decía.

—Entonces sin mas que decir, nos vamos—repetí comenzando nuevamente a caminar, alejándome de mi esposa sin siquiera mirar atrás, siendo más que consciente de que si la veía no dudaría en cambiar de opinión.

Vamos... es por su propio bien, me traté de animar sin dejar de caminar, no puedes quedarte, ella estará en peligro si lo haces, y lo sabía, muy en el fondo era consciente de lo que podría llegar a suceder si decidía quedarme en el Ducado. De forma instintiva introduje mis manos en uno de los bolsillos de mi chaqueta tomando entre los dedos los guantes que anteriormente me había quitado, a pesar de que sabia que no tocaría a nadie, no pude evitar envolver mi piel con la suave tela temiendo de que alguien tomase la osadía de tratar de tocar mis manos desnudas. En un completo silencio continué con lo mío sintiendo las miradas de todos los presentes fijos sobre mi cuerpo, a pesar de que estaba acostumbrada recibir la atención de las personas, en esta ocasión no pude evitar sentirme inquieta, así que simplemente me dirigí hacia mi robusto caballo donde no dudé en tomar de sus gruesas riendas para poder subirme a su lomo, haré mi mejor esfuerzo por no tardar más de lo necesario, y con eso en mente me acomodé en mi nuevo asiento sin siquiera molestarme en ver si la princesa había o no ingresado en el interior de su carruaje. 

A pesar de que hice mi mejor esfuerzo por no mirar, mis ojos instintivamente volvieron a recaer en el cuerpo de mi esposa notando como la Santa ya estaba a su lado haciéndole compañía junto a Seungwoo. Para mi mala suerte nuevamente mi mirada se encontró con la de mi mujer, la verdad es que temía notar el miedo emanando en ellos, pero para mi sorpresa ella simplemente me veía como si estuviese haciendo su mejor esfuerzo por no correr hacia mi dirección, todo estará bien, pensé al mismo tiempo en que elevaba mis comisuras logrando observar como ella se llevaba sus manos hacia el centro de su pecho, para luego tan solo mirar hacia otra dirección tratando de ocultar su dolorosa expresión. 

—¡Muévanse!—ordené sintiendo el corazón apretado.

Manteniendo las banderas con el escudo del Ducado alzadas sobre nuestras cabezas junto con el animado estado de los caballeros, salimos de mis tierras yendo directamente hacia el anexo donde la princesa viviría ojala hasta el fin de sus días, con ese pequeño monstruo creciendo lentamente en su vientre. 

Hice mi mejor esfuerzo por no prestarle atención a las necesidades de aquella mujer, me mantuve en primera fila llevando a mis espaldas al enorme ejercito mientras que podía notar a través del rabillo de mis ojos como mis caballeros mantenían a ralla a los guardias de la chica quienes, con cierto aire arrogante intentaban mantener una conversación mi presencia: eso no va a pasar, pensé tirando con fuerza de las riendas de mi caballo para aumentar la velocidad de nuestro viaje, ni siquiera piensen que tienen oportunidad, y seguí perdida en mis pensamientos sintiendo mis pulmones calientes ante el fresco aire de la mañana. 

Después de un par de horas de viaje logramos llegar a nuestro primer destino. Ni siquiera me moleste en descender de mi caballo, manteniéndome en alto observé como los caballeros ajenos trataban de ayudar a bajar a la princesa quién, visiblemente irritada por el trato que le estaba brindando no dudó en rechazar todo tipo de ayuda para comenzar a descender por cuenta propia. Como era de esperarse ella rápidamente trató de hacer contacto visual conmigo, pero yo mantuve mi atención enfocada en los cinco carruajes que traía para transportar todo lo necesario para luchar en la guerra junto con los casi cinco mil caballeros que había sacado del Ducado: a pesar de que había traído una minoría, seguía siendo suficiente para terminar de una buena vez esta maldita lucha y así regresar lo más pronto posible a los cálidos brazos de mi mujer.

—¡Mina!

Ella se atrevió a usar mi nombre aun cuando era conocimiento popular lo que podría pasar si se atrevían a llamarme de esa manera, así que con cierta irritación giré mi rostro enfocando mi atención hacia su cuerpo notando como ella trataba de acercarse tomando entre sus puños su largo vestido para así caminar con mayor rapidez, pero antes de llegar, Chan no dudó en interponerse en su camino salvándola de mi afilada espalda, que lástima, pensé observando como ella arrugaba el puente de su nariz fastidiada por lo que estaba sucediendo. 

—¡No puedes tratarme de esta manera! ¡Soy la madre de tu futuro heredero!—bramó con las venas de su blanco cuello alzadas ante la rabia. 

Era consciente de que si quería podría simplemente matarla, pero pondría en riesgo la vida de mi familia, así que simplemente suspiré.

