Me hare cargo
Pov: Myoui Nayeon.
Tal parece que mi esposa realmente había sido capaz de cumplir con su palabra ya que la casa del Marqués seguía estando en pie. Durante los últimos días las cosas dentro de las residencia del Gran Ducado se mantuvieron extrañamente tranquilas, como si de la noche a la mañana una oleada de tranquilidad hubiese azotado el frío Norte. El hecho de que nadie hubiese venido para tratar de crear un conflicto se me hacía extraño, sobre todo teniendo en cuenta de con quién me había casado. Si debía ser sincera, no podía dejar de pensar que en cualquier segundo mi castillo de arena sería derrumbado por alguna extraño, era aterrador el tener constantemente esas sensación, más aún, cuando tenía los recuerdos de mi vida anterior golpeando violentamente mi cabeza, siendo un fiel recordatorio de lo que había vivido y como podría llegar a terminar si no tenía cuidado. Lo único que podía alivianar mi silencioso malestar era el hecho de ser consciente que había conseguido evitar la caída del Ducado al mantener a mi padre con vida, francamente, aún no sé qué fue lo que sucedió para que el Rey Karts y los demás territorios hubiesen tomado la decisión de ir contra ella, pero tenía que hacer algo al respecto para evitar ese terrible suceso.
En un completo silencio decidí alzar mi mirada notando como Seungwoo veía sin mucho interés la taza que tenía frente a su delgado cuerpo. En estos momentos nos encontrábamos tomando té en el pequeño jardín de cúpula que el Ducado poseía; era un lugar hermoso, esto se debía por las rosas rojizas y doradas que rodeaban el lugar. A pesar de que Mina manifestó abiertamente el disgusto que sentía por este lugar, de todas formas, era evidente que estaba en unas de las zonas mejor cuidadas de toda la residencia, lo que indicaba lo importante que era realmente el jardín que en algún momento llegó a ser la zona favorita de la antigua Duquesa, entiendo el por qué le gustó tanto este lugar, pensé sintiendo la exquisita fragancia deslizándose suavemente por mis fosas nasales. Rápidamente mi atención se enfocó nuevamente en mi pequeño y silencioso acompañante, las rosas rojas me recordaban tanto a Seungwoo como a Mina, había que tener cuidado con ellas, a pesar de verse tan frágiles estaban llenas de espinas, y si no era cuidadosa a la hora de sostenerlas fácilmente podría llegar a lastimarme. A pesar de que los ojos escarlatas eran provenientes por la antigua Duquesa, estos se habían transformado en un símbolo para el apellido Myoui, y era obvio que tanto madre como hijo le hacían honor.
Como era de esperarse Seungwoo simplemente me sostuvo la mirada sin mostrar signos de incomodidad, era un niño inteligente que sabía que hacer o como actuar dependiendo de la situación en la que se encontraba, pero era doloroso el ser consciente que su inteligencia se desarrolló más rápido de la normal producto de la violencia excesiva en la que fue sometido, así que debía ser cuidadosa a la hora de interactuar con él, sobre todo que tanto cariño podría brindarle. Se podría decir que Seungwoo era como un gato, si lo agobiabas con mimos no dudaría en lastimarte, por ende, estaba yendo con cuidado. De todas formas, él también había mostrado un cambio significativo en su actitud, a pesar de que aún desconfiaba de las personas a su alrededor, por lo menos se había mostrado más abierto a interactuar conmigo; permitiendo el dormir en la misma habitación y hasta salir de vez en cuando a tomar té, aún cuando era evidente su desagrado. Eres idéntico a Mina... pensé sintiendo como rápidamente mi rostro se sonrojaba ante ese simple pensamiento. Impulsivamente tomé mi taza y la llevé contra mi rostro tratando inútilmente de cubrir con el mármol de esta el calor en mis mejillas. Seungwoo al notar mi reacción no dudó en juntar sus cejas visiblemente confundido por mi repentino actuar, pero sin mover sus manos en busca de una explicación.
