Chào các bạn! Vì nhiều lý do từ nay Truyen2U chính thức đổi tên là Truyen247.Pro. Mong các bạn tiếp tục ủng hộ truy cập tên miền mới này nhé! Mãi yêu... ♥

La ignorancia también mata

Pov: Myoui Mina.

Al llegar a mi destino no pude evitar el quedarme en un completo silencio observando con sorpresa el desastre que había entre el límite del Norte y la capital. No tardé nada en comprender que era mucho peor de lo que el Barón Choi había indicado en su carta. En sí, la magnitud del daño no podía ser causado si es que realmente la barrera se había mantenido en pie en el momento que envió la carta, el daño que había, lo que se veía era algo que llevaba realizándose desde por lo menos un mes, lo que significaba que este pueblo llevaba un mes luchando por mantenerse en pie. Había pasado un mes, un maldito mes que yo no sabía que la gente moría en mi tierra; un mes transcurrió donde yo no hice nada por salvarlos. Maldito bastardo, pensé apretando con fuerza mis puños ante la furia que burbujeaba en el interior de mi cuerpo. Incapaz de moverme me quedé en mi sitio sintiendo el olor a la carne podrida y la sangre fresca mezclándose en mis fosas nasales. La noche ya había caído, las antorchas estaban alzadas por las manos de los guerreros cansados, pero sabía que si no hacía algo para detener la matanza, prontamente la oscuridad nos terminaría por devorar. Agaché la mirada en el momento que di un paso hacia adelante, rápidamente pude notar como la espesa nieve había quedado teñida por la sangre de los valientes guerreros que dieron su vida para mantener la muralla a salvo. No había pisca de blanco a mi alrededor. De un momento a otro el lugar quedó teñido por el dolor y los lamentos. Francamente, era la peor situación que podría llegar a tener porque los guerreros habían perdido su voluntad de luchar, y sin ella, la pelea contra los monstruos ya estaba prácticamente perdida. 

Mi mandíbula se tensó en el instante que escuché unos agudos gritos haciendo ecos entre los jadeos varoniles, asustada alcé mi mirada viendo a lo lejos como mis caballeros hacían todo lo posible por salvar a los niños que aún seguian amarrados contra la pared como si estuviesen siendo la barrera que mantenía la Capital a salvo. Ese hijo de perra, no pude evitar el maldecirlo en mis pensamientos sintiendo el metálico sabor de la sangre envolviendo mi boca ante la fuerza con la que había lastimado mis encías. Maldito bastardo, ¿Cómo se atrevió? y no podía creerlo, mi cabeza no era capaz d aceptar que realmente el Barón se atrevió a usar unos simples y debiluchos niños con tal de mantener su poder a salvo, ¿Cómo fue tan codicioso? y quería matarlo, quería simplemente torturarlo hasta que la muerte para él fuese su tan anhelado deseo. 

—¡¿DÓNDE ESTÁ?!—bramé en alto haciendo que, por un segundo, solo por uno todo el mundo hasta los monstruos giraran sus rostro para ver quién había sido la persona que alzó la voz—¡¿DÓNDE ESTÁ EL HIJO DE PUTA QUE HIZO ESTO?!—rápidamente uno de mis guardias lanzó al Barón contra mis pies haciendo que yo sacara mi espada.

—D~Duquesa...

—Eran niños—le aclaré a la vez que me inclinaba agarrando con fuerza de su mandíbula para ver sus ojos llenos de terror—podrían haber sido tus propios hijos...—murmuré a la vez que enterraba mi espada contra su muslo notando la manera en que comenzó a gritar—eran niños que ni siquiera podían defenderse—seguí hablando alejando mi espada de su cuerpo para volver a encajarla en su otro muslo notando como la sangre no tardaba en deslizarse hacia mis pies—los amarraste sin importar cuan asustados debían estar... no te importó oírlos llorar, no te importó escuchar las suplicas de sus padres... Tú... ¡Bastardo!—estaban tan molesta que el maná de mi cuerpo comenzó a filtrarse haciendo que los animales más débiles no les quedase de otra más que agachar su hocico y lomo ante la presión que causaba los colmillos de la bestia en sus cuerpos—haré que desees estar muerto—avisé a la vez que alejaba la espada de él—¡AMARRENLO CONTRA LA MURALLA Y CORTEN LOS TENDONES DE SU BRAZOS Y PIES! ¡NO DEJEN QUE PUEDA SIQUIERA DEFENDERSE!.

