Ha llegado tu verdugo
Advertencia; lectura gráfica, si eres sensible a la sangre o a las amputaciones, por favor, no lean este capítulo.
Pov: Myoui Mina.
Observé de manera atenta como Chan echaba su espalda hacia atrás para poder relamer sus labios con mayor comodidad, durante todo ese instante mantuvo sus ojos completamente fijos en mi rostro, se veía ansioso, entendía el porqué de ello, pero no había manera de que yo cambiase de opinión, no importaba que dijera, nada sería suficiente para hacerme cambiar de idea, así que esperaba que él mantuviese aquella aceptación que mantuvo al enterarse de lo que tenía pensado realizar. Los minutos continuaron transcurriendo, siendo el sonido del carruaje andando lo único que podía llenar nuestros oídos, en silencio, deslicé mi mirada desde su cuerpo hacia mis propias manos notando como, entre mis dedos seguía sosteniendo uno de los tantos pergaminos que me llevaría directamente a mi destino, si debo ser completamente sincera no estaba para nada nerviosa, ni siquiera preocupada, la verdad es que lo único que quería era acabar de una buena vez con todo aquel que trató y lastimó a mi mujer, deseaba detener sus pesadillas, arrancar desde la raíz todo ese maldito mal que esos bastardos habían dejado en ella, pero a su vez sabía que no debía ser impulsiva, si la caga, ya no habría vuelta atrás, así que debía hacerlo perfecto.
Rápidamente mi atención recayó hacia mi propio cuerpo, a ver... mi espada sigue atada a mi cintura, y sin siquiera preocuparme si Chan rellenaba el silencio decidí comenzar con un listado de todas las cosas que necesitaba tener para realizar la matanza, debería dejar esto acá, agregué al mismo tiempo en que llevaba mis dedos contra mis hombros desabotonando la gruesa capa para no llevar más peso de lo necesario, también me quité mi chaqueta siendo consciente que si la llegaba a manchar sería demasiado notorio que no había estado en el interior del carruaje. Francamente, lo que menos quería era recibir una ronda de preguntas por parte de los caballeros, no porque tuviese la necesidad de responder, sino más bien porque sería un completo fastidio.
—Duquesa.
Mi atención nuevamente recayó en Chan.
—¿Está preparada? —cuestionó provocando que yo simplemente suspirara—si algo sale mal, no dudé en regresar... su seguridad es lo primordial—y se estaba comportando como si fuese mi propio padre, no pude evitar sentirme fastidiada.
—Regresaré en un par de horas... asegúrate de cumplir con tu trabajo—desvié el tema central de nuestra conversación consiguiendo que él simplemente asintiese con su cabeza.
Tras asegurarme de que llevase todo lo necesario y bajo la atenta mirada del ansioso Chan decidí romper el pergamino teletransportándome violentamente hacia las tierras del Marqués Im. En un abrir y cerrar de párpado junto con el intenso malestar en mi sien, me encontré de pie en el interior de una habitación que a primeras impresiones no logré reconocer, por mero instinto caminé en el pequeño espacio directamente hacia la única ventana que estaba disponible tratando de asegurarme de que estuviese realmente en el lugar que me correspondía. Al parecer... lo he conseguido, pensé tras notar el jardín ajeno, tan peculiar como los gustos del Marqués. Con mayor tranquilidad giré mi rostro enfocando toda mi atención la habitación en la que me encontraba tratando de pensar a quién podría llegar a corresponderle este cuarto que a ni siquiera al plebeyo más pobre podría llegar a vivir. Bruscamente mi cuerpo se paralizó tras recordar el pequeño detalle que poseían los pergaminos; generalmente estos podrían teletransporte solo a donde tus ojos hayan visto o donde la persona que querías encontrar hubiese estado, por ende, si quería ir donde el Marqués, el único lugar al que podría haber llegado sería a la zona donde mayor tiempo hubiese estado mi esposa, maldito hijo de puta, pensé sintiendo como el calor envolvía mi cabeza, voy a matarte... voy a descuartizarte y de forma impulsiva caminé hacia la salida tratando de no seguir mirando el estado deplorable donde mi mujer debió haber sido criada.