—¡Cough! —tosí con falsedad a la vez que bajaba de mi taza permitiendo que él mantuviera toda su atención en mis mejillas aún calentadas—... veo que no traes tus hojas—comenté notando como él amplia sus largas pestañas negras para luego simplemente estirar una de sus pequeñas manos agarrando algo de entre sus muslos—mmmh ya veo—comenté observando lo que me estaba mostrando—tienes bastantes respuestas... ¿Quién tuvo la idea de cambiar por tarjetas? —pregunté manteniendo toda mi atención en como él comenzaba a rebuscar su respuesta hasta mostrarme una en específico—¿Duques... ¿Eh? ¿Tú madre? —cuestioné notando como él hacía una pequeña mueca para luego simplemente asentir con su cabeza.
Esa respuesta fue francamente inesperada.
—¿Te sientes cómodo con este método? —volví a alzar la voz notando como él parecía sorprendido por mi pregunta. Se tomó su tiempo revisando tarjeta por tarjeta, parecía estar pensando cual de todas era las más indicada, pero al final, simplemente alzó su mirada, me observó directo a los ojos y sin mover sus manos asintió con su cabeza—mmmh...—estuve tentada en cometer el error de preguntar si deseaba obtener nuevamente su lengua, francamente, no quería darle falsas esperanzas, pero era un hecho que en mis recuerdos él había sido capaz de regenerar su extremidad gracias al poder de la santa, el único problema es que la santa aun era demasiado joven como para poder hacer algo como eso—eres un buen chico—decidí alagarlo sin más consiguiendo que se sonrojara—¡Pff! —me reí sin más notando la forma en que él miraba hacia otra dirección haciendo todo lo posible por no encontrarse con mi mirada—te has puesto tímido pequeño Seungwoo.
A pesar de que estaba realmente avergonzado no dudó en agachar su mirada para comenzar a mover sus pequeñas manos revisando entre el montón de tarjetas que había traído consigo la respuesta correcta. Con calma esperé que el terminara de leer cada una de las tarjetas, hice todo lo posible para no colocarlo ansioso mientras que mi atención continuaba estando fija en su cuerpo, francamente, era sorprendente lo rápido que había sido para aprender a leer y escribir algunas frases, a pesar de que aún no lo hacía a la perfección, lo estaba haciendo mejor que cualquier niño de su edad y saber eso inflaba mi pecho de orgullo, y pensar que llegó sin saber nada, pensé manteniendo mi mirada enfocada en como él, al encontrar la tarjeta correcta no dudaba en alzarla hacia mi dirección queriendo que fuese capaz de leer su contenido. En silencio incliné mi torso sintiendo como mis cejas lentamente comenzaban a fruncirse a la vez que llevaba mi palma contra mis labios queriendo ocultar la risilla que amenazaba con salir al leer ese claro "No soy un niño" escrito de forma delicada y visible sobre el papel mientras que él nuevamente miraba hacia otra dirección negándose por completo a hacerme frente. Tragué mis carcajadas siendo consciente que eso podría llegar a hacerlo sentir mal y era lo que menos quería causar en él. Tras sentir que mi risa ya no sería expuesta, decidí colocarme de pie consiguiendo que el sonido de la silla arrastrándose hacía atrás llamara la atención de mi joven acompañante, con tranquilidad y dejando en evidencia de que me iba acercar rodee la mesa manteniendo mi atención completamente centrada en como él estaba reaccionando, a pesar de que había demostrado el jamás lastimarlo, su cuerpo seguía manteniendo vagos recuerdos de todo lo que había vivido, por ende, no fue para nada una sorpresa notar como encogía sus hombros queriendo hacerse más pequeño, de lo que en sí, ya era. Notarlo haciendo ese movimiento rompió mi corazón, pero no me atreví a acercarme más siendo consciente de que eso solo podría hacerlo sentirse peor.