Había dado la orden. Los chicos ni siquiera dudaron ante mis palabras, como si estuviesen hipnotizados por mi poder se movieron hacia el Barón tomando cada una de sus extremidades mientras que este forcejaba por querer liberarse, pero mis guardias eran mucho más fuerte que él, así que solo bastaron unos minutos para tenerlo apegado a la pared donde anteriormente se habían encontrado los niños indefensos. El hombre no dudó en gritar a todo pulmón. Yo me mantuve en silencio observando como los demás caballeros tomaban a los niños que aún estaban con vida o que tenían probabilidades de vivir y los sacaba del campo de guerra; sabía perfectamente que la gran mayoría no sobreviviría, ya que estaban en muy malas condiciones, la falta de alimento y el poco descanso los mataría antes de que pudiese llevarlos aún doctor decente, así que tendría que vivir con la culpa de no haber sido lo suficientemente fuerte para evitar este desastre.

Irritada volví mi atención al Barón escuchando como suplicaba utilizando toda la fuerza que le quedaba para que no lo dejara morir, que tuviese compasión y lo liberará, que no lo volvería hacer, pero mientras él más parloteaba, mientras más trataba de ganarse mi perdón, el deseo de querer arrebatarle todo lo que tenía cada vez se intensificaba más en el interior de mi cuerpo hasta el punto que comenzaba a ser insoportable el simple hecho de pensar en controlarme. Francamente no quería darle una muerte tan rápida y sencilla, quería que fuese lo más lenta e insoportable para él, así que simplemente comencé a caminar hacia la zona de guerra sintiendo como el maná se infiltraba hacia mis manos hasta terminar por envolver por completo la afilada hoja de mi espada. Rápidamente las bestias mas fuertes notaron mi presencia, así que entre cinco se abalanzaron contra mi cuerpo dispuestos en matarme antes de que yo hiciera mi movimiento y acabase con ellos. A pesar de que estaba tratando con animales, estos no eran estúpidos, sabían perfectamente que hacer si encontraban un oponentes más fuerte que ellos, el problema que me estaban subestimando, así que con tranquilidad balancee mi espada causando que el maná se deslizara por la hoja atravesando sus cuerpos antes de que el objeto real llegara a tocarlos. La primera fila de monstruos cayó frente a mis pies mientras que la sangre caliente de sus cuerpos no tardó en salpicar contra mi rostro y gran parte de mi armadura. En silencio elevé una de mis manos presionando el dorso enguantado sobre mi mejilla para limpiar los rastros que habían dejado mis presas. Aún manteniendo la calma comencé a caminar notando como los monstruos retrocedían al comprender que, su primera estrategia no había funcionado como lo tenían planeado. 

Notar el miedo en sus ojos me trajo recuerdos de cuando yo había matado por primera vez; era una niña, tenía tan solo diecisiete años y había ido a la guerra ante el suicidio de mi padre. Francamente fue un momento difícil, a pesar de que mi espada atravesó suavemente sus cuerpos, yo aún soy capaz hasta el día de hoy el recordar frescamente la manera en que sus ojos perdían el brillo de la vida, lo que hacía más difícil el poder sobrellevarlo, pero como era la Gran Duquesa, la razón del por qué la gente seguía estando en el Norte a pesar de lo difícil que era el sobrevivir al clima, no podía ni debía dejar que esto me hiciera caer, ni siquiera cuando el miedo y el cansancio consumía por completo mi cuerpo. 