Antes de perder la cordura por completo, me detuve observando las ropas en mal estado que estaba sobre la cama completamente empolvadas. Siendo consciente de que iba a ensuciarme, decidí cambiar mis prendas notando lo corto que me quedaba cada una de ellas, dejando a la exhibición partes de mi torso y el comienzo de mis tobillos, ¿Te hicieron vestir esto?, me cuestione mientras que mantenía en una de mis palmas mi pesada espada, los haré pagar... los haré sufrir hasta el su última boconada de aire.
En el momento en que estuve lista, lo primero que hice fue caminar directamente a la entrada principal; iba a comenzar con mi matanza desde la puerta principal para evitar cualquier tipo de rata que pudiese estar mirando la situación. En un completo silencio y aprovechando que nadie estaba cerca de mi perímetro, decidí agarrar una de las largas lámparas que estaban a un costados de las puertas y las dejé colocadas entremedio del mango de las puertas impidiendo de esa manera que el ingreso y la salida de las personas. No dejaré testigos, pensé mientras que emprendía camino en búsqueda de los personajes principales. Para mi buena suerte encontré a las primeras víctimas, eran dos guardias, estos ni siquiera tuvieron tiempo de poder sacar sus espadas cuando yo ya los había asesinado haciéndole un limpio corte a través de sus cuellos. La sangre salpicó, pero esta no logró llegar a mi cuerpo, así que lo agradecía.
La matanza comenzó y como un verdadero verdugo fui cazando a cada una de mis presas sin siquiera detenerme a pensar si estos tenían o no la culpa directa de lo que mi esposa había vivido en el interior de estas cuatro paredes; tenía la fuerte creencia de que, si ellos estaban trabajando en este lugar, debieron ver lo que estaba sucediendo, así que lo permitieron, por ende, son igual o más culpables que los Marqueses. Francamente, no tengo una noción del tiempo que me tomó acabar con todo ser viviente que habitaba en este lugar, había pasado de habitación en habitación sin saltarme absolutamente ningún cuarto, estaba segura de que no quedaba más personas a excepción de la habitación más grande done posiblemente debía encontrarse la familia Marquesa.
Le di un ultimo vistazo a mi cuerpo notando que aun no había rastro de sangre a pesar de la cantidad de personas que habían muerto en mis manos, acabemos con todo esto, me ordené al mismo tiempo en que ingresaba en el cuarto notando como los Marqueses junto al único hijo que aun le quedaba en vida estaban sentado comiendo con cierta tranquilidad. Rápidamente tras notar mi presencia, el Marqués fue el primero en ponerse de pie revelando su muñeca aun vendada ante el ataque que le había brindado meses atrás, no pude evitar el sonreír con suavidad disfrutando el hecho de que le había cambiado la vida. Tal parece que eso lo enfureció, podía notar las venas alzando de su cuello, pero en vez de preocuparme simplemente continué mantenido la calma mientras que daba un paso en el interior del cuarto para poder cerrar tranquilamente la puerta detrás de mí.
—¡¿Duquesa?! —él cuestionó con cierto aire de molestia—¡¿Cómo se atreve a ingresar en mi casa sin enviar un comunicado de su visita?! —preguntó sonando furioso ante mi repentina aparición.
—Es mi tierra... puedo hacer lo que quiera—repliqué mientras que colocaba mi espada empapada en sangre detrás de mí—... provecho—aclaré tras notar que aun mantenían comida sobre su mesa—pueden continuar, esperare con calma—agregué con cierta ironía disfrutando de la incomodidad de las tres personas que aun se mantenían en el centro de la habitación.
—Tú—el Marqués se atrevió a ignorarme enfocando su atención hacía el único guardia que le estaba haciendo compañía—trae al resto de los caballeros...—ordenó provocando que él rápidamente asintiera con su cabeza para comenzar a caminar hacia la dirección en la que me encontraba—Duquesa... usted olvidó una cosa—aclaró mientras que volvía a sentarse presionando sus codos sobre la madera brindándome una actitud arrogante—... estamos en mi casa... el mismo lugar que acaba de invadir, por ende, tengo el derecho de acabar con usted... culpe a la ley Imperial por crear este tipo de leyes.