Esperé con paciencia a que él se tranquilizara, parecía estar cegado con la idea de que iba a lastimarlo, así que estuvo durante unos minutos con sus ojos cerrados y los hombros cada vez más hundidos, no voy a lastimarte... pensé deseando poder decirlo a viva voz, pero temiendo que el repentino sonido solo empeorase el estado en que se encontraba; yo entendía a la perfección lo que él estaba sintiendo en esos momentos, sinceramente, odiaba no poder hacer más por mi bebé. Luego de unos minutos de absoluto silencio, Seungwoo terminó por reaccionar, con cierto temor abrió sus ojos, parecía confundido al notar la expresión que había hecho mi rostro, pero como si algo le hubiese hecho recordar rápidamente enderezó sus hombros, era visible lo preocupado que estaba y como, sin siquiera dudar comenzaba a mirar hacia su alrededor al parecer, queriendo ver si estábamos a solas; tras asegurarse de que nadie más parecía estar observando, volvió su atención a mi cuerpo, francamente, era obvio su ansiedad, pero aun así asintió con su cabeza como si estuviese aceptando de que yo lo tocase. A pesar de que me dio su consentimiento, de todas formas, solo cuando estuve completamente segura de que no trataría de nuevamente morderme dejé caer mi mano sobre su cabeza revolviendo su ondulado cabello negro notando como él se inclinaba permitiendo que mi palma terminara deslizándose hacia su mejilla, tras sentir mi suave caricia no dudó en cerrar sus ojos, demostrando lo tranquilo que estaba por mi tacto. Realmente eres idéntico a un gatito, pensé sintiendo el calor que emanaba su piel sobre la mía.
—Sinceramente la idea no me gusta...—admití tras recordar los acontecimiento vividos durante la ausencia de mi esposa: probablemente jamás iba a ser capaz de olvidar como él solucionaba las cosas utilizando tan solo sus manos y una sorprendente agilidad con su pequeño y delgado cuerpo. Tras escucharme no dudó en abrir sus párpados encontrándose rápidamente con mis ojos, notar su mirada escarlata inundaba por el miedo y la curiosidad, no tardó en agitar mi corazón—pero si realmente quieres aprender el manejo de la espada... entonces no voy a detenerte—acepté consiguiendo que él bruscamente se levantara.
Sinceramente no era necesario que él tuviese que utilizar una tarjeta para expresar de alguna manera lo que estaba sintiendo en esos momentos, era bastante obvio lo que sus ojos me estaban transmitiendo: Seungwoo parecía incrédulo ante la repentina decisión que había tomado, a pesar de que yo jamás expresé abiertamente que él podía o no utilizar una espada, al parecer notó mi reacción al verlo atacar a mi sirvienta, así que lo más seguro es que asumió que jamás lo dejaría portar un arma. Eres un príncipe, y uno de los principales responsables de llevar la caída del Ducado... sé que tan fuerte eres con una espada, pensé manteniendo mi atención fija en como él, sin siquiera avisarme decidía inclinarse agarrando bruscamente de mi palma para presionar mis nudillos contra su pequeña y fría frente. Eso me sorprendió, no esperaba que él hiciera una acción que generalmente realizaban los caballeros o los nobles de menor estatus, así que sin siquiera pensar en cómo él podría llegar a tomárselo, no dudé en agacharme agarrando toscamente de sus hombros, haciendo que no le quedase de otra más que alzar su vista.
—No hagas eso—me quejé notando como él tan solo mantenía su atención en mis ojos; era obvio que él no había sido capaz de comprender el por qué de mi molestia—no vuelvas a sostener mi mano como si fueses un caballero... eres mi hijo, por ende, no tienes que hacer ese tipo de cosas—aclaré tratando de hacerle entender de que los hijos generalmente no hacen ese movimiento, ya que a la vista de los demás da entender que es un simple subordinado—¿Comprendes? —cuestioné observando como él me veía como si estuviese a punto de llorar—oh... cariño—murmuré deslizando mi mano esta vez contra su delgada mejilla—mamá no quiere que pienses que no eres de la familia... quiero que infles tu pecho con orgullo por ser un Myoui.. ¿Me entiendes? —volví a preguntar consiguiendo que por fin asintiera con su cabeza—muy bien—acepté a la vez que dejaba mi palma por sobre su frente queriendo despejar su cabello para así poder inclinarme dejando suavemente un beso sobre su piel—te quiero bebé.