Elevé mi pierna izquierda enterrando la suela de mi zapato contra el esternón del gran monstruo que se abalanzó hacia mi cuerpo dispuesto en acabar con mi vida. Como era de esperarse la fuerza de mi ataque y el impacto producido por la misma inercia de su salto lo mandó volando hacia atrás. Sin darle tiempo de que alguno de sus compañeros tuviese intención de hacer algún movimiento dejé una de mis manos liberada del mango de la espada para poder envolverla en magia. Debo confesar que era plenamente consciente hasta donde podía llegar mi limite. El hecho de que estuviese usando el poder de los colmillos de la bestia, más magia pondría en peligro mi núcleo, yo sabía eso, pero estaba molesta, así que no había forma de que me detuviera por un miedo tan insignificante como la muerte. Rápidamente lancé mi ataque contra un grupo de monstruo, el fuego abrasador envolvió sus cuerpos así que estos por instintos comenzaron a correr en circulo avivando las llamas que iluminaban la oscuridad del frío bosque. Me quedé quieta notando como la viscosidad de sus cuerpos se estaban comportando como combustible así que el hecho de que se movieran esparcía el fuego hacia sus demás compañeros. 

De repente, pude sentir algo caliente deslizándose por una de las fosas de mi nariz. En silencio me llevé mi mano libre contra el rostro notando como el guante anti-mágico seguía estando en condiciones perfectas lo que demostraba que el trabajo de los sastres habían dado fruto, esto quería decir que la vestimenta de mi esposa la mantendría segura de hechizos maliciosos. Impulsivamente amplié mis párpados al comprender que estaba pensando en Nayeon, sorprendida de tenerla en mi mente decidí deslizar mis nudillos por debajo de la nariz dándole un rápido vistazo a mi mano, fácilmente pude notar la humedad en mis guantes negros. Oh... así que ocurrió otra vez, pensé sin estar muy interesada por la sangre que había brotado de mi nariz ante el sobreesfuerzo. Durante unos segundos pasé fuertemente mi palma sobre mis fosas nasales tratando de asegurarme de que el sangrado se hubiese detenido; no podía permitir que nadie fuese consciente de que algo estaba yendo mal conmigo. 

Al estar segura de que no había nada extraño en mi, volví a prestarle atención a mi enemigo notando como las bestias habían disminuido en grandes cantidades, al punto que la pelea que en un principio se veía que perdíamos rápidamente se había dado vuelta. Con calma retomé mi matanzas balanceando mi espada a diestra y siniestra sin mayor esfuerzo, los mata como simples insectos mientras que veía a lo lejos como el resto de mis caballeros comenzaban a evacuar a los heridos. 

—Ha... ¡Maldición! ¿Por qué hay tantos bastardos pegajosos?—uno de los caballeros gritó desde atrás mientras que podía escuchar como sus pasos se aproximaban hacia mi dirección—mierda... solo quiero ver a mi esposa—se quejó en el momento que llegó a mi lado. Confundida por sus extrañas palabras decidí darle un breve vistazo notando fácilmente que se trataba de Jooheon quién con irritación se secaba el sudor del mentón, para luego simplemente volver a la carga dispuesto en seguir matando a sus contrincantes—¡Hijos de perra! ¡Si no fuera por ustedes ahora mismo estaría en la cama con mi mujer!—él realmente estaba molesto moviendo su espada de un lado hacia el otro mientras que yo solo le veía en silencio. Rápidamente retrocedió al notar que le ganaban en números. Al darse cuenta que le había prestado atención simplemente me sonrió permitiendo que viera cómo sus mejillas se ruborizaban ante su sobresfuerzo—capitán, ¿Usted también esta molesta?—cuestionó provocando que yo solo juntara mis cejas sin poder evitar el verme confundida—¿Huh? ¿Acaso no echa de menos a su esposa?. 

¿Debería? me cuestioné a la vez que movía mi mano atravesando con mi espada la garganta del monstruo que se atrevió a atacarme por la espalda. Me mantuve en silencio viendo como él ni siquiera se sorprendía por mi desestresa. Con calma el chico mató a la bestia que tenía a su lado para luego regresar su atención a mi sudoroso rostro.