—¿De vedad? —pregunté mientras que daba un paso hacia el lado permitiendo de esa manera que el caballero pudiese observar el pomo de la puerta—... pero Marques, para matarme debería tener mínimo un ejército—aclaré al mismo tiempo en que deslizaba mi atención hacia el muchacho, que me ves con esos ojos, pensé con cierta irritación—... que yo sepa en este lugar, este es ultimo guardia que he dejado con vida.
Fue todo lo que dije para luego simplemente mover mi brazo logrando encajar mi afilada espada directamente en las costillas del contrario. Este rápidamente jadeo con la sangre siendo expulsada de su boca, parecía aturdido con la mitad de su cuerpo inclinado hacia mi dirección permitiendo que su rostro quedase a la altura del mio, no me gusta esa maldita mirada, pensé al mismo tiempo en que estiraba mi mano libre estirando mis dedos directamente hacia sus ojos logrando sentir la viscosidad de sus glóbulos oculares siendo reventados por mi repentino ataque, mucho mejor, pensé sacudiendo de mi extremidad tras observar la manera en que el contrario se había llevado ambas palmas contra su rostro gritando del dolor mientras que la sangre se deslizaba a través de sus mejillas, debió tener cuidado... los ojos son la parte mas sensible de nuestros cuerpos.
Para la desgracia de la familia Marquesa, el caballero no pudo continuar de pie, a los pocos minutos, sobre todo después de gritar, todos pudimos observar la manera en que se desplomo a un lado de mi provocando que solo quedase la familia Im con vida. Me mantuve en un completo silencio observando la situación que yo misma había provocado, esto es divertido, pensé recordando con cierta nostalgia lo que sentía a la hora de caza, ver el miedo en sus ojos... quiero que sigan con esa expresión, pensé con confianza mientras que podía notar como, de forma veloz tanto el Marques como su hijo decidían colocarse de pie, la mujer en cambio continuo en su sitio, abrumada ante lo que yo cruelmente había realizado.
—... No me gustaría que se marcharan a media conversación, así que me aseguraré de que sea algo privado—comenté al mismo tiempo en que llevaba mis dedos empapados en sangre hacia el pestillo de la puerta colocando rápidamente el seguro para impedir cualquier huida por su parte.
—¡¿Cómo te atreves Myoui?! —Marqués bramó aun cuando estaba siendo preso del miedo.
Aun cuando su hijo también estaba de pie en señal de también querer quejarse, él era la única persona que realmente se estaba atreviendo a alzar la voz, su esposa en cambio continuo con su ojos fijos en lo que estaba conteniendo su plato visiblemente aterrada de todo lo que estaba siendo testigo. Francamente, me causaba curiosidad saber que era lo que estaba respaldando a este idiota como para atreverse a alzar su voz, sobretodo haciéndolo frente a mi, siendo mas que consciente de lo que le podría llegar a suceder, ¿Acaso quieres perder tu otra mano?, me cuestione con mi atención fija en su enrabiada expresión.
—Al parecer... el hecho de que este utilizando esta vestimenta me da un aire bromista...—solté algo que logré desconcertar a los Marqueses. Rápidamente estos se miraron entre si mientras que yo, con mayor tranquilidad daba un paso hacia adelante con mi ensangrentada espada aun envuelta sobre mi palma—quiero creer que debe tratarse de eso... si no, no hay manera de que ustedes se atrevan a pararse frente a mi con la cabeza en alto—admití con mi intensa mirada fija en cada una de sus aturdidas expresiones.
En un completo silencio caminé directamente hacia una de las esquinas del cuarto tomando asiento en su amplio sofá que daba de frente a la mesa central.
—Todos ustedes... arrodíllense—ordené sin cambiar siquiera el tono monótono de mi voz logrando notar la sorpresa en ellos—arrodíllense antes de que sus cabezas salgan disparadas de sus cuellos por no conocer el lugar que les corresponde.