Seungwoo bruscamente echó su cuerpo hacia atrás. Lo miré con sorpresa al notar como sus mejillas se iluminaban de un ferviente tono carmesí dejando en evidencia lo avergonzado que estaba por mi repentina acción. Él, al darse cuenta de lo que yo había hecho no dudó en llevar sus pequeñas palmas contra su frente, cubriendo con estas el beso recién dado. Genuinamente preocupada de haber cometido un error, decidí darle una pequeña sonrisa queriendo que esta fuese lo suficientemente amable para poder relajarlo, pero en vez de verlo más calmado, simplemente pude observar como daba un saltó, bajándose de su asiento para luego simplemente colocarse detrás de este objeto como si estuviese protegiendo su rostro de mis acciones, no voy a comerte, pensé sintiendo un pequeño deja vu al compararlo como Mina al principio simplemente huía para no estar a solas conmigo, como dos gotas de agua, pensé llevando impulsivamente mis dedos contra mi boca, con fuerza presioné mis yemas sobre las comisuras de mis labios intentando de que no quedara en evidencia lo enternecida que estaba por su reacción.
—Lo lamento—decidí disculparme aun cuando no lo sentía mientras que veía con atención como él continuaba viéndome con cierto recelo—para tu tranquilidad no lo volveré hacer—aclaré llevando mis manos al aire en señal de rendición. Tras escuchar mis palabras impulsivamente amplió sus largas pestañas para luego simplemente sacudir su cabeza en negación, ¿Huh? Pensé notando la fuerza con la que se estaba negando—¿No? —pregunté sin entender muy bien a que se refería—acaso... ¿Te refieres a que no quieres que deje de besarte? —cuestioné intentando comprender la situación. Seungwoo al escucharme no dudó en asentir bruscamente con su cabeza, pero siendo incapaz de sostenerme la mirada, lo que indicaba que estaba genuinamente avergonzado—oh...—la verdad es que no esperaba esa respuesta.
Por lo menos es más comunicativo que mi esposa, pensé mientras que veía como lentamente se alejaba de la silla, parecía dispuesto en entregarme nuevamente su frente, pero era consciente de que si volvía a besarlo podría gatillar una ansiedad incontrolable, así que traté de simplemente tener una distancia prudente: por el bien de los dos, aunque claro, no pude evitar el revolver su ondulado cabello sintiendo la suavidad deslizándose a través de mis yemas. Solo cuando me sentí satisfecha decidí alejar mi mano mientras me enderezaba sintiendo sus ojos escarlatas fijos en mi rostro.
—Bien... entonces, ¿Quieres ir a practicar? —no dudé en cambiar el tema siendo consciente de que si seguíamos con lo mismo él no sería capaz de reponerse. Tras escucharme mantuvo su atención en mi cuerpo. El hecho de ver su mirada brillando en emoción infló mi corazón de alegría. Sinceramente, deseaba poder proteger esos sentimientos el mayor tiempo posible—vamos—le animé observando como él asentía fervientemente con su cabeza para luego agarrar de sus tarjetas. Visiblemente emocionado comenzó a caminar a mi lado con sus ojos inspeccionando su alrededor—te dejaré practicar, pero debes prometerme que no te vas a lastimar, ¿He sido clara? —pregunté viendo como él no parecía prestarme atención, aunque de todas formas asintió con su cabeza—si te veo lastimado no dudaré en hablar con tu madre para prohibirle a los caballeros que te enseñen, ¿Entendiste? —y sentía que la ansiedad por verlo lastimado lentamente comenzaba a hacer estragos en mi cuerpo.