—Están recién casadas... debería echarla de menos—aclaró como si no pudiese entenderme mientras que yo, simplemente atiné a asentir con mi cabeza, sintiéndome extraña por no entender la razón que debería tener para echar de menos a Nayeon. Francamente, ni siquiera sabía el significaba de "Echar de menos", pero eso él no tenía por qué saber eso—juju—se rió de una forma extraña a la vez que se llevaba las manos a su boca junto con el levantamiento de su cejas, ¿Qué le sucede ahora? cuestioné confundida—¿Usted está pensando en su esposa?—acusó provocando que yo lo viera con sorpresa—se ha ruborizado hasta las orejas, así que debe estar pensando en ella... ¡fufuf! que tiempos, aun puedo recordar como me ruborizaba cuando estaba frente a mi amada—comentó prácticamente divagando mientras que yo podía sentir como mi rostro se calentaba.

Ni siquiera me tomé la molestia en responder a sus palabras. Francamente, no entendía el por qué él había mencionado justamente eso, pero ahora que me lo había hecho saber era incapaz de dejar de pensar en aquellos ojos verdes provenientes de mi esposa. Maldito idiota, pensé de forma impulsiva a la vez que tomaba la decisión de simplemente alejarme de él, escuchando de fondo como él se burlaba de mi reacción sin temer a las consecuencias, ¿Debería simplemente matarlo? pensé con genuina seriedad en el momento que giré mi rostro viendo por sobre mi hombro la manera en que el chico sonrió como si me estuviese diciendo que era plenamente consciente de lo que me ocurría ya que él también lo había vivido, pero no era posible que lo entendiera, porque yo no estaba enamorada de mi esposa, ni siquiera me interesaba como a él le interesaba su esposa, pero no había forma de que yo pudiese decir eso, así que simplemente decidí omitir mi comentario. 

No sé realmente la verdadera razón en mis acciones, pero sin darme cuenta había matado a todos los monstruos que trataban de cruzar hacia la Capital en un tiempo que fácilmente sería considerado como insano, casi inhumano, pero estaba acostumbrada a sobrepasar mis propias limitaciones. Esto se debía al simple hecho de que no podía quedarme estancada, la idea de siquiera pensar en descansar era un lujo para mi, así que como siempre y de costumbre, balancee mi espada cortando todo cuerpo que tratase de interferir en mi camino mientras que escuchaba de fondo como los padres de los niños que habían sido arrastrado a esta matanzas no tardaban en llorar sobre sus cuerpos inertes. Por un segundo estuve tentada en simplemente acercarme para dar una disculpa decente por lo que había sucedido y por lo que mi propia negligencia había causado sobre sus vidas, pero sabía que mis palabras no traerían a los niños de vuelta ni impediría que el llanto cesase, mis disculpas no arreglarían el dolor en ellos, mucho menos solucionaría el trauma en sus recuerdos, así que simplemente les di la espalda sintiendo los cálidos rayos del sol chocando contra mi cuerpo empapado en sangre ajena. Estaba cansada, mis manos dolían ante la fuerza con la que había sostenido mi espada, pero aún así me mantuve alerta siendo consciente que jamás había que confiarse en el bosque mucho menos cuando se mantenía tranquilo.

En el momento que enfoqué mi atención en la muralla pude notar en que estado se encontraba el Barón, al parecer, las bestias habían devorado parte de sus piernas, brazos y cara dejando casi intacto el torso. Sinceramente no podía imaginarme que tan doloroso sería estar en su situación, pero esperaba que su muerte hubiese sido lo más lenta posible. 

—Capitana—miré por sobre mi hombro izquierdo en el momento que escuché mi nombre resonando en el lugar. Fácilmente pude notar a un alto muchacho de cabello negro y hombros anchos acercándose hacía donde yo me encontraba; por la herida que se le veía en la mejilla supe que sus casco se había estropeado, así que mentalmente me hice una nota de llevar los trajes nuevamente al herrero—Capitana—volvió a llamarme provocando que enfocara toda mi atención en la forma en que me veía.