Como era de esperarse los tres bruscamente se alejaron de la mesa para caminar hacia la dirección en la que me encontraba, sin siquiera atreverse a replicar decidieron arrodillarse frente a mi cuerpo; estaban actuando de la misma forma en que lo haría un perro asustado. Yo, con cierta diversión apoyé mi codo sobre el reposabrazos dejando mi espada posada entremedio de mis piernas. Durante todo ese instante mantuve mi atención fija en sus pálidas expresiones, estaba disfrutando el miedo en ellos, quería que murieran con esa sensación.
—¿Saben por qué razón estoy haciendo esto? —cuestioné viendo como ellos mantenían sus ojos en el suelo—oh... ¿De verdad no lo saben? —pregunté manteniéndome aun calmada—vaya ante su silencio, cualquiera pensaría que yo soy la mala en este lugar—comenté llevando mis dedos contra mi mentón fingiendo preocupación.
Por un momento realmente creí que la situación no cambiaría; ellos seguirían estando en silencio, provocando que no tuviese más motivo que asesinarlos, pero para mí grata sorpresa el Marqués tan arrogante como siempre, no pudo evitar el alzar su mentón aun cuando era consciente de lo que le podría llegar a suceder ante su osadía. Rápidamente mi cuerpo se tensó tras notar aquellos ojos verdes tan parecidos a los de mi esposa, ¿Debería arrancarlos de su cuerpo?, me pregunté con cierta seriedad siendo consciente que solo ella debería poseer ese lindo color.
—... ¡Duquesa! —aun cuando era evidente que el Marques estaba asustado, se atrevió a alzar la voz. Decidí guardar silencio, quería que expresara todo lo que estaba pensando—¡ Por más que usted posea el título de Duquesa, no tiene derecho a hacernos esto! ¡El Rey se enterará de su osadía!—se atrevió a querer utilizar sus derecho.
Así que ese bastardo era tu respaldo, pensé sin poder evitar elevar las comisuras de mi boca, que divertido...
—¿Derecho? Al parecer al Marques le gusta hablar sobre los derechos...sobre todo si son sus propios derechos—aclaré mientras que me inclinaba presionando mi palma contra el mango de mi afilada espada. Con calma esboce una burlona sonrisa tras notar como su cuerpo había reaccionado ante mis movimientos—... no me hable de derechos cuando sus sucias manos se atrevieron a lastimar a mi esposa—repliqué sintiendo cada fibra de mi cuerpo completamente enfurecida—¿Dónde estaban los derechos de mi mujer cuando fue golpeada y humillada? —cuestioné haciendo un gran esfuerzo por no perder la cabeza—... ni siquiera vale la pena llamarlos animales, porque hasta ellos saben que deben proteger a su propia especie... malditos bastardos—yo realmente no podía controlarme.
Era difícil el mantener la calma cuando recordaba todas las marcas que cubrían el bonito cuerpo de mi esposa.
Tanto él como su esposa me observaron con sorpresa.
—¿Está haciendo todo esto por algo del pasado? —la Marquesa se atrevió a cuestionar provocando que mi cuerpo por completo se tensase, ¿Por algo del pasado?, me pregunté haciendo un gran esfuerzo por no arrancarle la lengua, ¿Cómo se atreve a decirlo como si no fuese la gran cosa?—¡Solo estábamos disciplinando a esa bastar...
De un solo movimiento me levanté moviendo de forma violenta mi espada directamente hacia su cara, reventando por completo su mandíbula. La sangre comenzó a chorrear de su boca triturada mientras que su lengua colgaba sin ningún tipo de base que pudiese sostenerla, claramente no la había asesinado, simplemente fracturé cada hueso que componía sus facciones gracias al mango de mi arma provocando que el Marques rápidamente se pusiera de pie dispuesto en tratar de golpearme.
—Quieto—ordené mientras que retrocedía hasta llegar nuevamente a mi asiento—solo la he disciplinado—aclaré disfrutando de la manera en que Max, el único heredero del titulo Marques estaba haciendo lo mejor que podía por tratar de ayudar a su madre, quién era incapaz de llorar o siquiera gritar ante el shock de la situación—... Marques... ¿Deseas vivir? —pregunté al mismo tiempo en que me llevaba los dedos contra el comienzo de mis labios disfrutando como él se tensaba tras recordar lo que le había obligado a hacer para poder salir con vida del Ducado, ¿Te trae recuerdo?, me pregunté mientras que elevaba mis comisuras—... solo debes repetir lo que hiciste la ultima vez... fácil, ¿No te parece?