Seungwoo nuevamente asintió con su cabeza, notarlo emocionado me hizo decidir el mantenerme en silencio siendo consciente que si continuaba hablando la repentina ansiedad en mi simplemente aumentaría, y no quería retractarme de mis propias palabras porque eso lo haría estar triste. Con calma ambos abandonamos el jardín de cúpula de la antigua Duquesa, rápidamente el frío invierno azotó nuestros cuerpos lo que me hizo recordar lo peligroso que sería si no teníamos nuestro cuerpo cubierto, impulsivamente giré mi rostro tratando de asegurarme de que mi pequeño acompañante estuviese bien abrigado.
—¿No tienes frío? —cuestioné aun siendo consciente de que no debería sentirlo ya que fui la encargada de elegir sus prendas, pero no pude evitarlo, el temor de que estuviese pasando frío era más fuerte que ese pequeño detalle. Como era de esperarse Seungwoo ni siquiera parecía estar escuchando mis palabras, aunque no dudó en negar con su cabeza, quizás para tratar de calmarme—si en algún momento lo llegas a sentir, no dudes en avisa...—abruptamente fui silenciada al sentir su pequeña y fría mano sosteniendo mi palma.
Francamente, no tengo ni la menor idea de que tipo de hechizo poseían los Myoui, pero era sorprendente y quizás hasta vergonzoso lo domable que me volvía cuando se trataba específicamente de ellos. Avergonzada regresé a un cómodo silencio mientras que continuábamos caminando, durante el transcurso de nuestro pequeño viaje no era capaz de dejar de pensar que Seungwoo había decidido por cuenta propia el sostener mi mano, el hecho de que lo hubiese realizado por voluntad era un cambio enorme, así que quería disfrutarlo el mayor tiempo posible. Seungwoo en cambio ni siquiera parecía estar prestando atención a mi reacción, él simplemente estaba demasiado emocionado por sostener una espada como para tomarse la molestia de ver lo que estaba sucediendo a su alrededor. El rodear el Ducado nos tomó alrededor unos diez minutos caminando a buen paso, como era de esperarse no tardamos en notar a los caballeros quienes continuaba practicando en medio del patio de entrenamiento. Cada uno del os hombres llevaba consigo ropas holgadas, sus cuerpos calientes desprendían vapor ante el contraste del frío y el calor, pero ellos no parecían estar preocupados. A pesar de que no era la primera vez que estaba acá, me sentía ligeramente intimidada por como la atención recaía velozmente en mi cuerpo y el de mi hijo.
—¿Gran Duquesa? —cuestionó Jeongin siendo el primero en acercarse a trote rápido mientras que el resto del personal no dudaba en detener su entrenamiento para venir a saludar—ha...—suspiró tomando grandes bocanadas de aire mientras que Seungwoo impulsivamente se colocaba delante de mi cuerpo tratando de asegurarse de que el caballero no tuviese ningún tipo de contacto conmigo—¿Huh? —el sonido desconcertado que desprendió su voz me hizo querer arreglar las cosas lo más rápido posible para no tener que verme en la obligación de responder a sus preguntas.
—Sir Jeongin—le saludé notando como sus ojos regresaban a mi rostro. Rápidamente el chico hizo una reverencia al igual que lo hicieron sus silenciosos acompañantes—me gustaría pedirle un favor—aclaré manteniendo toda mi atención en la forma en que enderezaba su espalda. A simple vista parecía interesado por mis palabras, así que esperó en silencio que retomara la conversación—¿Puede entrenar a mi hijo? —pregunté notando como él me veía con cierta sorpresa.
—Gran Duquesa... no soy el mejor espadachín... debería pedírselo a Sehun o quizás a Jackson—trató de excusarse para no aceptar mi pedido mientras que la incomodidad cada vez se notaba más en su cuerpo. A pesar de que las pocas veces en que había interactuado con él, siempre se mostró dispuesto en aceptar mis pedidos sin importar que tan descabellados fuesen, me sorprendió que se estuviese negando a querer entrenar con Seungwoo, ¿Por qué lo rechazas? Pensé manteniendo mi atención completamente enfocada en como él se llevaba una de sus palmas contra su sudorosa nuca.