—¿Cuántos muertos?—pregunté dándole un rápido vistazo para luego simplemente volver a enfocarme en la nieve roja que cubría mis tierras—¿Cuánto...—me quedé en silencio en el momento que noté lo que traía en sus manos—... ¿Por qué tienes eso?—cuestioné al notar que el chico traía entre sus manos una espada que no correspondía a la suya—... ¿Por qué tienes el arma de Jooheon?—bruscamente me giré luego de hacer la pregunta viendo con confusión como él se mordía el labio inferior para luego simplemente alzar la mirada notando como las lágrimas caían sin cesar— Sehun... Dime por qué tienes eso.

—Jooheon... —murmuró mientras que yo simplemente fruncía el ceño alzando bruscamente mi mentón para ver por sobre su hombro unos pies en el suelo y un cuerpo de monstruo sobre el suyo—é~él est...—guardó bruscamente silencio en el instante que yo lo empujé para abrirme paso, tratando de esa forma el poder asegurarme de que realmente había visto bien—¡Capitana!.

—¡JOOHEON!—grité con todas mis fuerzas a la vez que me abría paso empujando a un par de mis caballeros que se interponían en mi camino para ver como el chico estaba en el suelo con la sangre brotando de su boca mientras que el monstruo tenía sus dos manos encajadas en su pecho, destrozando por completo la armadura que se suponía que era inquebrantable—...—me quedé en silencio escuchando de fondo como los caballeros no podían soportar el dolor rompiéndose frente a los civiles que estaban cansados por la pelea—... ¿Por qué?—cuestioné notando como a pesar de que le quedaban minutos de vida no dudaba en sonreírme—tú... bastardo, ¿Por qué estas herido?.

No lo entendía. No era capaz de comprender lo que estaba ocurriendo.

—Ha... ¡Cough!... ¡Ugh! esto duele—murmuró mientras que la sangre seguía deslizándose por las comisuras de sus labios—c~capitana—me llamó con suavidad, pero yo no era capaz de arrodillarme, mis piernas estaban entumecidas, así que solo atiné a mantener mis ojos fijos en su expresión—¿N~No podré regresar a casa... verdad?—cuestionó causando que yo apretara los dientes a la vez que moviendo mi cabeza en forma de respuesta—oh... mi esposa me odiara—no lo entendía. En estos momentos, a pesar de que le quedaba muy poco por vivir, ¿Por qué seguía pensando en su esposa? eso no tenía ningún tipo de sentido para mi—p~por favor... d~dile que lo siento... l~lo siento muchísimo. 

Esto se sentía extraño. Esto... esto dolía, pero no sé por qué dolía. 

Como era de esperarse de mi, no fui capaz de responder a sus palabras, simplemente me quedé en un completo silencio observando la forma en que él no tardó en comprender que yo no tenía ningún tipo de interés de cumplir su ultimo y moribundo deseo. Francamente fue una sorpresa para mi el notar que, en vez de molestarse o llorar ante la frustración que debía causarle notar mi indiferencia, simplemente decidió utilizar la poca fuerza que le quedaba para reírse, soltó un par carcajadas que llenó el silencio en el bosque como si hubiese comprendido su propio error, para luego regresar a ese conocido silencio permitiendo que sus ojos volvieran a estar enfocados en mi. A duras penas se las arregló para hacerme una señal con sus dedos queriendo que yo me acercarse, así que mis piernas flaquearon como si la tensión que había estado sintiendo desde que llegué al bosque por fin se hubiese evaporado.

A pesar de que no era mi intención, me incliné sintiendo el aliento del muchacho chocando contra mi oreja mientras que el olor del monstruo pudriéndose y la de la sangre fresca de mi caballero envolvían mis fosas nasales. 

—D~Debe ser doloroso llevar toda esa carga... ¿Verdad, Capitana?—cuestionó provocando que yo ampliara mis párpados ante el aturdimiento que me había causado oír sus repentinas palabras. Por impulso me levante moviendo mi espada hacia su cuerpo, causando que el ambiente velozmente quedase en tensión—...—él se quedó en silencio notando como mi afilada arma se posaba suavemente en su cuello mientras que yo lo veía con intensidad—por favor....