—¿P~Por qué haces esto? Yo ya he pagado el pecado de mis actos—aclaró con los ojos llenos de lágrimas—¡Ya acabé con uno de mis preciosos hijos! ¡¿Por qué quieres seguir lastimando a mi familia?! —cuestionó completamente exaltado por la situación.
Volví a presionar mi codo contra el reposabrazos dejando caer mi mejilla sobre mis nudillos.
—Porque hicieron llorar a mi esposa—respondí con bastante tranquilidad mientras que podía observar la incredulidad reflejada en su expresión—... odio verla llorar, odio saber que ustedes, bastardos, se atrevieron a tocarla—admití notando como apretaba su único puño furioso de mi tranquilidad—pero claro... si es una propuesta muy difícil de realizar siempre puedo ofrecer este trato a tu único hijo—deslicé mi mirada hacia el pequeño bastardo notado como él me estaba observando —si quieres vivir... solo debes torturar a tus padres—aclaré sin cambiar de expresión—pero claro, si ninguno de los dos esta de acuerdo, entonces solo debo matarlos.
—... ¿Me dejaras vivir?
—¡Max! —el Marques bramó tras escuchar las palabras de su hijo, este ni siquiera lo observó, simplemente seguía sosteniendo mi mirada como si estuviese esperando una respuesta por mi parte—¡Agh! —se quejó a la vez que daba un paso hacia mi dirección con toda la intención de tocarme—me he convertido en la mano derecha del Rey! ¡Soy intocable! —bramó llevándose su única mano directamente hacia su pecho mientras tanto, yo simplemente seguí estando en mi sitio observando fijamente como lentamente estaba cayendo en la locura—¡Puedo hacer que te decapiten por esta actitud!
—Marqués Im—le llamé sin cambiar de actitud. Durante todo ese momento mantuve mi mirada ciertamente indiferente en su pálida expresión—acaso... ¿Me está amenazando? —cuestioné manteniendo la calma provocando que sus hombros impulsivamente se contrajeran ante mi repentina pregunta.
—N~No... c~claro que no...
Y como si tuviese la cola entre las patas, no dudó en echarse para atrás, aunque estaba casi segura de que simplemente lo hizo tras sentir mi abrumadora intensión asesina.
—No te retractes... la verdad es que me gusta la sensación de ser amenazada—admití sin despegar mi atención de su asustada expresión, por mero gusto deslicé mis orbes hacia el resto de su familia, notando como la Marquesa cada vez se hacía más pequeña ante la enorme cantidad de sangre que continuaba perdiendo: ella iba a morir en cualquier momento—sobre todo si es proveniente por alguien tan insignificante como tu—agregué elevando mis comisuras con diversión.
—...Acepto su oferta.
Fue todo una sorpresa observar como Max, por detrás, al igual que un cobarde decidía golpear la espalda de su propio padre logrando que este perdiera por completo el equilibrio. Con las manos completamente desnudas, el chico se abalanzó sobre su torso presionando sus rodillas directamente sobre los brazos de su oponente, ni siquiera esperó a que este reaccionara cuando comenzó a golpear a puño limpio las facciones de su progenitor. Me mantuve en un completo silencio observando de manera atenta como la sangre salpicaba contra su propio rostro. El sonido de las carne húmeda llenaba el silencio que envolvía el cuarto, francamente, era música para mis oídos, no podía evitar el disfrutar su evidente desesperación.
Si debo ser completamente sincera al respecto, no sé cuanto tiempo Max se mantuvo golpeando a su padre, solo sé que ya había pasado un tiempo en que solo estaba dando puñetazos a un simple cadáver, ya que su cabeza había quedado completamente desfigurada ante el constante impacto en el que había sido sometido, eso debió ser doloroso... pensé manteniendo mi atención completamente enfocada en como el chico, tras comprender que su adversario ya no respiraba simplemente decidió encorvar sus hombros tomando grandes bocanadas de aire con sus manos hundidas sobre lo poco que le quedaba de cráneo al Marques, ¿Qué tan loco has quedado?, y me moría por ver la locura en su mirada, quería que experimentara todo el dolor que mi esposa debió pasar, que sintiera lo que ella sintió durante tantos años, un dolor tan indescriptible que el querer morir comenzase a ser un deseo para él.