—Deberías agradecer de que tu cabeza aun este adherida a tu cuello—repliqué logrando silenciarla, tal parece, que no había esperado esa respuesta por mi parte aun cuando conocía que tipo de personalidad poseía—princesa—le llamé mientras le veía con indiferencia—será mejor que no continúe alzando la voz—ordené observando como ella instintivamente daba un paso hacia atrás—no me gustan los perros que ladran, así que no lo haga, no me obligue a tener que silenciarla—aclaré al mismo tiempo en que descendía de mi caballo notando como Chan daba un paso hacia mi dirección tratando de cubrirme con su cuerpo.

—¡Como te atreves!

—¡Silencio!—ordené liberando mi intención asesina logrando que ella cayera de rodillas al suelo sofocada de la presión que emanaba. 

—¡Princesa!

—Ella esta bien, solo se ha perdido el equilibrio—aclaré observando como sus guardias no tardeaban en acercarse sin entender muy bien lo que había sucedido—llévenla al interior del palacio, al parecer el viaje la ha agotado—respondí mientras que daba media vuelta caminando directamente hacia uno de los carruajes—¡Chan!—le llamé obligándolo a tener que trotar hacia mi dirección—iras conmigo dentro del carruaje, el resto comiencen a prepararse que iremos directamente a la zona de guerra—di la orden sin siquiera molestarse en asegurarme de que la princesa estuviese bien. 

Al momento de subir a uno de los carruajes lo primero que hice fue bajar las persianas internas para evitar que alguno de los caballero pudiese observar lo que ocurría en el interior. Chan tras notar lo que yo estaba realizando simplemente frunció el ceño sin poder entender muy bien el por qué de mi comportamiento. Tras terminar presioné mi espalda contra el respaldo de mi asiento cruzándome de brazos mientras que mi acompañante simplemente presionaba sus manos contra sus muslos visiblemente ansioso ante mi silencio.

—Tengo un plan—decidí romper el silencio que nos envolvía logrando notar como él instintivamente tensaba sus hombros tras oír mis palabras, ni siquiera me sorprendí ante su reacción, estaba bastante acostumbrada a la manera en que él se comportaba cada vez que me escuchaba creando un plan—... no vayas a gritar ni a exaltarte demasiado, lo que menos necesitamos es que llames la atención—aclaré al mismo tiempo en que tomaba una buena bocana de aire para llevar una de mis palmas contra la parte interna de mi chaqueta.

Con cierta calma deslizaba mis dedos hacia los bolsillos interno de mi prenda, tomando entre estos un par de papeles que llevaban escondidos desde muy temprano en la mañana. Yo sabía a la perfección la manera en que iba a reaccionar, quizás por ese mismo motivo estaba viendo fijamente su expresión. Ahí esta, pensé al momento en que revelé el par de pergaminos que había traído conmigo desde directamente mi despacho. Como era de esperarse Chan bruscamente amplió sus párpados sorprendido de ver lo que claramente estaba a mi disposición. 

—Duquesa...

—Es algo que ha estado rondando en mi mente por muchísimo tiempo... no puedo dormir tranquila siendo consciente que he dejado con vida a ese bastardo, así que tomé la decisión de utilizar estos pergaminos para transportarme directamente a la casa del Marques Im—aclaré antes de que él pudiese agregar mayores palabras. Chan simplemente me observó preso del pánico, pero sin tener el suficiente valor como para tratar de replicarme—sé que es una locura, pero si todos creen que estoy dentro del carruaje, no habrá manera de que puedan conectarme a la muerte del Marqués.

—Es estúpidamente arriesgado.

Lo sé, pensé mientras que asentía con mi cabeza.

—Sé que lo es—admití viendo como él mantenía su atención enfocada en mi seria expresión—pero... ¿De verdad crees que mi familia va a estar a salvo ante mi ausencia?—pregunté logrando silenciarlo, porque hasta él era consciente de que ahora mismo ellos estarían lo suficientemente desprotegidos para que cualquier persona fuera de las manos del Rey pudiese llegar a lastimarlos. Por mero impulso apreté mi mandíbula—tu leíste lo que el infiltrado escribió—le recordé siendo consciente de que aquel papel paso de sus manos hacia la mía—sabes lo que ella vivió, así que si tengo la oportunidad de poder acabar con una posible potencia que la lastime, entonces lo haré sin siquiera dudarlo. 

Chan parecía sorprendido de mis palabras, pero no daba la impresión de que estuviese dispuesto en replicarme. 

—... ¿Qué hará con el resto de la familia?

—¿El resto de la familia? supongo que no he sido clara—admití mientras que agachaba mi mirada para observar el papel que aun estaba en mi posesión—mi intensión real es extinguir por completo cualquier rastro de la existencia de la familia Marquesa—respondí sin siquiera mostrar preocupación por ello—... solo necesito que me cubras—aclaré al momento en que volví a alzar mi mirada viendo atentamente como él me estaba observando. 

—Como usted ordene.




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