Eso fue todo lo que dijo, y era todo lo que yo necesitaba saber para ejercer presión en mi agarre encajando velozmente la hoja de mi espada sobre su cuello. Pude sentir como uno de mis caballeros trató de interferir en lo que yo había hecho, pero rápidamente sus compañeros lo atraparon antes de que me llegara a tocar. Francamente lo entendía, sin embargo, agradecía que nadie hubiese interferido porque no hubiese dudado en matarlo. Al sacar el arma pude notar como la sangre violentamente comenzó a borbotear manchando mis zapatos, así que simplemente retrocedí sintiendo los latidos envueltos en mi cabeza al observar como sus ojos perdían el brillo de su alma. Ugh, pensé llevando impulsivamente una de mis manos hacia mi cabeza, pero me detuve a ultimo momento al comprender que estaba frente a todo el mundo. Como de costumbre logré enfocar mis pensamientos así que simplemente me enderecé fingiendo que no acababa de asesinar a uno de los míos. 

—Regresemos al Ducado—aclaré sintiendo las miradas de todos en mi nuca—...—me quedé en silencio en el momento que escuché a los chicos jadear. Confundida me giré notando como la mitad no fue capaz de contener las lágrimas y eso me hizo sentir extraña, porque a pesar de que no era la primera vez que uno de mis caballeros perdía la vida, si que era la primera vez que los veía llorar con tanto dolor—... regresaré por mi cuenta, ustedes escolten a los ciudadanos y lleven a los muertos para que tengan un velorio decente en el Ducado—no sé realmente el por qué cambie de opinión, pero creí que eso era lo más correcto.

—Capitana.

—No los necesito—le interrumpí notando fácilmente como Sehun simplemente apretaba sus labios demostrando cuan incomodo se sentía ante mi ferviente rechazo—... acata mi orden—fue todo lo que dije mientras que comenzaba a caminar hacia la ciudad. 

Caminé en silencio sintiendo el olor de la sangre seca envuelta en mi cuerpo mientras que el gélido viento lastimaba mi fría piel. Francamente no me sentía bien, los brazos me dolían y las piernas prácticamente ya no las sentía, pero aún así, cualquier tipo de emoción que yo pudiese estar sintiendo no era nada en comparación a lo que el pueblo había vivido ante mi ignorancia. No hice sonido alguno a pesar que el caminar dolía como el infierno, mantuve la misma expresión de siempre sintiendo los dedos temblando alrededor del mango de mi espada. Por inercia me incline tosiendo con fuerza notando como mi propia sangre salpicaba contra la nieve. Esto era malo, pero no lo suficientemente malo como para preocuparme por ello. Continué mi caminar luego de limpiarme las comisuras de mi boca. A lo lejos podía ver a la gente reuniendo los cuerpos de sus seres queridos fallecidos mientras que el joven hijo del Barón parecía tener interés por su pueblo. Ahora lo veía actuar por su gente decidí que lo mantendría con vida, parecía a simple vista ser mas útil que su padre, pero el odio hacia su sangre ya estaba en mi, así que cualquier error que cometiese, aunque fuese lo más mínimo no dudaría en asesinarlo y de paso acabar con todo linaje que pueda llevar el apellido del Barón.

Luego de ignorar el evidente odio del pueblo hacia mi persona conseguí llegar donde había dejado mi caballo horas atrás. A simple vista él parecía comprender la situación ya que ni siquiera hizo el intento de tratar de comportarse como un idiota. En silencio me subí sobre su lomo y simplemente comencé a cabalgar en dirección del Ducado notando como el cielo que en un principio parecía estar plenamente despejado, ahora las nubes oscuras casi negras se llevaban por completo mi atención indicando que prontamente la lluvia caería sobre mi cuerpo. Por un segundo me pregunté si los caballeros estarían bien, pero rápidamente entendí que esa preocupación era estúpida para mi, así que continúe con lo mío sintiendo los goterones lentamente caer sobre mi armadura. Mi caballo en silencio agitó su cabeza sacudiendo el agua de sus orejas mientras que yo me inclinaba permitiendo que mi capa cubriera su parte trasera hasta casi tocar su cola. La lluvia había caído de un momento a otro empapando tanto mi cuerpo como el suyo. En sí, no parecía que el clima tuviese intención de dejarnos en libertad así que el viaje de regreso al Ducado lentamente se estaba complicando ante la humeda nieve. 