—¡Aaah! —para mi sorpresa no dudó en comenzar a gritar siendo un sonido prácticamente desgarrador. Preso por el pánico se levantó del cuerpo de su padre yendo directamente hacia la dirección de donde se encontraba su madre sin siquiera molestarse en tomar un descanso—¡Ahhh! ¡Por favor! ¡Por favor solo muere! —gritó lleno de desesperación mientras que golpeaba directamente la nuca de la mujer consiguiendo que su cuerpo casi inerte se azotase contra el suelo.
Debo confesar que me fastidió el hecho de haber lastimado a la Marquesa ya que esperaba que la paliza fuese más duradera, pero con un golpe certero por parte del contrario la poca mandíbula que aun parecía estar fijada a donde correspondía no tardó en volar por los aires dejándola completamente expuesta mientras que la sangre, a base de chorros abandonaba su cuerpo. Ella murió con un solo golpe.
No me hizo sentir satisfecha.
—Vaya... eso fue sanguinario—comenté notando como él caía de rodillas al suelo con sus manos empapadas por la sangre de sus padres. Abrumado por todo lo que había realizado el chico alzó su mentón permitiendo ver lo perdida que estaba su mirada—¿Aun deseas vivir? —pregunté observando atentamente como él, a duras penas lograba asentir con su cabeza—acabas de asesinar a tus padres.
—... D~Debo sobrevivir—respondió con la mente perdida en la nada misma.
—Ya... es una lastima que la casa Marquesa poseyera tantos enemigos, ¿No te parece? —cuestioné logrando notar el brillo de confusión pasando violentamente por su mirada—quién diría que estos aprovecharían que la Duquesa abandonó sus tierras para atacarlos—aclaré disfrutando como él era completamente incapaz de entender lo que claramente estaba soltando—que mal que ellos decidieran incendiar tu casa, reduciendo sus años de lujo y prosperidad en meras cenizas...
—E~Espera... ¿Q~Qué estas diciendo? —el muchacho cuestionó sin poder entender lo que estaba sucediendo.
Era divertido ver ese tipo de expresión.
—¿Qué que es lo que estoy diciendo? —pregunté al mismo tiempo en que me colocaba de pie observando la forma en que él trataba de retroceder en un desesperado intento por mantener la distancia—¿Realmente no lo entiendes? —cuestioné admirando cada reacción que estaba dejando a exhibición. Con calma tomé el mango de mi espada siendo consciente que eso solo lo haría entrar en pánico—te acabo de decir la manera en que morirás... y claro, obviamente también mi coartada.
—T~Tú dijiste que... t~tú dijiste que yo podría sobrevivir...—replicó tratando de hacerme entender—¡N~No puedes hacerme esto! ¡Cumple tu palabra! —me ordenó al mismo tiempo en que trataba de levantarse, pero sus zapatos estaban empapados por la sangre de su padres, así que no tardó en resbalar ante la cerámica que había bajo sus pies—¡Ahh...!—jadeante trataba de huir, pero sin poder conseguirlo con éxito.
Yo caminé detrás de él, ni siquiera debía agitarme para llegar a alcanzarlo.
—Culpa a tus padres por haberte traído a la vida—aclaré mientras que seguía sus pasos—espero que comprendas que, como madre, no puedo permitir que mis hijos nazcan en el mismo espacio y tiempo donde viven las personas que lastimaron a su mamá...—murmuré sin poder evitar sentirme ansiosa ante la posibilidad de una mini Nayeon recorriendo mis tierras— sabrás entender—agregué moviendo bruscamente de mi espada para cortar sus tobillos.
Escucharlo gritar, era divertido.
—¡Nayeon no es tan santa como se hace ver! —bramó mientras que yo simplemente presionaba la punta de mis zapatos en la misma zona donde había cortado—¡Ugh! ¡Ella era una prostituta igual que su madre! —se atrevió a faltarle el respeto.
Creo correcto el tener que cortar sus piernas.
Rápidamente moví mi espada cortando sus extremidades inferiores de una manera tan limpia que hasta me sorprendió que no haya quedado ningún hueso expuesto ante el ataque. Como era de esperarse, él velozmente comenzó a arrastrarse dejando ambas piernas detrás de él.
—¡Ugh! ¡Ahh...! ¡P~Por favor! —suplicó sin siquiera ser consciente de que sus pies no lo estaban siguiendo—¡E~Ella nos sedujo! ¡E~Es su culpa!
¿Seducir?, me cuestioné sin poder entender sus palabras, pero francamente, tampoco me importaba. Solo quería acabar con la única existencia que aun la ataba a esta maldita familia.
—No me importa—repliqué logrando que él dejase de arrastrarse—no me importa lo que haya o no hecho en el pasado, no me importa que hacía o que decía, ahora mismo es mi esposa, y soy algo posesiva—confesé elevando mi espada mientras que veía como él se giraba encontrándose directamente con mi serio rostro—no me gusta la idea de que ella comparta sangre contigo—admití enterrando mi espada directamente contra la boca de su estómago—no te atrevas a cerrar los ojos... quiero que mires quién es la persona que te esta asesinando.
—¡Cugh! ¡Ahh! —él era incapaz de responder.
Max no tardó en morir, llevándose consigo el titulo de Marqués. Yo realmente había extinguido a esta familia.
—Ffu... eso fue agotador—pensé mientras que limpiaba mi espada con las prendas del chico hasta dejarlo lo suficientemente limpia para que no quedase rastro de que en algún momento fue usada—bien... ahora, quememos este maldito lugar—comenté sin cambiar mi ánimo.
Con cierta emoción me acerqué a la mesa donde la comida aún estaba a media terminar. En un completo silencio tomé una de las velas y simplemente la llevé hacia las cortinas, como era de esperarse estas prendieron con una rapidez que ya comenzaba a incendiar gran parte de las paredes, es bastante efectiva, pensé mientras que caminaba hacia la salida; realmente iba asegurarme de que este lugar quedase en cenizas. Sin cambiar de actitud, me tomé la molestia de ir por cada una de las habitaciones encendiendo las cortinas, de verdad que no quedó espacio donde el fuego no había llegado a tocar, era sorprendente la facilidad que tenía para devorar todo a su alrededor.
Me detuve al ingresar a la habitación que le correspondía a mi esposa, con rapidez me arranque la ropa que recién había utilizado para comenzar a limpiar en gran medida todo tipo de sangre que pudiese quedar sobre mi cuerpo, desde el fondo del pasillo podía escuchar el crepito del fuego consumiendo a su alrededor, debía apresurarme sino sería alcanzada por este. De forma veloz me cambie por mi ropa original y saque el pergamino que había traído conmigo.
—... Espero que con esto tus pesadillas se terminen—murmuré mientras que pateaba la misma vela que había sacado desde el comedor.
Lo último que mis ojos vieron antes de rasgar el pergamino fue el fuego consumiendo la habitación.
—¡Duquesa!
Rápidamente parpadeé notando como mi trasero estaba adherido al asiento del carruaje, que cerca estuve de quemarme, pensé tras observar como el cuerpo de Chan estaba inclinado con sus ojos fijos en mi rostro.
—Quita...—gruñí estirando mi mano para golpear su frente.
El chico rápidamente cayó contra su asiento llevándose ambas manos hacia la zona recién golpeada.
—¡Tardó cinco horas! —se quejó con evidente frustración—¡Sabe lo difícil que fue hacerles creer que estaba durmiendo! —comentó visiblemente exaltado por mi comportamiento.
—¿Cinco hora? He perdido el toque—comenté sin darle mayor importancia a la situación logrando que él inflara sus mejillas visiblemente irritado.
—En un día de estos... usted realmente me matara de un susto—confesó llevándose sus manos directamente hacia su pecho. Decidí dejarlo hacer su teatro por algunos segundos mas—... ¿Logro su cometido? —ahí estaba su interés real.
Rápidamente sonreír.
—Claro.
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