—Pero tiene experiencia con niños—repliqué recordando la primera vez que lo vi estando con la pequeña Yerim, jamás iba a olvidar la paciencia con la que había estado entrenando a la muchacha, así que sabía que lo haría bien con la pequeña versión de mi esposa—sé que podrá llenar las expectativas de mi pequeño Seungwoo—confesé viendo como mi hijo no parecía estar realmente satisfecho por la decisión que había tomado, ¿A qué se debe ese malestar?, me pregunté negándome rotundamente a creer que podía tratarse de simples celos de su parte—además, le hará bien a mi hijo el interactuar con niños de su edad.
Jeongin parecía a todas luces el seguir intentando rechazar mi petición, como si temiese de alguna manera el tener algún tipo de contacto con Seungwoo, acaso... ¿Es por su parecido a mi esposa? Me cuestioné queriendo comprender que su negación se debía netamente por la versión miniatura de Mina, pero seguía sin tener sentido para mí. Impulsivamente entreabrí mis labios dispuesta en cuestionar al aire el por qué no estaba aceptando, pero ni siquiera tuve tiempo de poder formular correctamente la pregunta cuando pude notar como los caballeros que estaban cerca de mi no dudaban en hacer una brusca reverencia, hasta el mismo Jeongin se vio en la obligación de tener que inclinarse. Confundida por su repentino actuar decidí girar mi rostro observando con sorpresa como Mina hacía acto de presencia caminando tranquilamente hacía la dirección que me encontraba con aquellos ojos color rubí completamente enfocados en mi aturdida expresión. Mi cuerpo instintivamente se quedó paralizado en su sitio al notar como ella se detenía justo a mi lado, a pesar de que su anatomía desprendía un evidente malestar, de todas formas, se quedó cerca de mi con su atención completamente enfocada en Jeongin quién daba la impresión de estar verdaderamente aterrado.
—Yo me haré cargo del mocoso—aclaró con cierta monotonía en el tono de su voz, mientras que, sin importarle si Seungwoo estaba o no de acuerdo, tomaba la decisión de dejar caer su palma sobre su pequeña cabeza impidiéndole de esa forma el poder escapar—el heredero debe ser entrenado por la cabeza de la familia—confesó queriendo explicar el por qué de su repentina aparición, aunque claro, sonaba más a excusa que otra cosa, pero lo dejé pasar porque sabía que no estaba de buen humor, y lo que menos quería era causar una pelea en el lugar—regresa a tu puesto—ordenó cuando sus ojos se encontraron directamente con los de Jeongin, provocando que el asustado chico no le quedase de otra más que huir hacia donde estaba el resto de sus compañeros—sigan entrenando—fue todo lo que dijo en dirección de sus trabajadores quienes no dudaron en acatar la orden mientras que sus fríos ojos volvían a recaer en mi rostro—¿Por qué?.
—¿Eh? —cuestioné viendo como Mina inspeccionaba mis facciones, para luego simplemente suspirar. ¿Acaso cometí un error? Pensé observando como se cruzaba de brazos permitiendo de esa forma darle una aspecto más intimidante de lo normal.
—Primero... ¿Por qué le estas pidiendo favores a un caballero? —preguntó mientras que yo sentía como Seungwoo se colocaba a mi lado—eres la gran Duquesa, tu no pides, tu ordenas—aclaró provocando que yo me quedara en mi sito, ¿Eso es lo que le molesta? Pensé sorprendida de que realmente estuviese molesta por haberle pedido a un caballero un favor—segundo, el mocoso no necesita que un caballero de bajo nivel lo este entrenando, es el heredero del Ducado, y como tal debe ser entrenado por mi—agregó dejando en evidencia lo mucho que odiaba la situación—¿Acaso crees que yo no podría hacerlo? ¿Por qué no viniste directamente a mí? —cuestionó manteniendo sus fríos ojos en mi aturdida expresión—esposa—me llamó con irritación consiguiendo que yo elevara mis cejas—responde.
—No creí que estuvieras interesada—confesé recordando su ferviente rechazo a tener interacción directa con mi pequeño Seungwoo—pensé que lo mejor sería que alguien más le enseñara—aclaré con genuina sincerada notando como ella hacía una mueca visiblemente irritada por mis respuestas.
Yo sabía que Mina no quería a Seungwoo, y que las posibilidades de que ella lo llegase a ver como su hijo eran prácticamente nulas, así que por mejor traté de no molestarla con el tema de los entrenamientos. Francamente, no esperaba que le irritara tanto la idea de no haberlo consultado con ella primero.
—Estás equivocada—respondió sin cambiar esa indiferente expresión que generalmente apoderaba sus facciones—no vayas por ahí pidiéndole favoreces a la gente... no cuando me tienes a mi—aclaró dejando en claro que yo era su prioridad. Parecía estar a punto de avergonzarse, sus mejillas lentamente comenzaban a teñirse de un suave rubor que podría ser confundido por el frío invierno, pero yo sabía que no se trataba de eso ya que velozmente deslizó su mirada en dirección de nuestro hijo—mocoso... ve a buscar una espada de madera, vamos a entrenar de forma inmediata—aclaró a la vez que se llevaba sus delgados y largos dedos contra su cuello desabotonando su gruesa capa—...—en silencio dio un paso hacia mi dirección logrando agitar mi abrumado corazón—no vuelvas a acercarte a ese bastardo—comentó en tono autoritario mientras que dejaba caer su capa sobre mis hombros—ni siquiera te tomes la molestia de mirarlo.
A pesar de que esta no estaba siendo la primera vez que actuaba de forma posesiva, no podía evitar el sorprenderme de su evidente rechazo por la existencia de Jeongin, ni siquiera en mi vida pasada había mostrado esa actitud con los distintos amantes que pasaron por mi residencia, por ende, no sabía como reaccionar ante esta nueva actitud en ella.
—... ¿Por qué te molesta tanto? —no pude evitar el cuestionar su actitud mientras que me llevaba mis dedos contra su prenda sintiendo los hombros y la espalda cálida.
Mina se me quedó viendo, parecía desconcertada.
—No lo sé—confesó mientras que comenzaba a remangar su blanca camiseta hasta la mitad de sus rosados codos—simplemente odio la idea de que este cerca de ti—aclaró demostrando lo poco que le importaba que los demás la escucharan—mi corazón late dolorosamente cuando los veo juntos, así que, por favor, no te quedes a solas con ese imbécil—pidió consiguiendo que yo me quedara en silencio—¿He sido clara? —cuestionó deslizando su mirada directo a mi rostro. Tras mi silencio no dudó en volver a inclinarse dejando su rostro peligrosamente cerca del mío—hazte cargo de lo que me provocas Myoui Nayeon.
—¿Huh? —cuestioné sorprendida de oírla diciendo mi nombre. De forma impulsiva alcé mi mirada notando como ella simplemente se quedaba quieta con sus fríos ojos observando directamente los míos; A simple vista parecía estar absorta en sus pensamientos—¿Minari?.
—No me mires de esa forma—pidió a la vez que deslizaba su nariz contra el contorno de mi quijada. No parecía importarle que el resto de los caballeros estuviesen atentos a nuestras interacciones—me hace tener pensamientos impuros—confesó en un suave susurro mientras que daba un paso hacia atrás llevándose ambas manos contra los bolsillos de sus pantalones—regresa al Ducado, hace demasiado frío para que te expongas—ordenó mientras que yo solo la miraba sintiendo cada poro de mi cuerpo ardiendo como el infierno—en una hora estaré contigo, así que espérame en la habitación.
Aquel espérame en la habitación podría entenderse de tantas maneras que mi rostro no tardó en sonrojarse. Yo realmente esperaba no haber entendido mal.
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