Podía sentir el frío gélido chocando contra mi humedo rostro mientras que el caballo cada vez aumentaba más su velocidad. Francamente me estaba congelando, el vaho desprendía de mi boca por cada bocanada expulsada a la vez que el corazón me latía con fuerza en el interior de mi pecho. Mis manos temblaban por inercia alrededor de las riendas, pero en sí, el caballo no parecía tener interés por saber en que condiciones yo me encontraba.

Las horas pasaron y la velocidad con la que el animal se estaba moviendo jamás disminuyó, gracias a esto pude llegar al Ducado en menor tiempo de lo que había pensado así que aún había luz a pesar de que la lluvia empapaba el lugar. En silencio hice acto de presencia provocando que los guardias rapidamente abrieran las puertas para dejarme ingresar. No hice comentarios a pesar de notarlos empapados. Ellos acostumbrados a mi indiferencia simplemente hicieron una reverencia mientras que yo continuaba con lo mío. A pesar de que había quedado empapada, la sangre aún continuaba sobre mi cuerpo aunque en menor cantidad, pero aún así era capaz de sentir sintiendo el olor a metal impregnada en mi piel. Me sentía sucia aún cuando sentía el cuerpo mojado. 

En silencio llevé mis manos contra mi cuello soltando la humeda capa a medio camino para luego soltar la armadura dejando caer la parte superior de esta. Mi camiseta estaba igual que empapada como estaba el resto de mi cuerpo, así que el frescor del día ingresaba con violencia hacia mi piel. Continúe caminando notando como los sirvientes simplemente huían de mi al notar que yo había llegado con el cuerpo empapado entre la sangre y la lluvia. Francamente estaba acostumbrada a este tipo de situaciones, como siempre, luego de una dura batalla la gente solía huir de mi por temor de que el odio que sentía a la guerra pudiese hacer estragos en sus cuerpos, así que no esperaba que nadie me diese la bienvenida aún cuando deseaba que por lo menos una vez si tuviese a alguien que me esperase, ¿Acaso no echa de menos a su esposa? y la pregunta de Jooheon erizo los vellos de mi nuca, ya que no esperaba recordar tan frescamente sus palabras. No, yo no la echaba de menos, no podía simplemente extrañar algo que jamás había tenido.

—¿Mina?.

Me detuve de golpe en el momento que oí mi nombre brotando de un cuerpo ajeno. Sorprendida me giré notando a Nayeon de pie cerca de mi con un ligero abrigo cubriendo su delgado cuerpo mientras que su expresión preocupada se reflejaba en la poca luz que ingresaba en el pasillo junto al silencioso Chan que veía el estado en que yo había ingresado. No supe que decir, de forma impulsiva di un paso hacia atrás notando como ella no dudaba en acercarse estirando ambas manos para poder tocarme. Lo hice por inercia. No fue realmente mi intención el lastimarla, pero aún así no pude evitar mover mi mano golpeando su palma para evitar que me tocase provocando que ella simplemente se quedase quieta, como si no hubiese esperado esa reacción por mi parte. 

—No me toques—ordené con frialdad observando como ella apretaba sus labios—...—me quedé en silencio viendo su expresión. Por algún motivo notar su decepción se sintió como un latigazo caliente dando de lleno a mi corazón—...—aún en silencio decidí enfocarme en Chan notando que, a diferencia de mi esposa él parecía estar acostumbrado a ver esa reacción en mi—llama al herrero dile que me espere en mi despacho y luego asegúrate de darle una buena compensación a la esposa de Jooheon—ordené notando como él parecía confundido, pero rápidamente amplió los párpados al darse cuenta de lo que ocurría.

—Sí, gran Duquesa.

—Asegura la felicidad de esa mujer—ordené sintiendo los ojos de mi esposa fijos en mi mentón—... te daré cinco minutos para traerme al herrero—aclaré notando como él asentía con su cabeza—hoy no estoy de humor para que cometas errores—admitió mientras que comenzaba a caminar hacia mi habitación, sin importarme si mi esposa parecía o no interesada por el tema. 

Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro